Dos novelas con las que la autora de culto Fleur Jaeggy inició su andadura, reunidas en un volumen.
«Una escritora maravillosa, brillante, salvaje.» Susan Sontag
«Duración de la aproximadamente cuatro horas. Duración del recuerdo, y de la el resto de la vida.» Iosif Brodsky (sobre Los hermosos años del castigo)
«Fleur Jaeggy va siempre a lo esencial y, como si tuviera bien aprendida la involuntaria lección de Kafka, consigue muchas veces en una sola página, y a veces en una sola línea, que se haga visible de golpe, a modo de repentina revelación, la estructura desnuda de la verdad.» Enrique Vila-Matas
«Profundamente turbadora, obstinada en sus temas, con personajes que alternan un cruel nihilismo y un falso candor infantil, un instinto de huida de la vida normal y de las reglas asfixiantes de lo cotidiano, así es Fleur Jaeggy, cuyo nombre es comparable a los de la brasileña Clarice Lispector y la austriaca Ingeborg Bachmann, las autoras posiblemente con una obra más potente y original de la segunda mitad del pasado siglo.» Mercedes Monmany, Abc Cultural
«Es de esas escritoras que cuentan las cosas que un lector se calla a sí mismo.» Matías Serra Bradford, Revista Ñ (Clarín)
Presentamos reunidas en un solo volumen dos de las novelas con las se dio a conocer Fleur Jaeggy, dos narraciones que anticiparon su universo personal, su literatura insobornable. La protagonista de El dedo en la boca se llama Lung L. y no tiene más de veinte años; ha pasado un tiempo en una clínica, le gusta ir en tren y dar paseos en plena naturaleza; parece a la vez cruel y vulnerable; en ocasiones, mientras se chupa el pulgar, una costumbre que no abandona, con la otra mano atrapa en el aire vestigios de la memoria, recuerdos donde se entrecruzan su primo Felix, su padre, una enfermera y personajes cuya presencia puede evocar como en un sueño. A su vez, el joven que protagoniza Las estatuas de agua, llamado Beeklam, se rodea de un criado, de soledad y de estatuas en su sótano de Ámsterdam, pero quizá un día salga a la luz y encuentre su doble en Katrin, una niña que no tiene prisa por llegar a ninguna parte, como si supiera que su vida discurre, en realidad, en otro lugar.
Fleur Jaeggy is a Swiss author, who writes in Italian. The Times Literary Supplement named Proleterka as a Best Book of the Year upon its US publication, and her Sweet Days of Discipline won the Premio Bagutta and the Premio Speciale Rapallo. As of 2021, six of her books have been translated into English.
Los pequeños momentos, las pequeñas historias que suceden en estas novelas de Fleur Jaeggy, que como sueños trastocan y pareciera que no tienen un nexo, un hilo. Pero pienso que Jaeggy escribe sabiendo lo que hace, nos quiere descolocar, quiere que pensemos: por qué esto y no lo otro, por qué esta historia y no otra, por qué estos párrafos, estas intensas elipsis que hacen de este libro un libro beckettiano por su absurdez, quizás, por su intensidad. Fleur Jaeggy no es una escritora fácil y estas novelas tampoco lo son. Tanto El dedo en la boca como Las estatuas de agua inducen a un estado onírico. En ellas destacan sus imágenes más que la propia historia, como si los símbolos hablaran entre ellos en un diálogo que nosotros solo podemos intuir. No me es fácil ponerle palabras a este libro, y quizá esté muy lejos de lo que Jaeggy nos quiere contar, pero quiero creer que en estas palabras sucede la vida como los complejos y defectos que nos atañen. Sin que nosotros podamos hacer nada hasta que no nos demos cuenta de ellos, y es muy dificil darse cuenta. Lung, la protagonista de esta primera novela, El dedo en la boca, nos resulta una chica vulnerable a la que la naturaleza la salva, a la que meterse el dedo en la boca nos indica que quizá no ha crecido del todo, que algo en un interior, como un complejo, puede con ella. Mientras tanto Beeklam, el protagonista de Las estatuas de agua, sacude los complejos y nos hace ver que lo de afuera no nos es más que un reflejo de aquello que tenemos dentro.
Tanto una novela como la otra nos sacuden. Me gusta el poder de sus imágenes, su trasfondo psicológico y teatral. Por un momento me he imaginado estas novelas en un escenario, las he visto con sus colores, con sus protagonistas, como interpretando obras absurdas pero a su vez muy, muy complejas. Siento que solo Jaeggy es capaz de comprender estas novelas. Resulta difícil llegar a ellas, y sin embargo nos han tocado. Son ellas las que han venido a nosotros, las que nos han reverenciado la humanidad presente en ellas, y la naturaleza que, viva, sucede y las precede. Me gustan los ocasos y los amaneceres, me gusta que Lung y Beeklam se pregunten por el estallido que les supura en su personalidad. Son personajes angostos, escrupulosos, pero también entrañables, como salidos de una ficción en la que la palabra produce el sentido del texto. Hay una especie de hauntologia, los personajes no terminan de estar enteramente presentes, son las palabras mismas las que los hacen vivir. Me pregunto qué diría un filósofo de este libro, pues nos abre preguntas; o incluso un psicólogo, pues los personajes no terminan de estar ahí. Actúan como fantasmas que pasan por la vida preguntándose y preguntando, como los personajes de Beckett, quizás.
