Era un martes por la tarde cuando mis amigos me invitaron a ver un partido de fútbol en el "Estadio Unico de La Plata". Uno de los equipos de nuestra ciudad iba a jugar, y yo estaba emocionado. Ya había vivido unos años en Argentina y nunca había ido a un partido de fútbol profesional. El estadio era enorme y la cantidad de gente que había era impresionante. Me emocioné cuando por fin comenzó el partido. Todos se pusieron de pie, y pensé que nos íbamos a sentar en unos minutos, pero así permanecimos durante todo el primer tiempo sin que nadie se quejara. Hubo momentos emocionantes y los fanáticos alentaban constantemente. Al final ganó nuestro equipo y todos salieron cantando y hablando del partido con un espíritu de victoria y buen humor. ¡Qué experiencia! ¿Cómo sería si la gente fuera a la iglesia así como va a ver fútbol? Es fácil decir, "la gente es carnal y no ama a Dios tanto como ama el fútbol". Aunque la gente decida escuchar o no, estoy convencido de que la mayor responsabilidad la tiene el predicador. La gente vendría si el predicador desarrollara el sermón en una forma adecuada para llegar al oyente. La gente crecería si el predicador aprendiera a desarrollar mejor sus sermones. Y la gente regresaría con ganas e invitaría a sus amigos si el predicador desarrollara el mensaje en un estilo vivo, claro y comprensivo. Este breve libro te dará ideas en cómo mejorar en el desarrollo de tus sermones para el bien de los oyentes, la iglesia y tu propia vida.