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No ficción
¿Qué es eso que se siente más profundo que la amistad?
Álex ronda los cuarenta y ha dirigido películas y escrito novelas, pero nunca una novela sobre sus emociones. Quizás algo testimonial, de no ficción. Ahora entiende que tal vez debe escribir sobre su relación con Renzo, para entender qué los unió y qué los separó y, para ello, unos años después, una tarde de verano, lo visita en su pequeño departamento en el centro de Santiago. Esa tarde larga y calurosa se transformará en una noche oscura donde los diálogos a veces esconden y otras se transforman en dardos para intentar descifrar qué es eso que se siente más profundo que la amistad pero que rechaza los límites del amor.
Álex ronda los cuarenta y ha dirigido películas y escrito novelas, pero nunca una novela sobre sus emociones. Quizás algo testimonial, de no ficción. Ahora entiende que tal vez debe escribir sobre su relación con Renzo, para entender qué los unió y qué los separó y, para ello, unos años después, una tarde de verano, lo visita en su pequeño departamento en el centro de Santiago. Esa tarde larga y calurosa se transformará en una noche oscura donde los diálogos a veces esconden y otras se transforman en dardos para intentar descifrar qué es eso que se siente más profundo que la amistad pero que rechaza los límites del amor.
181 pages, Kindle Edition
Published January 2, 2025
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About the author
Alberto Fuguet
44 books301 followersAntiguo abanderado de la generación McOndo, cineasta, guionista, periodista y autor de novelas como Mala Onda, Tinta Roja y Missing.
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Community Reviews
Displaying 1 - 4 of 4 reviews
June 6, 2025
Es un 2,5 en realidad. El plot es interesante y me encanta la temática friends to lovers (o en este caso no lovers) pero siento que faltó muchísimo desarrollo. El final mejoró un poco la constante redundancia de algunos diálogos.
May 13, 2025
🇨🇱❤️Que rica la wea, weon. Qué rico volver a leer algo chileno. Hasta ahora, todo lo que he leído chileno me ha dejado satisfecho. ¿Será la magia chilena, o simplemente que el verbo chileno es tan potente? Ni idea. Aquí estoy, completamente adorando un libro más. Lo intentaré hacer usando mi chileno bastante oxidado.
Hablándote bien serio, mi xangrexito: evitaba los libros de Alberto Fuguet por el simple hecho de que todos los chilenos que conozco le estaban tirando mucha mierda, sin mencionar a los chilenos completamente disgustados por los libros que escribe el viejo weko culiao. Es que con el público lector latinoamericano siempre es así: unos te mandan a leer la “literatura de verdad” y otros... algo que sea más “contemporáneo”.
[Aquí comienza mi cantaleta, ignórelo si querí y solo estai aquí para leer mi opinión sobre el libro mismo]
Dios mío, qué hijueputa rabia me da este discurso que se repite con una seguridad absurda: que los escritores del Boom latinoamericano (4/5/6 “viejos rancios”, como les aman llamar los booktokers, especialmente mexicanos) fueron todos una mierda, todos mala gente, todos sobrevalorados. Que hay autores mejores, sí, claro que los hay. Pero reconchatumare, cada vez que aparece alguien nuevo con talento, alguien que logra destacarse, que agarra la suerte por la cola y rompe con lo esperado, vienen los mismos de siempre a menospreciarlo. No son los del Boom quienes lo hacen, son quienes se quedaron atrapados en la inercia de repetir lo que escuchan sin pensar.
Odio a Cortázar, sí. No me gusta el verbo de Gabo, también. Pero por algo están donde están. Por algo su obra trascendió en un mundo gringonizado que apenas si le daba espacio a voces latinoamericanas. ¿Fueron perfectos? Para nada. ¿Hay quienes les maman el ego sin descanso? También. Pero eso no justifica borrar su impacto o tratarlos como si fueran un mal chiste.
Y lo peor: ese odio fácil que nace de no haber leído un carajo. De no haber intentado comprender. De no salir nunca del mismo ciclo de libros de romantasy, romcoms o young adult, como si eso fuera lo único que merece atención. Si no entendiste un libro, no significa que sea malo. Tal vez simplemente no era tu momento. O no tenías las herramientas. Y está bien. Pero odiar por odiar, repetir que algo es “una mierda” solo porque tu booktoker o youtuber favorito lo dijo, es un acto de flojera intelectual.
