No encontrarás en este libro otro aburrido manual más. Las 101 cagadas del español es un ameno bestiario de desafueros lingüísticos, escrito por un grupo de periodistas que han salido al rescate de nuestra maltratada lengua, siguiendo la consigna platónica de que aprender es recordar. Una obra didáctica, entretenida e irónica que señala los errores más frecuentes de nuestro idioma. Puestos a desvelar cagadas, cuestiona a la misma RAE y sus contradicciones: ¿por qué acepta aberraciones como almóndiga o asín y, sin embargo, destierra negrísimo para defender nigérrimo? Pero ya mucho antes, Lope de Vega, Umbral, Torrente Ballester o el mismísimo Delibes la cagaron. Y partiendo del error humano y de la naturaleza mutable del lenguaje, aquí hallarás algunas claves (y otras curiosidades) para reaprender español.
MARÍA IRAZUSTA, madrileña nacida en Cambridge (Reino Unido), es licenciada en Ciencias de la Información (UCM) y PDD por el IESE (Universidad de Navarra). Es periodista de formación y corazón; y directiva y empresaria, de profesión. Su amor por el lenguaje está cimentado sobre sus más de veinte años de experiencia como periodista y experta en Comunicación. El diario El Mundo y la revista del Grupo Prisa Mercado han sido algunos de los medios por los que ha pasado antes de ser directiva en destacadas compañías.
En la palabra encuentra su pasión; y en la economía, su razón. En este libro ha elegido entregarse a su devoción y principal herramienta de trabajo: el lenguaje. En su día a día, está consagrada a mantener su agencia de consultoría estratégica, Irazusta Comunicación, como uno de los más prestigiosos referentes en el ámbito de la Comunicación.
Un pequeño compendio que resume bastante bien las patadas diarias que le damos a nuestro diccionario, tanto a nivel oral como a nivel escrito. Capítulos breves y divertidos, con numerosos ejemplos de nuestros errores y la forma de enmendarlos. Sirva como ejemplo el capítulo dedicado al exceso de pleonasmos que utilizamos como moneda habitual en nuestro leguaje diario:
“Bruno deambula sin rumbo mientras contempla los colores del otoño. Al fondo, una plaza completamente abarrotada de gente le recuerda que se está celebrando la feria del libro. A pesar de que la noche empieza a caer y está aterido de frío, decide ir a visitarla. Da una vuelta más a su bufanda, cierra los puños y comienza a caminar dispuesto a encontrar el acceso de entrada a la feria. Una vez dentro, observa que Sempere, el protagonista principal de su novela favorita, está, junto al autor, firmando libros. Sin embargo, su emoción se evapora cuando se topa con un letrero que avisa: ‘No se atiende sin cita previa’. Bruno, cabreado, como cualquier persona humana, echa a correr y tropieza con una señora de, aparentemente, 80 años de edad. Repuesto de este accidente fortuito, Bruno se da cuenta de que entre la señora y Sempere hay un nexo de unión: ambos dos llevan un crespón negro junto a una flor en la solapa de la chaqueta. Así que acude donde se encuentra Sempere para averiguar qué hay detrás de esa coincidencia. La intuición de Bruno no ha fallado. Sempere saluda cariñosamente a la que resulta ser su madre.”
El idioma español, no solo es hermoso, es bastante complejo y la verdad es que los 580 millones de personas que hablamos este idioma en el mundo, lo masacramos y en ocasiones incluso lo hacemos más complejo de lo que ya es. Por supuesto cada país tiene sus propios modismos y aunque muchos de ellos no son aceptados por la RAE, identifican y claro, también comunican, pero me parece a mí que uno de los mayores masacres lingüísticos que existen hoy en día, es en la palabra escrita, me refiero a que hoy en día la enorme mayoría de personas nos comunicados mediante la escritura vía mensajes de texto, vía Facebook, twitter, whatsapp, etc, la cuestión es que como bien dice este libro, con todo y lo mucho que escribimos hoy en día, es la época en la que menos se escribe correctamente. Este libro tiene, en cada una de sus páginas los horrores (si, porque no son errores) ortográficos que cometemos más comúnmente, pero también tiene por ahí algunos secretitos, historias que hay detrás de algunos dichos populares y de pilón una que otra palabrita que ha ido quedando en el olvido y que sería genial que siguiéramos utilizando. Divertido además de esclarecedor y didáctico; encuentras aquí explicaciones sencillas a los ya muy mal usados “hay y ay” o bien al uso de los superlativos o sencillamente al uso indebido de muchas palabras, que honestamente, me ha sorprendido porque son de bastante uso común. Un idioma muy rico cierto, pero también es que no solo lo utilizamos mal, es que lo masacramos de una manera espantosa. Este libro es muy cortito, cada página tiene una pequeña explicación y no se anda por las ramas,
Fue bastante divertido y rápido de leer, a la par que instructivo. Aunque encontré la narración un poquitín pedante, como fardando de todo el vocabulario que posee.
