LA MÍTICA FÁBRICA DE LA CARTUJA ABRE DE NUEVO SUS PUERTAS
Vive secretos, intrigas y pasiones en la Sevilla de comienzos del siglo XX
UNA MUJER MARCADA POR LOS RECUERDOS
Sevilla, 1911. Han pasado nueve años desde que Trinidad viajó a la ciudad para descubrir la historia de su familia, ligada a las míticas vajillas de La Cartuja. Instalada de nuevo en Inglaterra y volcada en su labor como ceramista, recibe una carta de la marquesa de Pickman, la propietaria de la fábrica de loza, que la hará regresar al lugar que marcó su vida.
UN DESAFÍO ARTÍSTICO IRRESISTIBLE
La propuesta es participar en el gran proyecto que hará brillar la ciudad como la construcción de la plaza de España, donde deberá trabajar mano a mano con el ambicioso arquitecto Aníbal González. Este enorme desafío artístico llevará a Trinidad desde las aristocráticas fiestas en el palacio del Real Alcázar hasta los humildes talleres de Triana, haciendo que su destino se vea zarandeado por la lucha de clases y el amor de dos hombres.
UNA EMOCIONANTE SAGA HISTÓRICA QUE PERDURARÁ EN EL TIEMPO
Tras el éxito de La dama de La Cartuja, Inma Aguilera continúa la envolvente y adictiva saga histórica que ha enamorado a miles de lectores, en esta ocasión con el origen de la majestuosa plaza de España de Sevilla como telón de fondo.
Pasión, misterio y amor en los albores del siglo XX.
La pintora de la luz es la segunda entrega de la saga histórica que comenzó con La dama de La Cartuja.
La historia se desarrolla en la Sevilla de principios del siglo XX, específicamente en 1911, y sigue a Trinidad, una ceramista británica que regresa a Sevilla tras recibir una carta de la marquesa de Pickman, propietaria de la famosa fábrica de cerámica La Cartuja.
En esta novela, Trinidad se involucra en un ambicioso proyecto artístico: la construcción de la icónica Plaza de España, trabajando junto al arquitecto Aníbal González.
Con una narración bonita, detallista y con una documentación exquisita que Inma a sabido dosificar muy bien sin caer en largas descripciones, tengo que decir que este libro pese a que tiene algún capitulo más largo, y ya sabéis que no es de mi agrado, me ha resultado una delicia al leer.
La trama combina elementos de ficción con referencias históricas reales, explorando temas como los secretos familiares, las diferencias de clase social, el arte y el amor.
En conclusión, solo me queda felicitar a Inma por esta gran novela que nos ha regalado llena de arte, de amor y misterio, en definitiva un paseo por Sevilla con su olor a azahar, por sus grandes monumentos y todo ello aderezado con la creación de la majestuosa Plaza de España como telón de fondo.
Tras el éxito de ‘La dama de La Cartuja’, Inma Aguilera ha vuelto a conquistarme con ‘La pintora de la luz’, novela que no solo cierra la bilogía, sino que la eleva. En ella nos transporta a la Sevilla de 1911, una ciudad en plena ebullición artística y social, donde tradición y modernidad se entrelazan en un escenario tan imponente como simbólico: la construcción de la emblemática Plaza de España.
Han pasado nueve años desde que Trinidad viajó a la ciudad para descubrir la historia de su familia, ligada a las míticas vajillas de La Cartuja. Instalada de nuevo en Inglaterra y volcada en su labor como ceramista, recibe una carta de la marquesa de Pickman, que la hará regresar al lugar que marcó su vida. La propuesta es participar en el gran proyecto que hará brillar la ciudad como nunca: la construcción de la plaza de España, donde deberá trabajar mano a mano con el ambicioso arquitecto Aníbal González.
La gran protagonista de la historia es, con el permiso de la ciudad de Sevilla, Trinidad: compleja, apasionada, perfeccionista…encarna a partes iguales la fuerza y la vulnerabilidad. Marcada por su historia familiar, está guiada por un instinto artístico que la impulsa a buscar la belleza allí donde otros no ven nada. Su regreso a Sevilla supondrá un viaje emocional que la enfrentará no solo al esplendor de una ciudad en plena transformación y a un desafío artístico sin precedentes, sino también al reencuentro con fantasmas que dejó atrás y heridas que quedaron sin cicatrizar.
