Los personas de los seis relatos que conforman Reinos escuchan canciones cebolla, ven al mediodía Los Venegas, comen completos en el centro, fuman pitos en el cerro Santa Lucía, pasan por la universidad sin tener mucha claridad del futuro. Transitan esa edad difícil en la cual se deja de ser adolescente para comenzar a vivir como adulto. Y hay algo violento en ese paso, la imposición de un sistema de normas y responsabilidades que los aleja de lo que alguna vez soñaron.
Es el miedo a envejecer o a volverse viejos antes de tiempo, son las historias de amor que sólo parecen expresarse en plenitud desde el dolor y el maltrato, o simplemente la búsqueda de un pasado que puede estar en una ciudad alemana o en un pueblo de la Araucanía.
Con un formidable manejo de las distintas voces narrativas y con una prosa ágil, punzante, Romina Reyes pertenece a una nueva generación de narradoras chilenas y demustra con Reinos, su primer libro, que trae aires refrescantes y perturbadores.
No sé quién soy yo para decir esto, pero ya estoy aquí. El libro me hizo pensar mucho en el paso del tiempo. Reinos es del 2014 y creo que durante esa época toda la gente escribía igual, era como el canon. Puros personajes de la clase media que no hacen nada más que estar tristes, mirar por la ventana de la micro, conversar en un paradero y irse a fumar un cigarro al sur (¿por qué los personajes en la cuentística chilena nunca se van al norte?). Había como toda una narrativa en que no pasaba nada además de dos ex conversando. Muy del cine chileno también. Una escuela casi, porque toda esa gente se conocía. Y en verdad pienso que eso me gustó durante un tiempo. Yo también soy un clasemediero triste invernista que solo mira por la ventana. Pero quizás estoy leyendo demasiado tarde este libro y me costó ser cómplice. No de su mundo, si no de su escritura.
Me aburrió lo repetido de las escenas, que siempre fueran parejas, que siempre hubiera un amor frío, sexo y un golpe para hacerlo más interesante (pienso: la mejor crítica hacia el amor sería no escribir sobre él); que todas las conversaciones se parezcan: un pedazo existencial entre dos cigarros y una lata de cerveza, seguido de culiar de nuevo y un pequeño fetiche para dramatizar. Es como una fórmula, personaje hace referencia a su dolor antiguo de forma críptica, y luego silencio. Una y otra vez.
El tratamiento de la violencia me aburrió rápido (me pareció hasta convencional, un desafío dentro de lo más esperable), no me impresionó nada. Los personajes se me confundieron, y al final, ni siquiera me interesó tanto saber quién era quién. Creo que unas cien veces alguien pregunta algo a otro personaje, y ese personaje responde: "no sé". Creo que más de viente veces un personaje dice "me da lo mismo" o "no importa". Nadie sabe. Nadie hace nada. Esa es la estética. Y si sé que toda la gente está sola y la vida podrida y el camino perdido. No hablo de verosimilitud, sino de aburrimiento. Creo que ya busco otra cosa. Me habría gustado algo más interesante, quizás alguna historia que no me hablara, de nuevo, de la cotidianidad de la misma forma en que había que escribirla. Casi con las mismas personas, los mismos lugares, las mismas escenas.
El libro está bien escrito y lo mejor es que algo de esa oscuridad se queda después de de la lectura, pero es solo un vaho. Supongo que ya no es mi tipo de literatura, y me parece que Reinos es muy un "tipo" de literatura. Concuerdo con la gente en esta parte: el primero y el último son los mejores cuentos. No por originales, sino por ser un poco más densos.
Conocí a Romina Reyes - como escritora, no la conozco en persona - en el primer taller literario sobre escritoras mujeres de la Arelis Uribe. Leímos su cuento “La Karen” y me encantó su uso del lenguaje; que le diera un dejo ligeramente gracioso a una circunstancia triste y algo patética. Tal y como me pasó con Matadero 5 de Kurt Vonnegut, me encanta la literatura que describe escenarios tan lamentables que ya ni siquiera vale la pena llorar, quizá sólo reír un poco.
