En una época que exige productividad y progreso, la protagonista y narradora de esta novela toma una decisión a contracorriente. Con treinta y dos años, trabaja de asistenta de dirección en la industria audiovisual y vive con su perro Río en una casa alquilada en un barrio de Buenos Aires con más cuartos de los que puede habitar. Luego de ahorrar durante meses, un día deja de aceptar trabajos por un plazo indefinido. ¿Qué busca? Algo averiguar a qué tiene sentido dedicarle el tiempo si está a su entera disposición.
Lo que en un principio parece una fantasía introspectiva y algo individualista, que no está libre de ansiedades, se va convirtiendo en una experiencia de apertura y en el tejido de una red de lazos de afecto.
En su debut literario, Agustina Espasandín ha escrito una novela involuntariamente generacional y pospandémica poniéndose en la piel de una heroína de barrio que persigue y entrega lucidez, ternura y gracia en cada encuentro.
Con prosa inspiradísima y una convicción infrecuente en una primera novela, Que pase algo pronto es un grito ahogado, y también una canción feliz, contra la falta de ideas de futuro, la deshumanización y el eterno imperio de lo mismo.
Una mujer que deja de trabajar porque quiere experimentar lo que es convivir con ella misma sin obligaciones. Quiere sentarse con sus pensamientos y descubrir qué es lo que haría cuando tiene toda esa libertad en sus manos.
Con esta premisa, estaba segura de que iba a amar este libro. Sin embargo, a medida que la historia avanzaba me fui desconectando. Había demasiadas reflexiones sobre temas aleatorios que me distraían del foco principal de la historia, que era lo que a mí más me interesaba. No pude conectar con los personajes del todo, pero sí con algunas situaciones puntuales, muy de su forma de vivir.
No deja de ser un libro novedoso, cosa que creo que hoy, en un mundo en el que todo está escrito, tiene mucho mérito. Tiene frases bellas por donde lo mires. Así que si te intriga la sinopsis, te diría que le des una oportunidad, porque si bien no fue la historia perfecta para mí, tiene mucho que decir.
soy exactamente el target de este libro, y siempre siempre leeré una exploración de alguien que decide no trabajar y ver qué pasa cuando nos enfrentamos a nosotras mismas.
he conectado mucho con la prota: me parece real, bien escrita, con sus aristas (y es lesbiana así que la amo de forma inmediata). creo también que se tratan temas interesantísimos y que hay partes muy pero que muy bonitas en esta novela
PERO también creo que me ha faltado algo más de dinamismo o de llevar más lejos la premisa del libro. al final es difícil encontrar el equilibrio entre presentar una Vida Normal pero no pasarse de aburrimiento, por lo cual respeto infinito a la autora aun así!! pero es lo que ha hecho que no me haya enamorado de este libro
pd: el título del libro me parece TAN chulo y bien elegido, qué acierto <3
Un híbrido entre relato y novela corta que narra el desconcierto de sentirse ocioso en un mundo esencialmente productivo y neoliberal —donde el trabajo compra el tiempo propio—.
Las reflexiones en torno a esta idea impregnan la historia que consiste en una suerte de experiencias vitales conectadas por varios hitos claves personalizados en su mascota, los pájaros, los espacios y las personas que rodean su vida cotidiana. No obstante, es un libro en el que la protagonista descubre que, aunque uno quiera detenerse, la propia vida nos arrastra con sus ritmos y encontrar el equilibrio es un ejercicio de alto riesgo.
Presenta un estilo narrativo desenfadado, cercano, que permite empatizar con los personajes… una protagonista perdida y caótica, dejándose llevar por lo que acontece y sus impulsos. A veces la quietud y el pesar, a veces el placer y la carne. Entre la muerte y el amor, teje una constelación disidente del tiempo propio, que no consigue identificar con los juicios del resto, que la empujan constantemente a ser producto y trabajo, no a construirse en su no-hacer, en su esencia.
