La insalacion es la historia de una arrebato juvenil. Martin Soto, enlos veranos de sus catorce, quince y dieciseis anos, pierde de vista no ya el mundo que le rodea, sino su personalidad de chico de clase media, lleno de sensibilidad e inquietudes. El encuentro con los singulares personajes que pueblan el relato Anita y Carlos Corsi, Frufu, el senor Corsi, el poeta Oswaldo y otros, que introducen en su vida emociones inesperadas, sus aventuras en compania de los amigos, la sensacion del resplandor de la playa y la neblina blanca del calor producen en Martin un fenomeno de evasion de la realidad en el que se ciega sin sospechar las intrigas y el rencor que produce su propia inconsciencia y que un dia le haran despertar bruscamente.
Carmen Laforet Y Díaz was a Spanish author who wrote in the period after the Spanish Civil War. An important European writer, her works contributed to the school of Existentialist Literature and her first novel Nada continued the Spanish Tremendismo literary style begun by Camilo José Cela with his novel, La familia de Pascual Duarte.
«Martín y sus amigos fueron sólo unas risas, un chapoteo en el agua templada. Tres sensaciones de vida, con el círculo brillante del verano –brillante de día, brillante de noche– envolviéndoles» ☀️ ⠀ el bochorno, el sofoco y el sudor, la sombra, el mar, la sal, el moreno de la piel, el fin de la infancia, el apogeo de la adolescencia, la malicia, la solidaridad: la insolación. es 1963 y carmen laforet publica un libro que habla de huidos, de rojos, de falangistas, de homosexuales, de frescas, y no se corta ni un poquitín (o los censores no leían a laforet, considerándola inofensiva desde el principio, o le estaban haciendo un favor). sólo puedo recomendarla a más no poder, porque si digo algo más le quito la magia al libro y hay que adentrarse en él como te adentras en un bosque (o mejor, una jungla) muy oscura. ha sido magnífico y laforet se reafirma como un modelo literario a seguir para mí. sobre todo destacaría una de las muchas frases que he subrayado, por lo sabia y lo dulce (y lo triste cuando lees el final): «...comprendió que la felicidad es resultado de una serie de concesiones entre los que se quieren».
menudo viaje a los veranos en el pueblo, a la infancia, al querer encajar como sea y a querer crecer tan rápido como se pueda para luego caer en picado. sobre cómo el deseo, la libertad y la represión luchan todo el rato entre ellas. es como si leyera todo el libro pudiendo sentir el olor a mar, a esos “amigos” que nunca volviste a ver y la penumbra de la posguerra. nunca un libro había conseguido atraparme tanto en cuanto a sentirme cerca de los personajes. qué bonito, qué bien escrito, que rico un mil.
Este libro deja un sabor amargo, pero al mismo tiempo te llena de los colores de Beniteca, del mar, del olor a sal, el calor, la sensación del cuerpo requemado, el sonido de las chicharras. Como los veranos, algunas partes pasan demasiado rápido, no da tiempo a disfrutarlas, y casi parece que no han ocurrido. Otras se alargan como los veranos de la infancia que parecían eternos y nunca lo fueron. A veces me repateaban los Corsi, sobre todo en los últimos veranos. A Anita la quise mucho en el primer verano, cuando representaba Berenice y hablaba en ''alemán''. Pero a ninguno, ni siquiera a Frufrú, le he querido tanto como a Martín pescador, que pasa de niño a algo muy parecido a un adulto a lo largo del libro y que nos ayuda a pintar Beniteca en nuestra imaginación. No digo más porque creo que es mejor leerlo sin saber casi nada de él; sólo diré que es muy bonito y que lo recomiendo, sobre todo si tenéis idealizados los veranos y recordáis los de vuestra niñez como los mejores de vuestra vida.
