Estamos en 1969. Un hombre de treinta y dos años decide emprender un largo viaje a Oriente para buscar allí la sabiduría, la embriaguez, la espiritualidad y la felicidad que Occidente le niega. Deja a sus espaldas, esperándole en la penumbra de una ciudad de provincias, a la mujer con la que ha compartido todos los sueños y las desiluciones de la Década Prodigiosa. El viajero recorre Turquía, Irán, Paquistán, la India, Nepal, Indonesia, Vietnam y Afganistán. Poco a poco -de lance a lance, de encuentro en encontronazo- su personalidad se transforma. Al mismo tiempo, como falsilla, envoltorio y columna vertebral de este viaje "al fondo de los desconocido para encontrar lo nuevo", Cristina (o Penélope) teje y desteje su incesante trama de amor y desamor con Dionisio (o Ulises). Pero es, como de costumbre, el Destino quien dice la última y sorprendente palabra de esta odisea de nuestro tiempo.
Esta novela quedó finalista del Premio Planeta 1990.
Fernando Sánchez Dragó nació en Madrid en 1936, aunque es hijo adoptivo de Soria desde 1992. Hombre de cultura y formación multidisciplinar que se ha ido formando una larga y respetada carrera a lo largo de su vida. Se considera, con palabras de Baroja, hombre humilde y errante, escritor y viajero. Pretende ser un hombre sin etiquetas, que no tiene ni dios ni ley ni patria ni rey ni frontera ni bandera, que va a pecho descubierto y desnudo por el mundo.
De pequeño ya apuntaba maneras, pues a los cinco años fundó, dirigió y redactó un periódico autógrafo: 'La nueva España'. Licenciado en Filología Románica y Lenguas Modernas (Sección de italiano), ha sido profesor de Lengua, Literatura e Historia de España en universidades de diversos países como Japón, Senegal, Marruecos y Kenia, además de dirigir Cursos de Verano en El Escorial, Almería, Sevilla, Cuenca y Ávila. Como escritor ha cultivado la narración, la reseña literaria, el ensayo y la colaboración en prensa y revistas. Desde mayo de 2001 dirige el Colegio de España en París.
A lo largo de su vida ha sido una persona comprometida con diversas causas, como su intervención en las algaradas antifranquistas de finales de los cincuenta y comienzos de los sesenta, lo que le valió cinco procesos, diecisiete meses de cárcel y siete años de exilio. En su juventud fue un hippy izquierdista de los que se apuntaban a mayo del 68 y se dedicaban a correr mundo con la mochila cargada a sus hombros. Hoy, él mismo se define como anarcoindividualista. Como los años no pasan en balde, Sánchez Dragó ha sabido adaptarse a la evolución de la sociedad, hecho que no sido bien visto por todos. Sin embargo, desde su izquierdismo antifranquista de la juventud hasta su condición liberal –en el sentido amplio de la palabra- de estos últimos tiempos, ha recorrido un camino que le ha conducido hasta llegar al orientalismo espiritual.
Viajero infatigable, ha recorrido cien países. Ha sido enviado especial en numerosos destinos de Asia, África y América como colaborador de prensa. Su vida literaria ha estado frecuentemente ligada con su quehacer en medios de comunicación, tanto visuales como escritos, habiendo trabajado en televisión también en el extranjero, como en la Radiotelevisión Italiana y en la Japanese Broadcasting Corporation (NHK). Ha sido colaborador habitual de El Mundo, Época, Onda Cero, la COPE, y otros medios de información. En 1955 fundó la Revista Aldebarán; de 1963 a 1967, y de 1969 a 1971 fue colaborador de la RAI (Radiotelevisión italiana); trabajó en la televisión japonesa desde 1967 hasta 1971; fue columnista de las revistas en las publicaciones del Grupo 16, donde fundó el suplemento de libros ‘Disidencias’, en la SER, en Radiocadena (donde obtuvo el premio Ondas 1988 por su programa 'El mundo por montera') y en Televisión Española (con programas como ‘Encuentros con las Letras’, ‘Tauromagia’, ‘Biblioteca Nacional’, ‘La Noche - El Mundo por Montera’, ‘La Tabla Redonda’, ‘Negro sobre Blanco’). Actualmente, dirige y presenta en Telemadrid el programa literario ‘Las Noches Blancas’.