Una excelente, irreverente y entretenida guía a 101 errores comunes que cometemos hoy por hoy al usar el español en redes sociales y medios de comunicación; incluyendo además, unas cuantas palabras que deberíamos usar más (vocablos en desuso.)
En tiempos en los que el español escrito se usa con más frecuencia que en ninguna otra época de la historia, gracias naturalmente a internet y las redes sociales, es bueno mantenerse al tanto de algunas cosas que podríamos escribir mejor.
Si bien muchos sueñan que escribiendo mal obligaremos al idioma a evolucionar, la verdad es que los cambios en la lengua son espontáneos, productos de errores en su mayoría involuntarios (a veces introducidos por gente que lee y escribe mucho) y rara vez, hijos del abuso inculto o la negación consciente de alguna regla.
Muchos datos y consejos sencillos (o tips) me dejo este libro. Así, por ejemplo, que en Español se reconocen alrededor de 130 anglicismos (sin incluir tip) de más de 90 000 (no 60.000 ni 60,000) vocablos que tiene la lengua de Cervantes. Que el 8% de nuestras palabras son de origen árabe, incluyendo las clásicas almohada o alfombra, pasando por las menos obvias como jabalí, hasta llegar a las inesperadas café, limón, hola o rubia. Que antaño se usaba rocín y hogaño caballo. Que la mariguana y el güisqui son tan buenos como la marihuana y el whisky. Que el réptil no tiene nada que envidiar al reptil. Y que por undécima o décimo primera vez no se debe decir onceavo (que es poca cosa, tan solo 1/11). Finalmente, pero no menos importante, que la palabra más larga del español es electroencefalografista (23 letras), superando nuestro querido esternocleidomastoideo (22.)
¿Cuántas cosas no conocemos sobre nuestra lengua? siempre creemos usar de forma adecuada el lenguaje y, resulta que en realidad nos encontramos en un circulo vicioso donde vamos replicando errores del ayer. Esta maravillosa producción escrita, a través de cierto humor, nos devuelve los pies a la tierra para presentarnos algunos de los errores que se suscitan en el habla coloquial y por ello creemos correctos aunque no sea así.
Como escribe ella casi al final del libro "en la lengua todo lo que no suma, resta".
Hay partes del libro que sí son aprovechables, las "palabras moribundas" (aunque sean palabras en uso todavía) es muy interesante, y hay algunas impropiedades explicadas que se cometen hoy en día que a más de uno le vendría bien repasar. Me hubiese venido bien descubrir este libro en primero de carrera hace unos cuantos años, cuando tenía la misma tontería prescriptivista. Luego todo se cura.
Estoy un poco cansada de leer a esta gente obsesionada con la lingüística que, con una pedantería enorme (y mucha ignorancia) se convierten en heraldos o caballeros de la RAE. Esa academia que se cree ama y señora de la lengua (irónico escribir en femenino cuando en su inmensa mayoría son y han sido hombres) cuando lo único que ha hecho a lo largo de la historia es limitar y poner barreras a la evolución de la lengua. Además, tampoco sabe cómo funcionan los diccionarios (y con pedantería se queja de que se "acepten" ciertas palabras), rechaza el uso metafórico del lenguaje (¿nos prohíbe usar la ironía y el sarcasmo porque nos salimos de la -su- norma?), dice que juez es la forma preferida cuando SU RAE prefiere el uso "jueza", y dice que "pilota" (y por ende "copilota") no existen, pero fundéu, la RAE, y lo más importante, los hablantes las usan como válidas y por lo tanto, la norma considera que decir "la piloto" es incorrecto, así como ignorar que en francés se puede decir "je puis?" y en italiano "posso?" porque se le cae la teoría del "el resto de idiomas que no usan el signo interrogativo inicial tienen fórmulas que indican que es una oración interrogativa".
