Un ensayo certero y con un enfoque novedoso sobre el uso y el abuso de la palabra «fascismo» en la actualidad.
Este breve ensayo no pretende dilucidar si es riguroso o no usar la palabra fascismo en los años veinte del siglo XXI. Tampoco analiza si se abusa de ella como estrategia electoral. Se pregunta en cambio por la emoción política que mueve a quien la utiliza para señalar a un adversario, y disecciona, con un argumento sorprendente y luminoso, el carácter siniestro que esconden las lecturas contemporáneas del pasado que recurren a la historia como profecía y advertencia.
Un texto que hubiese sido perfecto como artículo para un diario, con un tema interesante y un enfoque solvente pero que se ha alargado para caber en un Cuaderno Anagrama. Acaba siendo algo insípido a pesar de las referencias filosóficas y literarias. Me esperaba más profundidad intelectual.
Hay muchos ensayos poco interesantes y sólo un puñado de ensayos originales. Entre los segundos (como también entre los primeros), menos aún están bien escritos, diríamos.
Este libro es ligero y brutalmente sugerente; es, en efecto, la aguja en el pajar.
Regular planteado, peor argumentado. Un politólogo intentando hablar de historia sin ser consciente de sus limitaciones, de su ignorancia. Desrrecomiendo.
Ensayo interesante que plantea uno de los grandes problemas que tiene la disciplina histórica, la disolución del significado de los términos ya que ésta carece de una terminología propia. Concuerdo con algunas cosas que expone, pero en otras difiero absolutamente ya que una gran parte de las cosas planteadas poseen muchos matices a lo que expone. Aun así, una lectura recomendable por lo interesante del planteamiento.
Me quedo con el mensaje (los fines reales de la Historia como ciencia, la banalización de la palabra <>, el falso Brecht) y voy a quedarme con ciertas reflexiones para usarlas como arma arrojadiza en la cena de Navidad.
Sin embargo, admirando la capacidad del autor para hablar del uso semántico de dicha palabra y, al mismo tiempo, aportar mucha información histórica, creo que el cuaderno no está muy bien estructurado y la argumentación acaba siendo caótica.
Poco profundo, repetitivo y mediocre. Entiendo todo lo que dice de que no podemos predecir el futuro, pero igualmente hay que estar con ojo avizor con cada acción que toma el gobierno. Por ejemplo, si hoy te exigen trabajar una hora demás y tu lo aceptas sin rechistar ¿ Qué te asegura a ti que mañana no te exigen trabajar dos horas demás en vez de una? Ciertas decisiones políticas buscan encontrar hasta que punto se puede apretar al ciudadano, para ver cuánto aguanta y bajo qué condiciones mínimas puede vivir sin rebelarse. Pensemos en las leyes que regulan la inteligencia artificial, hay un vacío legal completamente ignorado, vamos dejando pasar las cosas hasta que llega un momento donde los artistas han perdido sus trabajos y una gran parte del mundo es lo suficientemente tonta como para haber perdido la capacidad de tener una actitud crítica o elaborar textos con un mínimo de coherencia. Que quiten una bandera lgtb de un ayuntamiento no significa una vuelta al fascismo, eso lo sabemos todos (o eso cabría esperar) pero así es como funciona la democracia, se apoya en el terror del pueblo a la vuelta de los totalitarismos y la barbarie que viene acompañada de ellos, manteniéndonos en un constante estado de alarma que muchas veces nos lleva a caer en ideologías que no son mucho mejores que aquellos sistemas que pretendemos evitar. Si muchos usan la palabra "fascismo" no siempre es con el objetivo de arreglar lo que ocurrió en el pasado (como dice el autor), sino que se encuentran totalmente aterrorizados de que algo parecido vuelva a ocurrir.
