A shattering tale of oppression and resistance during Franco’s dictatorship, by a beloved Spanish novelist
“Passion in ordinary lives, sobriety and melancholy are the flavors of Delibes’s writing . . . with a profound empathy for nature and the poor. . . . The Holy Innocents [is] a ferocious story.”—The Guardian
Named One of the Best 100 Spanish-Language Novels of the Twentieth Century (El Mundo) • Adapted into an Award-Winning Film by Mario Camus
In the arid province of Extremadura in 1960s Spain, life on a country estate carries on as it has for wealthy landowners live in luxury while workers endure lives of poverty and humiliation. Amid this exploitation and injustice live Régula, an estate’s gatekeeper, and her husband, Paco, the hunting attendant of the contemptuous Señorito Iván. Régula’s brother Azarías toils as a farmhand, but he prefers chasing tawny owls at night, training his pet jackdaw, and caring for his young niece, who is bedridden. When Paco is injured, the nature-loving Azarías is forced to take over as hunting attendant. But after Señorito Iván commits an act of enormous cruelty following an unsuccessful hunt, it is only a matter of time before the simmering tensions between the aristocracy and the workers explode.
A perennial Spanish classic, translated into twelve languages but never before into English, The Holy Innocents is a searing tale of human cruelty and alienation, in which resistance and liberation are not just necessary but possible.
Miguel Delibes Setién was a Spanish novelist, journalist and newspaper editor associated with the Generation of '36 movement. From 1975 until his death, he was a member of the Royal Spanish Academy, where he occupied letter "e" seat. Educated in commerce, he began his career as a cartoonist and columnist. He later became the editor for the regional newspaper El Norte de Castilla before gradually devoting himself exclusively to writing novels. He was a connoisseur of the flora and fauna of Castile and was passionate about hunting and the countryside. These were common themes in his writing, and he often wrote from the perspective of a city-dweller who remained connected with the rural world. He was one of the leading figures of post-Civil War Spanish literature, winning numerous literary prizes. Several of his works have been adapted into plays or have been turned into films, winning awards at the Cannes Film Festival among others. He has been ranked with Heinrich Böll and Graham Greene as one of the most prominent Catholic writers of the second half of the twentieth century. He was deeply affected by the death of his wife in 1974. In 1998 he was diagnosed with colon cancer, from which he never fully recovered.
pienso en la cantidad de señoritos iván que habrán leído este libro a lo largo de estos 40 años y no se habrán visto retratados, ya sea por lo añejo del relato o lo rural de las circunstancias.
la contemporaneidad en ‘los santos inocentes’ es como la termita en la madera; no se ve y nos está comiendo.
El concepto de “santos inocentes” mutó su significado a partir de la publicación de esta novela. Del original sentido bíblico que se refiere a los niños masacrados por Herodes el grande, pasó a ser un apelativo que describe a los seres más débiles de la sociedad, no sólo por su condición de pobreza sino por sus limitaciones intelectuales y su indefensión ante cualquier tipo de abuso físico o emocional. El sentido noble del término proviene de su admirable mansedumbre y su cristiano sentido de resignación ante el mal que les rodea.
Publicada originalmente en 1981 “Los santos inocentes“es una novela corta que muestra una construcción sofisticada, un estilo narrativo muy original y una crítica punzante. Sus cualidades técnicas son capaces de despertar asombro incluso en aquellos lectores más críticos que cuentan con un tiempo considerable dedicándose al análisis de la literatura. No obstante, el indudable carácter social de su historia será el motivo de mayor impacto, generando simpatía o rechazo por sí mismo. La obra se ambienta en un cortijo español de Extremadura (zona fronteriza conocida como “la raya”) durante la época de la dictadura, y la trama no nos ofrecerá eventos del todo amables, sino sucesos trágicos y penosos que indudablemente invitan a la reflexión.