"Era como viajar hacia el centro mismo del sol. Pasaban pitas, chumberas, pueblos como muertos. A veces, naranjos, huertos grises, filas de palmeras quemadas. Todo el color lo comía la luz."
leído en un agosto en el que he sentido más que nunca la obsesión por el verano como tiempo en el que la vida sucede de manera distinta. y con el mar, la playa y el calor sofocante como espacios donde se apaga esa tristeza que nos acompaña como personas y nace una sensación de felicidad que no es la felicidad, que es algo que solo se puede sentir ahí. como dice laforet : “Martín y sus amigos fueron solo unas risas, un chapoteo en el agua templada. Tres sensaciones de vida, con el círculo brillante del verano - brillante de día, brillante de noche- envolviéndoles”
y, como martín entiende tan bien, la vida comienza verdaderamente cuando encontramos a nuestro primer amigo. ahí es cuando por fin empezamos a querer vivir.
la narración me ha chirriado a veces: los diálogos y la obviedad. no tiene en absoluto la brillantez de nada. pero quiero leer más laforet. y merece la pena leerlo para adentrarse en el verano. lo recordaré con cariño
" Los únicos a los que el calor no rendía y que, al contrario, sentían aumentada su energía con el apogeo de la fuerza solar. Eran los únicos que marchaban carretera adelante en aquella hora en que hasta los lagartos están hipnotizados, quietos, estáticos sobre las piedras. Ellos y las chicharras escondidas entre los troncos de los pinos llenaban de ruido aquel momento de descanso."
"Había una tensión entre ellos, como una débil corriente eléctrica que imantaba todas las palabras y convertía las palabras absurdas sobre cualquier cosa en misteriosas palabras creadas solo para los tres"
"Todo herido por la mordedura de la luz de verano"
si nada tuviera un hijo sería, posiblemente, algo parecido a la insolación, un coming of age en el que se narra el paso de la infancia a la adolescencia y cómo la inocencia de la primera colisiona con la violencia de la última . veo muchas similitudes con la primera novela de carmen laforet —el interés por los personajes espectadores de su propia vida, que nunca llegan a ser protagonistas a pesar de ser el foco del relato; la tendencia a las tramas costumbristas donde lo importante es La Vida as a concept; el final (ese final!) y la huida y la importancia de los espacios; el hecho de que haya dos mundos tan diferenciados (por un lado la amistad, por otro lado la familia) que chocan y que a la vez representan otras realidades más complejas (la familia encerrada en casa, los amigos fuera en la playa; una reflexión constante, un meterse para dentro y no salir, frente a la libertad de los espacios soleados). me ha gustado bastante, me ha parecido un libro entretenido, pero aún así no me ha llegado a gustar tanto como nada (también porque es un libro tal vez Demasiado Importante para mí). no sé, no sé, muchos pensamientos en la cabeza . de algún modo, sin embargo, siento que carmen laforet habría amado las películas de greta gerwig, la música de mitski, y de algún modo, también, siento que su narrativa (la que escribió y también la que vivió) conectan de algún modo con cosas que estuvieron, están, o estarán presentes en mi vida . leer a carmen laforet es para mí como estar un rato en casa, siendo la casa un lugar amabilísimo, y solo por eso siempre va a merecer muchísimo la pena . menuda tía <3
El mundo infantil, la dinámica de trío (!!!), la relación por un lado (y me da igual el final) ultra gay entre Martín y Carlos y por otro levemente incestuosa entre Carlos y Anita, la confrontación adultos-niños, el manejo del lenguaje cambiante de los adolescentes...... un coming of age que funciona en todos los sentidos y que se lee como un libro que le costó a Carmen mucho esfuerzo escribir. Pero lo conseguiste, nena, te queremos
Me encantó esta novela del paso a la madurez contada en veranos. Me identifiqué muchísimo con el personaje de Martín, que se deja arrastrar felizmente por el torbellino de unos hermanos que son una promesa maravillosa de risas y misterios. Quizás lo que más me sorprendió, después de leer la extremadamente fría Nada, fue lo sensual que resulta todo. Sensual en el sentido sensorial y en el sentido sexual. Olores y sabores, colores cálidos, gente atractiva, situaciones equívocas... Es el polo opuesto a Nada, esta novela es el "todo", por lo que creo que Laforet era una gran escritora que se vio aplastada por el éxito de su primera novela y que quizás ese peso descomunal le impidió explorarse con libertad como novelista. Y a pesar de que estoy de acuerdo con los que piensan que Nada es mejor, creo que desdeñar La insolación es de gusto pobre: son dos novelas diferentes, para dos ocasiones diferentes, eso es todo.