Novela de viajes, tanto exterior como interior. Un periplo por tierras asiáticas, especialmente en la India, sirve como base para un recorrido intimista donde se apreciaran diferentes valores y conceptos espirituales. El libro está dividido en diez capítulos que suponen los meses de un año, 1969, que dura esta odisea y su búsqueda de la sabiduría. Hay una inmensa diferencia entre el turista y el viajero, a esta última “especie en extinción” pertenece nuestro caminante y su filosofía de vivir y sentir la vida. Dionisio, el protagonista y el alter ego del escritor (el mismo Sánchez Dragó será unos de los personajes y amigo de Dionisio), describirá sus aventuras y peripecias por estos lares. Sale a relucir la miseria, la pasión, el sentir intenso de las cosas, diferentes sensaciones, las gentes, las costumbres, las drogas, etc., de los lugares por donde pasa. Y, a la vez y en paralelo, se detalla su viaje interior: la busca de la felicidad, el conocimiento, la libertad, la iluminación, el amor y la amistad. Este libro se compone de otras voces narrativas, como la compañera de Dionisio en formato de un diario, o las diferentes cartas que se transcriben.
Un relato que se le con agrado, humor y sensibilidad, y aunque posee algunos puntos más densos, no merman en demasía el ritmo de la historia. Uno de sus mejores características son las numerosas referencias culturales y literarias que están dispersas por todo el texto. Casi todas ellas hacen alusiones a obras literarias y sus personajes, pero con varios guiños al cine, la pintura…
He disfrutado muchísimo leyendo este libro. El autor consigue transportarte a Oriente, a países como India, Nepal e Indonesia. Es un libro lleno de sentimiento y de experiencias, lo que lo convierte en una novela muy entrañable. El amor, la amistad, la espiritualidad, el choque de culturas, las drogas, la soledad y la picardía acompañados de numerosos personajes exóticos aparecen en El camino del Corazón. He aprendido mucho sobre diversos países de Asia con esta novela y lo recomiendo totalmente.
El lenguaje que se emplea es muy poético y con goza de gran sensibilidad; pero como punto negativo, diría que a veces la lingüística se torna demasiado enrevesada y a veces puede resultar muy compleja o extravagante, pero por lo demás, es un libro que merece la pena de principio a fin.
Me compré este libro en el aeropuerto de Madrid antes de volar a la India. El capitulo de Turquía no me gustó mucho pero sí leer sobre la India. El libro lo acabé de leer a los pocos días estando en Delhi y lo encontré ameno. Pensaba que su autor era un aventurero formidable pues, tonto de mí, creí que era una autobiografía de Fernando Sánchez Dragó. También me creí que fue el primer hippy (jipi) español en viajar a la India. De regreso en España me enteré de que el libro no era autobiográfico de Dragó sino plagiado de las aventuras de un aventurero madrileño llamado Fernando Diez, que vivió varios años en la India, sobre todo en Benarés, y aprendió a tocar el sitar y filosofía hindú. Fue Fernando Díez el primer jipi español en la India y el que estuvo en una cárcel india que se describe en el libro. Pero eso Dragó lo oculta y se atribuye los lances de Díez. Por ello Dragó me decepcionó y cambio de emisora de radio cuando él interviene pues con su irrefrenable verborrea siempre cuenta lo mismo: que estuvo en la cárcel en tiempos de Franco, que fue el primer jipi en la India, que es viajero, y otras muchas repeticiones. No obstante otorgo al libro 3 estrellas.