Cuando terminó el taller me animé a comprar el libro entero donde viene el cuento que me había gustado: Reinos.
Reinos está compuesto por seis cuentos, o siete, dependiendo de cómo se lo mire. Son todos distintos pero calzan muy bien bajo un solo título y en una sola obra.
Todos sus personajes tienen dificultades para relacionarse, para expresar lo que les pasa y todos son un poco raros. Algo interesante sobre sus excentricidades es que son, a la vez, muy verosímiles y cercanas, lo que permite quedar con la sensación de que estas son las personas que realmente existen tras muchos de los rostros que vemos en el mundo real.
Ninguno de los cuentos da una explicación. Esto podría ser potencialmente frustrante para algunos lectores, pero para otros interesante la posibilidad de sacar sus propias conclusiones. A la mayoría de los cuentos los encontré redonditos dentro de sus finales abiertos; que la narración cesaba en un buen momento, que no me hacía falta mucha más información; pero con otros - los menos, de todas formas - sentí que terminaban demasiado pronto, que como lectora tenía muy poco a lo que asirme.
A mi, las historias en sí no me remecieron mucho - la trama, lo que muy concretamente se narraba y ocurría -, pero la forma de escribir de Romina me gustó tanto, que disfruté mucho el libro igual. Me encantó su uso de las palabras, que demostrara tan bien la belleza que tiene el lenguaje cotidiano - mi forma favorita de escribir - y las imágenes un poco pesimistas pero hermosas que acompañan cada uno de sus relatos. Subrayé muchas de estas imágenes:
“Ernesto ya está mejor, duerme todo el día o quizá muere un poco todos los días.” (p. 25)
“Comí frente a la pantalla una mezcla de puré y salsa rara [...]” (p.37)
“Una crece y se vuelve un poco huérfana.” (p. 84)
“Yo cojeaba y pensaba que ella se había llevado una parte de mí, un pedacito. Pero siempre pensé que me lo iba a devolver. Que lo escupiría entre su comida o yo se lo podría sacar de los dientes y entonces podría recogerlo y volver a ponérmelo.” (p.97)
El cuento que más me gustó del libro es “Reinos” y en segundo lugar “Julio”, justo el último y primer cuento respectivamente. Y el libro, en su totalidad, también me gustó mucho. Sin duda muy recomendable.
Reseña de diciembre del 2021 Varios años después vuelvo a revisar este cuentario que me gustó tanto. Qué insípida mi reseña del pasado, por lo demás. Full estaba en la licenciatura en ese momento, afectadísimo por la escritura académica. Respecto del libro, su recuerdo maduró súper bien en mí. He usado sus cuentos, especialmente "Julio", para destacar la importancia y la gracia de escribir sobre el mal. Las opiniones de mis estudiantes son siempre disonantes, eso me gusta mucho: que es enredado, que falta el trigger warning, que es provocativo; pero también que es atrevido, que releva la simpleza de lo cotidiano, que es simbólico. Hoy más que nunca aprecio las temáticas y las estéticas que Reyes versaba en este compilado. Ayer me tiré una frase súper buena en clases respecto de lo que siento por este texto, no sé si la podré reconstruir, pero era sobre que este cuentario no se nutre del valor del shock, que no quiere que ser mirado, sino que provoca que sus lectores se miren a sí mismos, reconozcan estos males en su interior. No me miren, mírense. Algo así era. En esta lectura el cuento que más me gustó es "Reinos" y el que menos "Ana y el resto".
