En estas "Memorias de un cortesano de 1815" (segunda entrega de la segunda serie de Episodios Nacionales), Benito Pérez Galdós nos narra, en la figura de Juan de Pipaón, el ascenso social de este personaje, así como sus artimañas para conseguir estar en lo mas alto de la realeza. El tono sarcástico con que lo hace muestra la exquisitéz que sólo Pérez Galdós tiene para narrar historia. Así mismo, en el transcurso de la novela se nos narran hechos históricos, que como ya es harto conocido es una de las materias centrales en esta serie de Episodios Nacionales. Todos los sucesos narrados ocurren durante el mando de Fernando VII de España en Madrid.
People know Spanish writer Benito Pérez Galdós especially for his Episodios Nacionales (1873-1912), a series of 46 historical novels.
Benito Pérez Galdós was a Spanish realist novelist. Some authorities consider him second only to Cervantes in stature as a Spanish novelist. He was the leading literary figure in 19th century Spain.
Galdós was a prolific writer, publishing 31 novels, 46 Episodios Nacionales (National Episodes), 23 plays, and the equivalent of 20 volumes of shorter fiction, journalism and other writings. He remains popular in Spain, and galdosistas (Galdós researchers) considered him Spain's equal to Dickens, Balzac and Tolstoy. As recently as 1950, few of his works were available translated to English, although he has slowly become popular in the Anglophone world.
While his plays are generally considered to be less successful than his novels, Realidad (1892) is important in the history of realism in the Spanish theatre.
This is the second novel of the second series, or number 12 of the total count of 46. It is different from the previous ones in two major aspects. First: it somewhat falls out of the overall structure. Its main character is not the one that is supposed to unite the whole second series (as Gabriel de Araceli did with the first series). Salvador Monsalud, the ‘hero’ of the second series (an anti-hero really, as we saw in the prior volume El equipaje del rey José) does not make a presence here. Instead we have another character Juan Bragas de Pipaón (who we did however meet briefly in "The Equipaje"); he is a friend of Monsalud. Second: in this volume Galdós’s tone has changed. He is angry here. And frustrated. Gone are the sweet tone and the very equanimous point of view.
This work was written and published in 1875, but it is set in 1815 (two years after the previous Episodio). Through Monsalud we witness the very corrupt circle of power around king Fernando VII, what was called ‘la camarilla’. After the declaration of the Constitution in 1812 in the southern city of Cadiz, , when Napoleon was ready to give up Spain, he recognized Fernando as the rightful king for Spain and a Treaty was signed in the Chateau of Valençay.
Fernando came back to Spain, through Valencia, in April 1814, as king of a constitutional monarchy. Upon arrival, surrounded by a set of conservative politicians, he instigated a coup and overruled the Constitution and dissolved Parliament. The group of politicians and aristocrats had prepared what is known as the “Persian Manifesto” which invited the monarch to establish an absolutist regime . Fernando then moved on to Madrid and the repression and persecution of the liberals began.
With this volume I struggled somewhat. I had undertaken reading this series because it offered me (so I thought) a lazy way towards understanding the very complex nineteenth century in Spain. But I found that Galdós assumes in this volume that his reader is much more knowledgeable than I am. I had to keep looking things up, in particular who were the various dignitaries, so as to be able to follow him.
Apart from the including particularities of the period, Galdós’s portrays very vividly the dynamics of Fernando’s court, with the intrigues, corruption, mismanagement, and he does so using a tangled and engaging plot. He succeeds in depicting an environment in which those in power looted and pillaged the country and the colonies. Fernando is shown as a pusillanimous ruler, who seems both easy to manipulate but who however leaves all his aides second-guessing and insecure--which in its turn propitiated the twisted dealings amongst the pullulating court.
That the narrator in this Episodio--and through whose eyes and thoughts we witness entirely what is going on--, is a personality that Galdós clearly despises makes for very interesting reading. The tone of the whole book is sheer irony. We can even feel at times Galdós’s despair, for as he gets closer to his own times, and detects more clearly the roots of the problems in his own society, the journalist mindset takes over that of the novelist.