El personaje de Azarías posee una notable profundidad. Se trata de un hombre simple, descuidado y torpe, cuyas limitaciones intelectuales lo colocan en el fondo de la escala social. Sin embargo, este pobre tonto parece entender mejor que nadie la conexión que une al hombre con la naturaleza; vinculo que se expresa mediante su amistosa relación con las aves a quienes cuida con gran recelo. Es importante hacer notar que la ingenua sensibilidad de este hombre no se limita al aprecio de los animales, sino que se muestra igualmente capaz de ejercerla con los seres humanos, especialmente con su sobrina, una jovencita que tristemente sobrevive padeciendo un estado vegetativo.
Por otro lado, los matices que humanizan a Azarías son sus comportamientos chocantes, entre ellos el de tener un sentido bastante torcido de la higiene, y el poco decoro que muestra en torno a las funciones fisiológicas más elementales. De tal manera que a sus semejantes no les queda otra que tolerar los agravios a las buenas costumbres disculpándolo por su innata idiotez, misma que apenas le permite cumplir con las ocupaciones más despreciables que cualquier otro peón del cortijo desearía evitar.
La técnica narrativa es bastante peculiar. Pareciera como si cada capítulo fuera conformado por una sola y gigantesca frase. De esta manera, Miguel Delibes separa sus prolongados enunciados utilizando el recurso del espacio y gracias a ello facilita la asimilación de un estilo que de otra manera sería demasiado extravagante. Para redondear su audacia, el autor desarrolla un modelo de puntuación fuera de lo común que consiste en el prominente uso de la coma, la casi total ausencia del punto, y el abuso de la conjunción “y”. Con estos recursos, el narrador de “Los santos inocentes” imita el rústico lenguaje oral de un autóctono que conoce todos los detalles de la historia y se muestra ansioso por revelarlos. Y aunque en su atropellada forma de narrar falle en su sintaxis, será capaz de hilar de forma congruente. Podría decirse que en su rareza este narrador es impecable.
Es verdad que las primeras frases de cada capítulo son intimidantes y representan un reto magnífico para los lectores experimentados que crean que ya lo han leído todo. Sin embargo Delibes es un escritor breve y conciso que no escribe una palabra de más. Esta novela consta de un poco menos de doscientas páginas, pero nos parecerá más extensa por su estética modernista, sus modismos orales, sus vacíos de información y su estilo indirecto de narrar. Delibes no es un escritor fácil de abordar, pero no por ello habremos de guardarle excesivo respeto.
El lector más audaz descubrirá que el licencioso estilo ortográfico no es el principal causante de la dificultad de esta novela. Sino que el elemento que nos hará avanzar lentamente con nuestra lectura es el lenguaje rural que incluye los modismos y la jerga propia de los campesinos españoles (un elemento bastante extraño especialmente para el lector no oriundo de la península ibérica). ¿Recuerda usted el estrafalario vocabulario de Juan Rulfo? pues aquí tenemos a un escritor similar, tanto en lo exótico como en lo talentoso.
La cuestión es la siguiente: los lectores de hoy desconocemos por completo los términos campiranos que los antiguos dominaban. Es decir, los nombres de las plantas y los árboles; las distintas especies de aves, los detalles de la arquitectura y muchas palabras que hoy suenan tan ajenas como trocha, atalaya, grajo, aseladero, guijo, tabuco, moeda, madroño, azuela, colodrillo, solana, zurita, vaguada, cárabo y otras tantas. Esta novela nos ayudará a enriquecer nuestro vocabulario; pero esa cualidad será al mismo tiempo nuestro principal obstáculo pues nos obligará a consultar constantemente el diccionario. No es que Delibes utilice un lenguaje arcaico, sino que sus palabras pertenecen a un mundo que está siendo absorbido por la implacable modernidad urbana. Si este universo lingüístico nos parece ajeno, es porque nos ha sido arrebatado.
Mal haríamos los lectores de hoy esperando que los libros de Miguel Delibes, Juan Rulfo, o William Faulkner se expresen con la simpleza del lenguaje citadino posmoderno. Por el contrario, deberíamos exigir que los nuevos autores les imiten y rescaten esas palabras que describieron el mundo hermoso que ahora mismo se enfrenta a la amenaza de la extinción.