La relación con el sepulturero es hermosa y el apego-desapego con chica es muy buen reflejo de las relaciones contemporáneas, pero siento que me ha faltado un pelín más de profundidad en las reflexiones de la protagonista. Si bien es cierto que las comparaciones son odiosas, tiene cierto cariz de ‘Mi año de descanso y relajación’ de Otessa Moshfegh y, aunque muy disfrutable, me esperaba un poco más —esto es totalmente personal y subjetivo y no difiere con que es una buena novela corta con un precioso estilo narrativo—.
En resumen, me ha gustado pero tampoco me ha fascinado. Quizás a ti si te fascine, hay que darle una oportunidad a cada historia porque nace desde el fuero interno de cada escritor/a y es un ejercicio bello de ser y estar en el mundo. Puede que escribir sea el primer acto rebelde en contra de lo productivo y lo mercantil, escribir es regurgitar el alma y sacar todo lo que el mundo no quiere ver o pensar.
La premisa de un personaje que busca desafiar un mundo de hiperproductividad, haciendo un parate a su vida, me pareció súper interesante, me interpeló y fue la razón por la que compré el libro. Sin embargo, todo eso quedó en una idea. No lo vi desarrollarse con fuerza ni profundidad, todo quedó en un concepto. El personaje del sepulturero podría haber sido bisagra para avanzar sobre la visión que se plantea al inicio, de deconstruir estos tiempos acelerados, pero se quedó en eso. Tedioso de leer, repetitivo. El personaje de La Chica no suma nada. No lo recomendaría.
buen libro. me han gustado mucho los personajes de la vecina y el sepulturero y la relación de la protagonista con cada uno. son interesantes esos vínculos "fuera de lo común" que se arman porque tienen algo muy comunitario que es amoroso y cada vez menos habitual. por otra parte, supongo que "que pase algo pronto" es lo que esperamos los jóvenes adultos aunque no sepamos muy bien qué es ese algo (o tal vez solo hablo por mi)
Me gustó mucho 🫶🏽 Lo sentí muy cercano, como si la escritora fuera amiga mía. Me trajo mucho el disfrute de lo “simple” y de lo tierno de la vida (como observar lo que pasa a nuestro alrededor: las plantas, los animales que nos rodean, la lluvia) Hermoso 🥹
My Year of Rest and Relaxation maar dan minder cynisch. <3 Wat er overblijft als werk ons leven niet meer overneemt: bijzondere vriendschappen en veel empanada's
Me animé a leer esta novela junto a mi amiga Ana, ambos habíamos visto muy buenas reseñas y no me arrepiento de ello, en absoluto, nos dio para buenas charlas como siempre, pero lamentablemente no ha sido para mi, y creo que tampoco para mi compañera de lectura.
La premisa me parece buena, original y que invita a la reflexión con uno mismo, o eso esperaba encontrarme con su lectura.
Lamentablemente no ha sido así, no he logrado en ningún momento empatizar con la protagonista, cada página que pasaba esperaba que pasase algo y eso sí me creaba ansiedad en la lectura, ver que no pasaba nada. Quizás esta sea la intención de la autora, no lo se, pero no he logrado disfrutarla en ningún momento y se me hizo "tedioso" de mitad del libro hasta el final por que veía que nada cambiaba.
Quizás hablarlo con alguien que haya logrado sacarle "más jugo" a su lectura me venga bien, por que si no se quedará ahí en el olvido de mis lecturas como una más sin que haya pasado nada de nada.
La historia es fiel a su argumento: qué pasa cuando no pasa nada. Es lindo de leer, aunque lo sentí escrito en "porteño moderno". Algunos de sus relatos parecen inconexos, unidos por un hilo demasiado fino. Siento que es un libro para las personas que les gusta la poesía.
Un libro demasiado confuso por momentos. La cuestión es que comienza muy bien , toca temas interesantes y también algunos personajes secundarios que enamoran , pero de repente todo cambia y se vuelve confuso ya uno no sabe ni lo que está leyendo o por dónde se quiere dirigir la historia y de pronto vuelven al cauce y lleva un momento que es desesperante.
