«Los Hombrecitos eran reales. Un haz oportuno de luz lunar o de los faroles de la calle mostraba que tenían volumen, no eran proyecciones, prestando atención se oían sus pisadas, un tam-tam irregular, notorio sobre todo cuando sus bailoteos los llevaban a los techos de chapa o los sobretechos huecos de las viejas construcciones que se sucedían hacia la esquina de Bonorino (porque siempre iban en esa dirección, como programados). Medían alrededor de un metro, como niños, pero los sobretodos anticuados delataban su paradójica condición de viejos saltarines. Esa ambigüedad debía de ser la que dio pie a la leyenda según la cual eran las almas de los niños muertos en incendios, que habían envejecido sin crecer, y los sobretodos les eran necesarios porque al volver del fuego de sus historias a la noche de la realidad siempre tenían frío, hasta en verano. Difícil de creer, como todo cuento de ultratumba, pero también porque si fuera cierto algo así de trágico y truculento como niños asados en incendios, no se prestarían a la diversión de un puñado de vecinos insomnes y sus brincos y piruetas por terrazas y cornisas no tendrían esa vivacidad de saltimbanquis, de figuras animadas sobre un fondo de polvo de Luna, que ciertas noches hacía brillar como un diamante el negro del firmamento».
César Aira was born in Coronel Pringles, Argentina in 1949, and has lived in Buenos Aires since 1967. He taught at the University of Buenos Aires (about Copi and Rimbaud) and at the University of Rosario (Constructivism and Mallarmé), and has translated and edited books from France, England, Italy, Brazil, Spain, Mexico, and Venezuela. Perhaps one of the most prolific writers in Argentina, and certainly one of the most talked about in Latin America, Aira has published more than eighty books to date in Argentina, Mexico, Colombia, Venezuela, Chile, and Spain, which have been translated for France, Great Britain, Italy, Brazil, Portugal, Greece, Austria, Romania, Russia, and now the United States. One novel, La prueba, has been made into a feature film, and How I Became a Nun was chosen as one of Argentina’s ten best books. Besides essays and novels Aira writes regularly for the Spanish newspaper El País. In 1996 he received a Guggenheim scholarship, in 2002 he was short listed for the Rómulo Gallegos prize, and has been shortlisted for the Man Booker International Prize.
La última de Aira (siempre hay y siempre habrá una última de Aira). La compré a diez días de su impresión y la leí en una noche (sí, sí, lo presumo). Dentro de las corrientes de las diferentes novelas aireanas, esta estaría entre las historias quiasmo, con una mención especial a te atraigo con un título que no tiene nada que ver con la trama, medio en la onda de la novela Borgestein de Sergio Bizzio, que promete una fusión entre Borges y Frankenstein, y no entrega nada de eso. Digo: una novela sobre hombrecitos raros (como los del cuento La casa abandonada de Levrero) podría haber sido genial, pero es solamente el gancho de entrada al universo Aira donde todo se trastoca. Y en cuanto a la cuestión del quiasmo, este es un recurso muy usado por Aira (un ejemplo es La mendiga), a través del cual las cosas que se plantean al comienzo se van torciendo y retorciendo a lo largo de la historia y al final nos encontramos con el universo invertido, con todo dado vuelta y diferente a lo que se había planteado inicialmente.
Pienso mucho en la complejidad que demanda escribir sobre la actualidad. ¿Cómo mediatizar estéticamente el hoy? Más, cuando las estéticas predominantes parecen abogar por la hiperrealidad (las películas son biopics, las series son sobre "dramas", la literatura es literatura del yo, incluso narraciones con fantasía como "Stranger Things" abundan en "problemáticas sociales"). Del otro lado de los juglares se encuentra una tensión más interesante sobre la estética de hoy: en las redes sociales hay una constante pulseada entre un fuerte dicurso del "retorno" (desde la derecha volver a la familia tradicional y desde la izquierda ser conscientes de la performance que hay en las redes sociales y vivir una vida más "plena" alejados de las pantallas). Lo que obvian estos discursos del "retorno" es que el ágora de hoy implica una ficcionalización fuertísima del yo: usuarios sin nombre, recortes discursivos sin cuerpos y demás. Ah, sí, Los hombrecitos con sobretodo, una novela que coquetea con este planteo: por un lado la trama empieza a desarrollarse bien aireana. Un suceso extraordinario en Flores turba la paz de un escritor. Después la novela discurre en divagaciones del escritor que entremezcla recuerdos y comentarios de su subjetividad (falsa literatura del yo) con ensoñaciones filosóficas y humor ácido. Aira encuentra puntos donde apoyarse para hacer comedia con la materia del presente: la inmigración venezolana, la intelectualidad de la "torre de marfil", la "guerra" entre capital y conurbano. Lo hace perniciosamente, siendo burlón sin necesidad de tomar un posicionamento político más que el posicionamiento estético. Supera los planteos de la literatura de departamento ("estoy en mi departamento de almagro, soy un varón soltero a los treinta y quiero hacerme católico") con sus mismas armas: una novela híperactual e híperlocal que consigue hacer terreno lo suficientemente sustancioso como para trascender el zeitgeist actual. Como siempre, en el medio de la materia estética de, como los llama Aira, su juguete literario un final espectacular, que se mete con otro tema candente del hoy, pero como todo en Aira, siempre encuentra sus hilos con los temas eternos: la performance de masculinidad de los hombres. Aira no pierde ocasión en reírse y admirarse en partes iguales de la ingenuidad venezolana, de los pobres intentos de masculinidad de los varones, del clasismo de los intelectuales de capital en apenas 100 páginas.
Una novela neurótica, cuasi freudiana en esa insistencia de perro terco de buscar el trauma. Si fuera masottiana se daría cuenta al toque el narrador que la piedra es la ausencia de la piedra y ese vacío el que chupa tipo Kirby el alimento cotidiano. La necesidad de trabajo para disfrutar del descanso, la memoria como esa niebla, los recuerdos encubridores. Maravilla psicholobe conourbana. La belleza de no haber leído Aira hace unos años y encontrar la alegría que trae siempre su prosa de Heimerdinger full AP. Las risas no faltaron. Tachero ensoñado por momentos , el César trae rumores de paredes altas y viejas como no las hay en Europa donde la arquitecta interior es modernidad. Solo en Latinoamérica las casas antiguas tienen la facha del prederrumbe y ahí viven adolescentes que serán poetas o malhechores.