Dejen de odiar lo que no conocen. Dejen de alzar la voz cuando no han investigado nada. Sigan en sus cámaras de eco, si quieren. Pero no pretendan que eso es tener una opinión. No es pensamiento crítico: es pereza disfrazada de postura.
Me chupen el pico mientras tanto, aweonaos.
[fin de la cantaleta]
El público chileno puede tener sus problemas con el autor y su obra (una de las reseñas literalmente hablaba de “ay, qué asco que hablen tan cuico” y, weon, me quedé 🧍), pero lo que hallé yo aquí fue una joyita más en la literatura latinoamericana.
Alex y Renzo.
Puro diálogo, sin indicaciones. Sin “dijo/gritó/suspiró-n”. Cero interrupciones, sin contar un capítulo donde Alex se quedó solo con sus pensamientos.
Un gay abierto y un closetero que se presenta como recontra macho.
Una historia de relación que ya va más allá de ser xangres de toda la vida… ¿pero qué tan allá es este “allá”?
Aquí quiero resaltar el talento del Fuguet de mantener la tensión durante 170 páginas: desde la primera página, de golpe se nos presenta el conflicto que nosotros, los lectores, tenemos que resolver. Al principio, incluso, me exasperaba la terquedad de los dos. Me exasperaba que Alex sea tan imbécil intentando sacar a su amigo del clóset, cuando Renzo le dijo muchas veces que no es gay. ¡Respeta la decisión, maraco! Sin embargo, con el pasar del tiempo y de las páginas, el autor nos presenta la verdad más universal del ser humano: las palabras ≠ las acciones. Con cada página, la desesperación amorosa de Alex por Renzo ya no parece tan… inventada e idiota.
Decir más sería un gigante spoilerazo, así que no voy a decir nada más.
Es increíble cómo Fuguet, usando tan solo diálogos, consiguió dar una voz tan potente a sus personajes. Y sí, claro, el estilo de escribir la historia en puros diálogos aquí es una copia descarada de Manuel Puig — de hecho, le está mencionando muchas veces.
El tono de la conversación, el silencio, el dolor y la enorme cantidad de amor no resuelto es lo que hace este libro tan único para mí. Qué asombro.
La buena, gonorreas.
❤️
Hablándote bien serio, mi xangrexito: evitaba los libros de Alberto Fuguet por el simple hecho de que todos los chilenos que conozco le estaban tirando mucha mierda, sin mencionar a los chilenos completamente disgustados por los libros que escribe el viejo weko culiao. Es que con el público lector latinoamericano siempre es así: unos te mandan a leer la “literatura de verdad” y otros... algo que sea más “contemporáneo”.
[Aquí comienza mi cantaleta, ignórelo si querí y solo estai aquí para leer mi opinión sobre el libro mismo]
Dios mío, qué hijueputa rabia me da este discurso que se repite con una seguridad absurda: que los escritores del Boom latinoamericano (4/5/6 “viejos rancios”, como les aman llamar los booktokers, especialmente mexicanos) fueron todos una mierda, todos mala gente, todos sobrevalorados. Que hay autores mejores, sí, claro que los hay. Pero reconchatumare, cada vez que aparece alguien nuevo con talento, alguien que logra destacarse, que agarra la suerte por la cola y rompe con lo esperado, vienen los mismos de siempre a menospreciarlo. No son los del Boom quienes lo hacen, son quienes se quedaron atrapados en la inercia de repetir lo que escuchan sin pensar.
Odio a Cortázar, sí. No me gusta el verbo de Gabo, también. Pero por algo están donde están. Por algo su obra trascendió en un mundo gringonizado que apenas si le daba espacio a voces latinoamericanas. ¿Fueron perfectos? Para nada. ¿Hay quienes les maman el ego sin descanso? También. Pero eso no justifica borrar su impacto o tratarlos como si fueran un mal chiste.
