En un lugar remoto de La Pampa argentina se encuentra El un par de calles y un puñado de casas construidas alrededor de una estación ferroviaria. Dejándose llevar por los recuerdos hasta ahora olvidados, el narrador de esta historia evoca el último año que vivió en esta diminuta localidad, con siete años y justo antes de mudarse a la ciudad de Coronel Pringles con su familia. Criado en un ambiente rural, entre sirvientas, una madre tierna y un patriarca que poco a poco ha ido comprando el pueblo entero, su último año estuvo marcado por dos sucesos memorables que hicieron tambalearse la idílica paz de los la llegada de un preceptor de la ciudad para ocuparse de la educación del narrador y la misteriosa desaparición de una locomotora. Entre personajes como sacados de una novela decimonónica, guiños proustianos y estampas pampeanas de una Argentina que quiere abrazar el progreso y el orden, Aira construye una novela de iniciación que muta y nunca es lo que parece, pero que despliega de nuevo el gran talento, el desbordante imaginario y la originalidad radical que marcan la obra de uno de los grandes autores de nuestro tiempo.
César Aira was born in Coronel Pringles, Argentina in 1949, and has lived in Buenos Aires since 1967. He taught at the University of Buenos Aires (about Copi and Rimbaud) and at the University of Rosario (Constructivism and Mallarmé), and has translated and edited books from France, England, Italy, Brazil, Spain, Mexico, and Venezuela. Perhaps one of the most prolific writers in Argentina, and certainly one of the most talked about in Latin America, Aira has published more than eighty books to date in Argentina, Mexico, Colombia, Venezuela, Chile, and Spain, which have been translated for France, Great Britain, Italy, Brazil, Portugal, Greece, Austria, Romania, Russia, and now the United States. One novel, La prueba, has been made into a feature film, and How I Became a Nun was chosen as one of Argentina’s ten best books. Besides essays and novels Aira writes regularly for the Spanish newspaper El País. In 1996 he received a Guggenheim scholarship, in 2002 he was short listed for the Rómulo Gallegos prize, and has been shortlisted for the Man Booker International Prize.
La poética de César Aira es como un juguete con el que se divierte el autor de Pringles, el resto podemos ser testimonios del gozo surrealista. En CTXT me han dado la oportunidad de hablar de uno de mis autores favoritos con Antonio Jiménez Morato, crítico literario, novelista y antólogo español y autor del epílogo de una traducción al hebreo de Aira; con Ana Gallego Cuiñas, catedrática de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Granada y editora del libro Aira, instrucciones de uso, en el que participan los máximos especialistas en la obra del escritor y que saldrá publicado por la editorial de la Universidad de Sevilla; y con escritor uruguayo Ramiro Sanchiz, uno de los nombres clave del género new weird en América del Sur.
César Aira har gett ut över hundra böcker, främst kortromaner. Av dessa finns sedan tidigare tio översatta till svenska och när Tranan nu ger ut ytterligare två är en av dem hans allra senaste bok, utgiven på spanska så sent som 2024.
”I byn El Pensamiento” är en uppväxtskildring som på sätt och vis för tankarna till Proust, för även här återuppstår plötsligt minnen hos en berättare som skickas tillbaka till barndomen och en tid som länge legat fördold inom honom. Det är sista året i den lilla byn på landet, precis innan flytten till staden som kom att betyda så mycket.
Till skillnad från många av hans andra böcker är det en ganska stillsam berättelse där fokus ligger på det som varit och människorna från den tiden, och om att betrakta världen från ett barns position. Men det vore inte Aira utan något oväntat, och det mysterium som antyds redan i inledningen håller vad det lovar.
Bokens spanska titel är ”En El Pensamiento” vilket om google translate talar sanning kan översättas som ”i tanken” om man inte läser El Pensamiento som ett egennamn. Även utan detta är det en mångbottnad berättelse, men frågan är om inte berättaren redan i sin barndomsbys namn ger en ledtråd till hur den ska läsas.