Un chalado haciendo chaladuras pero cuya lectura resulta amena. Con algunos momentos de lirismo y un manejo potente del lenguaje.
El libro retrata a esa gente bien de Madrid que arrasada por el vacío y aburrida de una España que desprecia, necesita experiencias “alternativas” que no dejan de ser sucedáneos, en ocasiones peligrosos, de las certezas que anhela el corazón humano.
Dragó es otro de los maniáticos de la nueva era, que va mudando sus disfraces de un día para otro, siempre teatral, como un vendaval. A menudo inconsistente y siempre mirando a Oriente (nunca “Ad Orientem”, quien quiera entender que entienda). A pesar de presumir de haber leído mucho, a sus años parece muy perdido (de qué ha servido tanto libro). Es un adolescente eterno.
A Sánchez Dragó no hay que hacerle caso en nada fuera de lo literario. No me refiero a sus extravagancias, senda que han seguido muchos literatos, sino a su visión del mundo o sus visiones del mundo. Recuerdo un debate con un socialista donde era todo alucinatorio y estupefaciente.
Pongamos en la balanza también su labor de divulgador literario en multitud de programas televisivos. Eso hay que reconocérselo.
Esta novela despertó mi curiosidad por haber sido finalista del Premio Planeta de 1990. El autor es bastante controvertido, y entiendo por qué: leerlo es como tenerlo delante mientras da una conferencia y vierte sobre ti toda la verborrea que lo caracterizó.
La obra encuentra su mayor fortaleza en los personajes, que son diversos, ricos, bien trabajados y justificados (el Pandit de Bombay, el Espontáneo de Saigón, el Barón Siciliano, etc). Todos aportan al protagonista, y este nos lo remite como si fuésemos su cuaderno de bitácora. De este modo, el lector acompaña a un niño bien del barrio de Salamanca por las temerarias peripecias que se encuentra en Nepal, India, Vietnam... Otro punto a favor es la división de capítulos, la novela transcurre a lo largo de un año natural, con cada mes representado por un capítulo, acompañado de una frase de Kipling, Machado, entre otros. Esto le da bastante personalidad a cada capítulo, siendo, a mi juicio, el mejor el dedicado a la India, "donde reinan los dioses caóticos y descacharrantes de la anarquía, de ahí su encanto".
Los puntos flacos de la novela son, sin duda, las cartas entre Cristina y Dionisio. Son inacabables y se hacen tediosas. El final creo que habría sido mejor si fuese más abrupto, ya que las páginas posteriores al regreso de Dionisio le restan imprevisibilidad.
El libro trata del encuentro y el lector comienza a disfrutar cuando espera expectante el encuentro de Dionisio con el siguiente personaje. El viajero, que no turista, Dionisio crece espiritualmente mediante el encuentro con los distintos personajes. Es en estos diálogos donde se concentra la sabiduría que pretende expresar el autor, formada esta por múltiples referencias culturales de todo tipo. Dragó sin producir nueva sabiduría sabe integrar con relativo éxito en su obra aquella obtenida de tales referencias principalmente orientales. El lenguaje empleado por el autor es abigarrado, repleto de referencias culturales y una obsesión constante por describir todo cuanto acontece. Por momentos parece como si el ambiente exhaustivamente descrito estuviese por encima del proceso de desarrollo interior al que aspira el personaje. Sea como fuere la complejidad narrativa choca con la voluntad de transmitir un mensaje trascendente, únicamente percibido en los diálogos con los personajes donde el ambiente pasa a segundo plano.