Y lo peor: ese odio fácil que nace de no haber leído un carajo. De no haber intentado comprender. De no salir nunca del mismo ciclo de libros de romantasy, romcoms o young adult, como si eso fuera lo único que merece atención. Si no entendiste un libro, no significa que sea malo. Tal vez simplemente no era tu momento. O no tenías las herramientas. Y está bien. Pero odiar por odiar, repetir que algo es “una mierda” solo porque tu booktoker o youtuber favorito lo dijo, es un acto de flojera intelectual.
Dejen de odiar lo que no conocen. Dejen de alzar la voz cuando no han investigado nada. Sigan en sus cámaras de eco, si quieren. Pero no pretendan que eso es tener una opinión. No es pensamiento crítico: es pereza disfrazada de postura.
Me chupen el pico mientras tanto, aweonaos.
[fin de la cantaleta]
El público chileno puede tener sus problemas con el autor y su obra (una de las reseñas literalmente hablaba de “ay, qué asco que hablen tan cuico” y, weon, me quedé 🧍), pero lo que hallé yo aquí fue una joyita más en la literatura latinoamericana.
Alex y Renzo.
Puro diálogo, sin indicaciones. Sin “dijo/gritó/suspiró-n”. Cero interrupciones, sin contar un capítulo donde Alex se quedó solo con sus pensamientos.
Un gay abierto y un closetero que se presenta como recontra macho.
Una historia de relación que ya va más allá de ser xangres de toda la vida… ¿pero qué tan allá es este “allá”?
Aquí quiero resaltar el talento del Fuguet de mantener la tensión durante 170 páginas: desde la primera página, de golpe se nos presenta el conflicto que nosotros, los lectores, tenemos que resolver. Al principio, incluso, me exasperaba la terquedad de los dos. Me exasperaba que Alex sea tan imbécil intentando sacar a su amigo del clóset, cuando Renzo le dijo muchas veces que no es gay. ¡Respeta la decisión, maraco! Sin embargo, con el pasar del tiempo y de las páginas, el autor nos presenta la verdad más universal del ser humano: las palabras ≠ las acciones. Con cada página, la desesperación amorosa de Alex por Renzo ya no parece tan… inventada e idiota.
Decir más sería un gigante spoilerazo, así que no voy a decir nada más.
Es increíble cómo Fuguet, usando tan solo diálogos, consiguió dar una voz tan potente a sus personajes. Y sí, claro, el estilo de escribir la historia en puros diálogos aquí es una copia descarada de Manuel Puig — de hecho, le está mencionando muchas veces.
El tono de la conversación, el silencio, el dolor y la enorme cantidad de amor no resuelto es lo que hace este libro tan único para mí. Qué asombro.
La buena, gonorreas.
❤️
June 7, 2025
No tengo claro cuándo lo leí por primera vez, pero esta nueva edición y la propuesta de lectura conjunta con un amigo hicieron que volviera a sumergirme en esta historia, perfecta para el mes del orgullo. Un reencuentro para repasar una relación que fue... pero también no fue.
El relato se mueve con intensidad entre recuerdos, reproches, afecto y lo no dicho. Me encontré y reencontré con los personajes, dándole la razón a uno y luego al otro, como en una buena conversación pendiente. No recordaba el final ni lo envolvente del relato. A ratos se siente casi como una obra de teatro, y ahora solo quiero verla montada en escena.
Me gustó mucho esta historia. La recomiendo totalmente. Siempre hay una reconciliación pendiente, incluso contigo mismo.
El relato se mueve con intensidad entre recuerdos, reproches, afecto y lo no dicho. Me encontré y reencontré con los personajes, dándole la razón a uno y luego al otro, como en una buena conversación pendiente. No recordaba el final ni lo envolvente del relato. A ratos se siente casi como una obra de teatro, y ahora solo quiero verla montada en escena.
Me gustó mucho esta historia. La recomiendo totalmente. Siempre hay una reconciliación pendiente, incluso contigo mismo.
June 13, 2025
La trama es muy interesante, pero en ocasiones el relato se pierde en diálogos repetitivos. Por la cotidianidad es muy posible empatizar con ambos personajes sin caer en una dicotomía de héroe/villano. El cierre me pareció apresurado y poco acorde al desarrollo.
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