Av de Aira-böcker jag har läst så här långt hör denna till mina favoriter, kanske delvis för hur den lyckas vara både enkel och komplex på samma gång.
Primera aproximación al argentino Aira que aparece siempre como uno de los principales exponentes de la literatura iberoamericana actual y al que he tardado en acercarme. Por ciertas reseñas y críticas leídas llegué a esta novela pensando que encontraría un estilo más críptico que otra cosa y, sin embargo, me he encontrado con una narración bastante serena y sin demasiada floritura que, además, desborda imaginación, ternura, añoranza, melancolía y cierta crítica sistémica.
Este libro no deja de ser una novela de iniciación, de crecimiento, de enfrentarse al mundo real exterior a nuestra inocencia infantil, de maduración, de cómo poco a poco lo que pensábamos era de una manera era en el fondo de otra muy diferente. Una novela clásica en el fondo, que no trata ningún tema nuevo que la literatura no haya tratado anteriormente en infinidad de veces. Pero no por ello la novela deja de ser una buena obra literaria, con personajes potentes, historia interesante y, también hay que añadirlo, cierto realismo mágico de fondo, ligero, suave, tranquilo, que hace que todo cobre texturas, colores y sonoridades diferentes.
Quedé un poco decepcionado con esta nueva novela de César Aira. Calculo que es lo que pasa siempre cuando se acumulan ganas y expectativas frente a la esperada novedad del autor preferido: el producto final jamás va a estar a la altura de lo que uno fue imaginando, maquinando, sospechando, averiguando e hipotetizando. Por otro lado, En El pensamiento es una novela de esas de Aira en las que, salvando el final (el final final), todo lo demás se mueve dentro de un verosímil tranquilo, casi autobiográfico, pueblerino, estable, con un suave aire de alegoría, con un leve tono burlón, en este caso, entre escenas de maestros rurales, locomotoras y relaciones familiares. Prefiero, y ya lo he dicho, al Aira que desestabiliza el verosímil y apela al absurdo en cada página. Prefiero, también, al otro Aira de la novela casi histórica ambientada en el siglo XIX. Este Aira es el que menos prefiero. El final de la novela es un punto aparte, pero por no hacer spoilers dejaré mi reseña acá. Mientras tanto, seguiré leyendo el resto de su obra pasada y esperando una nueva futura novela de Aira.
In En el pensamiento, César Aira crafts what could be considered his most Proustian work to date, immersing readers in a narrative that wrestles with the elusive nature of memory and the inevitable passage of time. Aira, who has long been associated with the fictional universe of Coronel Pringles, introduces us to the village of El Pensamiento—a place that serves as both a physical location and a symbolic landscape within the novel.
The title itself, In Thought, immediately suggests a reflective and introspective journey. Aira is no stranger to metafiction, and here, he plays with the idea of memory as both a tool for reconstruction and an agent of deception. The narrative opens with the protagonist's sudden recollection of forgotten images from his childhood, offering a striking parallel to Proust's concept of mémoire involontaire. Yet, unlike Proust's meticulous dissection of memory, Aira's prose brims with a playful ambiguity, where the line between memory and invention is deliberately blurred.
Aira’s use of El Pensamiento as a setting is not merely incidental. It embodies a liminal space between reality and imagination, between past and present. The protagonist’s recollections of his early years in El Pensamiento are infused with a melancholic nostalgia, but there is an underlying tension—a recognition that these memories are mediated by time and thus subject to distortion. Aira seems to suggest that the act of remembering is itself a creative process, one in which the past is continuously rewritten to fit the narrative needs of the present.
The presence of the father figure looms large in these memories, depicted as a giant who shapes the very reality in which the protagonist exists. This figure’s dominance contrasts sharply with the more ethereal and enigmatic portrayal of the mother, whose presence in the narrative is more ghostly, more tied to the fluidity of memory than to the solidity of fact. This dichotomy between the father’s tangible influence and the mother’s ephemeral essence mirrors the protagonist’s struggle to reconcile the concrete with the abstract, the remembered with the imagined.
