H. Pascal, maestro excéntrico, escritor en el margen y promotor cultural, murió abruptamente en julio de 2019, acompañado de diez mil libros y un arrollador olor a tabaco. En ese punto nace este libro híbrido, entre el ensayo y la narrativa personal, en el que su hija recorre nueve meses posteriores a su muerte en un intento de contestar las preguntas que la carcomen: ¿por qué el «ángel gandalla», como se nombraba él, se volvió tan lejano para ella? ¿Cuándo se rompió su relación? ¿Existe la reconciliación luego de la muerte?
Entre conciertos góticos en el Zócalo y peleas por el MeToo, Dios fulmine a la que escriba sobre mí es «una sesión espiritista en la que revives literariamente lo que la vida te obligó a sepultar». Una biblioteca heredada sirve como detonante para el naufragio voluntario dentro de la arqueología familiar. El cambio generacional, el feminismo y sus tensiones entre padres e hijas, la herencia, las bibliotecas personales, la autopublicación y el underground desfilan por estas páginas que oscilan entre la distancia, la furia, la alegría, el humor y la catarsis.
«Empiezo esta investigación con la esperanza de recorrer su vida de libro cerrado para, una vez pagada la deuda, iniciar un capítulo nuevo», nos dice la autora de Dios fulmine a la que escriba sobre mí. En el camino asistimos a la inmolación de un ídolo, de cuyas cenizas nace un hombre. Es con él con quien la autora emprende un diálogo renovado que es, en última instancia, un diálogo con lo más hondo de sí misma.
Aura García-Junco (Ciudad de México, 1988) Estudió Letras Clásicas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Escribe narrativa, ensayo, es guionista y traductora. Ha colaborado en revistas y proyectos sobre la literatura clásica y medieval. Fue becaria del programa Jóvenes Creadores del FONCA y de la Fundación para las Letras Mexicanas. Su primera novela publicada es Anticitera, artefacto dentado (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2018). Su segundo libro publicado es un ensayo sobre el amor y las relaciones sexo-afectivas desde una perspectiva critica que lleva por título El día que aprendí que no sé amar (Seix Barral, 2021). En este mismo año fue seleccionada por la revista Granta como una de los 25 jóvenes narradores más destacados en español. En este año publicó su segunda novela Mar de piedra (Seix Barral, 2022).
No son novedad las carencias sintácticas y de estilo de la autora, que hacen al libro un mero ejercicio de escritura, muy al nivel de borrador (no se esforzó en refinar ninguna línea, ni metaforizar en función de su sentimiento [recuerdo expresiones anémicas que sondean el espectro dominguero como “los árboles son un 'accesorio' prescindible”], y jamás atina a hallar el adjetivo adecuado a sus intenciones [“destartalado” no para referirse a un objeto, sino a un evento de medio pelo; “atestiguado” para algo experimentado mas no presenciado]; el mazacote del ripio en su máxima expresión, ripio de ideas insulsas (ej. “hay mucho de artificio en escribir”, ¿acaso es para sorprender a las niñas de diez años?), de denotaciones obvias y sobre todo ese tramposo recurso del “diálogo” con la biblioteca que agrega quizá 50 páginas de citas ajenas así tal cual relleno. No sé; a lo mejor sus primitivos borradores no se ajustaban al mínimo de páginas que solicitó la agencia editorial para venderse a jugosos 300 pesos. Otra cosa es la sinceridad desde la cual el autor escribe, o sea, que el autor crea en lo que nos está contando (aunque lo cuente mal), que de verdad nos haga sentir que ella o él lo están sintiendo todavía más. Pero no demuestra ningún compromiso: ella se frena, se calla, se auto-censura, no deja que nada la desborde (si acaso existe algo dentro de ella a la que pone freno); se olvidó de guardarse la pena en un cajón para escribir con la intención que pretendía. Nos bombardea con palabras como “heridas”, “doloroso”, se proclama triste, angustiada, pero nunca nos expone lo que fue doloroso ni lo que la hirió. Oh, por supuesto que sí deja claro que su papá le dio vergüenza siempre, le apenaba su figura, su incapacidad de ser hombre proveedor de familia, su mediocre identidad y lo que suponía a una familia aspiracionista. Aquí se discierne algo que escatimó la autora: ¿de dónde ella salió tan snob, en contraposición a su padre? (esto sí la desbordó desde adentro: su convencionalismo burgués; aunque ella nos insista que es “rara” por ser hija de una psicóloga y demás hazañas). Queda claro que el padre no formó parte central de