Así pues, todo este embrollo literario sirve como pretexto para denunciar el sometimiento que ha sufrido la clase campesina a manos de los terratenientes. En ese sentido los personajes de Paco el bajo y su esposa Régula son quienes llevan la batuta. El primero cuando pone al servicio de sus amos sus inusuales habilidades para la caza cumpliendo la función de un sabueso. La segunda, porque sufre la deformación de sus dedos a consecuencia de trenzar y trenzar hebras de esparto (una fibra que sirve para manufacturar sogas y tapetes). Ambos personajes se resignan a su suerte invocando la frase más insistente de todo el libr:
“A mandar señorito, que para eso estamos“.
A menudo se considera a Delibes como un aficionado a la cacería. Pues bien, tras leer este libro no estoy tan seguro de apoyar tal aseveración. Ciertamente nuestro escritor conoce a fondo la técnica y la terminología, pero se muestra empático con el sufrimiento de los animales y con las personas que los aprecian, evidenciando la crueldad y la fanfarronería de aquellos que encuentran divertida esa actividad. ¿cómo puede ser simpatizante de la cacería quién escribe una historia semejante?
En resumen “Los santos inocentes” es una novela muy sofisticada, con un estilo extravagante, repleta de palabras desconocidas y personajes muy humanos, ofreciendo además una implacable crítica social que sacudirá al lector (especialmente durante el recio desenlace). Estos elementos característicos de la literatura avanzada podrían atragantarse en el gusto de los lectores más jóvenes o de quienes buscan lecturas fáciles y entretenidas. En consecuencia, este libro deberá recomendarse solamente a quienes se consideren capaces de asimilar la originalidad literaria de un escritor tan singular como lo fue el maestro Miguel Delibes.
Libro duro, que a ratos indigna y a ratos emociona, y de obligada lectura para conocer cómo era la España de esa época. La película es magnífica también.
Una historia cruda de la España rural contada con maestría. Una familia humilde soporta, muda como una hache, el maltrato de su señorito, hasta que ese silencio es interrumpido, sin palabras, por el más inocente y desamparado de todos. Algunos personajes se quedarán en mi memoria, también una voz que dice: “milana bonita, milana bonita”.
Há um ano por esta altura, li um livro muito enternecedor, “Platero e Eu”, de Juan Ramón Jiménez, onde o poeta falava do afecto pelo seu burro, e este ano, sem saber ao que ia, leio a história de Azarías, um homem do campo com um evidente atraso mental (e não me corrijam com a nomenclatura actual porque o digo sem malícia) que tem uma relação muito especial com os pássaros.
e todos no pátio riam em coro, como corujas, e a Lupe então não é que este mequetrefe está a chorar por aquele pássaro mal-cheiroso, e o Azarías, a milhana tem febres e o menino não dá licença que eu vá dizer ao Bruxo do Almendral, e vai de mais uma gargalhada, e mais uma, até que, finalmente, o Azarías, atrapalhado, desatou a correr, foi para o pátio e urinou nas mãos e, depois, entrou no estábulo, sentou-se no chão e pôs-se a contar em voz alta as carrapetas das válvulas tentando acalmar-se,
Azarías, depois de muitos anos a trabalhar na propriedade do menino de Jara, é friamente dispensado e acolhido pela irmã, Régula, na propriedade do menino Iván, onde vive com o marido Paco, o Baixo, conhecido pelo seu faro de perdigueiro, com os seus dois filhos adolescentes...
e Azarías, e os rapazes? e ela, ae, estão na escola, onde queres que estejam? e ele, o Azarías, mostrava por instantes a ponta da língua, grossa e rosada, voltava a escondê-la, saboreava-a um bocado e no fim dizia, o mal é teu, depois não servem para criados nem para doutores, e a Régula, ae, eu pedi-te a opinião?