Aira’s prose is suffused with a subtle yet pervasive irony. While the narrative delves into the recovery of lost time, it simultaneously questions the very possibility of such recovery. The protagonist’s memories of El Pensamiento are tinged with a sense of unreality, as if they belong to a dream rather than to lived experience. This is further complicated by Aira’s characteristic use of language—precise yet elusive, simple yet layered with multiple meanings. The act of reading En el pensamiento becomes an exercise in navigating these dualities, as the reader is constantly reminded of the instability of memory and the inherent subjectivity of perception.
In this work, Aira engages with the themes of time, memory, and identity in a manner that is both deeply personal and universally resonant. He invites readers to consider the ways in which our past shapes our present, not as a fixed truth, but as a fluid narrative that we continuously reconstruct. The novel thus stands as a testament to Aira’s literary prowess, a delicate balance of humour, melancholy, and philosophical inquiry.
A new discovery! Cesar Aira is apparently a bit of a cult author, whose novellas/short novels are welcomed with great joy by his fans. I just stumbled across this in the library, attracted by the mysterious cover, and I’m glad I took a chance on it.
The book is framed as the author’s reminiscences about one particular year in his life: the last year he spent in El Pensamiento, a village in the Argentinian pampas that had only one claim to distinction, namely that it boosted a train station. But the progagonist’s father, an energetic businessman, has decided to relocate the family to Coronel Pringles, a nearby town that gives more scope for his entrepreneurial ambitions and would offer a better education to his son. (Th education of the daughters is not discussed.) In the meantime, a tutor is engaged. This young man, lost in the boredom of El Pensamiento, does not really teach his young charge much in the classical scholastic sense, but the conversations they have plant seeds for the child’s future interests.
The second event of interest in El Pensamiento that year is the disappearance of a locomotive from the all-important railroad. This becomes a 9-day’s wonder and leads to some unpleasant moments for El Pensamiento’s station master, a respected and beloved personage. The missing locomotive is found by the young protagonist and his tutor on one of their daily walks, and it’s a hallucinatory ending that caught me totally by surprise.
Apart from the ending, my favorite passage was that where the boy elaborates on his belief that all the inkpots in his house and his father’s business are filled daily by a special angel who makes nightly rounds, and that the inverted words on the ink blotters represent the language of angels. I was also struck by the references to the roles of tutors and governesses in Romantic fiction, because that was the first thing that came to my mind when the tutor was first mentioned: isn’t this a century or two too late? (I think the book is set in the 1950s.)
It always seems a little reductionist to compare authors to other authors, but it’s a game that avid readers can’t resist. So here we go. The intensity with which the protagonist delves into the long-forgotten memories of that particular year, is reminiscent of Proust. But the vagueness, the quiet confusion, the dream-like nature of certain memories made me think of Patrick Modiano. The literary lineage of El Pensamiento, that dusty little hamlet where tradition and superstition wrestle with progress, can be traced back to Gabriel Garcia Marquez’s Macondo. And the crafty way in which the final scene is seamlessly tacked onto the otherwise straightforward narrative reminded me of Julio Cortazar at his best.
Está viejo don César Aira. Se pone a hablar de sus recuerdos. Nada más aburrido que un viejo hablando de su infancia. Eso pensaba hasta la página sesenta y algo. Luego algo cambió. No sé qué. Pero me hizo seguir avanzando y fui comprendiendo el sentido de construir una historia que parece no tener ni clímax ni tensión ni algún asunto particular. Bueno, parece no más, porque Aira al final de la novela se brota y nos regala una imagen escandalosamente viva.
Novelita que cuenta un año en la vida de un niño en un pueblito perdido de la pampa argentina. Su padre es un terrateniente europeo y lo más destacable del pueblo es que tiene una estación de tren, en torno a la cual se organiza la población. Más allá de la bonita prosa que utiliza el autor, el libro no tiene mayor interés.
