Durante demasiado tiempo, Luis Chaves ha sido un secreto muy bien guardado: un escritor leído por un círculo pequeño pero apasionado, dueño de una obra escasa y difícil de encontrar. Es hora de que deje de serlo.
Salvapantallas es una novela sin centro que, asumiendo un lugar marcadamente lateral, se rebela contra los grandes relatos de las novelas totales. Desde un país minúsculo, el autor nos invita a una travesía en la que va dando tumbos: de los escarceos con las drogas a la paternidad como cimiento; de la inmadurez de la juventud a la literatura como experiencia irrenunciable. Una sucesión de todos los pequeños mecanismos que ponen en marcha eso que, a falta de una palabra mejor, llamamos «vida».
Luis Chaves Campos (San José, 28 de agosto de 1969) es un poeta de Costa Rica, considerado una de las figuras más destacadas de la poesía costarricense contemporánea. Recibió el Premio Nacional Aquileo Echeverría en la categoría de poesía por su libro La máquina de hacer niebla (2012).
Luego de estudiar Economía Agrícola en la Universidad de Costa Rica, Chaves empezó a escribir como free-lancer. Su primer libro de poemas, El anónimo, fue publicado por la Editorial Guayacán en 1996. En 1997, su segundo libro, Los animales que imaginamos, ganó el Premio Sor Juana Inés de la Cruz.
Historias Polaroid fue publicado en el 2001 y recibido con entusiasmo por la crítica y los lectores, e incluso fue finalista del premio de poesía del Festival Internacional de Poesía de Medellín, Colombia, de ese año. Durante una estadía en Buenos Aires, Argentina, Chaves publicó su cuarto libro, Chan Marshall, el cual marcó su ascenso como una de las voces más destacadas de la poesía latinoamericana contemporánea. Chan Marshall ganó el III Premio de Poesía Fray Luis de León y fue publicado en España por la influyente casa editorial Visor.
En el 2006 apareció Asfalto. Un Road Poem, en el que el autor experimenta más abiertamente con los poemas en prosa y la narrativa interna. Su más reciente poemario es Monumentos ecuestres (2011).
Algunos de sus poemas han sido traducidos al italiano por Raffaella Raganella, y estas traducciones recibieron a su vez el premio internacional de la Fondazione Cassa di Risparmio de Ascoli Piceno. En el 2009, Ediciones Perro Azul publicó una edition conmemorativa y ampliada de Historias Polaroid y Asfalto en un solo volumen.
En el 2010, Chaves publicó dos colecciones de prosa: El mundial 2010. Apuntes, editado por Germinal, que contiene crónicas de cada partido de la Copa Mundial de Fútbol de Sudáfrica 2010; y 300 Páginas. Prosas, editado por Lanzallamas, que incluye los artículos de prensa que Chaves desperdigó por varias revistas y diarios de Costa Rica y el extranjero durante los años 2002 y 2010. Chaves editó por un tiempo la revista Los Amigos de lo Ajeno, una publicación de poesía latinoamericana distribuida principalmente en Costa Rica y Argentina.
En 2012, apareció La foto / Das Photo, una selección de sus poemas traducidos al alemán por Timo Berger bajo el sello editorial Hochroth de Berlín y La máquina de hacer Niebla, antología poética editada en Sevilla por La Isla de Siltolá.
Una novela hecha de retazos y escrita en varios años, con episodios que se encienden y se apagan. Bien escrita, plagada de buenas imágenes que atrapan..
"Con frecuencia sucede esto: estamos en la mesa, desayunando o cenando, y me desconecto. Dejo de escuchar las conversaciones y quedo en neutro. Entonces alguna de ellas, o mi esposa, me mueven la mano al tiempo que dicen Chaves, Chaves. La mano como un mouse. Está sacudiendo el salvapantallas". Pag 138
Se que la obra no es reciente, no sabía de su existencia hasta que un amigo la puso en mi camino pues claro, él la había conseguido en un viaje al DF. Me encantó este libro y se los recomiendo en serio; me gustó su estructura no convencional, que no falla en mantener al lector interesado. Me gustó reconocer los lugares de los cuales narra y comparar las aventuras que se narran a las fiesta que tanto se dan en el Chepe de noche de las que el compa de mi compa, que conoce a mis amigas me han hablado. Quién no tocó fondo de zarpe en el Pueblo? Quién no fue a Sand por la última birra? Bueno puede que no sea algo tan generalizado pero la mayoría de los adultos pasando por Chepe seguro que lo han hecho. Me conmovió bastante este texto, lo leí en dos días y hasta repasé los fragmentos que más me gustaron. Me sentí quinceañera contemplando las intervenciones de mi entonces amor platónico, qué días aquellos! En fin leálo :)
Llegué a Luis Chaves, como sospecho que lo hicieron casi todos, a través de sus poesías. Las pocas que leí me parecieron buenísimas. Este salvapantallas, como dice Mairal en los textitos promocionales de la solapa y contratapa, es "la novela de un poeta". Así es. Es más, hasta puede decirse que es una novela sobre cómo hacerse poeta, como dejar una carrera encaminada para dedicarse a no hacer nada - como dice el protagonista en un momento del relato - es decir a ser poeta.