La autora demuestra un dominio absoluto del contexto histórico, incorporando con naturalidad figuras reales como Torcuato Luca de Tena, Alfonso XIII y, sobre todo, el arquitecto Aníbal González, motor creativo del monumental proyecto de la Exposición Iberoamericana, lo que otorga a la historia riqueza documental sin restarle fluidez.
El vínculo profesional y emocional que se forja entre él y Trinidad sirve de hilo conductor para una trama que combina con acierto ambición artística, romance y conflicto personal. Aníbal es mucho más que un colega: es el contrapunto emocional e intelectual de la protagonista. Entre ambos se despliega una relación compleja, basada en la admiración mutua y el respeto, que se entrelaza con el proceso creativo.
Como ya ocurría en la primera entrega, el amor vuelve a ocupar un lugar relevante. Alrededor de Trinidad orbitarán otras dos figuras masculinas que simbolizan elecciones vitales opuestas: por un lado, la pasión arrebatadora; por otro, la promesa de estabilidad. Este triángulo sentimental no solo aporta tensión narrativa, sino que refleja con sutileza los dilemas internos de una mujer que lucha por conciliar el deseo con la razón, y su vocación artística con los dictados de la sociedad.
Uno de los grandes logros de Aguilera es su capacidad para reflejar las tensiones de clase de la Sevilla de principios del siglo XX. La historia transita con soltura entre dos universos: los espacios refinados de la alta sociedad y los humildes talleres de Triana. Las escenas en la fábrica de loza de La Cartuja contrastan con los lujos del mundo aristocrático, mostrando con sutileza cómo estos universos conviven —y chocan— en una ciudad en plena ebullición. La autora no solo recrea con precisión los detalles técnicos de la elaboración del azulejo, sino que también rinde homenaje a los trabajadores y trabajadoras que, lejos del reconocimiento público, contribuyeron a embellecer una ciudad entera.
Trinidad se mueve entre ambos mundos, sin pertenecer del todo a ninguno. Esa posición la convierte en una observadora privilegiada, pero también en una figura incómoda: demasiado libre para los círculos tradicionales, demasiado noble para los ambientes populares. Esa tensión se suma a su lucha por abrirse paso como mujer en un entorno dominado por hombres. Más allá de su talento, deberá demostrar continuamente su valía, enfrentándose a prejuicios, y tratando de conquistar espacios que no le han sido dados.
La ambientación histórica es otro de los pilares de la novela. Aguilera logra una reconstrucción vívida de la Sevilla de 1911, sin caer en el exceso descriptivo. El contexto de la inminente Exposición Iberoamericana y el auge del regionalismo arquitectónico refuerzan la importancia simbólica del proyecto de la Plaza de España.
En lo narrativo, la novela brilla por su prosa cuidada y envolvente, que atrapa sin artificios, su ritmo fluido y una estructura sólida que hace que, en conjunto, sea una historia más madura y equilibrada que su predecesora, invitando al lector a reflexionar sobre el papel del arte, el peso del pasado y la lucha de tantas mujeres por hacerse un lugar en la historia.
‘La pintora de la luz’ no es solo un relato sobre arte y amor, sino también una reivindicación del legado y la memoria. Una historia delicada, resistente y luminosa, como esos azulejos que son ya parte indisoluble de la historia y de la identidad de Sevilla, y que confirma a Inma Aguilera como una autora imprescindible para los amantes de la novela histórica con alma.
La pintora de la luz sigue los pasos de Trinidad, quien regresa a Sevilla tras recibir una carta de María de las Cuevas Pickman, pero la británica pronto se arrepiente de su decisión.
El proyecto de construcción de la plaza de España alarga su estancia y, entre pasado y presente, reconstruimos los hechos que la llevaron a abandonar Sevilla precipitadamente.