ENGLISH How difficult. I feel bad, but I couldn’t get through El Pensamiento. I tried and put in my effort, as I always do with every book. It may have that something more that makes someone connect with it fervently, but it didn’t move me inside. I felt inside Pringles, inside El Pensamiento, in the Pampas, and on the train tracks, but it felt strange to me. While it was real, it wasn’t emotional, something I consider essential in fiction for the story to build and come to life. I believe it’s a book you either connect with early on or, on the contrary, completely disconnect from, leaving you even cold. My ability to connect, over the course of months—which feels excessive for a book of only 138 pages, with relatively easy and linear reading—was nonexistent. I felt like it was a cold iceberg, maybe because I couldn’t make a connection, or because I couldn’t keep accompanying a story that never took off. It lacked flavor. That said, if I take something positive from it, it’s the resonances that might make many people relate. Personally, I liked seeing the customary story, with its narrative details. That isolated town, those underdeveloped characters, those landscapes you can almost see. However, as I mentioned, there’s something in the characters, in the story, even in the ending, that I find unfortunate, like a quick escape that doesn’t quite align with what had been told or with the style of the work. I feel like the story is well set up and has the potential to be more, but sadly it wasn’t. It lacked depth, and it’s told from a distance that I think is difficult because you risk making everything feel superficial, artificial, and somewhat stiff. That’s how I saw it. It’s a shame, though I think in the future I’ll give it another chance, perhaps to discover something I missed, and that’s why I encourage others to read it, to see if something I couldn’t capture resonates with them.
CASTELLANO
Qué difícil. Me siento mal, pero no he podido con El Pensamiento. Lo intenté y puse mi empeño, como siempre hago con cada libro. Puede que tenga ese algo más que haga que alguien se conecte fervientemente, pero a mí no me movió por dentro. Me sentí dentro de Pringles, de El Pensamiento, en la Pampa, y en las vías del ferrocarril, pero lo sentí de una manera extraña. Si bien era real, no era emocional, algo que considero esencial en la ficción para que el relato se construya y cobre vida. Creo que es un libro con el que conectas desde muy temprano o, por el contrario, te desconectas por completo, dejándote incluso frío. Mi capacidad de conectar, a lo largo de meses —que me parece excesivo para un libro de apenas 138 páginas y de lectura relativamente fácil y lineal—, fue nula. Lo sentí como un témpano frío, tal vez por mi incapacidad de hacer click, o por no poder seguir acompañando una historia que no acababa de despegar. Le faltó sal.
Ahora bien, si saco algo positivo, son las resonancias que pueden hacer que mucha gente se vea reflejada. Personalmente, me agradó ver la historia costumbrista, con sus detalles de relato. Ese pueblo aislado, esos personajes poco definidos, esos paisajes que puedes imaginar. Sin embargo, como menciono, hay algo en los personajes, en la historia, incluso en el final, que me parece desafortunado, como una salida rápida y poco acorde con lo que se había venido relatando, o con el estilo de la obra. Siento que el relato está bien planteado y tiene el potencial de ser algo más, pero tristemente no llegó a serlo. Le faltó profundidad, y se relata desde una distancia que creo que es complicada, porque corres el riesgo de que todo se quede en lo superficial, en lo artificioso y un tanto acartonado. Así es como lo percibí.
Es una lástima, aunque creo que en el futuro le daré otra oportunidad, quizás para descubrir algo que me perdí, y por eso animo a la gente a que lo lea, a ver si algo que yo no supe captar resuena en ellos.
Le iba a poner 2 estrellas, y justo en la sinopsis dice: «Entre personajes que parecen sacados de una novela decimonónica, guiños *proustianos* y estampas pampeanas de una Argentina que quiere abrazar el progreso y el orden, Aira construye una novela de iniciación que muta y nunca es lo que aparenta ser».