No me ha deslumbrado el retrato del contexto pero sí el retrato de la amistad y la idealización y lo fácil que resulta apartarte un poco de ti mismo como cantaba Marisol con lo de "estando contigo, contigo, contigo me siento feliz. y cuando te miro, te miro, te miro me olvido del mundo y de mi". una forma de estar que tiene su aquel
Escuchando un podcast de literatura descubrí este libro y ha sido una auténtica maravilla. Trata temas muy complicados para la época en la que se publica, y sin duda lo hace de manera brillante. La autora crea un escenario narrativo en el que solo importa la adolescencia, los días soleados son protagonistas en una España triste y gris y la “locura” que se vive en estos días se ve reflejada a través de los tres protagonistas a los que solo les importa vivir y divertirse, pese al mundo opresivo en el que se encuentran.
Este libro es como cualquier otro verano, largo y corto a su vez, con ganas siempre de necesitar mucho más. Lo que vivimos en verano es en ese momento, es alegre porque es breve pero también triste, porque se acaba. Martín pescador siempre será el favorito de todos, con sus claras fantasías sin duda, pudiendo prescindir de todo y todos se quedaba (esto es lo más complejo).
“comprendió que la felicidad es resultado de una serie de concesiones entre los que se quieren”
Poética, nostálgica a veces. Inicialmente, parece una historieta sin más pretensiones que la de revivir en nosotros ciertas sensaciones de los veranos de la niñez y el paso a la adolescencia, lo cual logra bastante bien con su manera de narrar. Sin embargo, de mitad hacia delante me ha sorprendido tocando temas más profundos y oscuros que revelan la dificultad de la vida en la época en la que se ambienta.
"Martín comprendió que la felicidad es resultado de una serie de concesiones entre los que se quieren”
Novela que te sumerge en la historia desde la primera página haciendo que te transportes a Beniteca, sintiendo el calor y el sofoco del verano, el sonido de las chicharras, la sensación del agua salada en la piel, la libertad e inocencia de los veranos de la niñez, mezcladas con la confusión y la rebeldía del paso a la adolescencia.
Si fuese posible puntuar con más de cinco estrellas, lo haría.
"La insolación" nos sumerge en la experiencia visceral de una joven catalana, Martina, que viaja a Madrid en un intento por desdibujar las sombras de un pasado opresivo y encontrar un nuevo comienzo bajo el implacable sol de la capital. Sin embargo, este sol, lejos de ser un mero telón de fondo, se convierte en un personaje silencioso pero omnipresente, intensificando las emociones, desvelando las tensiones latentes y actuando como catalizador de una búsqueda de identidad a menudo dolorosa y contradictoria. Laforet nos ofrece una prosa lírica y sensorial que nos hace sentir la sofocante atmósfera de la ciudad y la turbulencia interior de su protagonista.