Reseña de diciembre del 2018 Me quedé con una sensación de intriga que valoro mucho. Este cuentario realiza un comentario agudo sobre las masculinidades a través de un ejercicio narrativo que no me había pillado en la escena reciente - que, a propósito, me resuena con un comentario de Diego Zúñiga que encontré muy valioso: el desafío de hoy en día es escribir sobre los demás. Además, estos cuentos se desenvuelven en un imaginario oscuro, por violento e intrigante, que está cargado de posibles lecturas simbólicas y vacíos estratégicos en la trama. Los galardones se los ha llevado merecidos por la técnica. Respecto del estilo, aprecio esta narrativa natural pero compleja; es densa, pero permanece en un registro realista. Encima, la curatoría esta muy bien hecha: los cuentos más destacables son el primero y el último.
quise leer este libro por las buenas reseñas que habían en goodreads y las buenas experiencias que he tenido con títulos de overol. lamentablemente, no me terminó de gustar.
sin duda alguna, estoy en mi racha de relatos perturbadores y este libro de cuentos cumplió con ese rasgo. pero sentía, como leí en otra reseña, que es igual a cualquier otro libro de esa época: personajes tristes mirando por la ventana y viajando al sur, silencios, amores extraños y violencia que pasa desapercibida. los cuentos me parecieron bastante incómodos, incluso grotescos, pero no terminaron de gustarme. no generaron ningún interés en mí e incluso me aburrí.
El primer y el último cuento me gustaron tanto, que salvaron todo el resto. Encontré que su escritura era increíble aunque me sentí muy presa de mis gustos, por lo que no pude disfrutar tanto los otros 4 relatos. Eran demasiado crudos, demasiado deprimentes, demasiado inconclusos para una lectora como yo. Eso no los hace malos ni buenos, solo son mis preferencias. Admito que las menciones jgm me hacen muy feliz también.
notable. qcosa más maravillosa es su narración del "mal" que vive en nosotros c/u etc etc. quizá la lectura que más he disfrutado en lo que va del año.
tuve el gusto de entrevistar a romina este año. nos recibió en su casa con quequitos veganos y junto a la neira tuvimos una de las conversaciones mas bacanes en torno a fanzines y lesbofeminismos. aparte de sus publicaciones con Hambre no había leido su literatura. Reinos me pareció demasiado fresco, demasiado entretenido, con una narración impecable. mi cuento favorito fue Julio pq mencanta lo retorcido y malvado.
Romina Reyes tiene un estilo particular de escritura y me gusta, es bien oscuro, a veces incluso demasiado (quizás para mí), pero fuera de eso su narrativa es muy buena. Aún no estoy segura de si me gusta o no el misterio que ronda en los relatos y los finales abiertos, a ratos pensaba que yo me perdí de algo, pero parece que no. De todas maneras no es casual. En algunos cuentos sentí que seguían historias que no iban a nada, eso me gustó en unos relatos y en otros no. Lo cierto es que seguiría leyendo libros nuevos de esta autora y eso es buena señal.
En verdad le pondría 3.5 ⭐️ pero quedé impresionada de cuánto me gustó este libro en la relectura. Quizás porque antes era demasiado exigente con los libros de cuentos o porque sentí que no logré conectar con nada pero ahora me pasó que sentí que las voces estaban muy bien construidas, algunos relatos me parecieron muy bien hechos (me encantó Geert Lehmann) y sentí muchas cosas físicas con sus cuentos (hay algo en la forma en que narra el sexo que me gusta).
También en esta relectura me di cuenta que la película Reinos la encontré malísima porque justamente la gracia de ese relato con fondo de Juan Gómez millas es que sean dos mujeres y en la película lo convierten en una historia heterosexual lo cual me parece lesbofóbico. El cuento es mil veces más interesante.
Ahora sí lo terminé de leer. Me gusta muchísimo que la prosa descanse sobre lo que no se dice. Que juegue con la violencia. Con esas imágenes cortadas y sin explicación. De hecho, lo único que no me gustó en un par de cuentos, fueron las explicaciones que se dan o ciertas reflexiones que tienen el mismo efecto. Es perturbador y muy fuerte. Pero tremendo.
son cuentos viscerales y, usualmente, no me gustan, los dejo de leer. este no fue el caso. creo que igual me han removido harto al estar de paso en el sur, haber terminado la universidad y estar condenada -por este breve tiempo- a solo pensar.