Porque precisamente toda la primera parte de la novela me parece un despropósito, una mala imitación de Proust, que además en su afán de hacer un paralelismo con el romanticismo decimonónico en la figura del preceptor y la experiencia bucólica del protagonista, engomina su narración y la entorpece, volviéndola tediosa y aburrida, además de llenarla de lugares comunes y comparaciones ridículas («era un joven educado. De eso no había dudas. Hablaba sólo cuando le dirigían la palabra, como los fantasmas»). También es inevitable la comparación con «El sentido de un final» de Julian Barnes, en cuanto a su tratamiento sobre la memoria como narrador no fiable; aunque a diferencia de la novela del inglés, que resulta más sutil, Aira plantea una declaración de intenciones que termina rozando lo burdo. La segunda mitad, en cambio, sí fluye a un ritmo o _passing_ más tolerable, porque genera interés y tensión justamente cuando —recién— se presenta el conflicto principal de la nouvelle, e incluso se menciona explícitamente como tal. Ese conflicto es un misterio (la desaparición inexplicable de una locomotora y la investigación consecuente que se centra en la estación /pueblo de El Pensamiento), que a su vez recrea todo ese ambiente mecánico-tecnológico que funciona como un organismo que alimenta la estructura vital de los personajes, al estilo de «Trenes rigurosamente vigilados» de Bohumil Hrabal, en una metáfora del «progreso» que irónicamente está enmarcado en el pasado, a expensas de una gran compañía.
Pero si le puse 3 y no 2 es porque el final, en lugar de limitarse a ser una interrupción abrupta de la realidad utilizando un recurso barato como un golpe de efecto (lo extraordinario o sobrenatural), es una resolución satisfactoria del conflicto planteado anteriormente que, aunque surrealista, resulta ser coherente y a su vez una metáfora superadora a la anterior, sin estar extensa de crítica, a la máquina corporativa que movió toda la trama hasta el término de la obra.
Para los que han visto «Holy Motors» de Léos Carax, ambos finales son comparables: la humanización de la máquina que a su vez implica la despersonalización del hombre.
«Una desaparición también puede ser una aparición, y de las más notorias». Y así esto termina cobrando sentido.
Lo que sí está claro es que las novelas de Aira se agotan rápidamente y por eso son bastante cortas, porque nadie aguantaría leerle una obra de largo aliento.
No conozco la obra de Aira, por lo cual no puedo relacionarlas con otras. En cambio, es evidente la actualidad de esta novela que habla del avance de un capitalismo que arruina toda historicidad y afecta la posibilidad de tener recuerdos reales. Quien la cuenta es un sujeto que está recuperando imágenes de su infancia en El pensamiento, un pueblo (caserío) en las afueras de Pringles que surge al costado de una línea ferroviaria que intentaba unir las tierras fértiles de Santa Fe con un puerto cercano a Bahía Blanca sin pasar por Buenos Aires. Es decir: es un lugar periférico dentro de un sistema autónomo, que elude el poder central. Dentro de este ámbito, la principal figura de la novela es su padre, alguien a quien hoy podríamos llamar emprendedor: llega a ese pueblo y comienza a apropiárselo a través de prácticas abusivas que hoy serían delitos. Es una figura que genera miedo y admiración, una potencia que no puede refrenarse. A partir de esa presencia, se instala una dialéctica entre el capitalismo que “envenena” y una escritura que intenta recuperar un lugar que aparece como lo idílico: si bien la figura del padre es la que habilita el relato, su accionar tiene como objetivo la modernización y progreso y eso implicaba una desrealización de un mundo comunitario, concreto, claro y a la vez misterioso. El padre quiere apropiarse de ese lugar para conservarlo intacto, pero al introducir el valor del dinero todo parece desvanecerse. Hay una reflexión sobre lo que significa el paso del tiempo que opone a la modernización el reconocimiento de un cambio que permite la presencia de lo primitivo, lo bárbaro, que expone un verdadero progreso, frente a una idea de progreso material que parecería erradicar toda historicidad. A esto se le suma la aparición del enigma final que domina toda la última parte de la novela en la que expresamente plantea que es el momento en el que aparece el paso del tiempo. Frente a esa figura está su preceptor: un sujeto contratado para que se prepare a una vida futura en Pringles que no es competente ni está formado para ello, improvisa dando lugar a un proceso interno que permite una mirada deformada de las cosas. Puede reconocerse una reflexión sobre lo que significa la formación que también resulta de mucha actualidad, aunque pensada en un contexto completamente ajeno y lejano. Todo lo obvio y convencional está trastocado. Todo lo delirante tiene sentido. Leerla es a la vez sumergirse en un mundo literario previsible pero no por eso menos sorprendente y reconocer que se está dialogando con el presente, como si ese mundo ficcional fuera una fantasía deformada que revela su núcleo más profundo.
