Você está muito calada hoje nos mostra a trajetória de Ana, narradora de uma história que parte da morte de sua mãe, fato que a leva a viajar para visitar o pai que passou a viver sozinho na casa onde ela nasceu. Através de seus caminhos, enxergamos uma mulher em seus diferentes papé filha, mãe, esposa, irmã. O passar dos anos traz o impulso de questionar-se sobre quem ela é quando está sozinha, quem seria se não tivesse todas as necessidades alheias a observar. Com uma escrita honesta e equilibrada, Ana Navajas oferece uma autoficção sobre o cotidiano, o íntimo e toda a sua grandeza. Este livro foi produzido no Laboratório Gráfico Arte & Letra, com impressão em risografia, serigrafia e encadernação manual.
Uf, tan básico como decepcionante. No puedo entender cómo está tan bien calificado, lo juro.
La escritura consta de frases cortas con punto. Así.
No se entiende muy bien a qué apunta, ya que parece más bien un descargo de un día aburrido de la autora. Relata la cotidianeidad de una mujer de 40 años e intenta endulzar esos relatos con chispazos de un duelo y frases que apuntan a ser audaces, y no lo son. No conecté ni me emocioné en ningun momento, nada remarcable, todo va fluyendo sin pena ni gloria. Lo demás relatado se trastoca con los milipiliproblems de la narradora: "estoy re aburrida y soy de clase alta y mi familia tiene estas características y mis amigas milipilis son así y asá. Y hoy la pasé re mal porque me dolió la panza y no mire ninguna serie y mi empleada me cocinó un bife."
Uno de los títulos que más resuenan dentro de la nueva literatura del yo. Difícil que guste si no se entiende el sentido de este tipo de libros. A mí personalmente me resultó muy agradable. La escritura es amena, nada rebuscada, fresca.
Me encantó la forma de escribir de la autora. Las palabras fluyen, leés sin darte cuenta que estás leyendo. Parece que estuvieras escuchando a la protagonista hablar en voz alta de la oralidad que maneja en sus palabras, pero al mismo tiempo se nota que para a pensar lo que dice antes de decirlo.
Hay muchas frases hermosas a lo largo del libro. Creo que la mayoría de mis favoritas las dice Pedro. En realidad es Ana, contando lo que le cuenta Pedro, pero igual se sienten como de él.
Cada mes estoy más contenta de haberme suscripto a Bukku, que todos los meses me sorprende con alguna joyita de la literatura argentina independiente que sé que no hubiera leído de otra manera. Súper recomiendo tanto este libro como la caja literaria que me lo hizo llegar a mi biblioteca.
“Supongo que identidad y seguridad son un poco lo mismo. Que peligro no saber quien sos”
Este fue el libro elegido para mi último club de lectura del mes de abril y aun habiendo terminado estos encuentros sigo pensando mucho en esta lectura, y en lo reconfortante que se siente tener este ejemplar en mi biblioteca. Lo dije en los encuentros y lo vuelvo a compartir con ustedes, creo que los libros tienen esa capacidad mágica para reinventarse y convertirse en otros de acuerdo al momento en que el lector llega a ellos, y este es de esos libros que adoptan nuevas formas con cada relectura.
Es una novela corta escrita en primera persona, son partecitas de la vida de la autora, retazos, fotos de momentos acomodadas, puestas en un orden elegido e impuesto, ¿cuál es el límite entre la realidad y la ficción? ¿lo autobiográfico y lo que ya no lo es tanto cuando elegimos qué contar y qué no? El disparador para esta escritura es la ausencia, el vacío, la búsqueda de la soledad y de la propia identidad, luego de atravesar un momento de inmenso dolor, como lo es para cualquier persona, la muerte de uno de sus padres. A través de la escritura Ana busca dar espacio a la pregunta ¿quién soy? ¿cuál es mi deseo? y el lector la acompaña en silencio y en forma paulatina a lo largo de este viaje.
