El mayor merito que tiene este libro es que el autor se decidió a hablar directamente con criminales y escuchar su situación, luego narrar su historia. Me parece más que necesario, ya que el crimen real se ha glamourizado. Pensamos que los asesinos, ladrones, narcotraficantes son personas descorazonadas a las que les falta una pieza. En realidad, los delincuentes son personas comunes en su mayoría. Todos somos criminales en potencia. Sencillamente decidimos no infringir la ley.
Hubiera deseado que el autor usara menos palabras rimbombantes, sentía que estaba fuera de tono. Fue algo que me molesto mientras leía la historia. En fin recomiendo este libro con esa única reserva. No me pareció que fuera demasiado explicito.