En fin, yo creo que no es casualidad que todo estre intrusismo nos venga de parte de periodistas (o periolistas). Por favor, dejadnos estas cosas a los lingüistas.
Del pretencioso del prologuista ya hablamos otro día. Comunicamos y escribimos para comunicarnos, no para pretender quedar por encima de nadie o para sentirte más inteligente.
Bien intencionado, intenta aportar algo nuevo sobre ciertas características del castellano, y claramente no lo consigue. Pretencioso en su mención de Lázaro Carreter, como si tuviese algo que ver cuando ni en dos vidas conseguiría hacer algo ni siquiera similar. Centralista y chauvinista al despreciar el término "castellano" en favor de "español", la autora debe de ser de las que piensa que esa es la lengua del reino, y las demás son meras bagatelas. No dice nada nuevo. Dinero malgastado.
Aunque sigo con problemas entre por y para, ser y estar, el pretérito y el imperfecto, y mucho, mucho más, soy capaz de tolerar otras pesadillas en el camino de aprender el castellano de Cervantes, un autor que leí en versión original (Leer no es el verbo correcto en este caso. Estudiar mejor). En una forma divertida e interesante, este pequeño texto sirve para mostrarme que no voy a hablar español nunca. ¡Me rindo!
Si algo he aprendido últimamente es que no puedes establecer como norma tu gusto personal, además de darme cuenta de la importancia de la coherencia y la revisión. Tal vez deberían haber releído su escrito antes de publicarlo, más aún cuando hacen afirmaciones tan fuertes con respecto a la lengua y critican, a la vez que cometen, redundancias repetitivas redundantes.
Magnífico y pedagógico, no dudo que lo emplearé en clase. Pequeño y ameno menú de degustación para cuando se tiene hambre de lengua, parcelado en breves explicaciones de aspectos controvertidos del castellano. Se deja leer fácilmente y, como digo, útil y pedagógico.
Tremendamente entretenido y muy ilustrativo, Las 101 cagadas del español, es una lectura provechosa que nos invita a descubrir más sobre un idioma que hablan más 500 millones de personas. Las lenguas son algo vivo. El español no es una excepción. Así que siempre es interesante descubrir que nos hemos dejado por el camino, así como ha evolucionado nuestro idioma. Y todo esto en poco más de 160 páginas. Claridad y brevedad. No se puede pedir más.
Un libro como este no es producto de una sola mente. Se necesita un equipo, mucha bibliografía y cientos de horas para descubrir, pulir y presentar toda la información de una manera que el lector la comprenda y la asimile. Pero como siempre hay que poner un nombre en la portada, aquí aparece el de María Irazusta, la jefa de este grupo de personas. Puede que este libro tenga varios autores, pero tú no notas nada. No hay saltos, incoherencias o diferencias de estilo tan notables como para que averigües que el texto ha sido escrito por más de un par de manos. Así que tenemos un libro correcto hecho de manera ágil, sencilla y con una ejecución maravillosa que posee una prosa muy dinámica, rica y con un gran desarrollo, un lenguaje funcional con algunos vocablos pintorescos y algún acceso lírico, y unas descripciones en su mayoría inexistentes o muy básicas.