Intento buscar una definición a este libro y no logro encontrarla. Sin duda no es un libro para cualquiera, pero que cualquier persona puede sacar una interpretación diferente a la mía y también estar en lo cierto. Interpretar libros es una suerte de juego adivinatorio, si no están muy definidos, tentamos a la suerte. Tengamos a la intuición, solo ella nos da claves de por dónde pueden estar e ir estas novelas, este libro que se transforma en ave. Pues es un libro que vuela, que no parece terrestre, que tiene alas, que es etérico y leve como una pluma de gaviota. Sin embargo nos enderezamos al leerlo, nos ponemos firmes y algo nos sacude de tal manera que terminamos por ser volátiles como él. Alcanzar una suerte de ficción como los protagonistas es quizá lo que quería darnos a entender Jaeggy. Que la ficción nos arrastre, que seamos perseguidos por su remembranza onírica. Como se suele decir, los sueños, sueños son.
"Quizás no he sido nunca perfectamente feliz, pero sé que no hace falta ser demasiado paciente"
Las escenas de "El dedo en la boca" se suceden como espasmos, o como se dice de los haikus: instantes. Cuando el tren en el que Lung viaja se detiene, en los segundos que demora en volver a ponerse en movimiento, ella describe lo que ve y siente, mientras su pulgar se hamaca entre los dientes. Es una historia compleja, en la que me admito débil por no hallar los hilos invisibles que la conectan. Fleur: creo que entendés muy bien lo que haces, pero yo no estoy a tu alcance.
"Las estatuas de agua"
"Los dos hombres se pusieron de acuerdo sin tener tiempo de conocerse, dos plantas aprensivas, contentas en su fuero interno de haber superado la poda"
Escuché de Mariana Enríquez que la palabra inglesa "haunted" no tiene una traducción fija en el español; pero muchas personas se han apropiado del término "hauntologia" para referirse a lo fantasmagórico (pero sin caer en su faceta paranormal) para hablar de casos como este: donde sus personajes están en el borde entre la realidad y la ficción. Beeklam es capaz de crear una vida que transcurre de manera aislada e impensable, y a la vez, hallar el aire fresco de la vida cotidiana a través del contacto con su criado. ¿El límite? Es confuso. Creo que queda abierto a la interpretación de cada quien...
(3/5) • Este libro contiene dos novelas cortas de Fleur Jaeggy, una autora que me ha resultado de lo más desconcertante. Es que no sé bien qué decir sobre estas dos historias. Su texto es confuso y, a ratos, casi sin sentido. Pero aún así no he querido dejar de leer; como que engancha tanta rareza y tanta extravagancia.
➰El dedo en la boca (3/5) Para mí, el texto más confuso de los dos. La protagonista es una joven que ha sido criada bajo la Neutralidad, y que mantiene la manía de meterse el pulgar en la boca. Durante un tiempo ha estado ingresada en una clínica. Rarita ella, e inquietante.
➰Las estatuas de agua (3/5) Un joven queda huérfano de madre y decide vivir en un sótano lleno de estatuas. Aislado prácticamente del mundo y de su padre, y sin más compañía que la de un criado, con quien apenas habla, y, a ratos, de Katrin, una niña. Solitario y melancólico como él solo, lo único que le reconforta realmente son las estatuas.
¿Habéis leído alguna vez a esta autora tan curiosa? • ¿Qué encontraréis en este libro? Una forma de escribir muy diferente, seguro, a lo que soláis leer. • Erratas encontradas: 22 (¡psicoanalista ven a mí!). • FRASES SUBRAYADAS: ➰«Muchas veces pienso en cortarme el pelo; otras, en cortarme la garganta, otras en arrancarme los ojos». ➰«¿Quién no ha visto nunca reírse a los niños mientras los adultos están trastornados?». ➰«A veces sucede que te encuentras con ciertas personas de aspecto distraído, que parecen no enterarse de nada, […] y, sin embargo, son las personas más apasionadas del mundo: son coleccionistas». ➰«[…] la compañía cansa, no es como las flores, que terminan puntuales su jornada». • Lectura para 6 de los #24retosdelectura: 1.- Portada femenina 3.- Traducido por una mujer 6.- 1ª obra de una autora 8.- Autora que no has leído antes 11.- La gran protagonista es una mujer 14.- Autora europea (que no sea británica) • #LeoYComparto #bookish #DimeUnLibro #bookaholic #booklover #instalibros #bookworm #bookstagram #Libros #BlogLoQueLeo #LeoAutoras #Tusquets • #ElDedoEnLaBoca y #LasEstatuasDeAgua @tusquetseditores #FleurJaeggy / #ColecciónAndanzas / Traducción: #MariÁngelesCabré
Quizá no ayudó la lectura muy fragmentada pero me costó muchísimo acabar el segundo libro (las estatuas de agua). Se me hizo tremendamente hermético, no entendí apenas nada. Me dio rabia no ser capaz de leerlo bien. El dedo en la boca es igualmente críptico, con un hilo narrativo que es apenas un hilillo pero sí me gustó mucho. Está lleno de ideas e historias pequeñas (de una concisión exuberante, si es que esto tiene sentido) a las que cogerte cuando estás a punto de perderlo.
No han envejecido bien estas dos historias experimentales, no. ¡O lo mismo soy yo! Pero, ay, es que me acuerdo demasiado bien de la excepcional "Los hermosos años del castigo". Va, Fleur, no te enfades... Voy a esa obra y te la puntúo como es debido.