Lástima tenía buenas espectativas e intenté leerlo dos veces , pensé que era yo que no entendía y sorpresa la manera de narrar es así.
Como bien anticipa su título estuve toda la lectura esperando que pase algo. Se me hizo tedioso y difícil de terminar incluso para sus cortas ciento y pico de páginas. El vínculo con el sepulturero y los vecinos me dio ternura y pensé que podría explotarlo un poco más. El personaje de La Chica no aporta absolutamente nada. No lo recomendaría ni siquiera para pasar el rato.
al principio no me gustaba nada y luego me ha gustado tanto!!! un libro sobre la hiperproductividad y sobre todas las cosas que pasan cuando no pasa nada.
Me encanta leer sobre trabajo y productividad. Me encanta analizar lo que nos ata a un sistema que no nos deja descansar con tal de producir, que suele ser una sensación que se traslada a nuestra vida personal. Somos muchos los que nos sentimos mal si descansamos, si nos pasamos un mísero día simplemente sin hacer nada. Y por esto, «Que pase algo pronto» me llamaba un montón, porque el viaje hacia lo que es intentar buscar nuestro huequito en el mundo sin necesidad de arrastrarnos por la marea del sistema me hace tilín.
La primera parte me gustó un montón y lo empecé con unas ganas tremendas. Subrayé muchísimas frases, porque otra cosa no pero la autora escribe que da gusto. Es una novela que transcurre muy lentamente, como el estilo de vida al que aspira la protagonista. Por desgracia, el resto del libro no ha terminado de cuajarme 🥲.
Para mí decae. Creo que es demasiado largo para lo que ofrece, así que terminó por resultarme repetitivo. Es una historia muuuy lenta, muy costumbrista y en la que no pasa nada de nada... Y no suele ser el tipo de historia que más me gusta.
Aun así creo que es un libro sencillo, escrito de una manera preciosa y que ofrece reflexiones interesantes sobre la productividad y el producir. Y que creo que gustará mucho más a aquellas personas a las que les gustan estas historias lentitas y ambientales. A todas esas personas os animo a leerlo, porque quizá sí que encontráis un rinconcito de confort en este libro.
Aquí estaba yo, entretenida con lo que me parecía una novela breve, entretenida ...hasta que llegó el final ...y me doy cuenta que hablamos de existencialismo ,materialismo y lo efímeros que somos queridos.
Así arranca la narración en primera persona de lo que creía una humana snob de "treintaintantos" ,que decide dejar de trabajar una temporada : "Quería no tener nada que hacer, pero sobre todo,no tener que hacer nada que no quisiera". No,no penséis en las millones de obligaciones que tenéis a diario 😂porque os vais a dispersar y con razón .
La protagonista, a raíz de esa decisión de dejar parada su vida laboral ,como es lógico , empieza a pasar aprietos económicos. Comienza a disfrutar y ser consciente de otros aspectos de la vida .Disfruta de su,nuestro ,querido perro Río,de sus vecinos jubilados y lo más interesante,como la vida hace que tejanos vínculos con personas que no son familia,a ella también le sucede.
Para mí el protagonista real es un secundario,el sepulturero . Representa las incongruencias de la vida.
Ya os he avisado ,la "novelita" deja un poso reflexivo de aúpa...y tan fácil que se lee que asusta...quizás así pasa la vida ,sin darnos cuenta.
Los trabajos de editorial Sigilo llegaron sigilosamente a nuestras estanterías,llenándolas de "voces" nuevas , historias únicas y portadas ...que decir de estas portadas ,solo agradecer el trabajo tan completo que hacen ,hasta los ilustradores tienen nombre en sus ediciones .
La premisa de explorar el tiempo libre como un regalo me pareció increíble. Las vueltas en el barrio, el disfrute de vivir entre arboledas y caranchos; la narrativa es muy buena. Lo malo, creo, es que la protagonista se desvía de su propósito (cuando ya nos había dicho que tenía los recursos para no hacerlo), cede, se complica la historia y termina sin mayor reflexión.