...com a filha deficiente, a eterna Menina Pequenina, e com Nieves, a mais nova, tão esperta que “até vê crescer a erva”. A instrução é, aliás, um tema recorrente em “Os Santos Inocentes”, visto que “até a própria Senhora Marquesa, com o propósito de erradicar o analfabetismo da herdade, mandou vir durante três Verões consecutivos dois meninos da cidade para que (...) os juntassem todos no pátio dos estábulos, os pastores, os porqueiros, os varejadores, os arrieiros, os ganhões e os guardas”, para depois poderem exibir o progresso do povo aos seus amigos estrangeiros nas caçadas.
e o menino Iván, chiu!, agora não o distraiam e Paco, o Baixo, coagido pelo silêncio expectante, traçou um rabisco no reverso da factura amarela que o menino Iván lhe desdobrava em cima da toalha, comprometendo os seus cinco sentidos, dilatando as suas narinas achatadas, uma assinatura tremelicante e ilegível
Tenho um imenso respeito por Miguel Delibes que consegue dar a este pateta alegre e a toda a sua pobre família uma dignidade que vai para lá do meio, da classe, do grau de instrução e de todas as humilhações a que são sujeitos pelos senhores que os exploram e desprezam. Não há sobranceria nem troça, apenas humanidade neste retrato da Espanha rural dos anos 60, apesar dos vários episódios humorísticos.
e, nisto, apareceu à porta de casa, debaixo da parreira, o Azarías, descalço, os pés sebentos, as calças pelos joelhos, sorrindo com as gengivas, arrotando como um animal, e Paco, levemente irritado, apontou-o com um dedo formalmente, este aqui, é o meu cunhado, disse, e o menino Iván analisou atentamente o Azarías, tens uma família mesmo escolhida a dedo, comentou,
Por outro lado, não se sente quase a presença do autor aqui, porque ele deixa que sejam as personagens a dominar a narrativa, com diálogos colados à oralidade, mas tudo composto num estilo apuradamente literário. “Os Santos Inocentes” não é um livro maniqueísta em que os ricos são os maus e os pobres são os bons, visto que há uma gradação nos habitantes dos dois mundos; nem sequer moralista, apesar do final que todos os leitores decerto desejam e não têm coragem de admitir. A propósito, façam da introdução a esta obra a sua conclusão, como sempre, porque também aqui se conta mais do que se deve.
e a sua indignação chegou ao cúmulo quando, certa noite, o menino Lucas lhes desenhou com primor um H maiúsculo no quadro e (...) avisou, muito cuidado com esta letra; esta letra é um caso insólito, não tem precedentes, amigos; esta letra é muda, (...) Facundo, o Porqueiro, cruzou as manápulas sobre a barriga proeminente e disse, que quer dizer com isso de ser muda?, se virmos bem as outras também não falam se nós não lhes emprestarmos a voz, e o menino Lucas, o alto, o das entradas, não tem som, gaita, é como se não estivesse, não serve para nada,
Milana bonita, milana bonita... Desde que vi la adaptación cinematográfica de esta novela, quise leerla. Ninguna decepciona, de hecho es una de las mejores experiencias libro/película que he tenido. La película es formidable y le hace justicia al libro. Logra capturar más que su espíritu: los personajes están fielmente reproducidos, la atmósfera está bien lograda y el ritmo es muy fiel. Y esto es porque esta novela publicada en 1981 es un portento. La forma en la que Delibes recrea un espacio-tiempo (el campo de la Extremadura de los años sesenta) roza la perfección; el retrato puntilloso de cada personaje es de tal brillantez que, mientras lees, se van encarnando y las palabras se van convirtiendo en seres frente a tus ojos. Y es que Delibes exhibe no solo un profundo conocimiento de la idiosincrasia de ese espacio rural atávico, a medio camino entre lo feudal y la Modernidad (de hecho, retrata los últimos respiros de una sociedad feudal), sino que demuestra un amplio dominio del lenguaje. No son solo los coloquialismos reproducidos con suma exactitud o la terminología casi técnica del campo, sino el tallado de la palabra, con un uso justo y preciso, que imita ese flujo verbal de la oralidad. Pero no solo eso. A la vez que imita el ritmo y morfología de la lengua hablada, también estructura una narración en tercera persona con un narrador omnisciente que parece ser la gran voz de todos los personajes. La Régula, El Azarías, Paco el bajo, el señorito Iván... todos parecen estar detenidos en el tiempo, presos de un presente que cada día parece más un pasado. La familia de empleados serviciales y pisoteados que respetan la jerarquía, versus el terrateniente y la burguesía del campo que se niegan a ceder sus privilegios. Lo único de moderno que aparece por allí es un Land Rover, de no ser por ello no caeríamos que estamos bastante entrados en el siglo XX, en Europa occidental. No lo haríamos hasta que el señorito Iván se queja de "la nueva juventud". Ellos son los agoreros de los nuevos tiempos: ya no será más el señorito de sus empleados. ¿Habrá justicia, aunque sea poética? Para ello hay que llegar al final de esta novela. Completamente recomendada y la película dirigida por Mario Camus, también. (Y si quieren saber qué o quién es milana bonita).