Mi problema principal es que el autor tiene una visión bastante negativa sobre la historia, cuando en gran parte esta nos salva de caer en la ignorancia o en ciertas ideologías. Cuando se desata una guerra (como las que están ocurriendo actualmente) muchos corren a posicionarse en uno de los lados sin apenas tener en cuenta ninguna de las historias de dichos países, lo que provoca un aumento en el odio esparcido hacia el bando contrario. La historia es una herramienta que usada correctamente nos ayudará a evitar masacres inhumanas como las experimentadas a lo largo de los siglos, como dice ese famoso refrán: "Aquel pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla."
Ya que veo que al autor le gusta citar a Hannah Arendt , espero que sepa que dicha autora propone una teoría política que podría llegar a contradecir su visión de las cosas. Arendt defiende un republicanismo democrático donde los ciudadanos toman un papel activo en la política del país, donde el intercambio de la palabra logra un verdadero cambio en la sociedad. Su visión parece apoyar el señalar los cambios que puedan atisbar un indicio de coerción de la libertad y a interesarnos por lo que sucede en nuestra sociedad, su pensamiento nos anima a no "dejar pasar las cosas" (mensaje que parece totalmente contrario al que da el autor en este libro).
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En este breve ensayo, Gerchunoff sostiene que describir fenómenos actuales con el rótulo "fascismo" es inapropiado y hasta "siniestro". La idea es que las evocaciones que acompañan al término sugieren una cierta teleología, según la cual el fascismo es previsible y--por lo tanto, en cierto sentido--responsabilidad de quienes no lo previenen.
El libro está muy bien escrito, es corto y de agradable lectura. El argumento es interesante, pero no es revelador. El autor se enfoca solamente en un costado de la discusión sobre la aplicabilidad del término fascismo a las nuevas derechas: el de la utilización de la historia. Es una contribución interesante pero, a mi juicio, no decisiva, a una conversación más extensa en la que se deben poner otros factores en juego (estratégicos, filosófico-políticos, etcétera). Sin el análisis de esas otras aristas, el argumento permanece parcial y no demasiado útil para guiar nuestras conductas actuales.
No está mal, un matiz necesario al uso abusivo de la palabra fascismo, que suma más si lo vinculamos al hecho de que estamos en una época donde se desgastan y banalizan tantas cosas serias, en un intento de reducir todo a un relato de buenos y malos (con los 70 es clarísimo esto).
Sin embargo, le falta una vuelta de tuerca, podría haber profundizado más, jugado con más casos concretos, profundizando un poco más. Es cortísimo un libro, más un artículo periodístico largo que otra cosa. Por eso defrauda, aunque es placentera su lectura.
La emoción en la urgencia de la «alarma antifascista» es también la nostalgia o la melancolía a la que nos vemos abocados por el horror que nos produce la indefinición de nuestro tiempo; el deseo de encontrar una palabra mágica que conjure el peligro de abstracción de nuestro mundo y que al mismo tiempo cierre cualquier discusión.
Sería un 2.5. Me da la sensación de que expone lo que quiere exponer pero el hilo argumental es regular. Siento saltos argumentales hasta llegar a ver una desconexión entre sus argumentos y el tema del uso de la palabra “fascismo”. Creo que en esos saltos arguméntales obvia algunas cosas. O será que no estoy de acuerdo en algunas de las cosas que dice.
0 recomendado. Elucubraciones de un filósofo con poco conocimiento de la historia y capacidad de relacionar hechos. Aísla las cosas y las simplifica, saltando de un lado a otro para que vayan acorde a su planteamiento. Cualquier persona con un poco de formación política (y ético-moral) se da cuenta de los fallos en esta obra y en su desarrollo
Sospecho, leyendo las reseñas de este libro, que a nadie le gusta que le digan que no puede predecir el futuro, ni que su participación en la historia es a lo sumo contingente.
La idea de este libro es brillante, y el hallazgo del falso Brecht es brutal.
super simple de entender con ejemplos concretos y sin necesidad de tantas citas. super interesante en cuanto a nuevas formas de ver la historia como fenómeno y sobre todo frente a violaciones de derechos humanos.
Hay nociones históricas importantes a tener en cuenta, está bien pero siento que se ha alargado demasiado y poco contenido interesante. No es un libro malísimo, ni excelente. Si os apetece leer, hazlo.