No hace falta ser muy listo para saber de qué va, Las 101 cagadas del español. Y es que su título ya lo dice todo. Así que lo que tenemos es un conjunto de personas, dedicadas a la comunicación, que cansados de tanto atropello hacia nuestro idioma se han organizado y han decidido mostrarnos los horrores e incoherencias que se comenten cada día tanto en medios profesionales como por la gente común. Así que el libro se encuentra dividido en varias secciones intercaladas entre sí que van desde las clásicas patadas al diccionario (palabras que escribimos mal o usamos como sinónimos cuando no lo son) hasta errores gramaticales poco frecuentes pero fulminantes, pasando por la ortografía, las conjugaciones verbales, localismos, las aberraciones inventadas con el género, palabras a punto de desaparecer, cultura popular o la vida secreta de las palabras. Con todo esto los autores pretenden que hablemos (y escribamos) como se debe, que conozcamos nuestro idioma y como hemos llegado hasta aquí. El español es una lengua que tiene una riqueza que solo los siglos pueden proporcionar. Por eso este viaje a través del diccionario en busca de los aciertos y las equivocaciones es de lo más reconfortante y valioso; un tesoro para aprender un poquito más sobre nuestra lengua madre.
Por lo tanto, Las 101 cagadas del español, es una lectura maravillosa llena de anécdotas, trucos, consejos y espantos gramaticales y ortográficos, que hay que conocer y erradicar. Un libro de consulta fácil, cómodo e interesante con el que enriquecer tus escritos y discursos, siempre al amparo de la RAE y demás académicos. Ya no hay excusa que valga para desterrar las cagadas de vuestro vocabulario.
101 perlas/píldoras sobre algunos malos usos del español, principalmente. Es muy entretenido y la única pega que le veo es lo relamido del estilo de la autora. El prólogo ya comenzaba fuerte en cuanto a pedantería y presagiaba un libro inaguantable: Aunque, por suerte, luego se modera (un poco) el tono. Hay un montón de material interesante. Me ha encantado saber por qué el castellano es el único con signo de apertura de la interrogación: porque se puede preguntar diciendo las cosas de mil maneras, no como el inglés o el francés, y necesito indicar desde el principio que estoy preguntando; en inglés es I can - Can I? , el orden de las palabras ya indica pregunta. En español puede ser Yo puedo, Puedo, ¿Yo puedo?, ¿Puedo yo? ¿Puedo?... También nos habla la autora del origen de muchas expresiones, palabras que suelen confundirse, expresiones mal escritas que vemos mucho en prensa (me encanta el capitulillo de los pleonasmos repetitivos)... Muchas curiosidades y algo de reglas básicas del lenguaje, además de apariciones estelares del vocabulario de otros países, palabras que la autora aboga por rescatar del olvido. En conjunto una lectura ligera pero con enjundia. Recomendable.
Me lo leí de un tirón porque es corto y la mayoría de las reglas que explica ya las he aprendido en algún momento, sin embargo: * El libro peca de soberbia por momentos; * Dos o tres explicaciones se ven bastante enrevesadas; * El español-argentina no es así, bien harían de omitirlo si jamás han estado en estos lares más que un par de días. No hablamos como el tango, de hecho, a la mayoría de los argentinos nos pasa de ver las letras con lunfardo del tango como los españoles ven a Don Quijote. Es arcaico, hay que buscar en el diccionario las palabras. Esto no quiere decir que hayamos dejado el lunfardo (también omitieron decir que Uruguay también lo usa, capaz que por desconocimiento), no lo abandonamos. Sencillamente algunas cosas quedaron del lunfardo y otras cayeron en desuso. * Parte de las palabras que le atribuyen únicamente a México se utilizan en Argentina. * La mayor parte de las frases en español-España son desconocidas en los confines del planeta.
Es bueno, pero, lo sentí muy forzado, como si intentarán que cada error es graciosisimo, pero no, hay bestialidades que ni risa dan; así que siento forzado el humor en el libro. Esta bien para leerlo como referencia y no tomarlo como un libro en si (Mi culpa) lo termine hace unas horas, estuvo bien, incluso me resulto un poco cómico algunos significados o referencias que hacían y cuando recordaba las propios me era imposible no soltar mínimo una sonrisa.