Sobre La insolación y lo que me deja:
Martina, marcada por una relación familiar asfixiante y un amor fallido, llega a Madrid buscando una libertad que se le ha negado. Se instala en una modesta pensión y comienza a relacionarse con un grupo variopinto de personajes, cada uno con sus propias heridas y anhelos. Entre ellos destaca Abel, un hombre enigmático y atractivo que despierta en Martina una mezcla de fascinación y desconfianza. A medida que el tórrido verano madrileño avanza, Martina se debate entre el deseo de construir una nueva identidad y la persistencia de los fantasmas del pasado. Sus encuentros y desencuentros, sus reflexiones íntimas y sus observaciones agudas de la sociedad que la rodea, tejen una trama sutil donde la verdadera acción se desarrolla en el interior de la protagonista. La novela culmina no con una resolución definitiva, sino con una Martina que, aunque aún vulnerable, ha comenzado a confrontar sus propias sombras y a vislumbrar la posibilidad de una autonomía personal.
"La insolación" es una novela profundamente introspectiva que explora temas universales como la búsqueda de la identidad, la liberación de las ataduras del pasado, la complejidad de las relaciones humanas y el papel de la mujer en una sociedad marcada por las convenciones y el peso de la tradición. Laforet no ofrece respuestas fáciles; en cambio, nos invita a acompañar a Martina en su proceso de autodescubrimiento, un camino lleno de incertidumbre, contradicciones y momentos de epifanía fugaz.
La novela se aleja de una trama lineal y convencional, centrándose en la experiencia subjetiva de Martina. El ambiente opresivo de Madrid en verano, con su calor sofocante y sus calles bulliciosas, se convierte en un espejo del estado anímico de la protagonista, intensificando su sensación de aislamiento y su lucha interna. Laforet utiliza la ciudad no solo como un escenario, sino como un elemento simbólico que influye en el desarrollo de los personajes y en la atmósfera general de la obra.
La ambigüedad juega un papel crucial en la novela. Las motivaciones de los personajes a menudo no son del todo claras, y las relaciones se construyen sobre una base de silencios y sobreentendidos. Esta falta de certezas refleja la complejidad de la vida real y la dificultad de comprender completamente a los demás y a uno mismo.
El personaje de Martina:
Martina es el corazón palpitante de la novela. Es un personaje complejo y profundamente humano, marcado por la vulnerabilidad pero también dotado de una aguda sensibilidad y un anhelo de libertad. Su viaje a Madrid es un intento de escapar de las limitaciones impuestas por su entorno familiar y por una experiencia amorosa dolorosa. Sin embargo, descubre que la libertad no es un lugar geográfico, sino un estado interior que debe conquistar.
A lo largo de la novela, vemos a Martina debatir entre sus deseos y sus miedos, entre la necesidad de independencia y la búsqueda de afecto. Su relación con Abel es ambivalente, marcada por la atracción y la desconfianza, reflejando su propia inseguridad y su temor a repetir patrones del pasado. Martina no es una heroína idealizada; es una mujer real, con sus contradicciones y sus momentos de debilidad, lo que la hace profundamente relatable. Su evolución a lo largo de la novela es sutil pero significativa: al final, aunque no haya encontrado todas las respuestas, ha comenzado a afirmarse y a tomar las riendas de su propia vida.
¡Cuánto me gusta Carmen Laforet!
El estilo de Laforet en "La insolación" se caracteriza por una prosa lírica y sensorial, capaz de evocar con intensidad las percepciones y emociones de la protagonista. Utiliza un lenguaje preciso y evocador para describir el ambiente físico y el mundo interior de Martina, sumergiendo al lector en su experiencia. Las descripciones del calor sofocante, los olores de la ciudad y las sensaciones físicas se entrelazan con las reflexiones íntimas de la protagonista, creando una atmósfera envolvente.
La narración en tercera persona se focaliza casi exclusivamente en la perspectiva de Martina, permitiéndonos acceder a sus pensamientos y sentimientos de manera directa. Laforet utiliza un ritmo narrativo pausado y reflexivo, deteniéndose en los detalles sensoriales y en las introspecciones de la protagonista. La elipsis y la sugerencia también son recursos importantes en su estilo, dejando al lector la tarea de completar los vacíos y de interpretar las emociones subyacentes. Encontramos una sensibilidad especial hacia los matices de las relaciones humanas y una capacidad para transmitir la complejidad de los estados de ánimo a través de imágenes sutiles y metáforas evocadoras.