Luego, que el perro le ladre a las cenizas en el viento, que lo dejen entrar al cementerio, que la protagonista abrace a un ave de rapiña sin tener experiencia, que se encuentre con un dealer frente a una estación de policía... bah. La primera parte es la joya.
Tengo un sueño recurrente desde ni sé cuándo.quiero dejarlo todo, irme al pueblo y empezar a pastorear. Como lo hace el pastor con su rebaño y sus dos perros y el burro. Desde hace años lo observó cada verano y sé que ve cosas que el resto de la gente no. Ve y siente como el tiempo se vuelve elástico, flexible,maleable , que toda imagen cobra una nueva definición, que el cielo y la tierra se ponen al mismo nivel, que las ovejas trillan un camino a completar de historias, que aún es posible disfrutar de ese locus amoenus que a duras penas se sostiene en esta sociedad capitalista y que #agustinaespasandin recrea en #quepasealgopronto una suerte de novela que recoge un momento muy catártico de la vida de la protagonista en la que decide parar todo para que empiecen a pasar cosas de verdad . Como si de repente hubiésemos apretado un botón imaginario que hace que todo vaya a menos uno, la vida de la narradora va sorteando diferentes caminos como si de una nueva forma de practicar la trashumancia se tratase. Empezar a moverse por lugares poco antes transitados , observar lo que ocurre frente a la casa y hasta grabarlo como una especie de prueba, hablar con unos y con otros, ver documentales como forma de entender lo que nos rodea, rondar a la muerte y toparse con ella cuando más inoportuna parece ser, dejar que todo pase, que todo avance, que todo continúe. Que la vida salga a tu paso si te vuelve a necesitar.... Y todo ello con apenas dos duros en el bolsillo. Y hay algo maravilloso en todo ese tiempo que se vierte por los lados, que se derrocha y que vuelve multiplicado hasta el infinito como la prueba más lógica y plausible de que el tiempo somos nosotros y de cómo somos su gravedad, su levedad, su rapidez, su lentitud, su agonía .... "Que llegas tarde"-, le dijo el conejo a Alicia. ¿Adonde ?-dijo esta. "No sé, pero corre". Si hay un lema a seguir en esta vida monetizada y llena de meritocracia y ansia por ser el mejor en todos y llegar antes que nadie a "eso" ,es que realmente llegaremos a donde tengamos que llegar cuando sea el momento, cuando encontremos el camino , porque esperar es dejar que haya tiempo para que puedan ocurrirnos cosas .
"Quería no tener nada que hacer, pero sobre todo, no tener que hacer nada que no quisiera" así arranca Que pase algo pronto, algo que todas en algún momento de nuestras vida adulta llena de obligaciones y responsabilidades anhelamos tener, disponer absoluta y libremente de nuestro tiempo.
Para ello una joven treintañera nos cuenta que ha trabajado duramente para reunir el dinero necesario para "ver qué pasaba si su tiempo era solo suyo". Una vez alcanzado y después de desprenderse de la opresión que supone la rutina, que no nos permite ver o movernos más allá de ella, puede detenerse a observar y estar más presente con lo que y con quienes la rodean.
Gradualmente empieza a llevar a cabo diferentes actividades como grabar durante varios días la misma escena, visitar un cementerio y hacerse amiga del selputurero, conocer a sus vecinos, hacer nuevas amistades, dar largos paseos con su perro Río, ver documentales... Cuenta con una nueva disponibilidad, parecida a la que adopta una persona cuando se jubila "como de levedad constante que comienza, o al menos eso me gusta imaginar, cuando se deja de trabajar, y que inagura, a su vez, una forma totalmente nueva de estar en el presente ".