su formación como persona; pues a los hijos no bien nos importa quiénes sean nuestros padres; mientras nos den el mínimo afecto no reparamos en si son pobres o ricos, inteligentes o tontos, artistas o ingenieros, feos o bonitos; terminamos queriéndolos, y hasta admirándolos. Entonces algo la separó de él, que no fue su padre mismo porque ella pone claro que hasta el hombre daba y buscaba cariño, y que nunca desapareció a la manera de quienes salen por cigarros (quizá una madre resentida que la soliviantaba contra él, quizá su naciente aspiracionismo originado del contacto con otras personas o ambientes, no sé, no se atreve a contarnos). Le da vergüenza hablar de su vergüenza. Acaso eso que nos dice de su padre es suficiente motivo para poner tremenda distancia? no es nada del otro mundo: seas un tipo sin suerte, un gordo desaliñado, un perdedor, no basta para que tu hija adolescente rompa contigo (tampoco es razón verosímil no darle para comprarse ropa bonita). El tema del feminismo ni lo menciono de lo ridículo que es para el caso. Nos dice que él era cariñoso y buscaba los abrazos, pero ella desde pequeña lo repelía con asco. Las heridas de las que se vanagloria se las infligió ella misma? quizá. El caso es que nunca quiere llegar al fondo. Como escritora se quedó en otro intento gafe; como persona resultó un caso interesante. Esas reticencias a ser sincera la dejan como un personaje inexplicable, uno que prefiere quedarse en junta de trabajo a confirmar si su papá respira o no, y que cuando muere igual se va de vacaciones como planeó; el padre que la rescató del sótano del Palacio de Hierro. Aventuro si él se dio cuenta en cierto momento que no contaba ya con su hija, que esta lo había matado en vida (de nuevo ¿por cuál motivo, qué pudo haberle hecho?); y por ello buscó ese cariño, esa “cercanía de hija” que Aura le negó en sus alumnas. Eso y la insoportable opacidad del convencionalismo burgués desde el cual escribe y contamina sus intenciones sin saberlo. Ideas chatarra y descartables, bajo un estilo insuficiente y rengueante: un plato desabrido servido en vajilla cara. Ejemplo de pésima literatura que viene a resaltar las palabras de Gabriel Zaid en El secreto de la fama: “Lo importante de publicar no es la lectura del lector, sino el comercial del autor”. Aceptemos que el nombre de Aura se verá en las estanterías de novedades cada año sin falta, sea con una novela o cuentario o ensayo (yo creo que en 2024 le toca turno al poemario), mientras le dure la gracia de los poderdantes mercadotécnicos. Así, Dios fulmine es otro insustancial eslabón de esta cadena a la que modernamente llaman “carrera literaria”; y no a fuerza de ser corta pero resistente como el valioso hierro, escaso en la tierra del talento, sino tan larga como el abundante y barato estaño. Otra línea de Zaid: “El verdadero artista hace una obra, no una carrera”. Y para carrera nuestra autora y otrxs de su raza correrán sprints de 100 metros una y otra vez, porque puede anunciarse una y otra vez antes de cada una, en lugar de aventurarse por ese largo e incierto maratón de resistencia que es una verdadera vocación literaria, en la que sólo tu nombre aparece hasta el final. Una curiosa guinda de diferencia con su padre, que extrañamente también evidencia lo mucho que se parecen.
Todo es un ejercicio muy retrospectivo, por parte de Aura, en donde recorre la biblioteca de su padre, extrae libros, los palpa, nos habla del texto un poco y finalmente un mensaje en particular relacionado con algún recuerdo.
Me pareció muy fresco y fácil de leer. Además creo que es muy sencillo entablar relación, y complicidad, con Aura pues nos relata su vida de una forma muy honesta.
Conclusión: me gustó, se los recomiendo mucho en especial si quieren un texto sobre paternidad, machismo, literatura y otros temas que van saliendo. Fue una experiencia muy interesante y agradable.
No entiendo cómo una persona en lugar de "ir a terapia" nos vino a vender sus pinches piensos HORRENDOS en 300 pesos jajaja. Con todo y que en el libro nos muestra que tiene buenos gustos de lectura (no todos), con todo y que al final agradece a escritor@s que en verdad lo son me siento súper estafada jaja
Antes que nada, quisiera expresar mi gran admiración a la autora por escribir un libro tan personal sobre una perdida tan dolorosa como lo es perder a un padre. Mediante una narrativa reflexiba y que tiende a la memoria, Aura nos lleva de la mano a través del tiempo para recordar, honrar y cuestionar su relación con su padre.