"La insolación", publicada en 1963, se inscribe dentro de la tradición de la novela femenina de posguerra en España, aunque con una sensibilidad y una perspectiva propias. Si bien no alcanzó la resonancia inmediata de "Nada", su primera novela, "La insolación" ha sido revalorizada con el tiempo por su profunda exploración de la identidad femenina y su estilo literario distintivo. La novela ofrece una visión de la sociedad española de la época a través de la mirada de una mujer que busca su lugar en un mundo marcado por las convenciones y las limitaciones impuestas al género femenino. Su tratamiento de la soledad, el deseo y la búsqueda de autonomía sigue siendo relevante en la actualidad, resonando con lectores que se identifican con la lucha por la autoafirmación.
"La insolación" es una novela que se cuece a fuego lento, bajo el implacable sol de Madrid, al igual que la transformación interior de su protagonista. Carmen Laforet nos ofrece una obra de gran sensibilidad literaria, donde la prosa evocadora y la profunda exploración psicológica de Martina nos invitan a reflexionar sobre la complejidad de la identidad, la búsqueda de la libertad y las sutiles formas en que el entorno moldea nuestras vidas. Aunque la novela no ofrezca soluciones definitivas, su fuerza radica en la honestidad con la que retrata el proceso, a menudo doloroso pero liberador, de encontrarse a uno mismo bajo un sol que, aunque a veces deslumbrante, también puede iluminar los rincones más oscuros del lo que somos.
A Carmen Laforet se la conoce, sobre todo, por Nada, pero La insolación es una pequeña joya literaria que a mí me ha gustado más incluso. La recomiendo totalmente. Su protagonista, Martín, vive con sus abuelos en Alicante pero pasa las vacaciones de verano con su padre (militar) y su madrastra en un pueblo del sur de España, y ahí es donde se centra la acción de la novela: en sus andanzas con Carlos y Anita, procedentes de una familia más liberal que la suya, que inicialmente le hechizan pero que tiene también sus luces y sus sombras. Es un retrato magistral del paso de la infancia/adolescencia a la edad adulta, de la “inocencia” a la “conciencia” y de las desilusiones y verdades amargas que conlleva el proceso. Martin descubre también el valor de aquellos seres que aunque imperfectos, nos quieren incondicionalmente.
Esta novela me ha reconciliado un poco con el verano, y eso es decir bastante. En algunas cosas me ha recordado un poco a “Nada” (como en esa incapacidad de Martín de encontrar un sitio principal en el mundo), pero es enormemente diferente. Con descripciones bellísimas, el libro está perfectamente ambientado y merece mucho la pena.
“—¿Vosotros os dais cuenta de que sois felices? Yo me doy cuenta de la felicidad estos días. Cada minuto, cada segundo de estos días”.
Recuerdo que me lo leí con 15 años, una historia muy adolescente, pero no del todo. Es lenta, cotidiana, tranquila, un aire fresco que te lleva a través del crecimiento, del tiempo. Me encantó y estoy deseando volver a leerlo para ver lo que siento ahora, años después.
Martín, y todos a su alrededor, están obsesionados con que sea un hombre. Un hombre fuerte, un hombre español, un hombre de verdad. Hacen referencia a su posible valentía, a su virilidad, a su fuerza. Lo único que quiere su padre (y la única razón por la que le respeta) es que crezca y se convierta en un hombre. A lo largo de este libro, parece que lo consigue.
"Si yo le hablase de hombre a hombre a mi padre...Porque él era un hombre, efectivamente. Una larga figura de hombre doblada sobre el perro en la semipenumbra de aquel trozo del jardín. Y era también un niño sorprendido delante del primer rencor que había provocado.”