El año pasado fue cuando descubrí a Delibes y me enamoré profundamente de “Cinco horas con Mario” y de “El camino”. La película de “Los santos inocentes” ya me parecía una obra maestra desde que la vi, así que di por hecho que el libro también me dejaría sin palabras, pero... no ha sido así.
Esta obra es una novela corta y solo profundiza en tres personajes protagonistas (Azarías, Paco el bajo y el señorito Iván) dejando de lado los muchísimos personajes secundarios que dan cuerpo al universo creado por Delibes. Además, en mi opinión, se centra en Azarías demasiado y las descripciones de todo lo que hace son tan escatológicas que, como lector, llega a sentirse cierta repugnancia por el libro. Entiendo que la finalidad de estas descripciones es trasladar el ambientes de miseria humana y económica del entorno de estos trabajadores... pero creo que el autor se pasa de rosca.
Semánticamente me ha parecido un libro algo farragoso. Es cierto que en las otras obras de Delibes que he leído hay un gusto por la exhibición constante de muchas palabras y expresiones propias del mundo rural, pero aquí es tan excesivo que hace que desde 2020 sea bastante complicado entender muchísimas frases plagadas de vocablos tremendamente específicos para referirse a plantas, armas, herramientas o técnicas de caza.
Sé que el autor era un enamorado de la caza y que eso se refleja mucho en su obra... pero aquí, aún siendo una novela corta, habla demasiado sobre ese asunto y con un nivel de profundidad imposible de comprender para alguien no iniciado.
Sé que lo que voy a decir no es algo que se escuche mucho en el mundillo literario pero, para mí, es muchísimo mejor la peli que el libro.
4.5*. No es una lectura fácil y tampoco considero que sea para todo el mundo. Pero si conseguís pasar el primer capítulo y haceros con el estilo del autor os veréis sumergidos en una historia profunda, cruda y realista. Los Santos inocentes es una crítica social situada en la Extremadura profunda de los años sesenta. Una época en la que estaban más que establecidas las jerarquías sociales y cada uno tenía asumido su papel en la vida y a lo que podía, o no, aspirar. Mientras unos disfrutaban de privilegios e impunidad otros vivían en la miseria y el abandono. Resulta sorprendente cómo los protagonistas soportan las crueldades y abusos de los señoritos y cómo realizan cualquier tarea que les sea encomendada sin queja ni duda, como si estuviese establecido que ellos están ahí para servir, ver oír y callar. Una historia que me ha emocionado e indignado a partes iguales.
Este libro lo debería leer todo el mundo. Es una crítica a la sociedad española del siglo XX; pero más que a la sociedad, al sistema de clases y el estado de pobreza y servidumbre que vivieron y sufrieron muchos campesinos durante el Franquismo. Además, está escrito de una manera muy original, sin párrafos y sin signos de puntuación. Al principio, esta forma de relatar la historia de una familia de criados en la Castilla de los años 60, es un poco difícil de seguir, pero después uno se acostumbra al estilo. Impresionante.
