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512 pages, Paperback
First published June 1, 1968
“Mi cuñada era grisácea, hueca tirando a buena, y muy rica. Sus padres, longevos, impacientaban a mi hermano. Trataban los pobrecitos de hacerse perdonar la indiscreción cediendo a la hija no sé si inmuebles, tierras o acciones, regalos que pasaban por el tamiz administrativo de mi hermano, a quien ella temía. Como confundía ese temor con amor conyugal era bastante feliz, y él hablaba tan fuerte que a nadie en la casa se le ocurría que no fuese un hombre extraordinario”… rápido en la pulla acerada, condescendiente, pero siempre educado, con las mujeres que sonríen con la cabeza ladeada y los hombres de boca de guinda y manos de obispo, duro con las convenciones sociales a las que no obstante se pliega y utiliza para hacer amistades con embajadores de familias encantadoras o mujeres ociosas de ladinos hombres de negocios.
“A los veinte años todo se ve con sol. A los treinta empieza la luna. No se sabe qué se ve, cuál es el engaño, cuál es la verdad”Un enamorado que cae en todas las tonterías en las que caemos todos los enamorados, y que son aquí bien remarcadas y coloreadas, y que, como sucede tan a menudo, solo en la perdida llega a valorar lo poseído.
“Sin Lisa nada era soportable. Ni lo mejor, como las abejas zumbando en el cerro o la hermosura del parque detrás de las ventanas o el zorzal que canta en la estación. Ni lo peor, como las presencias agobiantes y la palabrería sin fin.”¿Y los galgos? Los primeros, la pareja Corsario-Chispa, recibidos en la época feliz de la pareja Lisa-Julián, correteando libres por los campos a la caza de liebres, porque así es su naturaleza, representan la libertad que estos pretendían, lejos de las convenciones y responsabilidades que impone una sociedad para la que sus naturalezas no les hacían aptos, ni para aprovecharse de ella ni para hacerle frente. Y como se dice en ese otro lugar común que es el refranero: muerto el galgo se acabó Julián.
”Los dados se tiran, caen, sale amor; los dados se tiran, caen, sale encanto; los dados se tiran, caen, sale drama; los dados se tiran, caen, sale boda; los dados se tiran, caen, no sale nada. ¿Por qué? Vaya a saber. No soy yo quien tira los dados, señorita. No es usted tampoco”.