"debe ser desgastante vivir pensando que hay que esperar algo, como si la vida estuviera en otra parte"
Incluso para escribir lo insípido hay que tener cierta habilidad. El que más me gustó fue "La Karen" y no es que sea un cuento grandioso. Esperaba más de la colección porque lo recomendó alguien en cuyo criterio literario confiaba, pero fue una lectura decepcionante.
No logré conectar con ningún cuento. Sólo Geert Lehmann comenzó a interesarme, pero fue tan corto que ese interés no escaló y se quedó en nada. En general, a todos los cuentos les faltó desarrollo y algo que contar. Si bien soy partidaria de cuestionarse los propósitos del arte y si este debe tener un propósito en primer lugar, siento que algo tiene que haber. En este caso, algo se tiene que contar, debe existir al menos un objetivo estético que transmita algo. No sé, algo. En ese sentido, todos los cuentos me parecieron súper vacíos. Como la escritura no tiene nada del otro mundo, tampoco los pude disfrutar desde ese lado.
Los cuentos me parecieron más morbosos que otra cosa. Es como si la autora hubiese escogido los elementos más gore que conocía y los hubiese metido en los cuentos sólo porque sí. En el único cuento que sentí que esto tenía un poco de sentido fue en Reinos, pero en sí no pasa nada con estos elementos, no nos termina de decir nada, de denunciar nada, de mostrar nada, de transmitir nada.
No sé qué tienen las autoras latinoamericanas (y Murakami) con torturar gatos. No sólo me pareció morboso en el caso de Mariana Enríquez, sino mucho más con Romina Reyes. No se trata de los gatos, aunque obviamente este tema me interpele mucho más, sino del morbo por el morbo. Así como existe el arte por el arte, también existe el morbo por el morbo. Muchos autores pecan de morbosos cuando quieren agregar elementos de ¿terror? ¿Horror? ¿Qué? Como si ambas cosas fueran sinónimos, cuando no necesariamente tiene que existir el morbo en el terror.
Cuando empecé a leer el libro, con las primeras páginas de Julio, pensé «esto parece ser interesante», pero se quedó en esas primeras páginas.
Lo que sentí constantemente es que los cuentos comenzaban en un momento x de la vida de estos personajes y terminaba en un momento igual de x. No es que esté mal, todas las historias hacen eso, pero me quedaba fría. ¿Por qué me querés contar este momento x? La autora tomó un montón de temas actuales que podrían explotarse de mil maneras, pero decidió darles un giro morboso a todos y nada más que eso. Perdón por repetir tanto la palabra, pero no tengo otra forma de describir este libro.
Siento que me estoy explicando re mal, así que voy a resumir mi impresión del libro como una gran NADA. No es interesante, no aporta nada desde el punto de vista estético (por lo menos si lo que contás no es interesante, que esté escrito de una forma interesante), no tiene estructura, no conocemos a los personajes, todas las historias tienen una ambientación decadente muy latinoamericana, que por lo general me gusta, pero cuando hay una historia interesante en medio de eso.
Además, siento que está de moda en la literatura latinoamericana contemporánea, el acabar los cuentos pero dejarlos inacabados. Es decir, les dejan un final "abierto" que no te deja sorprendida, sino en modo: no entendí nada, ¿ya está? En mi opinión, un cuento con un final "abierto", pero que cierra el cuento de forma espectacular, es "Los pocillos" de Benedetti. No te deja esa sensación de que nada pasó, porque pasaron mil cosas, y el final, por más "abierto" que sea, se viene construyendo desde el principio.