Me doy cuenta de que lo que diferencia a Aira de la liberación que tienen los modernistas al escribir es el miedo. En lugar de fluir pareciera solo alargar y meter excusas. Hasta en los textos suyos que más le gustan a la gente —donde está canchero— hay miedo. El núcleo de este libro es explicar ese miedo, por qué él ve cosas que los demás no, pero nunca lo enfrenta ni afirma. Creo que va a quedar como texto tardío. Pero el sombrero es nuevo.
"Mis primos no tardaron en desatarse, eran tres varones un poco más grandes que yo, se trenzaban en guerras, persecuciones, buscaban escondites a los gritos, saltaban por encima de las canastas de comida en sus carreras, no daban el ejemplo de moderación que me sentí obligado a dar".
Me hubiese encantado que el texto fuera escrito por los primos. Es como todo muy tr*lito para lo que suele boquear. Me aburre que no pueda esconder que piensa tanto. "Es inevitable que en un libro de imágenes como éste se superpongan tiempos, olvidos y recuerdos, invenciones, pasajes. Lo pintoresco del cuadro hacía pensar que no estaba pasando nada", para qué tantos indicadores? Ya mezcló el pasado con el presente, lo hizo articulado pero —vaya a saber uno para qué— aclara que es inevitable y encima te dice que tal cosa hace pensar.
"Un misterio sacudió a El Pensamiento. Como no podía ser de otro modo, fue un misterio ferroviario. Puso en vilo a todos los que vivíamos alrededor de la Estación, que volvimos la vista hacia ese centro donde residía el enigma. Fue tema excluyente de especulaciones, temores y sospechas, y hasta tuvo el matiz de sobrenatural con el que la superstición adorna lo inexplicable, o lo que tarda en explicarse. En el momento yo fui el más atraído por ese vacío succionante".
Eso hacia el final del libro. Si este fue el más atraído con todas las vueltas y reiteraciones que dio imaginate el resto, un corral de gallinas sordas y ciegas con TDAH. Siempre desconfiando con un pie afuera. Por algo es buen teórico. Vaya directo a los bifes de una vez. What he knows throws the blows when he goes to the fight and he'll win the whole thing 'fore he enters the ring.
EN EL PENSAMIENTO. César Aira. 120 pags (6/10) Trata los recuerdos de la infancia de un niño de siete años en la Pampa argentina. Es el último año que pasa con su familia en El Pensamiento, un pueblo de veinte casas construido alrededor de una estación de ferrocarril, antes de cambiar de residencia para irse a una ciudad más grande, Pringles Ninguno ha salido nunca del pueblo solamente su padre, emigrante español, que ha hecho negocios y le ha ido bien. El padre comenzó con negocios de almacenes y colmados, con el tiempo fue diversificando y se hizo tan rico que pudo adquirir las tierras al sur del pueblo hasta donde se perdía la vista. Esto le granjea ciertos recelos en la población local. La madre se casó joven y aunque con el tiempo fue madurando siempre mantiene un carácter amigable y de pueblo El año anterior el chico fué a la escuela y consiguió aprender a leer y escribir con facilidad, además de adquirir los rudimentos matemáticos basicós. El padre, en vista de que se mudan, decide contratar a un preceptor que le forme adecuadamente para el año siguiente cuando entrará en el colegio de Pringles. El preceptor resulta ser el hijo de un socio de su padre, apenas un adolescente, que se limita a continuar con la formación básica que ya había adquirido, especialmente le fomenta la práctica del dibujo. El niño vive la adaptación del preceptor a la vida de campo con gran interés Todo el pueblo gira en torno a la estación y al ferrocarril. Se trata de una estación en la línea Rosario a Puerto Belgrano. La línea se construyó con una compañía de capitales franceses, a diferencia del resto de líneas, todas alrededor de Buenos Aires, que las hicieron empresas de capital inglés Durante el invierno, antes de mudarse de ciudad, sucede un extraño suceso. Una locomotora desaparece cerca de El Pensamiento, no hay rastro de ella. El jefe de estación no sabe nada, es interrogado varias veces y ve peligrar su trabajo. En un paseo con su preceptor encuentrar la locomotora en un lugar solitario y alejado. A los ojos del niño la locomotora está dando a luz a una locomotora bebé
