Estoy decidida a leer todo Dostoievski, poco a poco. Un libro al mes de ser posible. Aún no tengo claro si el reto es realista, pero esa es la meta. Empecé con El Jugador, que me pareció bueno, aunque no impresionante. Gracioso a ratos. Pero este mes me decidí por una novela corta titulada Memorias del Subsuelo. He alucinado.
El libro está dividido en dos partes: la primera es un monólogo que se vomita desde las entrañas del subsuelo. Ese lugar oscuro, bajo y terroso donde todos hemos estado alguna vez. Es tierra fértil para la rabia, el odio, la sed de venganza y las contradicciones, pero el terreno está tan enlodado que lo único que surge de él es la inacción, la inercia, la nada.
Los expertos sostienen que es quizás una de las novelas más filosóficas del autor. Y ciertamente, su sonido es similar al que se oiría al lanzar una roca dentro de un pozo existencialista. Estaba leyéndolo con mi esposo, que es psicoanalista, y me decía que reconocía muchas ideas freudianas. Incluso me hizo revisar algunos términos de la traducción para que las ideas tuvieran más sentido y similitud a los textos primarios de Freud. Eso me emocionó porque amo la locura y el genio de Freud.
El narrador afirma que en su juventud fue funcionario. Y creo que es importante entender lo que significaba esto en la Rusia del siglo XIX para realmente comprender las obsesiones del hombrecillo del subsuelo, a quien no puedo dejar de imaginar como Gollum de El Señor de los Anillos de Tolkien. Bajo el régimen zarista, Rusia era una nación de burocracia, que heredó un sistema llamado Tabla de Rangos, donde cada funcionario tenía un grado jerárquico que determinaba su estatus social, más allá de sus talentos o virtudes. Y he aquí un punto central en el detonante de la rabia y la frustración del hombre del subsuelo: que se siente determinado por su hacer y no por su ser. Un conflicto que a mí se me hace muy contemporáneo. Detesto cuando en una reunión social o dinámica grupal llega el momento de “presentarme” y decir “quién soy”, que realmente equivale a decir “qué hago” y “cómo hago dinero”.
Lo cierto es que nuestro querido gusano del subsuelo está en la ruina -perdió su trabajo de funcionario y quedó reducido a la escoria social-, los trajes remendados, el alma rota, y su única válvula de escape es la catarsis. Para muchos hombres de la pequeña nobleza empobrecida y las clases medias urbanas, ser funcionario era la única vía para la subsistencia y el “respeto social”. Eran mal pagados y con frecuencia corruptos. Despojado de su lugar en el mundo, el hombre del subsuelo emigra al inframundo y allí se instala, regalándonos un monólogo monumental, que revela cómo no siempre nos orientamos al placer, y cómo hay goce en el sufrimiento. Y en definitiva, terminamos por deducir que el subsuelo no es simplemente un lugar psíquico, sino también un lugar social: es el mismísimo sótano del aparto burocrático, donde hombres sin brillo ni poder van a parar.
Luego del monólogo de la primera parte, empieza la historia, en términos de acciones y sucesos. Es allí donde vemos al hombre sin nombre en acción. Revelándose en su pequeñez, en su maldad, en su vileza. Desplegando sus contradicciones y bajezas. En esta parte del libro puedes reírte a carcajadas, para atravesar la incomodidad. No les daré más detalles, porque vale la pena que lo disfruten sin spoilers.
Sólo me queda decirles que esta no es una lectura fácil. Y la complejidad no radica en su estructura filosófica, sino en la profundidad de lo que Dostoievski quiere contarnos. Además, la carga de negatividad del texto es tan grande que no es recomendable leerla si uno se encuentra en un mal lugar, si ha quedado sin trabajo, o si alguna inversión le salió mal. Esta retahíla de pensamientos impulsivos y destructivos puede arrastrarte a su corriente, porque lo triste es que todos, aunque sea por minutos, hemos habitado el subsuelo. La novela te confrontará con tu sombra.
Me sorprende la universalidad y vigencia de Memorias del Subsuelo. Una obra que va en contra del paradigma de la razón, el progreso, la ilustración. La razón no es suficiente para preveer todo en la vida. La ciencia no nos da todas las respuestas. Dos más dos no siempre son cuatro. A veces son cinco y no hay forma de explicarlo. La conciencia puede volverse una enfermedad y, quizás, es más fácil vivir siendo un tonto.