Inma Aguilera ya me emocionó con La dama de la cartuja; la imagen de Macarena pintando con la falta remangada se me ha quedado grabada. Con Trinidad me ha sucedido lo mismo, tiene la picaresca de su madre y eso, junto a su talento y unido a su carácter indómito, las hace únicas. Verla trabajar llena de hollín, porque la he visto, ha sido todo un espectáculo.
La trama, además de acercarme a los ceramistas y alfareros de la zona, trata la lucha de clases. Los trabajadores, hastiados, reclaman sus derechos y las trifulcas están a la orden del día. Trinidad intenta mediar para que el entendimiento se alce por encima de la violencia.
Ha sido magnífico asistir al concurso para la asignación del proyecto de construcción de la plaza de España y, más aún, verlo hacerse realidad.
La pintora de la luz es una ambiciosa novela de pasión, amor, lucha y traición, en la que la autora expresa su cariño a Sevilla. Se aprecia en cada renglón y lo contagia al lector que, página tras página, visualiza cada rincón de esa bellísima ciudad.
Fantástica historia para saborear Sevilla. Tiene de todo: misterio, amor, historia... Muy recomendable para todo aquel que conozca la ciudad y quiera disfrutar de sus escenarios más emblemáticos.
. "Es posible que no lo sepa, señorita Laredo, pero se comentaba que su técnica pictórica es muy parecida a la de Da Vinci, que era usted capaz de sacar los colores más vivos y singulares de la oscuridad más absoluta, y que por eso algunos la apodaron «La pintora de la luz»."
Después de La Dama de la Cartuja Inma Aguilera nos trae esta preciosa novela llena de enigmas, secretos, reencuentros, lugares emblemáticos y personajes que han tenido un papel importante en la historia de Sevilla, principalmente de aquellos que participaron y dieron vida a la magnífica Plaza de España y la Exposición Iberoamericana de 1929
Entre la historia y la ficción y con alguna licencia nos adentra en el proceso del concurso, las ideas, los retos de organizadores y trabajadores, sus detractores, la idea, como surge, se plasma y se lleva a cabo, todo unido a las intrigas, amores y secretos que marcan a sus protagonistas
El maravilloso arte de la cerámica y el azulejo de Triana junto con el recuerdo de una ciudad maravillosa
Novela de fácil lectura, romántica y con personajes de belleza física destacable, traumas psicológicos simplificados aunque creíbles, algunas escenas eróticas, en fin los ingredientes justos para que una historia romántica sea entretenida, emotiva y den ganas de saber cómo termina. Nada muy profundo pero bien escrito en su estilo. Lo más interesante es la historia que hay detrás, mostrando la evolución de la artesanía en vajilla, azulejos, alfarería en Sevilla y como se gestaron edificios hermosos, que hasta hoy se visitan en esa ciudad, para la exposición iberoamericana de Sevilla a inicios del siglo pasado. Junto a eso las dificultades económicas y las reivindicaciones de los obreros y artesanos para conseguir derechos y pagos justos de los empresarios del sector. Además para quien sabe algo de cerámica resulta doblemente interesante el relato de los diseños sevillanos. En fin, lo leí sin parar porque las novelas históricas románticas son mi debilidad
La verdad no me atrapó, no me interesó lo bastante ni los azulejos, ni la exposición, ni la interrelación entre los muchos personajes , ni los amores. Ninguno de los personajes me resultó cercano, ni su comportamiento. La terminé a trompicones, solo porque la había abandonado una vez y no quería abandonarla del todo. Aprecio la parte histórica. Ni este libro ni el anterior me han dejado una buena sensación.
Acabo de terminar #Lapintoradelaluz de @InmaAguilera y no puedo evitar decir que si ya me gusto #Ladamadelacartuja esta me ha encantado. Es de esas novelas que desde el principio te atrapan por el ambiente, los personajes y la forma en que está contada. Como en la anterior, La historia nos lleva de nuevo a la Sevilla de principios del siglo XX, una ciudad llena de contrastes, entre el arte y las tradiciones, entre la aristocracia y el pueblo.
