¿Desde dónde hablar de la locura? ¿Desde qué lado? ¿Desde la voz que la soporta o de los muros que la contienen? ¿Se trata de explicar la locura? ¿De justificar su encierro? ¿O se trata, acaso, de entender su padecimiento? ¿De anidar en su delirio? En Los jardines de Juana, Natalia Bericat va más a allá de la tentación de reducir la locura al fetiche y arriesga a narrarla desde la voz poliédrica de la protagonista. Una voz que, siendo la de Juana, es a su vez el eco de los rostros anónimos que habitan en ese limbo —siempre infernal, siempre divino— entre la razón y la sinrazón. Si como decía Vicente Zito En las hogueras del dolor social, se vuelve indispensable el derecho al delirio, Natalia Bericat pone su literatura al servicio de este derecho, y cuenta una historia visceral y poética, que nos mete de lleno en un el interior de Juana, y el interior del hospicio. Determinar los límites de dónde termina uno y empieza el otro es la pregunta fundamental de esta novela, cuya respuesta sólo la tendrá el lector. Mérito exclusivo de su autora que se inscribe en la tradición de escritoras que tiene el don de encontrar belleza en los jardines más oscuros del dolor». Matías De Rioja
Historia dolorosa de una mujer internada en un hospital psiquiátrico. Me gustó como la autora logra ese efecto de confundir entre distintos escenarios de la vida de Juana. Los límites entre el hospital, su casa y su mente son difusos y confusos. Lo que implica un lector activo que se involucre con esta historia y con las emociones propias para poder apreciar está bella obra.
Una historia cruda, triste y muy dolorosa sobre la perpectiva de Juana una paciente psiquiatrica. La escritora nos pone en los pies de la protagonista para poder entender lo que es padecer la locura. Y no sólo eso si no que con su relato hace una denuncia a los tratos que reciben los pacientes en aquellos lugares. La autora tiene una manera de escribir muy particular y entretenida y estoy segura que logró transmitir el mensaje que quería