Una nebulosa de misterio envuelve esta historia, motivo por el cual algunas la tildarán de novela negra. Pero aunque el negro pega con todo, se trata de una novela glitter, una novela plumífera. O, más bien, de una novela animal print. Porque las señoras protagonistas, además de salvajes, son excesivas, dramáticas, altivas y divinísimas. Siempre excéntricas, paródicas en su perpetuidad casi secular, provistas de esa vejez travestona, lírica y melodramática de quienes habitan un palacete con más historias, antiguallas y espíritus que el mismo cielo.
Qué delicia de historia y de personajes. Daniel María ha hecho lo que ha querido con esta novela policíaca, llevándose el género a su terreno y creando a unos personajes irresistibles. La novela avanza ágil y fluida con una estructura original, entre referencias y homenajes, entre misterio, confusiones y fantasmas. Si alguien piensa que una novela no puede ser policíaca, misteriosa y camp y funcionar... se equivoca, y aquí está Daniel María para demostrarlo. Y qué preciosidad de edición, así da gusto.
"Piluca salía al jardín, en las noches más estrelladas, miraba al cielo y nos decía que todo ese brillo nos pertenecía. Porque era el destello de las que brillaron en la tierra: las divas, las travestis, las mariquitas, las vírgenes de los pueblos, y las señoras estupendas, como tú y yo."
¡Qué maravilla de libro nos regala Daniel María! Primero, es un homenaje a la cultura popular de los años 80 y 90, con referencias a libros y películas de la época, todos con pedigrí, como Garras de Astracán, Bomarzo o El beso de la mujer araña del homenajeado -en el título- Manuel Puig), y a continuación es una historia básicamente policiaca, que se va por derroteros fantasiosos con toques de realismo mágico.
Las hermanas protagonistas de esta historia, todas mayores de 80 años, son sofisticadas, cultas, elegantes, extravagantes, raras... y un poquito asesinas (no es spoiler, se dice desde la primera página de la novela). Me las imagino -especialmente a la madre del narrador y a la hermana mayor- con su abrigo de leopardo (auténtico), su collar de perlas y sus guantes de terciopelo, como Gloria Swanson bajando las escaleras de su mansión en El crepúsculo de los dioses o como la grandísima Bette Davis cuando recogió el Premio Donostia (1989)
Mamá, sin embargo, nunca fue vieja. El día que murió contaba con 86 años y no los aparentaba. Podía admitir que la considerasen una mujer madura. Bien. Pero no una vieja como mis viejas tías. Esto a mis tías las sacó siempre de quicio. Sus edades saltaban de dos en dos años pues mi abuela las concibió anuario sí, anuario no, hasta que abuelo murió o lo mataron
La historia se desarrolla en dos planos. El informe elaborado por el hijo/sobrino de muertas y asesinas y la historia de la receptora del informe, la inspectora de policía Matilde Rodríguez Pestano, mi personaje preferido porque me sentí tan, pero tan identificada con ella.
Frente a la fabulación (o no) del informe de Antwone -con visitas de antepasados fantasmagóricos, criados misteriosos, mansión en ruinas, pasadizos...-, Matilde aporta pragmatismo, cordura y una visión algo desencantada ya de la vida, no ácida ni descreída... solo nostálgica de tiempos mejores, a nivel personal y profesional.
Ante la falta de casos "interesantes", confiesa Tengo el ánimo por los suelos. Estoy por matar a alguien y buscarme a mi misma
Una novela que tendría mucho que comentar, y de la que no quiero desvelar nada más para no quitarle encanto a la lectura; es de esas historias a las que conviene acercarse no sabiendo demasiado de lo que vas a encontrar... que es bastante más de lo que he contado.