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Entre marqueses y sombras
414 pages, Paperback
Published March 21, 2025
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October 21, 2025
‘Entre marqueses y sombras’, de Marta Perea Peinador, pertenece a ese tipo de novelas que no se limitan a narrar hechos, sino que escarban tanto en la intimidad familiar como en la memoria colectiva. En ella, la autora hace un recorrido por los últimos cien años de historia española a través de cuatro generaciones de mujeres, al tiempo que nos recuerda que cada experiencia vivida deja una huella que moldea quienes somos.
La protagonista indiscutible es Santomera, nacida en 1923 y bautizada en honor al pueblo murciano de sus padres. Poco antes del estallido de la Guerra Civil, entra a trabajar como sirvienta en la casa de unos marqueses. Allí descubre el contraste entre el lujo de la aristocracia y la precariedad de quienes sirven en la sombra. Pero la diferencia de clases no es solo un trasfondo: se traduce en abusos, humillaciones y en la figura de un hombre sin escrúpulos que simboliza el poder desmedido. La autora retrata con crudeza el sufrimiento de una mujer atrapada por la desigualdad y el patriarcado, pero en la que también destaca su resistencia silenciosa, su capacidad de levantarse incluso cuando todo parece perdido. Santomera no es una víctima pasiva: su dolor se transformará en determinación.
Frente a la oscuridad, surge una figura luminosa: Tomás. Médico que trabaja con los más necesitados, es el único que mira a Santomera con humanidad. Representa la compasión en un entorno deshumanizado y se convierte en símbolo de esperanza. Su presencia aporta equilibrio a la novela y demuestra que en medio de los abusos de poder también existen aliados. No es un héroe idealizado, sino un hombre que actúa desde la ética, que escucha, apoya y se atreve a cuestionar las injusticias, lo que lo hace especialmente creíble. Su relación con Santomera demuestra que la empatía puede ser un acto de valentía y que, incluso en tiempos convulsos, la humanidad no desaparece del todo.
Pero la historia no se queda en el pasado. La novela está construida con una estructura dual que alterna entre la vida de Santomera y el presente, protagonizado por su nieta, María. El pasado de Santomera llega a sus manos en forma de una caja repleta de fotos, cartas y documentos, fragmentos todos ellos de una verdad que nunca salió a la luz. Su labor no será sencilla: deberá reconstruir un entramado lleno de vacíos, enfrentándose a secretos dolorosos y asumiendo la responsabilidad de darles voz. María representa a la generación que ya no se conforma con callar, que está dispuesta a mirar atrás y exigir justicia, y que entiende la memoria como un acto de reparación, no solo de nostalgia. María no solo reconstruye la historia familiar; la dignifica.
En medio de ambas se sitúa Lola, hija de Santomera y madre de María, quien encarna la complejidad de las relaciones madre-hija. Su vínculo con su madre está marcado por lo no dicho. Perea Peinador refleja con acierto cómo el trauma se transmite entre generaciones, incluso cuando no se verbaliza, y cómo el amor puede convivir con la incomprensión. Esta dimensión emocional aporta una gran profundidad al relato.
Uno de los mayores aciertos de la novela es cómo combina el relato íntimo con el contexto histórico. La autora recorre los cambios sociales, políticos y culturales de España a lo largo del siglo XX: la Guerra Civil, la posguerra, el peso de la tradición, los privilegios de la aristocracia y la lenta transformación del papel de la mujer. La novela refleja con precisión cómo cada época condiciona las decisiones de los personajes. En ocasiones, ciertos pasajes se acercan demasiado al tono explicativo, casi como una lección de historia, pero la fuerza emocional del relato compensa esos momentos más expositivos.
El estilo narrativo se caracteriza por una prosa fluida, cercana y muy visual. La tensión narrativa se sostiene gracias a la alternancia entre pasado y presente, que permite ir descubriendo poco a poco lo que se ocultó durante décadas. La autora dedica especial atención al aspecto psicológico: no solo cuenta lo que ocurre, sino cómo afecta a cada personaje. Esto hace que resulte fácil conectar con los personajes, porque están construidos con autenticidad: no son arquetipos, sino seres humanos llenos de contradicciones.
La novela habla de poder y de desigualdad. De humillación, pero también de dignidad. De silencios impuestos, pero también de la valentía de nombrar, ya que callar no borra el dolor, solo lo prolonga. Es, sobre todo, un homenaje a la resiliencia femenina: a las mujeres que sobrevivieron cuando nadie las defendía y a las que hoy se atreven a buscar la verdad.