Es un libro hermoso, escrito con una pluma bellísima, poética, cargada de imágenes que construye a través del lenguaje con suma delicadeza. Es sumamente emotivo, por su cercanía, su cotidianeidad, por la sinceridad de su pluma y por cómo el lector percibe que poco a poco la autora se abre con sus lectores y empieza a mostrar su costado más real, vulnerable y frágil. El desenlace incorpora un elemento que me parece que es el broche de oro para cerrar esta historia y leí ese último capítulo varias veces por la satisfacción que me producen las historias bien contadas y terminadas. Me encantó, lo recomiendo muchísimo, se van a encontrar con un libro profundo que estoy convencida van a querer recomendar y mismo volver a leer en algún momento.
"La vida no es frágil, es resistente. Mis plantas no mueren y yo no muero y mi mamá sí, pero no fue fácil, fue lento. El ciclo de la vida se impone casi siempre. Hay que lidiar con eso. Hasta que no podés más, entonces tenés que ahorcarte con cinturones o lazos de batas de hotel o sogas de Easy Home Center."
No está mal este libro, no tiene absolutamente nada de malo y podría recomendárselo a cualquiera, sin embargo no lo disfruté, pero fue por mí. De pronto, ni bien lo empecé, sentí que la llamada "literatura del yo" ya estaba agotada. Soy malísimo para las citas, pero creo que Oscar Wilde decía que no hay moda más vieja que la acaba de terminar. Después de fumarme todos los tomos de Mi Lucha de Knausgard, leer casi todo Carrere, El Salto de Papá, La Caja Topper y, el extraordinario, Parte de la Felicidad, de Dolores Gil, ya no quiero leer más este tipo de textos.
Este libro se lo regalaron a miqueridaesposa en el 2019, en plena euforia knausgardiana. Me dijo que le había gustado mucho, lo mandé a mi pila de pendientes y recién ahora lo encaré. Esta editorial, Rosa Iceberg, se especializa en publicar a mujeres, tal vez, este relato, tenga una sintonía que no capté, una sensibilidad que me perdí.
En fin, nada grave. Por suerte hay muchos libros.
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Una historia cotidiana, teñida de melancolía. Despedidas que no se terminan, y que impiden seguir adelante libremente a la protagonista. Un final que se veía venir. Los chicos lo mejor de la novela, sobre todo Pedro.
Está bueno para lo que dura. Me gustó el relato de la cotidianidad de una mamá piola cheta en cuyo mundo no sucede nada exhorbitante. Muy cuarentennial.
Está delicioso... Melancólico Fuerte y potente Pero rico...
lo disfruté y me dejé llevar escribe padre
me gusta que hable sobre sus hijos adolescentes algo distinto a otras que he leído contando su historia
me dan ganas como de decir: gracias y ya se lo dije por twitter y respondió con otro gracias de vuelta y eso a mí me gusta que me sean receptivos a mi lectura :)
“El cementerio donde está enterrada mi mamá es mi jardín favorito”. Con esa singular oración, comienza la primera novela de Ana Navajas (autora argentina, nacida en Buenos Aires en 1974) y publicada recientemente por la editorial independiente Rosa Iceberg (especializada en narrativa contemporánea), una oración que nos hace pensar que, en esta familia en cuestión, la muerte está naturalizada. Y ése precisamente es uno de los temas centrales que atraviesa cada capítulo: a partir de la larga enfermedad, la muerte y el entierro de su propia madre, Ana, la protagonista (práctica, introspectiva, familiar, frágil, solitaria, sensible, reflexiva, ¿en ocasiones, muda y apesadumbrada, como lo anuncia ya el título?) nos cuenta, a través de anécdotas de su infancia, idas y vueltas temporales, fotos, recuerdos y pequeños episodios de la vida cotidiana, cómo la muerte de un padre o una madre modifica y estructura la vida de cualquier persona y proyecta nuevos planteos, miedos y dudas. Entonces, con la técnica de la corriente de pensamiento subyacente (también conocida como, “monólogo no dirigido”), cada vez más frecuente en la producción literaria, Ana se pregunta: ¿cómo se sigue en la cotidianeidad, en el día a día? Se narra así, en una primera persona muy íntima, el pasaje del estado