Martín, que en un comienzo solo parece importarle la opinión de su padre y de sus amigos, piensa en más cosas. Piensa en la belleza, en la pintura, en ser artista y en que todo en algún momento le dejará de importar cuando sea pintor.
Pero cuando está en Beniteca, la insolación le ciega. Vive embrujado, por el sol, el calor, el mar, el sudor, su casa, y sobre todo, por sus amigos, Carlos y Anita Corsi. Vive tan ciego, que a lo largo de este libro, lo más obvio parece que se le escapa, mientras que siempre se percata de la manera en la que el sol se refleja en el mar, o los grillos que cambian su canto a lo largo de la mañana.
Al final del libro, Martín consigue entrever más allá de esta insolación. Pero luego decide, conscientemente, volver a caer en el embrujo. A vivir en el mundo que solo existe en el verano, con sus amigos, con su alma deslumbrada. Martín, que a ratos moriría por Carlos, a pesar de nunca llegar a entenderle, le admira. Entiende mejor a Anita, de ahí que su relación sea tan distinta.
“No había complicaciones en el mundo. La tierra, ese planeta, giraba lentamente bañando de sol y de luna y de negrura, alternativamente, las distintas partes de su vientre. (…) La sencilla felicidad de sentirse vivos que tenían aquellos tres muchachos. Nadie más que el ojo de Dios podría traspasar todo este vasto panorama aquella noche. (…) Tres sensaciones de vida, con el círculo brillante del verano —brillante de día, brillante de noche envolviéndoles.”
Laforet describe tres veranos (que son uno) de manera que parece que lo puedes tocar, sentir el sudor producido por el calor en la piel de sus protagonistas, con una belleza realista pero inalcanzable. A la altura de Nada, podría vivir en las paginas de este libro, abocada a la soledad.
Me ha achicharrado como el sol mediterráneo en verano, meciéndome tan tranquilo como el mar de las playas alicantino-murcianas. Qué preciosidad tan inesperada. Voy a tener esta historia unida a la casualidad y a mi vínculo con Marina, sea cual sea y vaya hacia donde vaya dicha amistad, para toda la vida.
Luces y sombra. Me adentre a esta lectura por su premisa "un joven que no ve a su padre en años y se va al pueblo a pasar el verano". Un libro lleno de nostalgia, desasosiego y un poco de tristeza. A nuestro protagonista le pasan muchas cosas, pero apenas expresa su enfado y malestar. Al llegar al pueblo se hace amigo de dos hermanos muy peculiares, y durante años le acompañaran en sus veranos en el pueblo. Este libro nos lleva a lo rural, el verano, y el calor de una manera muy costumbrista. Donde en un principio la trama es más pausada, nos quedamos con las diferentes escenas cotidianas que nos presenta la autora para sentirnos reflejadas. Sin duda la pluma de Laforet es clave, y significativa. Aunque el desarrollo de los personajes no es el mejor. Quizás ese tinte deprimido o desesperanzados, muy típico de la época, provoca un malestar durante la lectura, que nos lleva a querer dejarla. Me quedo con la primera parte de la novela, que sin duda es buenísima.
Tengo muchas emociones encontradas con esta fantástica lectura. Martín pescador, qué maravilloso personaje, lo amas simplemente, quieres vivir con él todos esos veranos, porque te lleva a visualizar lejanamente todos los que se han vivido en la adolescencia. Y te trae lo más sensorial de ellos con una pluma magistral, la maravillosa prosa de Carmen Laforet, como crea tan bonito, como trasmite tanto. Deseosa de ir a por la continuación y emocionada, tengo un pellizco que no se definir. Maravillosa lectura.
Carmen Laforet crea un libro en cuyas páginas se pueden sentir el sol, la sal y el mar de Beniteca. El paso a la madurez de unos niños contado por el transcurso de los veranos es tierno y certero. El final es agridulce, pero también esto no deja de ser como la madurez. Magnífica.