Retrato de una España dirigida por caciques, los señoritos mostrando un desprecio absoluto frente a la clase pobre, casi vasallos sin derecho a nada. Azarías es un pobre anciano discapacitado que adora a los pájaros, un alma bondadosa al servicio de los señores de la localidad. Nada más empezar la historia se mastica el drama, muy recomendable, como todas las novelas de este autor.
Desgarrador retrato de la pobreza económica y moral de los años sesenta, que además supone una brutal crítica a la alta sociedad de la época, representada en esta novela por medio de unos señoritos, propietarios de un cortijo extremeño y propietarios, también, de una familia de campesinos. Imposible no sentir rabia ante los abusos y desprecios del señorito Iván, mas también impotencia por ese servilismo casi inhumano del Paco y su mujer la Régula, que con sus hijos y el hermano de ella, Azarías (¡milana bonita!), mueven inevitablemente a la compasión del lector. El final, para enmarcar.
Sin duda una lectura interesante, sobre todo los dos últimos capítulos han sido muy buenos, y la moraleja que la historia te deja al final me parece muy top, es uno de mis lemas de vida. Aunque por otra parte también pienso que esta es una historia a la que se le podría haber sacado mucho más provecho, porque todo lo que hace la mayor parte del tiempo es prepararte para ese final y presentarte a los personajes, pero le faltan más sucesos interesantes, me deja esa sensación, que todo esto daba juego para mucho más, tal vez el problema es que sea un libro demasiado corto.
Creo que tengo la película tan interiorizada que me ha costado sacar una mejor imagen de la novela, los protagonistas de la película, para mí, siempre serán Alfredo Landa, Terele Pávez y Francisco Rabal.
Independientemente de las caras y las voces que les pongamos a cada uno en nuestras cabezas la crítica social a la España de la época es irrefutable y la pena es que en algunos sitios (ni tan lejanos ni tan extraños) aún se sigue dando de manera similar, la imagen del señorito sigue estando muy vigente, por desgracia cada vez más.
No me puedo creer que no haya leído este libro hasta ahora (bueno, escuchado). Pero la culpa la tiene el hecho de que en Bachillerato una de las lecturas obligadas fueran las obras de Miguel Delibes. A mí me tocó Las ratas, y al ser obligado no me sentí muy motivada para que me gustara. No recuerdo muy bien cual fue mi reacción (creo recordar que lo leí como de pasada, solo el título me daba repelús).
Esta es la historia de los habitantes de un cortijo extremeño a mediados del siglo XX: Paco El bajo, un jornalero leal hasta la médula y muy servicial, demasiado; de Régula, su sensata mujer; de Azarías, el hermano de esta, con una minusvalía mental, que se ha convertido en la imagen del libro; del señorito Iván, el amo del cortijo y de sus habitantes.
Hace unos meses vi en televisión la película dirigida por Mario Camus y protagonizada por Alfredo Landa como Paco, Francisco Rabal como Azarías, Juan Diego como el señorito Iván y Terele Pávez, como Régula. Y este año me propuse leer el libro. Lo tengo en mi biblioteca desde años ha; bueno, en realidad, en la de mis padres. Y me dije, de este año no pasa. Y no ha pasado, pero en formato distinto.
Cuando vi que estaba incluido en mi suscripción de Audible Unlimited, me decidí por este formato para aprovechar los viajes en coche (harta de los cortes de publicidad en las emisoras de radio, que siempre coinciden con mi trayecto a y desde el trabajo). No las tenía todas conmigo, tras la última experiencia con este formato, pero ha resultado todo un acierto.
La historia es bien conocida: una crítica social de la vida en un cortijo de aquellos años, donde el señorito era el amo y señor de todo y de todos, los trabajadores eran prácticamente sus esclavos, sujetos a sus órdenes y caprichos. Es un libro que envuelve al lector en un lenguaje prolijo, con palabras y términos que no conoce pero que sí entiende. El lector se encariña con Azarías y su milana (Milana bonita, milana bonita), odia y desprecia al señorito Iván, daría de tortas a Paco para despertarle. El prólogo de Manuel Vilas realizar un análisis perfecto del libro.