Esta no es una novela en el sentido de tener un arco argumental, si hay un trayecto es el del escritor que decide dejarlo todo tras su sueño. Una literatura del yo cuando todavía no estaba tan de moda. Chaves lo da todo en estampas de los primeros escarceos sexuales, de una temporada en La Habana, otra en Buenos Aires y finalmente en su Costa Rica natal. De la vida burguesa a la bohemia y de vuelta a la casa burguesa con su vida familiar a cuestas.
Está bellamente escrita. Frases hermosas y reflexiones que me pegaron especialmente porque me sentí identificado. Le puse tres estrellitas porque es lo que estila en este foro pero este libro no tiene deméritos. Es parejo y hermoso. Y tiene la enorme virtud de la brevedad. Me dieron ganas de leer más poemas de Chaves (y de saber cómo consiguió esa beca alemana para escritores...)
En todo libro de tipo fragmentario como este, ante la ausencia de un hilo conductor claro y definido, lo más importante pasa a ser la voz. Y en este caso, Chaves despliega una voz auténtica, contemplativa pero a la vez a corazón abierto, descarnada y poética en partes iguales.
Las historias, anécdotas y entradas de diario personal van conformando una identidad: la del propio Chaves. Pareciendo estar guiado por intuiciones que urgen, el autor va presentando distintas historias que no necesariamente han de ser las más trascendentales de su vida, pero que evidentemente hablan por él o, mejor dicho, de él. Cada una de esas historias parece un trazo de pintura que, en conjunto, acaban formando para el lector un retrato.
Salvapantallas es un libro de anécdotas, fragmentos y apuntes de vida. Luis Chaves escribe como quien conversa consigo mismo: con humor, desfachatez y una sencillez que no disimula la inteligencia detrás de cada observación. El tico convierte los episodios más comunes —una llamada, un viaje, una foto vieja— en pequeñas postales de una existencia latinoamericana, llena de ternura, ironía y desencanto.
El libro se siente como una especie de archivo personal: notas sueltas que con el paso del tiempo se volvieron literatura sin proponérselo. Chaves logra algo difícil: hacer que lo cotidiano conserve su encanto sin volverse anecdótico, que la sinceridad no suene impostada. Salvapantallas no busca deslumbrar; prefiere acompañar, hacerte sonreír o pensar en tus propias escenas triviales.
Una frase de este libro que me quedo muy presente:
"Cierta predisposición a sorprenderse por la lluvia en un territorio en el que llueve nueve meses al año"
Me hizo sentirme cerca de casa, y acompañada. Un relato que me hace pensar que lo intrascendente es al final, lo más trascendente en la vida. Las memorias que nos viene cuando nos colgamos, cuando nos ponemos en modo "salvapantallas". La acumulación de imágenes.
“Vivía solo en la casa que fue de mi abuela materna. Donde creció mi madre y sjs hermanas y luego yo hasta los nueve años, cuando nos mudamos a Heredia. Había regresado a fines de los 90, cuando, después de alquilarse por dos años, quedó desocupada y mis tatas, viéndome desempleado y -digámoslo con cariño- errático, me la ofrecieron temporalmente. La llamaba la <>, siendo exagerado y malagradecido simultáneamente”.
¿Sabéis de esos recuerdos que se quedan contigo con los años? ¿Que pueden significar mucho o poco, pero que ahí están? Eso es Salvapantallas de Luis Chaves, un recorrido en forma de biografía (con algo de ficción) por la vida del autor. Desde las épocas de "efervescencia hormonal" pasando por drogas, sueños, salud y enfermedad, entre otras cosas. Es una lectura muy amena que recuerda a tiempos pasados, pero aún presentes en las personas. Muy recomendado.
El mejor libro que leí en bastante tiempo (desde Partida de ajedrez, de Zweig). Una prosa punzante, llena de elipsis pero bien directa, llena de imágenes inesperadas de un país que uno conoce bien poco (Costa Rica).
Leí este libro en medio de las tardes de una calurosa Alajuela; ojalá el recuerdo quede tan marcado en mi mente como si el mismísimo Luis lo hubiese escrito.
Hipertextualidad demasiado honesta: "Ni siquiera entiendo esto que escribo". Honestidad brutal de su vida. El perico como eje temático. Hay drama, hay peligro constante de cárcel (vigilar y castigar). Hay amor por los amigos que se ve reconocido. La familia molecular, ese hermoso concepto de afinidad humana y empatía íntima. Hermoso el párrafo (casi al final del libro) q no sólo da título a este híbrido sino q resume la obra: literatura de salvapantallas, es decir, la q aparece cuando no estamos haciendo nada pero q atrapa, imágenes tan básicas y que se mueven sin pretensiones por la pantalla hasta que alguien dice -en mi caso- diego diego, y salgo de zapote y regreso al avión q sobrevuela el medio oeste, no medio oriente.
No entiendo qué fue lo que hizo este libro para meterse tanto en mi. No es la típica historia trágica y/o hermosa que me deja el corazón hinchado. Para nada. Fue mas como un vistazo muy personal hacia algo ajeno que no resonó de manera personal, y más bien lo hizo en otro nivel más profundo.
El libro es una especie de memorias del autor, a manera de fragmentos. Algunos de esos pasajes son de un lirismo muy logrado, otros son demasiado autorreferenciales y se pierde el contexto.