de “niño”, en el que los progenitores representan un lugar seguro, al estado de “adulto” cuyo portal de entrada es el sentimiento de pérdida. El temor ¿inevitable? existe, está presente, se aparece: “Supongo que identidad y seguridad son un poco lo mismo. Qué peligro no saber quién sos”. Con un claro y fuerte componente autobiográfico y una escritura emotiva pero sin caer en los golpes bajos, Ana no puede evitar pensar en la relación con sus tres hijos, Rosa, Elena y Pedro, especialmente cuando ella misma confiesa “... mis hijos me caen bien” (haciendo alusión al cuento “Triste idiota” de la colección Manual para mujeres de la limpieza, de Lucia Berlin). Y más tarde: “... mis hijos me salvaron”. Las dudas casi eternas y siempre presentes en la maternidad se complementan con un proceso de aprendizaje feminista, que le brinda a este libro tan especial cierta perspectiva de género y que va de la mano de la relativa y llamativa ausencia de la figura masculina del esposo de Ana: “Elena ya no quiere escribir en paquetes de comida… Se sacó un diez en matemática. Cuando sea grande, me dijo el otro día, quiero hacer algo que deje huella como mujer”. Después de haber leído esta imperdible novela en menos de dos días (es breve, sí; no supera las 150 páginas), sus temas todavía me persiguen: la escritura y la lectura, la maternidad, los ciclos de la vida y la muerte, la soledad y la culpa, las relaciones familiares, el aprendizaje en torno al feminismo, entre otros. Y algunas de sus frases, que los ilustran, siguen resonando como un eco: “Me sorprende la capacidad de algunas personas de empezar de cero. De armarse una vida nueva. De darse otra oportunidad. A mí, el pasado me acecha”. “Creo que sí. Que me gusta mirar, y que para mirar es imprescindible estar unos pasitos más lejos. Es un alivio cuando los que me rodean no lo objetan. Todo en los segundos planos me interesa más”. “Pensé que hasta lo más vital de mi día estaba vinculado a lo que no existe. O mejor dicho: a lo que solo existe en mi cabeza. Pensamientos, ensoñaciones, recuerdos, narraciones breves. Ahora, mamá es eso”. Conclusión: Ideal para aquellos que quieran leer a una autora argentina contemporánea que promete y apoyar a una editorial independiente que publica contenido de calidad; y también para quienes leyeron y disfrutaron La señora Dalloway, de Virginia Woolf, Distancia de rescate, de Samanta Schweblin, y La única historia, de Julian Barnes.
Llegué a «Estás muy callada hoy» porque estaba en la mesa de recomendaciones de @latapeinada. El título me interpeló. (¿Cuántas veces nos lo habrán dicho?). Lo abrí y encontré un nuevo eco en la biografía de la autora: «Habla poco, prefiere escribir». Lo pagué, lo empecé a leer, lo devoré. 🍂 Una mujer en la mediana edad, casada y con tres hijxs se da cuenta de que el espacio que ocupa es muy pequeño. Todo está invadido por el cuidado, la rutina, las preocupaciones, y lo que ella llama «hipermaternidad». Sabe que es un volcán que puede explotar en cualquier momento (un secreto que solo conocía su madre). De ahí que, contenida, prefiera tomar distancia y observar. Su rincón de seguridad. 🍂 La muerte de la madre será el disparador que la enfrente a muchos duelos negados, a silencios. Todas, aunque lo neguemos, acabamos pareciéndonos a nuestras madres. ¿Es lo que ella quiere o prefiere tomar las riendas, detener la inercia y empezar a tomar decisiones? 🍂 Con un estilo fresco y fluido, Ana Navajas va hilando anécdotas y reflexiones en un relato donde realiza un ejercicio de autoficción sensible y honesto. 🍂 Hay libros con los que una conversa como si estuviera con una gran amiga tomando un vinito en una terraza. Este ha sido para mí uno de ellos. 🍂 Pd: al leerlo recordé «El amor molesto» de Elena Ferrante, por esa muerte de la madre como detonante de espejos en los que superponen su reflejo y el de una misma. 🍂 Puntuación: 4/5 #AnaNavajas #EstásMuyCalladaHoy #LibrosEspejo #EscriturasDelYo #NarrativaArgentina #NarrativaLtinoamericana #EscrituraÍntima #Hipermaternidad #MaternidadesLit #MatLit #UnCuartoPropio #LibrosDuelo #PostEnredadera.