Expectedly, I enjoyed the couple of references to painting and art. In one of the royal receptions, Monsalud, the narrator, describes the various royal busts that ornate the room and notices then the faces of a few drunkards and rough men who are present there also, mixed with those royal effigies. He is describing Velázquez’s Los Borrachos .
Then he also detects a pallid and serious looking man standing on the corner. This is what he identifies as Pantoja’s portrait of Felipe II. Incidentally, in the latest exhibition in the Prado A Tale of Two Women Painters: Sofonisba Anguissola & Lavinia Fontana dedicated to the Italian female painters Sofonisba and Anguissola, this portrait is now attributed to Sofonisba Anguissola.
The Episode ends where many things ended – and others began: with the reception of the news that Napoleon had left Elba. This was in February 1815.
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Una pequeña obra maestra, Galdós nos sorprende por la forma de contar el comienzo del reinado absolutista de Fernando VII tras la desastrosa regencia de las Cortes de Cádiz. El autor describe a través de los ojos de un canalla, Pipaón, la forma chapucera e interesada de gobernar de la camarilla de nuestro Rey Felón, capaces de cualquier corrupción o malversación mientras la nación se derrumba. El desfile de personajes es una maravilla, todos tienen su momento en la narración, a la pluma del maestro no se le escapa ningún matiz. Me ha encantado la aparición como conciencia moral de la nación de nuestro héroe de la serie anterior de Episodios Nacionales, Don Gabriel de Araceli. En suma, una maravilla de novela corta.
Segundo Episodio Nacional correspondiente a la Segunda Serie. Nuestro amigo Juan Bragas de Pipaón, se encuentra en la Corte absolutista de Fernando VII en 1815. Allí trata de medrar y servirse de sus influencias en medio de un ambiente de total corrupción de la Corte. Además, el característico enredo amoroso, provoca una intriga deliciosa a modo de sainete.
En realidad, lo que hace Galdós es una lacerante crítica al absolutismo, a los cortesanos y a la figura de Fernando VII. Un corte llena de arribistas, aduladores e interesados. El Consejo de Castilla es definido como una cámara narcótico-nacional y los grandes hombres de la época que en realidad son unos fracasados. El Duque del Infantado Se dice “acaudillado de nuestras tropas en la Guerra de la Independencia, tuvo la amargura de verlas derrotadas […] Nombróle el Rey gran Almirante de las escuadras aunque nunca había visto el mar” Aparece de forma tangencial el personaje de Gabriel Araceli, quien fuera protagonista de la primera serie y que encarna la figura del liberalismo, contrapuesta a los intereses de Pipaón y al momento político.
De hecho, la inestabilidad política que padece España en el S. XIX se atribuye a este período. Galdós cree que el liberalismo de las Cortes de Cádiz produjo excesos, pero que la actitud de Fernando VII lo que provocó fue la venganza. Y es que Galdós no puede ocultar, ni tampoco quiere su propia ideología.
Una novela breve, entretenida, magníficamente escrita y con un punto de ironía para aquellos que les guste leer entrelíneas.
Tenemos una de las novelas cortesanas de Galdós. De esas en las que todo es interacción social lenta y que me resultó muy aburrida. El tempo elegido es muy denso porque Benito nos lo quiere contar todo. En algunos momentos me ha recordado a los combates mentales de Dune, pero en pequeñito.
La historia es, en resumen, la historia de un arribista que intenta prosperar en la corte corrupta y llena de intrigas monetarias. Si en unas novelas o cortes lo que se busca es el poder, en esta es, directamente, el dinero. Y así nos muestra, Galdós, el saqueo del estado organizado desde la administración y la corona.
Los personajes son, casi todos, remanentes de novelas anteriores. Ya los conocemos y ya nos esperamos sus actos. No están puestos para empatizar, más bien al contrario. Lo que busca Galdós es mostrarnos, en primera persona, la vivencia de las corruptelas sin esconder nada de lo que piensa el protagonista que es quien cuenta la historia.
Si estás haciendo el largo peregrinar de los Episodios Nacionales, este te va a costar. A mi me frenó la lectura de los siguientes durante años. Si no conoces los Episodios Nacionales y quieres empezar por este, te has equivocado.