Recomendado Masoquistas, no es como para leerlo de u tirón, si no de poco, pero ayuda para aclarar y conocer cosas que (Se los aseguro) no sabíamos de nuestra lengua, me resulto cómodo y amena la lectura, en fin, les escribe una lectora más, cambio y fuera. Las 101 cagadas del Español
Me gustó pero también fue muy difícil de leer. No sé si es una cuestión de sentido de humor - quizá que el sentido español sea muy diferente de lo italiano - o si la lengua utilizada en el libro es de verdad un poquito difícil también para los hispanohablantes.
Hay muchas cosas interesantes. Por ejemplo, la nueva costumbre de escribir espanol@s para no indicar el genero de las personas. Lo have también el libro de español de una de mis estudiantes. Estoy de acuerdo con la autora: es una estupidez porque no se puede pronunciar. Cuando un tío habla, siempre dirá "espanolEs".
Hay también muchas cosas que per un italiano se dan por sentadas: escribir a propósito, por ejemplo.
Muy útiles son los capítulos sobre el por que y lo sobre los pronombres personales.
Un libro que definitivamente,TODOS debemos leer. Escrito con agilidad, un lenguaje fácil,entendible y, debo decir, con una redacción muy creativa que enseña aclara y despeja dudas sobre varias palabras que usamos de forma cotidiana. Hay apartados que se deben leer lentamente porque en el torrente de palabras es facil perderse si no logras navegar en el español. Eso si, si el español no es tu lengua nativa, por favor, no leas este libro.
No esperaba nada de él así que me he llevado una buena impresión. La mayoría de los datos ya los conocía, pero he aprendido algunos otros que desconocía y el uso de alguna que otra errata que cometía mas de lo que me gustaría admitir.
El libro fue una grata sorpresa. Al principio al ver el título, sentí como algo de rechazo por la palabra inexistente y vulgar usada, pero al tener una curiosidad acerca del léxico de nuestra lengua (español) y claramente con la inexplicable razón, en ese momento para que hayan usado esa palabra en el título, decidí darle la oportunidad y valió la pena totalmente.
Un libro muy interesante que nos ayuda a corregir los errores más comunes del español, nos invita a conocer mexicanismos, argentinismos y latinismos y nos indica de dónde provienen algunas de las expresiones más conocidas del idioma de Cervantes. Muy entretenido.
Un bestiario muy ameno e interesante sobre algunos de los maltratos más comunes que hacemos con nuestro rico idioma y además ofrece consejos para no caer en el error.
También ofrece datos sobre el origen de algunas palabras y expresiones, incluyendo otras que parecen estar en el olvido.
Espero que haya una segunda parte, 101 cagadas se quedan cortas, faltaron "mas sin embargo", "ocupo" como sinónimo de necesito, "semáfaro", etc.
Para los que quieran aprender el uso correcto de las expresiones y las palabras a la hora de escribir y hablar, sin pasar por los excelentes pero duros manuales de la RAE, este libro va como anillo al dedo. Su estilo coloquial y en ocasiones hasta desparpajado lo convierte en un lectura amena, además de obligada.
Recorrido por algunos errores comunes del español. Refresca, de manera amena, las incoherencias del hablante, las analiza y las justifica. Cuando leo este tipo de libros, me cuestiono: ¿Por qué no se aprenden estas normas en el colegio? ¿Solo la gente que estudia carreras relacionadas con idiomas o similares está al tanto de lo que pregonan los supremos guardianes del español?
Es un libro muy cortito, ameno y divertido. Una buena herramienta para los profesores de lengua para amenizar los últimos minutos de clase y enseñar a sus alumnos algunos errores comunes o palabras nuevas. Se puede leer de un tirón, pero yo recomendaría que se hiciera poco a poco para saborear mejor las entradas.
Mi vieja aya me contó que allá se halla una vieja haya.
Muy bueno. Excelente por lo corto, por su facilidad de explicar y porque sabe ser tajante con los errores que tienen algunos con respecto al castellano. Eso sí, debería ir más allá pues le faltaron detalles como palabras mal empleadas, neologismos y detalles así. Igual me gustó y lo recomiendo.
Excelente lectura, no solo para profesionales del área de las letras si no que para todos quienes hablamos español. La autora entrega ejemplos concisos y cotidianos que nos ayudarán a mejorar nuestra expresión oral y escrita.