Trinidad, sigue pareciéndome un personaje fascinante. No solo por su talento como ceramista, sino por su fuerza y su determinación en un mundo donde las mujeres tenían que luchar el doble para ser reconocidas. Su regreso desde Inglaterra, tras recibir una carta de la marquesa de Pickman, la lleva a reencontrarse con su ciudad, sus raíces y consigo misma. A lo largo de la historia, he sentido su pasión por el arte, su lucha interna por superar las heridas del pasado y su valentía para enfrentarse a los desafíos que se le presentan.
Una de las cosas que más he disfrutado es cómo la novela mezcla la historia con las emociones. No es solo un relato sobre arquitectura o cerámica, es una historia de amor, de sueños y también de sacrificios. Me ha gustado mucho la relación que Trinidad establece con Aníbal González. Más allá de lo profesional, hay entre ellos una conexión especial, cargada de admiración, respeto y sentimientos que no siempre son fáciles de reconocer.
La prosa de Aguilera sigue siendo muy cuidada, con descripciones hermosas, pero sin perder agilidad. Y al igual que en la anterior me ha resultado muy fácil imaginar cada escena, cada detalle, y creo que la autora logra equilibrar muy bien la parte histórica con la trama personal de los personajes. También me ha gustado cómo refleja las diferencias de clase social y los cambios que estaba viviendo Sevilla en ese momento.
Me ha parecido una novela preciosa, de esas que te dejan pensando incluso después de haber terminado. Me ha emocionado, me ha enseñado cosas sobre una época que no conocía en detalle, y sobre todo me ha hecho admirar aún más a esas mujeres artistas que, a pesar de todas las dificultades, lograron abrirse camino.
La pintora de la luz sigue los pasos de Trinidad, quien regresa a Sevilla tras recibir una carta de María de las Cuevas Pickman, pero la británica pronto se arrepiente de su decisión.
El proyecto de construcción de la plaza de España alarga su estancia y, entre pasado y presente, reconstruimos los hechos que la llevaron a abandonar Sevilla precipitadamente.
Inma Aguilera ya me emocionó con La dama de la cartuja; la imagen de Macarena pintando con la falta remangada se me ha quedado grabada. Con Trinidad me ha sucedido lo mismo, tiene la picaresca de su madre y eso, junto a su talento y unido a su carácter indómito, las hace únicas. Verla trabajar llena de hollín, porque la he visto, ha sido todo un espectáculo.
La trama, además de acercarme a los ceramistas y alfareros de la zona, trata la lucha de clases. Los trabajadores, hastiados, reclaman sus derechos y las trifulcas están a la orden del día. Trinidad intenta mediar para que el entendimiento se alce por encima de la violencia.
Ha sido magnífico asistir al concurso para la asignación del proyecto de construcción de la plaza de España y, más aún, verlo hacerse realidad.
La pintora de la luz es una ambiciosa novela de pasión, amor, lucha y traición, en la que la autora expresa su cariño a su ciudad natal. Se aprecia en cada renglón y lo contagia al lector que, página tras página, visualiza cada rincón de esa bellísima ciudad.
📚 Reseña del libro La Pintora de la Luz, de Inma Aguilera ⭐⭐⭐ Nos encontramos esta nueva novela de Inma Aguilera que continúa #LaDamadelaCartuja, que si bien no es necesario haber leído antes, diría que sí es muy muy recomendable para entender todo y conocer a sus personajes. En una novela que alterna dos épocas, cuenta la vida de Trinidad desde el punto donde se quedó el anterior. Por qué vuelve a Inglaterra, por qué María de las Cuevas la reclama para que esté en Sevilla con ella... dos decisiones que están relacionadas con el amor y el desamor. La marquesa reclama a Trinidad para que sea una de las que lidere el nuevo proyecto de la exposición Iberoamericana en Sevilla, la que será la futura plaza de España dentro del parque de María Luisa. Todo eso hará que afloren amores del pasado, rencillas entre arquitectos y con la lucha obrera muy presente. Los trabajadores se revelan contra los patronos para mejorar sus condiciones laborales en una situación muy concreta: con la presencia de Alfonso XIII y Victoria Eugenia y cuando el proyecto se puede ir a pique. Además, Trinidad se ve con el corazón dividido entre el amor de Enrique y el de Víctor. El pasado y el presente se entrelazan y la venganza estará muy presente, tanto que se cobran vidas. Bien es cierto que acaba bien y el epílogo es bonito. Como tal, la historia queda cerrada, pero hay personajes suficientes como para seguir con #LaCartuja más novelas.