Una lectura agradable, grata y que invita a la reflexión y a tomar conciencia de nosotros mismos y de la importanciade nuestro tiempo. No suceden grandes cosas pero siempre está ocurriendo algo.. Me llamó la atención que, aún dueña de su tiempo, progresivamente iba adoptando nuevas rutinas aunque estas llegasen a ser un poco más laxas.
Es una primera novela con una premisa atractiva y cautivadora, que cualquier persona adulta estaría más que encantada de experimentar.
Agradezco enormemente a @editorial.sigilo.espana el envío del ejemplar que cuenta con una edición preciosa, como siempre.
Esta novela es un viaje tranquilo y pausado al deseo interno de muchas personas: dejar el trabajo asalariado de la forma en que nos sintamos más cómodas. No depender de horarios imposibles, no cansar hasta el extremo nuestros cuerpos y mentes, hacer lo que realmente nos apetezca sin tener que esperar a los 65 o 70 años, cuando quizá nuestra salud no nos permita disfrutarlo.
Nuestra protagonista trabaja como asistente de dirección y producción en series y cine. En su país la horas extra no están reguladas como deberían (no lo han estado en el nuestro hasta hace poco en este área) y ahorra durante un tiempo para permitirse un descanso y (re)conocerse a sí misma. Una premisa magnífica que puede llevar por muchos derroteros. La autora elige en este caso una vida aparentemente contemplativa en la que la observación de los pequeños detalles cobra protagonismo. Desde el hecho de fotografiar lugares estáticos para analizar su cambio con el paso del tiempo hasta la creación de redes de amistad fuera de la familia.
Y esto es, precisamente, lo que más me ha gustado de esta historia. El análisis (o la posibilidad) de centrarnos en los cuidados por decisión propia en una sociedad en la que a veces los cuidados son demonizados. Por supuesto, esto tiene muchas aristas, pero me parece importante la opción de hacerlo de forma altruista, la forma en la que algunas almas solitarias pueden encontrarse y formar un todo complejo en el que el capitalismo no juegue el papel más importante.
Al final esto puede resultar utópico, ya que tenemos un sistema tan enraizado que no permite estas decisiones a largo plazo, tanto por imposibilidad como por falta de costumbre, lo cual también se refleja en la novela.
La guardo en el lugar especial de las lecturas contra el trabajo formal y las muchas formas que tenemos de luchar contra lo que nos aliena.
Lectura fácil, la problemática empieza desde el primer momento pero nunca termina, se va adentrando más en diferentes historias que pueden llegar a cautivar la atención de uno, en mi caso fueron más que nada la del sepulturero y la de la Chica. Entiendo los hechos desde una perspectiva diferente a la narradora de los acontecimientos y si bien es un libro corto, al no llevar una historia contigua en todo momento me dificultó el captado de atención, cuando me metía en una historia me pasaba a la otra y me quedaba con ganas de más, obvio que eso lleva a seguir leyendo, pero a la par me comí un par de bodrios como cuando describía los documentales qué veía, aunque bueno, eso obvio es subjetivo, hay uno que me llamó la atención. Siento que la premisa era buena pero solo se limitó a contar lo que iba pasando, nunca se sumergió en lo que podrían ser los pensamientos o ver otras consecuencias de lo que iba ocurriendo, siento que le faltó más en varios aspectos. En fin, no es mi estilo de libro, no solo por la redacción sino por cómo termina, no lo veo mal ya que lo siento de una manera apropiada a como se desarrolla todo, es decir sin saber justamente como va a seguir. Pero por ese mismo motivo llego a la conclusión de que simplemente no es el tipo de lectura que más me gusta, de todas formas hay que valorar que es el primer libro de la autora que tiene un título universitario y a mi solo me gusta jugar al crítico con la esperanza de que nadie les el comentario y quede guardado para mi posteridad
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"Que pase algo pronto" es una muy buena descripción para este libro. Me he pasado todo el libro esperando a que pasara algo, y no pasa absolutamente nada. (Además, está escrito en argentino, lo que en algunos casos me dificultaba un poco poder seguir la narrativa).