De los que he leído hasta ahora posiblemente sea uno de los mejores. Forma parte del segundo grupo establecido por el autor. Recoge las acciones de Juan Bragas, que aquí se cambia el apellido por el nombre de su pueblo de nacimiento. Desarrolla el ambiente y funcionamiento del reinado de Fernando VII, con detalles vinculadas a la gente de la epoca. Entiendo que es una tremenda ironía tanto de los personajes como de la epoca y confirma el nivel moral y patriótico del periodo en la que todo el mundo iba a robar todo lo que podía bajo un inútil como el rey.
El episodio más complejo hasta el momento, donde nos metemos en la piel de Juan Bragas, cortesano de Fernando VII, manipulador, astuto y ambicioso funcionario de una España convulsa. Hasta ahora, los personajes reales han servido de contexto histórico y en esta historia nos metemos más a fondo en los tejemanejes del propio rey, sus ministros y validos. Galdós retrata la decadencia de una corte que intentó volver al pasado después de la ocupación francesa mientras el mundo a su alrededor volaba a otra velocidad y ardía 🔥
Una novela histórica que empieza como una picaresca, con un protagonista preocupado por el concepto de su honra, pero no del peligro que corre esta con sus triquiñuelas para escalar en la pirámide del poder. Como cualquier político de hoy en día, que si algo tienen las novelas de Galdós es que captan los vicios de los españoles como ninguna otra, solo que puede que nuestro protagonista haya subestimado a alguien en su ascenso y que se lo haga pagar.
El contexto de la obra es la restauración absolutista con el monarca Fernando VII al frente de ella. En la obra, cuya publicación data de 1875, pero situada en torno a 1815, Galdós describe la España de la época y la corte del rey con su perspectiva única y, bajo mi punto de vista, brillante.
La historia gira en torno a Juan Bragas, personaje principal, más tarde conocido como don Juan de Pipaón. Es un pícaro oportunista, que se maneja estupendamente a través de toda la burocracia y tejemaneje creados en las diferentes áreas del estado, para prosperar en un sistema corrupto, con una decadencia moral y política relatada por Galdós y muy presente durante la obra.
Este personaje, es un hombre perspicaz y astuto, con una moralidad cuestionable, puesto que el fin que mueve sus actos es posicionarse en la corte, mantenerse en ella y usar las influencias de su posición para sacar rédito personal. Resumidamente, su estrategia es ejercer influencia política para progresar social y económicamente. Sus orígenes humildes, su ética adaptable a cualquier situación para beneficio propio a través de su rol en la corte, el instinto de supervivencia en estos entornos definen las características de este personaje.
Galdós dibuja en su libro una monarquía ausente de liderazgo, de propósito y de responsabilidad, más pendiente de perpetuarse en el poder acabando con cualquier insurrección liberal que de hacer un país con mayor peso a nivel mundial, debido a su reciente historia hasta esos momentos. Llena de cargos postizos, repartiendo puestos entre una corte enfocada al enriquecimiento personal y de su patrimonio sobre cualquier planteamiento de gestión pública (1815... ¿Te suenan de algo hoy en día estos problemas?
La imagen que se da de Fernando VII es la de un monarca contemplativo, desmotivado, sin un objetivo político a largo plazo, cuyas decisiones varían en función de contentar a la corte corrupta con la que se rodea, muy probablemente para asegurar su asiento. Además, Galdós menciona que no es un monarca con esposa, y que no tiene un proyecto claro de tenerla, dando a entender que la monarquía o la responsabilidad de la monarquía o de su implementación e integración en la sociedad, no está respaldada ni por el propio monarca. También lo percibe como una persona que no comparte sus pensamientos con la corte aduladora y voraz que se rodea (entendible, por otro lado), quizás por la falta de una idea clara del futuro de España y el suyo propio. Es un monarca obligado por las circunstancias más que por su voluntad de serlo, meditabundo, pensativo e introvertido.