No me gustó, no empaticé con la protagonista, me aburrió. Quizás mis expectativas eran muy altas y me había dejado hechizar por el título del libro (que podría haber sido cualquier otro) y por las buenas calificaciones, pensando que sería interesante. Es una novela corta y la leí en un solo día, pero aun así me resultó un bodrio. Es algo así como el diario íntimo de una mujer que nunca está satisfecha con nada y que se queja de nimiedades, pero no con gracia, sino con una superficialidad y una chatura que agobian. Todo el libro es así: una anécdota innecesaria con personajes totalmente prescindibles que no aportan nada a la historia, tras otra. Ya que estamos, me resultó muy molesto ese estilo de prosa con oraciones extremadamente cortas, sin profundidad ni contenido relevante. Así. Hace calor. Miré el cielo. Encendí otro cigarrillo. Me duele la cabeza. Rosa me miró. No me gusta que me mire. Fuimos al homeópata. Hoy tenía pilates. Pedro no lo entiende. Elena sí. Se salvaron algunas frases que me gustaron. Pero no, no lo recomiendo.
Una historia ya repetida. Esta bien escribir sobre un mismo tema pero podría contar la misma historia dejando algo novedoso, una enseñanza... pero no. La prosa es mega básica. Desde el inicio hasta la página 90 aprox., todo es algo más o menos así: “Me desperté. Fumé un cigarrillo. Hace calor. Paseé a mi Perra. No estoy satisfecha en ninguna parte.” Más allá del contenido, es la manera en la que escribe que es demasiado básica. En las últimas 50 páginas (el libro tiene 143) se explaya un poco más, pero hasta ahí. La narradora podría profundizar mucho más sobre el momento de la vida en que se encuentra, pero se queda muy en la superficie.
Recibí el libro por Bukku y, si bien la descripción de la contratapa no me atrapó, me encantó desde el primer capitulo. El libro es hermoso desde su manera de describir la cotidianidad. Un diario que describe sensaciones, frases simples pero muy certeras, la vida familiar, el detalle en las cosas pequeñas. Sin embargo, la referencia a la homeopatía me generó cierta resistencia que impacta sobre mi opinión integral del libro. De todos modos, lo recomendaría.
«En el colegio descubrí que había muchas otras formas de soledad que yo desconocía hasta el momento»
Un libro narrado de una manera muy peculiar, que explora temas como la maternidad, el duelo, la salud mental, la autopercepción y las distintas formas de relacionamiento filial. Hasta ahora no tengo muy claro si esto es ficción o si es la autobiografía de la autora, y por lo tanto, me abstengo de dar puntuación.
Es muy fácil y rápido de leer aunque a veces trate temas o comportamientos incómodos, por momentos me sentí identificada con la protagonista y por otros simplemente quería que detuviera lo que estaba haciendo.
Ana es Argentina, nacida en Buenos Aires. Estudio ciencias de la comunicación en la UBA. Estás muy callada hoy es su primera novela.
La historia parte desde un vínculo tan relevante como conflictivo, el vínculo madre-hija. Desde allí conocemos a Ana desde su rol de hija de un padre viudo, madre, esposa y hermana. Desde la primera persona, Ana nos permite adentrarnos en su intimidad. Nos introducimos en su mente como si fuéramos parte de ella, la conocemos en sus pocos "digo", pero aún más la conocemos desde sus tantos "no digo" (todas aquellas reflexiones y pensamientos que prefiere callar). Ana no habla mucho, pero aún así, dice y observa demasiado ¿O acaso es necesario hablar para expresar? Con una voz sarcástica, sincera, llena de humor y crudeza, junto con su personalidad que ella retracta como algo incorrecta en ciertas ocasiones, generan que la autora se convierta en alguien entrañable, lleno de misterios e intriga para quien lee. Como en una especie de diario, acompañamos a la autora a lo largo de su vida; desde que es pequeña y vive en un pueblo alejado, hasta su adultez, que transita en la Capital con su esposo y sus tres hijos.
Estás muy callada hoy es ese libro que nunca se irá de casa, al que creo que acudiré en muchos momentos de mi vida para re-leerlo y disfrutarlo tanto como la primera vez, por su profundidad y capacidad de empatizar. Y, para fomentar aún más la intriga, el cierre genera un giro en la historia que le da el toque de perfección.