Este libro no creo que pretenda entregar verdades ni conclusiones profundas y concretas, se comporta más bien como la propia vida, que no es más que el camino recorrido, que te pone trabas, te da duros golpes, te entrega amistad, sonrisas y conversaciones a la luz de las estrellas. De entre todo ello, eres tú mismo el que debe traducir la maraña en ideas tangibles, debe interpretar a su propio modo y con sus herramientas todas las enseñanzas que pueda, para que no queden los recuerdos en el olvido. "Progresar es conservar. ¿Que sentido tiene la fatua tentativa de modificar el mundo en vez de dedicarnos a profundizar en él sin ponerlo en tela de juicio?" "El viaje es sólo el arte del encuentro y, en última instancia, del encuentro con uno mismo"
Dionisio, desencantado del mayo del 68 en París, decide descubrir las posibilidades vitales, culturales y espirituales de "oriente". Cristina, su pareja, se queda en España y decide escribir la historia de este viaje inicíatico.
Novela de viaje y transformación personal, es la primera que leo de este escritor, a pesar de que llevo muchos años siguiéndole en los medios ya que creo que es un gran comunicador. Muy dinámica y agradable de leer, con una prosa muy parecida a como el escritor habla. Seguiré con su obra.
Es justo lo que pensaba. Escribe bien (al igual que hablaba), pero no dice nada. Es todo pura cáscara vacía. Todos los personajes son él y son excusa para escribir una novela que podría ser un ensayo porque no sucede nada. Se queja de los jipis y es uno. Siempre fue un niño bien rico del barrio Salamanca y nunca se lo quitó. Su chulería y egoísmo siempre fueron por delante.
PD: como marca personal no puede faltar el relato de acostarse (en dos ocasiones, creo) con prostitutas de 14 años. Genio y figura hasta la sepultura.
Главный герой, конечно - по воле автора ли, чисто мое ли это впечатление - довольно отталкивающим получился. Да и вообще, то, что могло бы показаться на первый взгляд гимном "поколению 1968" и прочим "детям цветов", на поверку, по-моему, не что иное, как горькая сатир��. Пока читал, не покидало подспудное ощущение раздражения от традиционных испанских многословия и велеречивости, но по окончании чтения пришло понимание, что, возможно, так и задумано для повышения эффекта отторжения. Ну, и мораль, конечно, довольно печальная и поучительная.
Un viaje a Oriente con la mochila a la espalda, descubriendo camino, destapando sueños. No es solo un puñado de aventuras narradas magistralmente, es un desafío entre el autor y el protagonista principal en ver quien aguanta más caminando sobre el alambre de la vida, sobre los desafíos del viaje en sí. Ambos son la misma voz. Obra de arte.
Personajes que se anticipan demasiado en sus diálogos, incurriendo en una verborragia del sabelotodo que aburre. No hay erótica de la trama; en realidad, todos los personajes, en su pedantería, no funcionan narrativamente porque son como un mosaico que descompone un solo punto de vista: el omnipresente Sánchez Drago. Libro difícil de terminar.
El libreto que me encontré en la casa en la que me quedo en Mallorca. Me moló la sinopsis porque basicamente hablaba de un viaje por Asia y eso mismo ha sido. Muchas veces se enrollaba en palabrería demasiaaaado sofisticada y eso se me hacía algo denso pero overall me ha gustado y más cuando he sabido que es basicamente autobiográfico :))
Este es un libro curioso por varias razones. Fué finalista en el premio Planeta de 1.990. Yo lo compré en 2.006 exactamente en el mes de agosto y lo tengo dedicado por el autor en la Feria del Libro de Madrid de ese año. Cuatro años después vuelvo a comprar el mismo libro en otra de las Ferias del Libro, la de 2.010 y me lo vuelve a dedicar el autor, lo vuelvo a leer en Julio de ese mismo año. Es pues el único libro que poseo que tengo todo duplicado, el libro, la lectura y la dedicatoria del autor, ademas del lugar donde los adquirí. Me dí cuenta de esta segunda lectura cuando llevaba el libro por la mitad, lo que confirma mi mala memoria y el cierto desmadre en que tenía colocados los libros que espero ahora quede resulto. No es de los que mas me ha gustado y prácticamente trata de una serie de reflexiones que el autor se plantea dentro de un viaje a oriente.