Okinaga posee dones extraordinarios. Abarcan la magia y la adivinación. Y también tiene la facultad de comunicarse con los dioses y de manifestar sus designios. Como esposa del emperador, Okinaga transmite esos mandatos divinos a su marido, pero este los ignora. Tiene otras prioridades. La actitud del emperador, contraviniendo esos deseos celestiales, acarreará consecuencias insospechadas que determinarán el destino de Okinaga. Investida con la autoridad imperial, armada con sus prodigiosos poderes, Okinawa acometerá, por fin, la empresa que los dioses han dictado
Incluye el ensayo "La casa Imperial" de Juan Carlos Moreno
Vaya léxico, es interesante ver todos los términos usados para referirse a la monarquía japonesa y cómo su mitología justifica su expansión y sentimiento de superioridad, lo cual da a entender por qué se pudieron unir tan fácilmente a los alemanes de manera ideológica.
La historia en sí no está mal, pero no puedo decir lo mismo de cómo está escrita. El tal Álvaro Marcos escribe fatal, de una forma tan antinatural que cuesta meterse en la historia. Le encanta decir cosas como "principiaron a trabajar". Y además utiliza constantemente ese tipo de palabras. Es un relato de menos de 100 páginas y los verbos "principiar" o "arribar" aparecen tranquilamente 10 veces cada uno. No sé, podría decir cosas como "empezar", "comenzar" o "llegar" de vez en cuando, digo yo. Cada vez que cojo un libro de esta colección miro el autor del relato. Si es él, me echo a temblar. Si es cualquier otro, respiro tranquilo.
Mucho mejor es la sección de Juan Carlos Moreno de historia y cultura de Japón.