Decir que este libro me hizo cuestionarme a mí misma muchas cosas es quedarme corta. Como se sabe, la pluma de Aura es preciosa y se admira en esta novela. No se siente bien comentar del contenido del libro al ser la vida de alguien más entonces lo que sí haré es apreciar la escritura de su autora. Me quedé enamorada de su manera tan preciosa de narrar y hablar de manera tan linda de los libros y sus vivencias.
conocía a Pascal por los de Migala y a Aura porque me regalaron su Mar de Piedra, más nunca lo leí. Creo que nunca lo haré, escribe de una manera muy aburrida. No me interesó en lo más mínimo ni conecté con su historia. Meh.
Me gustó mucho mucho. Unas memorias alrededor de un padre. A partir de su biblioteca: la herencia. Demasiados libros, demasiados hechos dolorosos. Demasiado. El personaje del padre me impresionó mucho. ¿Por qué se apagó así? ¿Cómo es que su carrera literaria se vio ttuncafa así? ¿Qué le pasó? ¿Por qué los autosabotajes?
Siento que después de haber leído este libro o yo no he comprendido a la escritora o simplemente este libro no es para mí....No voy a calificar el contenido del libro, que al final me parece muy íntimo, ya que nos está relatando un momento de su vida, sus sentimientos, etc...tras el fallecimiento de su padre, sino que mi valoración se centra en la forma de contarnos esto, se me ha hecho muy difícil seguir el hilo argumental, constantemente tenía la sensación de que saltaba de un pensamiento a otro de forma inconexa, haciendo referencias de forma recurrente a otros autores para ilustrar sus pensamientos (lo cual me sacaba aun mas de contexto).... constantemente estaba mirando cuanto me faltaba para terminarlo y de verdad...después de muchos años de lectora es la primera vez que me pasa. Ni me pareció entretenido, ni me hizo pensar, ni nada de nada....
Aura García-Junco escribe sobre su relación pasada con su padre, lo que significó su muerte y cómo fue el recibir su biblioteca personal.
Desconocía sobre el proyecto de los Goliardos, así que resultó interesante.
Me gustó mucho cómo de manera sensorial, la autora te remite al olor de los libros impregnados a cigarro o su textura amarilla, cómo arma sus fichas bibliográficas, en realidad; su manera de narrar no es convencional, crea sus propias definiciones, no me la imagino en una atmósfera de música y cultura dark, gótica, así que fue buen dato saber más de ella.
No comparto la sensación de vergüenza o de incertidumbre con el padre, porque tengo muy buena relación con el mío, sin embargo, este libro logró en mí: empatía y sororidad al saberla vulnerable, triste, afligida, ansiosa, le agradezco que haya compartido un tema personal con los lectores. Comprendo lo que es perder a alguien (mi abuelo) y que en esos momentos buscas y no, leer algo sobre duelo pero que no te fulmine.
Creo que el libro tiene una estructura de ensayo-biográfico, el ensayo es un género que le va bien a Aura.
Estaba escribiendo una reseña larga y una respuesta a las duras críticas de acá pero se me borró con un bloqueo de mi celular, sírvase de recordatorio para no escribir tanto en un dispositivo tan traicionero. Me encantó la lectura. Reconozco su lentitud y dificultad, pero me quedo con una sensación de empatía enorme y el deseo de que el duelo de estás páginas le haya servido a su autora para resolver más de una cosa en relación a Pascal. Qué alivio es tener las palabras disponibles. Qué alivio es la lectura y escribir. Gracias por tu profundo homenaje, Aura.
4.5 estrellas Subrayé muchísimas frases Me sentí muy identificada en varias partes, de la relación con su padre, sobre todo cuando se cuestiona el feminismo, y cuando habla de dejarlos de ver como héroes y comenzarlos a ver como humanos con errores 👏🏼 en generar. Me parece un muy buen libro, muy personal, y agradezco que la autora se abra de esa manera con nosotros los lectores.
“Resultó que la nada se siente mucho más voluminosa cuando alguien muere”
Escribir como un ritual, como un proceso incluso espiritual para sobrellevar el duelo. Muchos shandys pascalizados para Aura por este retrato tan transparente sobre la complejidad de los vínculos con nuestros familiares, y de nosotras mismas.
Será porque comienza hablando de uno de mis libros favoritos -Las cosmocómicas-, será porque yo tampoco puedo glosar hagiografías o será porque siento también el “duelo inacabable que es la muerte de un padre”, pero es el libro que más me ha reconfortado en los últimos tiempos.