Son distintos párrafos cortos, y cada párrafo trata sobre un tema distinto: la protagonista ha dejado el trabajo de directora / ayudante de cine; se está viendo con La Chica, pero le cuesta abrirse y sincerarse con ella; tiene un compañero de piso que es músico, el Uruguayo, pero de un día para otro deja el piso; tiene un perro, Río; visita frecuentemente el cementerio, y se hace amiga del sepulturero; graba periódicamente el balcón de enfrente; se obsesiona con unos pájaros que vuelan por su zona.
Y así, pasan los días y los capítulos. Acaba aceptando un trabajo de ayudante de cine, pero se rompe la rodilla en un rodaje y tiene que coger la baja. Al cabo de unas semanas, le dicen si quiere volverse a reincorporar. El sepulturero se pone muy enfermo, descubrimos que tenía cáncer que nunca se trató, y ella es la única que lo va a visitar al hospital. Él no quiere que avise a nadie más. Ella se hace cargo también de sus cenizas.
Pero creo que es una novela muy plana, que los personajes no evolucionan y que no pasa nada desde que empieza hasta que acaba.
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¿Qué pasa cuando no pasa nada? Si no sacamos una foto y compartimos en redes lo que estamos haciendo, ¿estamos haciendo? El registro de lo más mundano y lúgubre de lo cotidiano, eso tiene este libro. Es una suerte de diario íntimo, un intento de retratar aquello que de tan mínimo toma trascendencia. Me conmovió el verosímil, esa capacidad para capturar los vínculos, sin ficciones ni idealización del no-trabajo, sin exceso de dramas. Lo que pasa es lo real, un retrato del mindfullness en cada visita al cementerio, en la comida de la vecina, en la conexión con su perro Río, en los amigos y los amores. Me gust�� mucho.
la construcción de esta novela está en la cotidianeidad de la vida de la protagonista, una vida que podría ser la de cualquier otro personaje pero con el elemento mágico de que decide usar el tiempo a su favor y dejar de trabajar. rodeada de personajes a los que vuelve todo el tiempo, la narradora espera que pase algo en su vida mientras en la vida de toda esa gente que la rodea las cosas siguen pasando. la autora hace una doble definición del tiempo: el de la protagonista y el de la escritura, divide la novela en cuatro partes que podrían ser una misma y cada parte se divide en párrafos con ritmos pausados que dan forma casi poética a la lectura.
Me encantó! Amé la manera en que la autora narra los acontecimientos de una vida cotidiana como si, a su vez, estuvieran suspendidos en el tiempo... Es la protagonista de esta novela quien se detiene para observar, pero sin saber qué está buscando o qué quiere encontrar. En el camino suceden cosas, se despiertan intereses y surgen vínculos que la interpelan. Leer esta novela me resultó como contemplar de lejos la dinámica de cada día, sin dejar se ser conciente de la responsabilidad de la propia existencia.
La historia habla de una belleza, exquisitez y lucidez que no me hubiera podido esperar leyendo solamente la contratapa. La belleza en cada imagen que transmite una profundidad asombrosa sobre la rutina y las cosas de todos los días. La exquisitez en el uso de la palabra y la técnica de narración. La lucidez queda expuesta en cada paso de los diferentes relatos que se entrelazan mágicamente, de una manera casi adictiva, que permite vislumbrar que existe un poder superior en nuestros jóvenes que nos renuevan la esperanza en un mundo mejor.
Me gustó, está interesante. Me gusta cómo está escrito, es muy visual, minucioso en la descripción del detalle, lo que le da sentido a la historia. Refleja cuántas cosas pueden pasar cuando aparentemente no está pasando nada. ¿Cuántos de esos detalles, de instantes, nos perdemos día a día inmersos en el ritmo de la vida moderna? Siento que es un libro muy para mi generación (los "millenials"), que siempre nos sentimos un poco incómodos en la realidad que vivimos, y nos cuestionamos continuamente el sentido de la vida y el paso del tiempo, y qué hacemos con eso en nuestra vida cotidiana.