Siguiendo un impulso, una mujer se anota en un curso de Lengua de Señas. Llega al aula y se sienta sola frente al profesor. Una persona oyente frente a una persona sorda. ¿Qué va a pasar ahora? ¿Y ahora? Todo es silencio. Todo es comienzo. Parece una buena premisa para narrar, y en efecto lo es. Pero pasa de buena a perfecta si quien va a registrar el proceso de aprendizaje es Tania Dick. Tania escribe hace muchos años; sin embargo, este es su primer libro publicado. Todos sus textos tienen que ver, de las maneras más sutiles, con el cuerpo y con el espacio: con el movimiento. En este caso el movimiento es el idioma; el cuerpo va a tener que aprender sus recorridos para poder comunicar, la mente va a tener que aprender los recorridos de otro cuerpo para poder entender. “Las manos en el escritorio y mis ojos desbordados de recorridos”, dice Tania. Y después: “No decir la palabra que pienso, moverla para que gire y gire”. Tania tiene un sentido extra: puede percibir modificaciones ínfimas. Del aire, del sonido, del cuerpo, del ánimo. Y lo que es más asombroso: puede decirlas. Encuentra las palabras para decir lo que es casi una abstracción, y encuentra la sintaxis. A veces parece que tanteara: voy a poner esta palabra acá, o mejor no, o mejor sí: “Estoy en la zona del error, como una traductora buscando lenguaje”. ¿Quién si no ella, entonces, podría relatar la morfología, la sensorialidad y la emoción de un curso de Lengua de Señas?
Este es el diario de una poeta, o eso me pareció. Me gustó cómo narra la experiencia del aprendizaje, pero me costó empatizar con esa forma de escritura en el género. Me faltaron quizás detalles sobre lo cotidiano, sobre las dificultades. Hace parecer tan fácil y rápido aprender lengua de señas. Creo que me hubieran gustado más descripciones y menos metáforas de lo que la protagonista atraviesa. Por momentos se me rompía el verosímil y salía de ese trance de creer que estoy hojeando el diario de alguien. Aparecía todo el tiempo el recordatorio de la ficción, como si el diario fuera una performance escritural, como si estuviera escrito porque sabía que iba a ser leído. ¿Es ficción este libro? Creo que sí, pero no me queda claro y eso en parte me molesta. El argumento de esa molestia está en algún lado en mi cerebro, quiero decir podría buscar la manera de justificarlo, de traducirlo, pero ¿a quién le importa? Esto es literatura, no un ensayo científico. Por último, voy a decir que a pesar de lo que digo, es cierto que nadie puede decirnos cómo escribir un diario, cada quien lo hace como puede/quiere o también a partir de una premisa disparadora que le condicione las palabras y el estilo.
De los libros que leí de esta editorial este es el que menos me gustó. Celebro el carácter poético d ela escritura, tiene frases muy cautivadoras, pero a mi al menos se me escapaba del género en la lectura y eso me desanimó.
La escritura es muy precisa, como si se esforzara por expresar exactamente lo que quiere; y ese rasgo pone de relieve, no tanto las dificultades, sino las posibilidades de la expresión. Esto me parece muy muy meritorio. Brillantes las descripciones espaciales. El léxico es fundamental en este punto, "amplitud" "espacio" "aire". Mientras describe objetos muy difíciles de describir (las señas), hace un uso poético del lenguaje. ¿Cómo camina por la calle una oyente que descubre esta lengua nueva? "La vereda avanza conmigo".
También me parece muy valiosa la posición política de la narradora, que es oyente, respecto a su aproximación al mundo de la Lengua de Señas Argentina.
Y la edición, excelente, ya que la tipografía y la disposición del texto en la hoja acompañan el movimiento de la voz. Eso, es una voz en el movimiento.
Libro breve y rarito; creo que vale mucho la pena leerlo, para quien sea.
Es fascinante como se va a armando el paralelismo entre sonido y espacio. Como a medida que las clases van avanzando los silencios se van diferenciado para la narradora. Desde el. Momento cero hay una mirada sobre el cuerpo (se nota que es alguien del mundo de la danza), el enfoque que hay sobre el movimiento, el cuerpo y la comunicación es precioso. Un poco shipeé de más pero bueno.
el libro actúa como caja de resonancia de la escritura maravillosa que solo alguien con el corazón enorme de Tania puede darnos. inmenso, impresionante y sobre todo, con mucha alma.
Me interpeló y me contuvo en partes iguales. lo hermoso que puede ser mover los espacios, soñar en señas, nombrar las cosas de nuevo. Tania y Martín pasando los días, en sus clases que dan tanta poesía.
Un diario precioso, para volver tantas veces como sea posible.