“La pintora de la luz”. Me gustó mucho el libro anterior de Inma Aguilera. Igual que con “La dama de la Cartuja”, aprendí mucho sobre el proceso de fabricación de los azulejos y la vajilla de Triana y Sevilla. Estamos en 1911 y Trinidad vuelve a Sevilla. La propuesta es participar en la construcción de la plaza España; y en este proyecto participan arquitectos, ceramistas y artistas. Parta su intervención, la protagonista deberá formar aliarse y codeare con el rey, la nobleza y empresarios, pero también con artesanos y albañiles. Aguilera nos describe con maestría los dos mundos en los que se mueve Trinidad. La historia me atrapó gracias al amor, las intrigas y la venganza; la recomiendo, no defrauda.
He disfrutado mucho leyendo "La pintora de la luz" y, sobre todo, descubrir todo el trabajo que hay detrás de proyectos como la plaza de España de Sevilla. Me parece maravillosa la forma tan bonita en la que Inma da valor a oficios en los que el trabajo se da por hecho sin todo el reconocimiento que merecen. Recomiendo mucho este libro y también "La dama de La Cartuja", que hará la lectura aún más especial.
Me ha gustado mucho, al igual que el primero. En esta segunda entrega Trinidad es llamada para participar en la construcción de la icónica plaza de España. Leer este libro ha sido como pasear por la Sevilla de principios del siglo XX, también conocemos en pasajes de su pasado el motivo por el cual Trinidad abandonó la ciudad. Se nota el gran trabajo de documentación que hay detrás y eso lo agradezco mucho en una novela histórica.
Maravilloso. Me ha encantado de principio a fin. Un libro para enamorarse aún más de Sevilla y sin poder nunca olvidar a los personajes de este libro cuando paseemos por la plaza de España. Muy bonito también el epílogo final, para mí una historia muy bien hilada. Mi más sincera enhorabuena a Inma Aguilera, convertida ya desde la primera entrega de La Cartuja en una de mis escritoras favoritas.
Me gustó el primero y por eso quise leer este segundo y, además de engancharme igual, me gustó más. En mi opinión, la autora depura su técnica narrativa y el comportamiento de los protagonistas no es tan errático como el de su predecesor. Además ir viendo cómo se fraguó la Plaza de España de la Expo del 29 y "conocer" a Aníbal González me ha encantado.
Es una novela histórica preciosa y muy rápida de leer. La historia de amor que contiene me parece lo más interesante, ya que la autora tiene una forma muy bonita de narrar todas las interacciones. Sin embargo, le pongo 4 estrellas porque su primer volumen me pareció precioso e inigualable, las historias de amor y el transfondo de la historia junto al misterio.... Estoy deseando que Inma Aguilera siga escribiendo otros libros!!!
Me ha encantado. Es la continuación perfecta del anterior libro. Te deja con muchísimas ganas de ir a pasear por Sevilla y comprarte toda la vajilla de La Cartuja (o dedicarte a la loza y el azulejo).
2.5. Aunque me ha gustado la historia y la documentación sobre el proyecto de la construcción de la plaza más emblemática de Sevilla, esta segunda entrega me ha resultado más tediosa y repetitiva que el libro anterior.
2,5⭐️⭐️⭐️No me encanta como está escrito. La trama no está mal pero un poco forzada. El tema es interesante e imagino que está bien documentado. Para los que no sabemos nada este tema se nos escapa.
Una gran historia, ademas es una gran continuación del anterior sin repetir la trama y haciendo mención a los personajes anteriores en varias ocasiones. Totalmente recomendable