Nueve relatos que se leen como vallenatos sombríos. Un grupo de presos que toman drogas experimentales fabricadas por un laboratorio alemán, un reverendo que bautiza prostitutas en el agua del río, un boxeador que tira su primer jab en una plaza de cañahuates florecidos y otros seres marginados se ven obligados al delito, a la lucha cotidiana y a la soledad. Todo en una sofocante ciudad sin nombre del mar Caribe.
Creo que el elemento principal que destacaría de Todos somos islas es como Luis Felipe Núñez consigue construir un mundo propio con personajes e historias que se entrecruzan y cohabitan. Eso sí, su entrada no es inmediata para el lector. De hecho le tomara al lector un buen trecho, al menos la mitad del libro, para darse cuenta de ello. Por ello creo que al libro le sobran cuentos que no aportan a la construcción de dicho mundo. Para mi gusto personal, el estilo de la narración peca por momentos de ser plano a pesar que es menester reconocer la variedad en las estructuras de los cuentos y el juego con los tiempos de la narracción que utiliza el autor.
Esta es una lectura que va creciendo en emociones. A medida que vamos superando los relatos la voz del autor desaparece y se transmuta en la personalidad de los protagonistas de unas historias oscuras, bellas, incómodas y cotidianas. El calor, el mar, la brisa, los pueblos costeros, los acentos … todo configura un escenario conocido pero demoledor en el que el actuar humano y los límites de su comportamiento no dejan de sorprender.
Les digo que es un libro que se lee en dosis porque se te dificulta pasar de un relato a otro con facilidad, te quedas viviendo y respirando un mismo entorno antes de poder seguir.
Es un libro agradable, creo que el que más resalta es Kid Cañaguate (que imagino puede ser una alusión a Kid Pambelé), hay cuentos que prometen mucho y al final no resultan siendo tan interesantes (como “La playa del fin del mundo”), y también hay muchos cuentos que salen sobrando. Es una lectura tranquila y rápida. No usa lenguajes complejos ni pretenciosos.
Todos los personajes hablan igual, con la voz de comunicador social del autor. Por eso es que a pesar de la diversidad de las situaciones el lector obtiene una experiencia muy pobre del mundo.