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312 pages, Hardcover
First published January 1, 2014
La humanidad siempre está al borde del abismo y su sed de destrucción no disminuye. A toda hora está tocando las puertas de la calamidad, estimulando el desvarío, abriendo la caja de Pandora de sus demonios internos. En eso consiste su perpetua condición. No, luego de las matanzas lo que queda es el olor ácido y dulzón de la sangre y el de la podredumbre de los cuerpos desmembrados. Después de las matanzas queda una pausa detrás de la cual se adivina nuestro deseo secreto de saborear otras fronteras del horror»
Entonces me aventuro a pensar qué respondería Théodor de Bry si le refiero algunos eventos de mi época, no para angustiarlo, sino más bien para consolarlo. Los campos de concentración, las hambrunas y el sida, las bombas atómicas, la manipulación genética, la industria nuclear, las multinacionales de la alimentación carnívora, la venta de armas, la prostitución intenacional, el negocio de las drogas, la escasez de agua, la explosión demográfica, el deshielo de los polos. Sí, le podría demostrar con suficiencia que, pese a las comodidades de la tecnología y las bondades de la ciencia, mi tiempo es quizás más pavoroso que el suyo. Pero acaso él diga que el hombre ha sido, es y será siempre una criatura devastadora, y el padecimiento por él provocado, por una razón u otra, la constante de la historia.Este párrafo y otro sobre la trágica irrupción europea en América que reproduzco a continuación parecen escritos con un ojo puesto en el Premio Rómulo Gallegos que se le otorgó en un país que tiene el desatino de convertir el día en que se conmemora el arribo de Colón al continente americano en el Día de la Resistencia Indígena:
Mi conclusión, a veces, es que frente al Nuevo Mundo, hay que abstenerse de intervenir. Porque ninguna conquista y colonización, ni las realizadas por los españoles y portugueses, ni las que quisieron hacer los franceses y las que sin duda harán los ingleses, será sensata. Pero la historia terminará por unir esas gentes con nosotros, así como en una desembocadura se mezclan aguas turbulentas de diversas génesis. La oscura densidad del afluente más pequeño quizás mitigue los resplandores de los más grandes. Tal vez del oprobio bendecido por una religión enferma surja una reconciliación. De la mentira y el engaño aparecerá acaso una palabra capaz del diálogo.En mi opinión la novela no logra fundir satisfactoriamente sus heterogéneos componentes, por lo que se la recomendaría sólo a aquellos lectores interesados en conocer mejor la visión que sobre la conquista pudieran haber tenido algunos artistas de la época.