Con respecto al audiolibro, la experiencia ha sido francamente muy buena. Ha sido un placer escuchar este libro narrado por Jordi Llovet. El cambio de registro de su voz cuando interpretaba (porque no se puede decir de otra manera; no leía, interpretaba) a Azarías es de poner los pelos de punta.
Los Santos Inocentes pone en la palestra a la sociedad rural de la posguerra, y el retrato es demoledor. Una época más cercana a la Edad Media que a los tiempos modernos, donde los terratenientes imponían su ley, y sus subordinados eran meros figurantes despojados de toda dignidad. Y ni unos ni otros se dan cuenta de los excesos porque....toda la vida de Dios ha sido así.
Por otra parte, el estilo narrativo choca, y exige al lector, sobre todo al principio. De ahí que le pillara cierta manía a Delibes en mi época estudiantil. Es como si cada capitulo fuera una única escena, sin transiciones. Lo que en el cine se llamaría un plano secuencia.
En definitiva, una obra que esconde mucho más de lo que parece a simple vista. De esas que mejoran con cada relectura.
"Paco, el Bajo, se retorcía en el suelo [...] ni podía responder, que el golpe en el pecho le dejó como sin resuello y, tan solo, se señalaba la pierna derecha con insistencia, ¡ah, bueno, si no es más que eso...!, decía el señorito Iván"
Retrato crudo y fiel de la España rural de los años 60. La brutalidad con la que la clase alta trataba a la baja aparece de una manera muy bien descrita, la figura de Azarías me ha encantado, y el final... Menudo final. Impresionante.
Me lo leí porque me recomendaron la película y, sabiendo que era una novela de Delibes y que estaba escrita de una manera curiosa (sin puntos, usando solamente comas) no pude resistirme a leer el libro antes.
Al enterarse de que estaba leyendo este libro, mucha gente me respondía “ahhh, el de milana bonita”. Creo que esta frase se ha quedado grabada en la mente de todas las personas que se han acercado a esta historia, ya sea a través de esta espléndida novela o de la película que ahora tengo pendiente. Cultura popular.
En esta relectura me he emocionado y me he sorprendido aún más que la primera vez que lo leí. ¡Qué pluma tenía, Delibes! Qué bien sabía escudriñar en la sociedad y en las almas. Qué gran capacidad, además, para pintar paisajes, para evocar cada olor y cada forma del relieve. Como escuché el otro día en un podcast, Delibes es un buen escritor de la ficción emocional. Es difícil no sentir compasión o rabia cuando uno se topa con Azarías o con el Señorito, respectivamente. Delibes consigue evocar ese ambiente de opresión y esa diferenciación social de la que tanto me hablaba mi abuelo Aurelio y que tanto hemos sufrido en nuestra tierra, Extremadura.
Estoy feliz! Hoy comparto con vosotros que me he quitado un trauma que desde el instituto me acompañaba. La manía que le tomé a Delibes. No sé si porque el libro que nos hicieron leer (éste, por cierto) no lo entendí en su día, o que en ese momento me motivaban otros temas y (eso también puede ser), o que no conecté con la profe o ... a saber! El caso es que afortunadamente en mi vida siempre encuentro la oportunidad de cerrar círculos y sanar heridas, y cuando mi estimado grupo de #addctxslcs liderado por @emilianopatinodoval propuso esta lectura no dudé en apuntarme. Al lío: España franquista. Durante la década de los sesenta, una familia de campesinos vive miserablemente en un cortijo extremeño bajo la férula del terrateniente. Su vida es renuncia, sacrificio y y obediencia. Su destino está marcado, a no ser que algún acontecimiento imprevisto les permita romper sus cadenas.