Me quedo con una frase que aparece en el libro, del personaje de D. Buenaventura: No mires lo de fuera sino lo de dentro. Estudia el corazón de los hombres y no atiendas a lo que articulan los labios, que siempre han de pagar tributo a las conveniencias, a la moda, a las preocupaciones...
Algunos refranes o expresiones que no había escuchado mucho: "Buscarle el pelo al huevo" , "Mezclar berzas con capachos", "No hay función sin fraile", "Siempre fue escrupulosa la inocencia".
Algunas frases sobre la España de la época, segun Ugarte: "Nuestra nación, señor, ha de vivir siempre bajo la vigilancia interesada, mejor dicho, bajo la tutela de Inglaterra o de Francia. La primera trabaja porque perdamos las Américas y porque se arruine nuestro comercio; la segunda nunca nos perdonará el haber vencido a sus soldados, aunque fueran mandados por el general Bonaparte".
Me encantan las descripciones tan vívidas que hace Galdós en ciertos momentos, donde muestra la expansión del castellano como lengua de culto: Ella inclinó la frente, sentí el vivo calor de ella, así como la humedad de su llanto en mi mano.
Una nota para el lector: En esta obra se nombran diferentes personajes que intervienen en momentos puntuales, así como políticos de otras épocas, batallas, personajes históricos, corrientes de pensamiento, etc. y a veces es difícil referenciar a cada evento o personaje con la razón por la que es nombrado sin recurrir a su consulta, así que una buena excusa para seguir aprendiendo.
No me arrepiento de haberlo leído por constituir parte de la segunda serie de los Episodios Naciones, por el divertido giro final, por las grandes descripciones y por el tono humorístico que hace que se lea con una sonrisa.
En lo literario, mi única queja es su inclusión; poco tiene que ver con Salvador Monsalud a excepción de salir en un párrafo del principio del precedente libro.
En lo ideológico, es un libro de parte completamente, con un personaje que se justifica ridículamente y en términos históricos no tiene ningún sentido. Fernando VII en el 1815 no estaba tan cómodamente asentado en el trono, la represión no era tan severa como fue en la llamada Década Ominosa.
La novela que trata también el escándalo de los barcos rusos no fue tan caprichoso, los barcos finalmente se emplearon, llegaron adecuadamente a Cádiz como dicen los informes (La quiebra de la monarquía absoluta de Fontana, p.223-226), si se desatendieron fue por culpa de corruptelas no por culpa de Fernando VII y para colmo es anacrónico las negociaciones empezaron dos años después del fin del libro, en 1817. Todos los reyes tienen puntos negativos y si en el XIX hubiesen decidido tornar sus ataques contra Carlos III, ahora recordaríamos a un tirano que imponía toques de queda, un derrochador en fastos, a un cobarde por no ayudar a su padre contra los ingleses y un temerario e inútil por lo de la Guerra Fantástica.
Como es esperable, solo salen los desmanes absolutistas, debe de ser que cuando Espoz y Mina no fue nombrado virrey y se sublevó, lo hizo por puro constitucionalismo y no por intereses personales. Si esto se olvida, aunque el libro es esperpéntico, es gracioso.
El protagonista es Juan Bragas y nos cuenta su escalada en el gobierno de España durante los primeros años de gobierno absolutista de Fernando VII (1815) desde que entra en una covachuela hasta llegar a sentarse con el mismísimo rey. Se nos muestra con mucha ironía y humor como grandes hombres gobiernan corruptamente y sin mucha idea el destino de la nación, movidos más por el interés personal mientras se muestran muy capaces y honorables y como estos cambian según el humor del monarca y los tejemanejes de los que han alcanzado la camarilla, los que ya no están y los que aspiran a ella. Todo esto aderezado de una trama romántica y cómica en dónde Pipaón se interesa por una jovencita que conoce en las tertulias de las señoras de Porreño, familia venida a menos y dónde empieza su escalada social. Fingiendo ayuda en dos temas, uno económico sobre una moratoria y otro personal como la libertad del amado de la joven Presentacioncita. En ambos intriga para sacar beneficio personal y en el primer caso lo consigue al comprar la deuda de las Porreño y hacerse con sus tierras y en el personal termina a remojo en el retiro al vengarse la joven por el comportamiento de Pipaón con respecto a la familia Porreño que terminan entrándose de las intrigas de este para sacar partido de su situación.