‘Entre marqueses y sombras’ aúna historia y emoción en un equilibrio muy logrado. Conmueve sin caer en el dramatismo fácil, e invita a reflexionar sobre el peso de lo callado y la importancia de escuchar aquellas voces que el tiempo intentó borrar.
La protagonista indiscutible es Santomera, nacida en 1923 y bautizada en honor al pueblo murciano de sus padres. Poco antes del estallido de la Guerra Civil, entra a trabajar como sirvienta en la casa de unos marqueses. Allí descubre el contraste entre el lujo de la aristocracia y la precariedad de quienes sirven en la sombra. Pero la diferencia de clases no es solo un trasfondo: se traduce en abusos, humillaciones y en la figura de un hombre sin escrúpulos que simboliza el poder desmedido. La autora retrata con crudeza el sufrimiento de una mujer atrapada por la desigualdad y el patriarcado, pero en la que también destaca su resistencia silenciosa, su capacidad de levantarse incluso cuando todo parece perdido. Santomera no es una víctima pasiva: su dolor se transformará en determinación.
Frente a la oscuridad, surge una figura luminosa: Tomás. Médico que trabaja con los más necesitados, es el único que mira a Santomera con humanidad. Representa la compasión en un entorno deshumanizado y se convierte en símbolo de esperanza. Su presencia aporta equilibrio a la novela y demuestra que en medio de los abusos de poder también existen aliados. No es un héroe idealizado, sino un hombre que actúa desde la ética, que escucha, apoya y se atreve a cuestionar las injusticias, lo que lo hace especialmente creíble. Su relación con Santomera demuestra que la empatía puede ser un acto de valentía y que, incluso en tiempos convulsos, la humanidad no desaparece del todo.
Pero la historia no se queda en el pasado. La novela está construida con una estructura dual que alterna entre la vida de Santomera y el presente, protagonizado por su nieta, María. El pasado de Santomera llega a sus manos en forma de una caja repleta de fotos, cartas y documentos, fragmentos todos ellos de una verdad que nunca salió a la luz. Su labor no será sencilla: deberá reconstruir un entramado lleno de vacíos, enfrentándose a secretos dolorosos y asumiendo la responsabilidad de darles voz. María representa a la generación que ya no se conforma con callar, que está dispuesta a mirar atrás y exigir justicia, y que entiende la memoria como un acto de reparación, no solo de nostalgia. María no solo reconstruye la historia familiar; la dignifica.
En medio de ambas se sitúa Lola, hija de Santomera y madre de María, quien encarna la complejidad de las relaciones madre-hija. Su vínculo con su madre está marcado por lo no dicho. Perea Peinador refleja con acierto cómo el trauma se transmite entre generaciones, incluso cuando no se verbaliza, y cómo el amor puede convivir con la incomprensión. Esta dimensión emocional aporta una gran profundidad al relato.
Uno de los mayores aciertos de la novela es cómo combina el relato íntimo con el contexto histórico. La autora recorre los cambios sociales, políticos y culturales de España a lo largo del siglo XX: la Guerra Civil, la posguerra, el peso de la tradición, los privilegios de la aristocracia y la lenta transformación del papel de la mujer. La novela refleja con precisión cómo cada época condiciona las decisiones de los personajes. En ocasiones, ciertos pasajes se acercan demasiado al tono explicativo, casi como una lección de historia, pero la fuerza emocional del relato compensa esos momentos más expositivos.
El estilo narrativo se caracteriza por una prosa fluida, cercana y muy visual. La tensión narrativa se sostiene gracias a la alternancia entre pasado y presente, que permite ir descubriendo poco a poco lo que se ocultó durante décadas. La autora dedica especial atención al aspecto psicológico: no solo cuenta lo que ocurre, sino cómo afecta a cada personaje. Esto hace que resulte fácil conectar con los personajes, porque están construidos con autenticidad: no son arquetipos, sino seres humanos llenos de contradicciones.
La novela habla de poder y de desigualdad. De humillación, pero también de dignidad. De silencios impuestos, pero también de la valentía de nombrar, ya que callar no borra el dolor, solo lo prolonga. Es, sobre todo, un homenaje a la resiliencia femenina: a las mujeres que sobrevivieron cuando nadie las defendía y a las que hoy se atreven a buscar la verdad.
‘Entre marqueses y sombras’ aúna historia y emoción en un equilibrio muy logrado. Conmueve sin caer en el dramatismo fácil, e invita a reflexionar sobre el peso de lo callado y la importancia de escuchar aquellas voces que el tiempo intentó borrar.
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