Yo iba contando la cantidad de libros como trofeos prohibidos. Guardaba en secreto las alternativas de miles de vidas posibles. . 3.5 . Lo que disfruté este libro, la escritura y la narración no tiene nombre. Si bien no terminé de conectar con la historia (más por cuestiones de edad y de identificación que por otra cosa) sí pude apreciarla un montón y confirmo que me gustan las autobiografías y que quiero leer más de este género siempre y cuando esté escrito por latinoamericanas (en su defecto, argentinas. Gracias Ana por abrirme las puertas a un nuevo mundo de la literatura nacional). En fin, el fluir de pensamiento me pareció simplemente majestuoso, la narración prolija y fluida. El libro es lo que se presenta que va a ser y eso le suma mil puntos a favor. Léanlo, no solo se llevan una buena lectura sino que se encontrarán con una escritura espectacular.
Es una mala copia de "Tambien esto pasará" de Milena Busquets y "Las estrellas" de Paula Vázquez. La protagonista atraviesa un proceso de duelo por la muerte de su madre, cuenta en primera persona sobre su familia y cotidianeidades relacionadas con el mundo doméstico: hijos, matrimonio, trabajo, relación con su padre y hermanos. Atraviesa un proceso de falta de deseo e insatisfacción constante. Está escrita con frases cortas, extremadamente sencillo. Tiene ideas bastante básicas o que ya fueron dichas de una mejor manera en otros libros. No entiendo la cantidad de recomendaciones positivas que tuvo. Pienso que hay ideas o situaciones con las que una puede identificarse pero de ahí a considerar que es una gran obra literaria hay bastante distancia.
“Le volvió la costumbre de agarrarme la mano mientras estamos comiendo, de apoyarse en mis piernas cuando me agacho, de interponerse mientras camino, y cuando le digo ay, Pedro, correte, me dice: es que te quiero”.
Me gustó mucho, se siente super cercano, como una serie de pensamientos mezclados. Me hizo acordar a Agosto de romina paula, tanto por la temática del duelo como en estilo.
Con las palabras adecuadas, el relato de la cotidianidad se vuelve hermoso.
Una mujer de 40 años, madre, hija, esposa, amiga, y ama de casa, se cuestiona realmente quién es ella. La cotidianidad de vivir en familia, ser madre de tres, hija que está en duelo, esposa al borde del divorcio, amiga de no tan amigas y ama de casa no tan ama de casa.
Con frases cortas la autora nos endulza con su relato, siendo el mismo llevadero, adictivo y fluído. En 180 páginas, pasamos a formar parte de la historia de la autora como su mejor confidente. Sabemos sus secretos, sus pensamientos, sus miserias y todo lo que le pasa por la cabeza.
Ideal si estas buscando una lectura fluida, llevadera.
Apenas comienza la novela, Ana deliberadamente desobedece el último deseo de su madre: ser cremada y no enterrada. Pero en seguida el foco se corre, o parece que se corre; lo que en principio parece el conflicto central deja de serlo y la rutina, la vida misma empieza a serlo. Días después de la muerte de su madre, Ana tiene a su tercer hijo; su hija mayor está entrando en la adolescencia, su hija del medio no se permite fallar, su matrimonio parece haber entrado en el túnel rutinario y estático, y su carrera profesional parece no poder fluir. Ana se ha convertido en una persona que vive esa rutina, y así lo narra: oraciones simples, imágenes sencillas, al punto, al grano. Pero el fantasma de la madre nunca deja de asomarse, para finalmente volver a estar a la luz y darle forma al ciclo de un duelo.
Los estadounidenses parecieran querer escribir para que sus libros sean luego transformados en películas. Ana Navajas escribe para hacer todo lo contrario, es decir: honesta. En esta novela que no se lee como una novela sino hasta el final, Ana arpegia humor y sinceridad sin ser del todo irónica ni pesimista. No es triste pero un poco sí. No es algo que tenga género en realidad. Es lo que se aprende en una vida y que se mantiene en suspenso porque en cualquier segundo puede convertirse en otra cosa. No soy mujer ni madre ni nací en abril ni soy callada ni hice nada de lo que la narradora cuenta que hizo; pero por alguna razón experimenté una total y absoluta empatía con cada una de las oraciones de este libro.