Una sensación similar a la de la primera novela de la segunda serie. Creo que era demasiado pronto para crear un spin off, puesto que no he podido empatizar realmente con el personaje de la primera novela de la serie, y ya Galdós ha introducido una historia alternativa.
La historia narra el clásico lío amoroso que involucra a dos jóvenes, con la intervención del protagonista, el Sr Pipaón. Dentro de las condenas, las trampas y los entresijos de palacio, se palpa ya el aire de imparable decadencia del Imperio Español, así como las enormes diferencias entre la monarquía y el pueblo español.
A mi juicio, poco que rescatar de esta novela, aunque me gustó mucho el tramo en el que los cortesanos se sientan a conversar con el rey, dadas las manifestaciones de los mismos de la no sapiencia del nefasto porvenir que les esperaba.
Aunque el autor nos recuerda que ya había presentado a este peculiar personaje en algún episodio anterior, yo realmente no lo recordaba y es aquí donde realmente cobra protagonismo. Lo mejor ha sido la ironía de Galdós al contarnos las bondades y buen hacer de la monarquía absolutista a través de las memorias de este cortesano impresentable. Sin sorpresas, amiguismo, corrupción política y judicial, abusos de poder, hipocresía, mentiras. Un retrato de la sociedad española de hace más de doscientos años, aunque no parezca tan lejana.
A pesar de faltarle fuerza al comienzo, "Memorias de un cortesano" gana a medida que avanza y culmina con una excelente y merecida conclusión a la primera entrega de las desventuras de Juan Bragas "de Pipaón", además de hacer por el camino una brutal crítica a la monarquía de Fernando VII. Se agradece también la reaparición de Gabriel de Araceli, que ojalá no sea la última.
Pipaón nos cuenta la historia de su fulgurante ascenso social: de hijo de labradores a tertuliano de don Antonio y habitual del rey Fernando VII. Galdós, como buen caricaturista, nos muestra la hipocresía de este personaje aborrecible desde una ironía fina y elegante.
La estulticia del poder absoluto, el servilismo de los miembros de la corte, las corruptelas grandes y pequeñas, el oportunismo y las lealtades fingidas. Un verdadero tratado de malas prácticas de gobierno.
La corrupción, el despotismo, contados de forma irónica y en primera persona desde los propios los políticos, que son tiranos y payasos. El envilecimiento de los políticos viene de lejos ... Excelente episodio.
En este episodio Galdós rompe con la descripción en tercera persona para iniciar un relato del esperpento de la corte de Fernando VII y de los personajes que intentaban medrar a base de favores y corruptelas. No es de los mejores, incluso puede ser aburrido, pero es Galdós.
Parece que Galdós estaba en un momento extraordinario, porque la dinámica de este episodio no tiene nada que ver con todos los anteriores. Este episodio es casi aconsejable saltarlo y no leerlo, puede desanimar al lector.
Opinión destinada hacia mí mismo y totalmente subjetiva: Uno de los peores Episodios de Galdós. No se comprende nada de la trama, ya que ocurre en su mayoría a través de la narración del personaje principal, siendo este un desconocido para el lector. Tanta introspección y comentario acerca de todo y nada me ha llegado a cansar. De hecho, sigo sin conocer al personaje, ni sus vivencias, ni me ha logrado emocionar, como sí que me pasó con Monsalud, el personaje del primer episodio de la serie.
En definitiva, me ocurrió algo similar en la primera serie de los episodios cuando Galdós abandona la trama principal y dedica todo un libro a otro personaje y localización sin motivo aparente (más que, sí, poder contar lo que pasaba en la época que reproduce sin tener que llevar al personaje principal a otros escenarios, pero no me parece que lo logre con éxito).
Qué maravilla de cuadro para hacerse idea de como funcionaban las cortes con Fernando VII. Pensaba que se me iba a hacer interminable y nada más lejos de la realidad.