Además de una teoría, el socialismo tiene una historia política concreta: de éxitos y fracasos. La actual crisis mundial, y las ineficaces respuestas planteadas, parecen indicar que vivimos un fin de época: la transición entre una forma de producir, intercambiar y repartir; una cultura en suma, que da signos de haber agotado su ciclo histórico, y otra cultura que asoma, pero debe concretar su forma, desarrollarse. En este sentido, el socialismo tiene aún mucho que decir. Las reiteradas frustraciones del liberalismo y el populismo ante su crisis, ahora instalada en los países desarrollados, el corazón del sistema, parecen despejar el camino de la alternativa socialista. Ante esta oportunidad histórica, el debate torna pues a abrirse.
Mario Augusto Bunge fue un físico, filósofo, epistemólogo y humanista argentino; Bunge por encima de todo fue un filósofo materialista, defensor del realismo científico y de la filosofía exacta. Fue conocido por expresar públicamente su postura contraria a las pseudociencias, entre las que incluye al psicoanálisis, la praxeología, la homeopatía, la microeconomía neoclásica (u ortodoxa) entre otras, además de sus críticas contra corrientes filosóficas como el existencialismo (y, especialmente, la obra de Martin Heidegger), la fenomenología, el posmodernismo, la hermenéutica, y el feminismo filosófico.