En Saenz, vida y obra se suponen y se iluminan mutuamente. Así, la imagen de escritor rebelde, marginado, alcohólico, nocturno y enemigo del artificio de la “gente bien”, no sólo remite a uno de los pocos enfants terribles de las letras bolivianas, sino que es parte integrante de una vida que asumió la escritura con vocación monástica. El resultado fue una obra que es una visión de mundo extraordinaria y original, como pocas en el contexto de la literatura boliviana y latinoamericana.
Se puede decir que muy pocos representantes de la literatura, la música o la pintura contemporánea en Bolivia han dejado de tener alguna relación o influencia de Sáenz. Incluso su importancia se ha sentido en las nuevas generaciones de videastas y cineastas.
Tal vez lo que más llamó la atención, sobre todo a gente joven, fue el aspecto romántico de su estilo de vida, reflejado en su horario de trabajo y de vida social: dormir en el día y vivir de noche.
La publicación póstuma de su novela, Los papeles de Narciso Lima Achá (1991), arroja luces sobre otros dos importantes aspectos de su vida: su sexualidad y su atracción por el nazismo.
Esta última, similar a la de Ezra Pound en algunos elementos, fue más bien un rechazo a la sociedad burguesa moderna y una exaltación de lo irracional y lo esotérico como métodos de conocimiento del mundo.
De ahí que su interés por el nazismo estuvo más cerca de la magia que de la política. En cuanto a su sexualidad, un aspecto poco conocido de su vida, no hay duda de la importancia que debió tener el mundo de las relaciones homosexuales. Así lo prueba la escritura de Los papeles de Narciso Lima Achá, donde se narra básicamente una historia de amor entre un joven boliviano y uno alemán. Cabe señalar que Saenz nunca se definió como homosexual y su vida amorosa conocida estuvo siempre heterosexualmente orientada.
Lo cual se muestra, por ejemplo, en que Saenz se casó con una mujer alemana de origen judío y con ella tuvo una hija. Este matrimonio, donde lo judío y la heterosexualidad predominan, indica la dificultad de asignarle una etiqueta a sus intereses políticos y sexuales.
Perfiles de gente no muy conocida, importantes para Jaime Sáenz o inventados, da igual. Cuenta su vida, y luego la muerte de cada uno, pero sin rasgos generales, buscando detalles y con algo de ironía que he disfrutado mucho. Es interesante el tono general que crea, con palabras fuera del ámbito común, pronombres fuera de sitio a veces, en una primera y tercera persona asépticas casi, formando un manto ya de por sí interesante (o que al menos no aburre leer) del que van sobresaliendo pequeñas anécdotas o actuaciones que definen la vida de cada señor (no hay señoras). Son elegías, a fin de cuentas. De la mitad para alante un poco pesado ya.
Una lectura pesada, profunda, pero adictiva que me genera varias preguntas. Pero creo que la más importante es: ¿Jaime no conoció a profundidad a ninguna mujer o qué? Xd
Considero que es una gran manera de conocer al autor, antes de lanzarse a leer sus novelas, leer estos cuentos cortos te da un buen pantallazo de su estilo e ideas