Hemos nacido muertos, y hace tiempo que nacimos de padres que ya no viven, lo cual nos agrada cada vez más. Y le vamos tomando el gusto, pronto descubriremos cómo nacer de una idea.
Es una de esas lecturas que te deja inquieto durante días. No por lo que cuenta, sino por lo que remueve. El “hombre del subsuelo” habla desde un rincón oscuro de la conciencia humana, desde ese lugar donde la lucidez se mezcla con el resentimiento, donde pensar demasiado se vuelve una forma de autodestrucción. Es un personaje que se enorgullece de su dolor y se aferra a él porque es lo único que siente verdaderamente suyo.
Lo más impactante es cómo busca su propio sufrimiento como si fuera un acto de libertad: una rebelión absurda contra la racionalidad, contra la sociedad, contra sí mismo. Sus contradicciones son brutales, incómodas, auténticas. Y la relación con Liza es el golpe definitivo: ahí vemos hasta qué punto una persona puede sabotear la posibilidad de ser amada por miedo a mostrarse vulnerable.
Dostoievski no ofrece consuelo. Ofrece un espejo. Y lo que se refleja en él es esa parte nuestra que preferimos no mirar: la que duda, la que se esconde, la que se hiere sin motivo. Una lectura breve pero devastadora, imprescindible para comprender la profundidad y la oscuridad del alma humana.
La primera mitad del libro es ... complicada de leer, por no decir tediosa o agonizante. Leer el primer capítulo es casi igual que escuchar a un borracho gritar y alardear "filosofía". Que el momento en el que prestas atención te das cuenta que tiene algún punto, aunque no sabes si es la mejor forma de expresar esa idea, pero tú tampoco has tratado de expresarla, así que no puedo sino pensar "okay tiene un punto" hasta que luego deja de tenerlo.
Cada conclusión a la que llega es atributo de una persona que no consideraría buena. A pesar que parte de ideas que he experimentado, o cosas que he sentido, y eso es un poco ¿aterrorizante?
¿Que tan cerca estuve de convertirme en un hombre del subsuelo?
Una vez pasada la primera mitad, que es todo un sueño febril. Inicia la segunda parte que ahora sí lleva un historia, una narrativa, y está historia complementa perfectamente las ideas de la primera parte.
Dostoyevski creo este libro como una burla extrema a pensamientos filosóficos deterministas rusos de su época. Pero no sé qué tanto lleva de él, se siente intimo por momentos, demasiado íntimo. El personaje principal es desagradable y no sé si es porque él se ha sentido así o porque, como es una burla, lo hace así. Gran libro, feliz de no tirar la toalla con esa primera mitad.
Y Kafka siendo tan admirador de Dostoyevski, me preguntó si de aquí salió la metamorfosis, con todas las veces que el narrador menciona querer ser un insecto, sentirse igual de importante que un insecto o incluso menos.
Libro extraño y psicológico. El monólogo del protagonista nos pasea por una mente atormentada por los complejos, la envidia, la rabia el deseo de venganza. Me parece que la genialidad de la obra es la capacidad de Dostoyevsky para describir el estado psicológico que, a priori, parece describir a una persona con profunda depresión clínica. No sería raro que el autor haya descrito uno de sus propios episodios. Sin embargo, la lectura es un poco monótona.
"Les juro, señores, que ser demasiado consciente es una enfermedad, una auténtica y verdadera enfermedad."
"Lo único que el hombre necesita es desear las cosas por sí mismo, cueste lo que cueste esa autonomía y sean las que sean sus consecuencias. Y, en cuanto a los deseos, solo el diablo sabe cuáles son..."
La mitad de las cosas que hace el protagonista solo se explican con un humiliation kink por dios. Quisiera poder darle rating de 3.5
So, it’s Dostoyevsky, you just know it’s gonna be full with sentences worth rereading 3 times (and you still might not fully understand it). The more I read this book, the more I could identify the thought processes of the main character, it was intriguing to compare it with some of my real life experiences. Altogether, a great book.
No se bien como me siento. Creo que la reflexión final es muy interesante y muy actual, si cambiamos los libros por los teléfonos, sin teléfonos ni redes sociales ¿sabríamos ser personas? ¿Sabríamos que pensar y en qué creer?
La primera parte es bastante compleja, me quedé bastante desconcertada pero creo que en cierta manera es lo que busca el autor. La segunda, arroja luz y dibuja a un protagonista despreciable de principio a fin.