No soy una persona de cuentos, siendo sincera. Tengo la teoría de que muy pocas personas escriben buenos cuentos, incluso si hay más autores que escriben cuentos que los que escriben novelas. Como escritora, lo entiendo, porque me es imposible escribir cuentos. Si tuviera que recomendar buenos cuentitas, mencionaría a Rosario Castellanos y, obviamente, Benedetti y Quiroga (y Quiroga es un ejemplo de buen cuentista, pero mal novelista).
Los que me gustaron más fueron “Larvas”, “La Karen” y “Ana y el resto”, pero en general siento que ninguno de los cuentos aterrizó muy bien.
Sus personajes masculinos me dieron asco y rabia y al principio eso me molestó, pero después pensé bueno la realidad es que todos los hombres me dan asco y rabia, así que terminé considerando un logro que pudiera transmitir eso tan bien.
Fuera de eso creo que, salvo por su uso de anáforas que me agotaron y aburrieron un poco, Romina escribe muy bien. Hubo varias frases que me gustaron mucho:
“Allí él aún es un niño o algo así como un prototipo de adolescente. Los edificios ceden para abrirse al paisaje bajo de Temuco y al humo que avanza por ese cielo, que se mueve rápidamente y luego desaparece. Un cielo que nunca volvería a parecerle tan cielo como en esos días en que la realidad era una cosa palpable y porosa.”
“Ya Richard se había cansado de pararse a probar los interruptores y de sentir esa pequeña decepción que se acumulaba en el reloj y alargaba las horas.”
“Una crece y se vuelve un poco huérfana. Últimamente pienso mucho en esto, en todas las formas en que podría morir por salir a caminar.”
“Siempre trato de decir la verdad, pero a veces es complejo armar una verdad. Como cuando vas a buscar trabajo y te preguntan quién eres, por qué quieres estar ahí. Y una cuenta una historia que puede ser tan real como ficticia.”
“Le meto los dedos en el pelo y me pongo a contar las cicatrices que quedaron de su peste cristal. A veces tenemos sexo y nos miramos a los ojos como si quisiéramos ver quién aguanta más tiempo antes de pestañear. Víctor me pregunta si lo quiero y le digo que sí, que lo quiero. Y me pregunta si me fui, y le digo que sí, que ya no estoy ahí.”
Fuerte. Una lectura interesante que nace de la recomendación de mi novio. Creo que me gustó todo lo que transmite el libro, desde ese miedo a no saber "ser adulto", hasta cosas que me incomodaron completamente de leer, sin embargo pasan. Son unos relatos con un toque muy real pero a la vez muy únicos. Mi relato favorito, yo creo que fue "ana y el resto". Se los recomiendo.
Estoy teniendo una mala racha con libros de cuentos. Desafortunadamente, este libro no cambio mi estatus al respecto. El último cuento “Reinos” me sorprendió bastante pero aún así fue meh. Todo fue bien meh.
Cuando un cuento me gusta en serio, no prosigo inmediatamente con el siguiente sino que dejo que repose y vaya desprendiendose de a poco dentro de mi cabeza, mientras camino, mientras voy en la micro, en los silencios a la hora de la once, y cuando conecto con una idea asiento como si fuera una propia gran idea. Esto me pasó con casi todos los cuentos.
Los cuentos ejemplifican distintas formas de violencia, desde la patriarcal hasta la estatal, desde lo familiar hasta las relaciones afectivas. Y el morbo siempre está presente pero con la cuota razonable y que requiere el cuento para demostrar cuan viles podemos ser al interactuar frente a eventos en los cuales no nos sentimos capacitados para entregar una respuesta adecuada. La violencia siempre es la salida más fácil hacia el placer. Desde "Julio" bajo la piel de un hombre machista, hasta "Reinos" con la relación entre dos mujeres que desarrollan el afecto mediante la agresión al igual que su entorno urbano. Quizá el que sale de la norma es el cuento "Geert Lehman/ Los gringos", pero la violencia en este caso forma parte del argumento del protagonista de la realidad devenida en ilusión.