No sería amiga de Aura. Siento que de un mal entendido ella haría un problema enorme. Me pareció una persona inmadura, insegura y egoísta. Una persona privilegiada con una vida tan aburrida que tiene que juzgar a alguien más para hacerse la interesante. Todo el tiempo intenta demostrar que es muy sabía por leer mucho pero no me parece una persona interesante, solo copia las genialidades de alguien más. Ella solita se tira al suelo antes de que alguien más diga algo negativo. Y sí, lo leí todo, no me salte nada, una tortura.
Este libro me llevó de sentir amor y ternura, enojo y furia, a reírme y a que las últimas 20 páginas se me estrujara el corazón y se me salieran las lágrimas. Salud por los padres humanos, sus fallas y sus caídas...pero también por esos momentos donde encontramos la compasión por ellos y nosotrxs también. Aura García-Junco, gracias por este íntimo y hermosamente elocuente recuento del enigma que fue tu padre.
¿Un libro sobre la muerte del padre y literatura? Por supuesto que tenía que leerlo, subrayarlo y llorarlo. Además fue la lectura de junio del club de lectura de mi librería de confianza, así que fue aún más enriquecedor. Es un libro muy vulnerable en el que la autora trata de conocer la historia de su padre varios meses después de su fallecimiento, usando en el proceso de duelo la enorme biblioteca personal que hereda de él. Siento que es la historia que Aura necesita para transitar su culpa y su rabia ante la figura tan contradictoria que fue su padre para ella: un tirano simpático, un gran perdedor. Utiliza esta oda al amor por los libros y el lenguaje para resignificar a su padre. La entiendo porque yo también estuve ahí. Seguro que ha hecho un trabajo durísimo para no idealizar a su padre tras la muerte, no deja que la muerte dulcifique sus defectos, y eso es muy valiente y honesto por su parte. He amado las notas a pie de página y las reflexiones sobre cómo cambian nuestras pertenencias cuando morimos. Es exquisita la descripción de la búsqueda de su propia identidad en el duelo: "Fui la hija y ahora ya no sé qué soy" y más tarde "Todavía me pregunto qué puedo decir yo sobre mi papá que signifique algo sobre él y no solo algo sobre mí". Es un libro sobre el perdón y perdonar. Ella misma reflexiona sobre la potestad que tiene para exponer aspectos bastante negativos de su padre sabiendo que éste no puede responder, pero si lo hiciera diría "Dios fulmine a la que escriba sobre mí".
"Me duele pensar en todos los árboles que viven en mi sala o, más bien, que mueren en ella, pero intento, por más falacia que sea, sentir que, mientras exista el libro y se use, el verdor no desapareció en vano, sino que se transformó en otra vida."
Ahora que está de moda la autoficción, me pongo a pensar en lo difícil que ha de ser para los escritores defender su obra que escribieron desde lo más íntimo de su ser. Así como hay lectores que se identifiquen con lo que escriben, habrá también quienes confronten su historia por razones diferentes.
Me gustó el libro de esta escritora mexicana, tengo puntos de identificación con ella porque somos de la misma edad. Su madre trabajó en el mismo instituto en el que yo ahora trabajo. Como todos los que estamos en esta red, también tiene una relación muy íntima con sus libros. Y además me permitió descubrir a su padre, un hombre que hizo mucho por la literatura en la CDMX, pero que tenía una relación tortuosa con su familia, por decir lo menos.
El único problema que tengo con el libro es su extensión, me pareció rebuscado en las últimas páginas.
Este es uno de esos libros que el autor necesitaba escribir o no podría escribir sobre otra cosa nunca. Un libro escrito para gente que escribe, lleno de referencias y guiños lectores. Un libro valiente que cuenta sin miedo un duelo, que busca la respuesta a la pregunta de quién eres cuando siempre has sido la hija y ahora ya no puedes serlo. Un ejercicio para transitar la culpa y la rabia, perdonar las contradicciones y aceptar que esto es una despedida.
Es fácil idealizar tras la muerte y, si yo fuera Aura, estaría muy orgullosa del modo en que enfrenté la historia.
me gusta mas pensar en el que leerlo un poco como las relaciones familiares las idealizo mas de lo que son en verdad
en plan: no mal, no bien
esteticamente bonito pero a donde vamos que hay detras de todo esto hasta que rompe en la ultima parte del libro y “no quiero herir a quienes amo, no quiero herir a nadie, ni siquiera a quienes odio” “pense que llegaria a alguna clase de redencion si me ponia a investigar sobre mi papa”