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459 pages, Paperback
First published January 1, 2003
“[...] El orden de cualquier sociedad cercada y aislada no depende de la opinión de sus miembros, sino de la de unos cuantos que los representan y están por encima de ellos.” (Pág. 268)
[…] Son conscientes de que antes que enfermos son seres humanos. Están cansados de la diferenciación de la vida entre enfermos y sanos. Por tanto, quieren olvidarse de su situación y quieren irse de aquí como seres humanos […] Llevan una vida de dos caras. (pág. 28)
La gente ya no creía en promesas, estaba descontenta. […] El Paraíso existía solamente en la mente del director y todas las obras construidas tenían su significado tan solo en su maqueta ideal. Para los enfermos, ese paraíso era un sufrimiento. Cada nuevo edificio era el recuerdo de duros y penosos días de trabajo. (pág. 92)
[…] Aunque usted se preocupaba mucho por la gente de la isla y hacía muchas cosas a su favor, a fin de cuentas su vida no podía ser igual que la de los insulares. Su paraíso no podía ser el paraíso de otros. Usted hablaba de «su paraíso» y ellos también; pero ese «su», para usted, era «de ellos», y para ellos, «de usted». (Pág. 259)
[…] Querer obrar solo con libertad fue nuestro error: querer escaparnos de la isla, no saber tenerle gratitud a usted aunque sudaba por nosotros, no saber perdonar, no creer, odiar, envidiar… Todo era muy natural porque, si existían los que oprimían, también existían los que habían sido oprimidos. (Pág. 233)
[...] Recurrieron a la táctica de adelantarles la bendición del paraíso. Antes de construir el paraíso, les hacían soñar el paraíso. (pág. 270)
Como el paquete estaba abierto, se suponía que alguien lo había abierto. (pág. 101)
Para los enfermos de la isla no había ningún paraíso. Si no existía ningún paraíso para los enfermos, no había paraíso en la isla de Sorok. Solo existía paraíso en los cuentos egoístas de otros. (pág. 113)
De acuerdo con la condición física de los enfermos recuperados, lo aconsejable eran cultivos de verduras y cereales, que no requieren mucho contacto con el agua; y la gente común cultivaría arroz, que sí requiere mucho contacto con el agua. (pág. 133)
“Hizo detener el coche frente al santuario […] Su nombre significaba “santuario de diez mil espíritus”. Allí estaban las cenizas de cinco mil espíritus que habían residido en la isla durante cuarenta años. Esta última morada esperaba a los cinco mil espíritus vivos que algún día llegarían convertidos en ceniza, transportados por sus compañeros todavía sobrevivientes.” (pág. 23)
“[...] Si uno quiere buscar con los ojos abiertos algo bello, hay un sinnúmero de cosas bellas en el mundo. Pero, si no las buscamos, no las podremos encontrar. Ellas mismas no revelan su belleza. Hay muchas bellezas ocultas a nuestra vista.” (Pág. 244)
“En esta isla solo hablan los muertos. […] Los vivos no tienen por qué hablar, ya que los muertos lo dicen todo. Son los que hablan con más honestidad que cualquier otro. En ese sentido, este lugar es la Isla de los Muertos, donde viven sus espíritus. Pero los vivos algún día tendrán que hablar” (pág. 53)
“Un poder que no es capaz de proteger su interés y lograr sus deseos no puede ser un verdadero poder” (pág. 70)
“[…] No creo que todo lo que usted ha hecho hasta ahora haya sido en vano. Por lo menos sembró amor en el corazón endurecido de los leprosos. Esa “estatua” de amor se quedará en esta isla. Es invisible, una estatua tallada en el corazón por propia voluntad. Nadie querrá derribarla o hundirla en el agua, se quedará con nosotros para siempre.” (Pág. 235)
“En la isla, el que gobierna debe hacerlo con amor, mientras los gobernados deben gozar de libertad. Cuando el amor del gobernante penetre en la libertad, y la libertad de los gobernados entre en el amor, entonces las dos partes podrán armonizar.” (pág. 273)