Al igual que Liliana Colanzi, Reyes se suma a mi corta lista de escritoras actuales que espero leer con prontitud sus nuevos libros de cuentos.
Reinos es un libro de cuentos en el que el hilo conductor son las relaciones humanas, de personas que viven breves pero fuertes experiencias. Cuenta historias humanas, cotidianas, con cierto olor a humo, podredumbre, licor y sangre. Fuertes escenas que culminan a veces abruptamente, dejando al lector la tarea de imaginar el resto.
Esperaba mucho más en cuanto a propuesta literaria, ya que había escuchado muchas cosas buenas de este libro. En la contratapa habla de que es como una especie de representación de algunas situaciones que vive la juventud, sobre todo los veinteañeros hoy en día, y chuta si es así estamos cagaos, no hay ni asomo de luz en las historias, y sorprendentemente, mucha violencia hacia las mujeres. En respuesta a la reseña de Patricia Espinosa que también sale en la contratapa; sí, es oscuro, pero ¿realmente necesario?
El orden de los cuentos ordenados de mejor a peor, siendo 1 el mejor y 6 el peor, es:
1. Julio 2. Larvas 3. Geert Lehmann / Los gringos 4. Ana y el resto 5. La Karen 6. Reinos (perdón, lo encontré horrible)
Me gusto mucho, Romina tiene una buena estructura en sus historias, por lo que permite que uno se ría en momentos bien construidos. Lo que sí, encontré que la violencia esta un poco naturalizada y me cuestiono un poco eso.
me gustó bastante, no le doy 5 estrellas porque soy medio tonto y no entendí algunos cuentos y porque hubieron algunos diálogos que encontré medios meh, pero me gustó! creo que el último cuento, "reinos", debería ser una novela.
Sentí apatía mientras leía los cuentos, no sé, algo raro. No me convenció.
Pero me gustó mucho este final del cuento Ana y el resto: "A veces me parece respetable conformarse. Debe ser desgastante vivir pensando que hay que esperar algo, como si la vida estuviera en otra parte."
No son mi tipo de cuentos, son del estilo slice of life. Sin embargo, Romina tiene una prosa ágil y además unas frases preciosas. Yo siento que ella sentía que tenía demasiado que decir pero en realidad no historias, así que metió esas citas ahí como pudo. Eso sí, me gustó mucho cuando escribía coloquialísimo. ¡Vivan los dialectos del español!
Una colección de cuentos que, como se dice en un momento del libro, una persona se va y la otra se queda esperando, no pasa nada más. Sin embargo, la narración y la exploración de los mundos interiores de los personajes logra retratar que es lo que pasa en ese espacio de espera, de inacción. Donde la interacción humana de distorsiona y sale lo extraño de las personas.
Creo que hay algo que jamás me aburre: las mujeres. La perspectiva femenina es algo tan difuso y desafiante que por más sórdido que sea lo que se cuenta - o no se cuenta, como es el caso de estas ficciones - ahonda en breve lo cotidiano y abrumador de ser y pensar en un espacio físico limitado de acción. Mi cuento favorito fue larvas, me pareció intrigante en la profundidad y sucia en la superficie, ya que la historia justamente estaba en todo lo que no se decía, en que nosotrxs como lectores debemos agobiarnos pensando al igual que la protagonista en qué hizo esta figura paternal tan pulcra que es el abuelo, tenemos que pensar en la conexión intrisicamente erótica de Pedro y Pablo, que podrían ser hermanos, pero no lo son y ya no están, la madre limpia impoluta el vestigio de todo lo que anda mal y el padre lo ensucia, porque lo supera todo lo que está mal. Me gustó mucho que la autora de estos cuentos, hiciese de los viajes y la cotidianidad una historia por completar, no le falta acción, el clímax, los altos y bajos están presente todo el tiempo, desafiándonos a mirarnos de frente como sujetxs parte de esos recuerdos ajenos e inconscientes.