Usaré mis recuerdos del instituto para aportar algunos datos sobre la narrativa de después del 36... jajaja... ilusos... no me acuerdo de nada, voy a Googlear. Va, en serio. Después del 36 comienza una narrativa que se acordó denominar "novela realista existencial" donde los personajes se enfrentaban con crudeza a los cambios sociales ya sea en entornos rurales o urbano (ahora me viene a la cabeza "Nada" de Carmen Laforet). Aquí también Delibes aporta alguna novela. Después de los 50, con la novela social, la narrativaa tiende a ser más crítica ante las desigualdades. Delibes sigue aportando. Es en los 60 cuando se empieza a experimentar (no sólo en literatura, ya tú sabes). El argumento, aunque siga siendo la crítica social, deja de tener tanta importancia en favor de las técnicas narrativas (uso personal de los signos de puntuación, uso del lenguaje coloquial, monólogos interiores en los que los personajes reflexionan sobre su devenir... A partir de los 75, se vuelva a una concepción más clásica del relato. Aunque los autores ya manejan las técnicas de las que os he hablado. Así aparece "Los santos inocentes" donde Delibes reivindica los valores de la España rural, marcando las diferencias sociales, pero con una narrativa sencilla (superamos los 60...) y eso sí, asumiendo unas peculiaridades narrativas. Durante la novela el autor nos expone sus ideas sobre la cultura, la religión, la pasión por la caza, la conexión con la naturaleza y los animales, la sumisión e insumisión al poder e incluso el respeto (o no respeto) y amor al prójimo. Para ello utiliza una gama de personajes algunos principales, como Azarías, Ivan el señorito (ojú, la manía que le he dejado de tener a Delibes se la he tomado a este personaje) y Paco el Bajo, y algunos secundarios, como Regula, Quirce el hermano, o la niña Chica.
He disfrutado de la lectura más de lo que jamás pude imaginar y aunque Delibes, a partir de ahora , tiene todo mi respeto y valoración, de momento lo dejaré cazar por otros cotos. #untraumamenos
“Los santos inocentes” es una crónica que refleja la sociedad de la España más profunda durante el franquismo. En esta novela podemos ver muy claramente diferenciados los personajes que pertenecen a un estatus más alto en la sociedad, los señoritos; y a los personajes más pobres y sirvientes de los primeros. A lo largo de esta novela, bastante corta en extensión, podemos apreciar varios temas como son: la opresión de los más pudientes hacia los menos, el analfabetismo, las humillaciones que sufrían los sirvientes día a día, el papel de la mujer en la sociedad, lo que suponía tener en la familia a una persona con problemas mentales…
La novela cuenta la historia de una familia de campesinos que viven bajo el yugo de sus señores y tienen que estar siempre dispuestos a hacer lo que sus señores les ordenen.
La forma en la que Delibes escribió esta novela nos ayuda a meternos más en esa España profunda, ya que está escrita con un lenguaje vulgar y sin puntos ni aparte, solamente sangrías cuando son diálogos.
Es fácil encariñarse con Paco el Bajo y Azarías, deficiente mental cuya mayor ocupación es cuidar de su milaña bonita, una grajilla que cuida desde su nacimiento. Por otro lado, el desprecio y el odio que he cogido al señorito Iván es increíble. Su comportamiento tan injusto con sus sirvientes, sin ningún tipo de simpatía ni aprecio hacia ellos, solo movido por su propio egoísmo e intereses.
Ha sido toda una sorpresa de libro. Si que es verdad que al principio me descoló la forma en la que está escrito, pero una vez que te acostumbras la lectura es ágil y rápida. He disfrutado mucho con la historia y quiero seguir leyendo más libros de Miguel Delibes.
Fue una lectura obligada en el colegio y se me hizo muy cuesta arriba.
Una canción actual dice eso de "No eres tú, no eres tú, no eres tú... soy yo", pues con Los Santos inocentes me ocurrió algo parecido. Fui yo el que en aquella época no estaba preparado para abordar una lectura que me superó tanto en la forma como en el fondo.
Conocida por su excelente adaptación cinematográfica: uno de los pocos casos en que ambas, película y novela son igual de buenas, cada una en lo suyo (¿alguien ha dicho "El club de la lucha"?). El estilo es soberbio, inmejorable con un dominio del español a la altura de los grandes. Quizás para mí lo malo sea el tono de los personajes, pelín maniqueo y un final demasiado abrupto (la historia daba para más). Pero vamos en general una obra sobresaliente. Para quitarse la boina.