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Random Penguin House Argentina, 2024. El idioma de Aira es sabroso, muy visual, nos deja entrar en el mundo literario cual construye. "No aspirabamos a un invierno ideal. Pero tampoco nos conformabamos con el que nos daba el año, ya hecho. Las corrientes frías de la Ventana, que venían por canales subterráneos, congelaban el sistema de aguas. En los arroyos, la onda revoltosa se fijaba, una gruesa capa de hielo, oscuro cuando el viento, barría la nieve que lo cubría, se volvía piso y espejo. Los hombres caminaban sobre el arroyo como sobre los pasillos de un palacio, entre los sauces cubiertos de escarcha, las ramas finas con hileras de caracolitos de hielo blanco, inmóviles, cortinas quiteas que velaban las vueltas y revueltas del curso del arroyo. El cielo también blanco parecía buscar refugio bajo el hielo." Me gustó el juego de palabras del título; Pensamiento como topónimo y como la introspección en la misma narración. El elemento del realismo mágico con el tren embarazado era muy cool . Una excelente obra de Aira! Hasta luego mis murciélagos!
He leído maravillado este libro. Muy cerca a unas memorias de un periodo infantil muy corto, el último año en El Pensamieno (especie de caserío formado en torno a una estación de tren), creo que la descripción del libro en torno al misterio de la desaparición de la locomotora le juega en contra. En realidad es más una colección de imágenes sutiles, de un detalle preciosista, que van apareciendo en la memoria del narrador adulto. Creo que para el lector de Aira que busca un ritmo vertiginoso en la narración, este libro le dejará un sin sabor, pero para los que nos gusta su lado descriptivo, cómo pinta las imágenes, y cómo las imágenes le sugieren ideas que dan un color ensayístico a la obra, este libro nos satisface. El último capítulo Aira nos recuerda que igual la imaginación radical sigue siendo su marca, y que no necesita más de unos pequeños trazos para darle a todo el cariz vanguardista que lo caracteriza. Recomendadísimo.
Me entretuvo pero no me encantó. Estuve esperando el quiebre surrealista que suelen tener las novelas de Aira y, justo en el momento que aparece el disparate, el libro termina.
El propio narrador parece confirmar esa impresión de que gran parte de la historia se dilata buscando el rumbo que va a tomar:
"Se escribe para ganar tiempo, para demorar el momento en que se haga necesario escribir, es decir, para prolongar el estadio de la escritura porque sí, libre y gratuita".
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Recuerdos de vida de estación. La estación son las 5 casas que se construyen a partir de una estación de tren surgida en la nada, y que no llega a constituir un pueblo siquiera.
Se practicaba la caza. Con apenas ser pudientes la casa se poblaba de servicio doméstico. Había más transporte a sangre que mecánico.
A escrita é mais interessante que a história. Os personagens passam muito rapidamente, como se estivessem na janela do trem que passa por El pensamiento, a cidade narrada. A historia termina subitamente, como se o trem tivesse chegado na estação final e o leitor estivesse distraído.
Nunca pasa lo que uno presiente que puede pasar; sin embargo, ocurre algo disparatado en un final que tira todo por la borda, como si el autor dinamitara toda la novela en las últimas dos páginas.
termine de leer 3 de noviembre 2025, una hermosa y simple historia con su realismo y sus personajes bien rurales y ese juego de lo inesperado y la sorpresa final. gracias