El Comando Conjunto fue un organismo represivo de la dictadura chilena del que nada se sabía hasta que uno de sus agentes –Andrés Valenzuela Morales, alias Papudo– desertó y, arriesgando la vida, entregó su testimonio. El organismo secreto fue responsable de brutales secuestros, torturas, desapariciones y asesinatos en distintos centros de detención de Santiago. Parece volver a ser necesario, quizás más necesario que nunca, recordar el horror. Ante el olvido, ante el desconocimiento, ante la negación, vale recordar. A fin de cuentas, además de un libro de denuncia, este es un libro que previene sobre el alcance de la maldad. La maldad de la llamada lucha antisubversiva lo contaminó todo, dice el agente arrepentido Andrés “Un sistema [que] además de destruir a las víctimas destruye al victimario, en su vida afectiva, mata sus sentimientos y los convierte en unas bestias”. De eso se habla aquí. Del alcance de la violencia institucional, de sus consecuencias, del modo en que esa violencia lo inundó todo y terminó entrando en las casas de los perpetradores y de un país. De ahí que Mónica González lo dedique, además de a sus hijas y a los sobrevivientes, “a los hijos de las víctimas y de los victimarios, principales destinatarios de esta historia”. Entonces, como ahora, hay en ese gesto una esperanza de redención. Juan Cristóbal Peña
Estudió periodismo en la Universidad de Chile. Comenzó trabajando en El Siglo y formó parte del equipo de la editorial Quimantú, y tras el golpe de Estado se exilió en París. Volvió al país en 1978, realizando trabajos completamente alejados del periodismo, hasta que en 1984 ingresó a revista Cauce. Posteriormente trabajó en Análisis y fue corresponsal de diversos medios internacionales. A partir de 1990 fue subdirectora de La Nación, editora general de Cosas, y directora de la revista Siete+7 y del diario Siete. Ha publicado los libros Bomba en una calle de Palermo, Los secretos del Comando Conjunto y La conjura: los mil y un días del Golpe. Entre los principales reconocimientos a su trabajo están el Premio María Moors Cabot de la Universidad de Columbia (2001), el Premio Dan David de la Universidad de Tel Aviv (2006) y el Premio Homenaje a una Trayectoria (2006), entregado por la Fundación Nuevo Periodismo Internacional. En 2010 recibió el Premio UNESCO/Guillermo Cano de Libertad de Prensa por su lucha contra la dictadura en Chile. Hoy dirige el Centro de Investigación e Información Periodística (ciperchile.cl).
Investigación minuciosa, valiente y admirable sobre el Comando Conjunto, la oscura y clandestina organización que compitió con la DINA en el exterminio del Partido Comunista. A ratos sí el libro es difícil leer por los reiterados, pero necesarios, relatos de vejámenes y torturas a los que se vieron enfrentados las víctimas del comando. Si bien es entendible que no lo hicieran («un trámite amargo cuya historia obviaremos»), hubiera sido mejor que los autores detallaran las dificultades y problemas para publicar la entrevista de Valenzuela Morales tras su confesión como miembro del Comando Conjunto, y en los trágicos sucesos (el caso Degollados) tras su publicación.
Un excepcional relato periodístico de Mónica González cuya importancia no disminuye, sino que se mantiene, con el paso del tiempo.
Hay en él una reconstrucción meticulosa de decenas de secuestros, torturas y desapariciones forzadas de un comando estatal de muerte hasta ese momento desconocido, narrados con un lenguaje que es a la vez preciso en describir el horror y digno con quienes lo sufrieron. Se ve en todo el texto el esfuerzo monumental de González y Contreras -una con reportería y el otro con las tomas de declaraciones típicas de un abogado- por reconstruir con cada víctima sobreviviente todos los recuerdos de a quiénes vieron, en dónde y en qué circunstancias, en contrastaciones que se vuelven parte fundamental de la estructura del relato y que sirven como un antídoto al negacionismo del Estado de sus propios crímenes.
Y aunque los protagonistas son sin duda los verdugos mezquinos y anodinos del Comando Conjunto (perfectas ilustraciones de la 'banalidad del mal' de Hannah Arendt), cuyas personalidades describe con mucho detalle, González traza un telón de fondo más amplio y ambicioso. Documenta las responsabilidades de sus superiores y, para mí lo más interesante, las de una rama judicial que decidió siempre mirar hacia otro lado, aunque podía detener la barbarie. En casi todos los relatos, en paralelo a la crueldad de los vejámenes y las secuelas de sueños rotos que dejó en las víctimas, González documenta los recursos de amparo que interponían los familiares desesperados, las respuestas cínicas de generales negando saber algo y las decisiones de los jueces de creer solo a los segundos pese a la evidencia aportada por los primeros. Y guarda espacio para el magistrado solitario que, contra todo pronóstico, probó la existencia de desapariciones forzadas cuando aún no terminaba la dictadura y a enorme riesgo personal.
Por supuesto, hay otro protagonista excepcional: el torturador carcomido por su culpa que decide hablar, en un acto de toma de responsabilidad atípico que los autores narran sin romanticismo pero con mucha humanidad. Vale mucho la pena leerlo antes o después de la novela La dimensión desconocida de Nona Fernández, que imagina muchos de estos episodios en clave de ficción no ficticia, con mucho tino narrativo (y en donde Mónica González figura crípticamente como "la periodista").
Es una de las crónicas sobre el accionar clandestino de la represión de la dictadura militar de Chile que tiene una historia centrada en la deserción de un ex agente de los servicios de inteligencia. Persona que dio su testimonio y permitió que las organizaciones de la sociedad civil, ecuménicos, y posteriormente las Comisiones de Verdad y Reconciliación en Chile pudiesen esclarecer en parte lo que sucedió en chile, entre 1973-1990. Escrita por una de las mejores periodistas del país y uno de los abogados que interpuso la primera querella contra Pinochet que acogieron los tribunales, permitiendo que cayera del sitial de los intocables. Leí las dos versiones: la de 1990 y la que reeditó Catalonia. Recomiendo la segunda. La prosa y estilo de escritura es rápido y la historia está armada con una trama que permite seguir el curso de la acción de este servicio para estatal de represión que surgió sobre todo al alero de la Fuerza Aérea de Chile. En síntesis, un a obra de arte del periodismo de investigación.
Libro informativo y profundo, que revela las crueldades cometidas por la dictadura chilena. Es el primer libro en que se habla del comando conjunto y los crimenes perpetrados por estos, los autores son un símbolo de valentía y lucha.