Aunque el Diálogo de la lengua sea la única obra religiosa de Juan de Valdés, no constituye un paréntesis profano dentro de su quehacer evangelizador, ya que en el contexto en el que se escribe, la época de la Reforma, el problema de la lengua está fuertemente vinculado al religioso; las Escrituras se sienten como palabra de Dios viva que hay que conocer directamente, traduciéndola e interpretándola. Por otro lado, es una obra muy característica del humanismo, tanto por su forma de diálogo como por su asunto específico, la lengua vulgar, que ya toma plena conciencia de su importancia y personalidad propia, independiente del latín. El presente volumen está a cargo de Cristina Barbolani que realizó la primera edición crítica del Diálogo de la lengua.
Juan de Valdés (c.1500 – August 1541) was a Spanish religious writer.
He was the younger of twin sons of Fernando de Valdés, hereditary regidor of Cuenca in Castile, where Valdés was born. He has been confused with his twin brother Alfonso (a courtier of Charles V, Holy Roman Emperor, who attended Charles's coronation in Aachen in 1520 and was Latin secretary of state from 1524). Alfonso died in 1532 at Vienna.
Coriolano, Pacheco y Marcio acuden a Valdés para preguntarle abundantes cuestiones acerca del idioma que llaman castellano. Juntos comienzan un profundo coloquio conducido por Valdés en el que tratarán diversas cuestiones sobre el idioma, al que se realza a la altura del latín y el toscano, y discutirán acerca de particularidades gramaticales, ortográficas y de significado de sus vocablos.
Dividido en ocho partes de distinta temática lingüística, encontramos por ejemplo que el primer capítulo nos habla del origen del castellano y de su diferenciación de las otras lenguas que se hablaban en España por aquél entonces, un documento que resulta tan curioso como lleno de verdad histórica. Dedica largas páginas, quizás no tan interesantes, a discutir sobre la correcta grafía y pronunciación de distintos vocablos del castellano, en lo cual es gracioso ver cómo Valdés critica en varias ocasiones a Antonio de Nebrija, de quien dice que por ser andaluz sigue otra grafía emborronada (y para el lector moderno causará sorpresa ver que el castellano actual es más bien un balance de lo que proponen tanto Valdés como Nebrija). También hay ocasión para discutir las diferencias y semejanzas con el latín, incluso con el toscano, y para verter ejemplos de textos escritos en castellano y evaluar su grado de ejemplificación.
Pero sin duda, lo más delicioso son los pasajes que hablan de los vocablos equívocos, que están llenos de muestras de humor de la época, y los muy abundantes refranes que aparecen a lo largo de toda la obra. Una defensa del castellano y a la vez un análisis del mismo que marca un inicio de la dignidad de esta lengua.
divertido. revolucionario. show-stopping. unintentionally hilarious. tirándole shade a Nebrija sin ningún tipo de vergüenza.
Valdés consigue la hazaña de predecir en sus diálogos muchas palabras del castellano que se usan cinco siglos después. como antepone la claridad y el pragmatismo antes que la pedantería de usar voces cultas, hace un buen análisis de las palabras que serán relevantes en el futuro por evolución natural, porque son las que elegirán los hablantes.
me gusta mucho la actitud de Valdés, alejada de la seguridad de los gramáticos que hablan en absolutos. entiende que la lengua cambia con sus hablantes, y aunque da muchas recomendaciones para hablar y escribir bien, no suele dar sus preferencias por hechos. describe y no prescribe. es un fanfic interesante; no se pone a hablar de las normas del castellano como si fuera una enciclopedia, sino que inventa dos personajes, Marcio y Coriolano, ambos italianos confudidos por el español en España, a quienes aconseja. en medio de este fregao está Pacheco, que está ahí como representante del castellano más coloquial.
Súper original la forma del relato (desvelada al final) que elige Valdés para contar a través de ella su percepción de la lengua castellana en su lengua. Me parece una buena forma de acercar su conocimiento a los lectores, eligiendo el diálogo en vez de hacer un tratado. Se quiere acercar al pueblo, sabe que la lengua es una herramienta y producto del pueblo, de ahí que use los refranes para ejemplificar su lengua.
La reflexión, a partir del siglo XVI, sobre una organización semiortodoxa de cada lengua vulgar dio paso a una estructura sistematizada para su categorización gramatical. Siendo como es quien esto escribe un neófito en filología española, no se puede abundar en el trabajo que Juan de Valdés llevó a cabo en este “Diálogo de la lengua”, una especie de obra teatral en donde tres personajes (Marcio, Coriolano y Torres) le inquieren al propio Valdés sobre algunas características de la lengua castellana. En palabras de Pilar Máynez, “El 'Diálogo' de Valdés es una especie de introducción general a la lengua castellana. Toca temas como su procedencia latina; las influencias de otros idiomas que han ido incorporándose a ella en el transcurso del tiempo, por ejemplo: el griego, el árabe -recordemos que había nacido en Cuenca, que, con Toledo, era una de las zonas más arabizadas- y el hebreo; advierte el distinto origen del vasco respecto a las demás lenguas y las diferencias que existen entre el catalán y el portugués. Asimismo, se detiene en los refranes, a los que acude con gran libertad para ejemplificar ciertos aspectos que va desarrollando y a los que concede importancia relevante como patrimonio lingüístico”. No obstante, la obra resulta una disertación interesantísima, aunque el lector sea neófito en estos menesteres.
Me arden los ojos de estar todo el día leyendo este libro en formato electrónico. Realmente no me gustó, para nada, era muy denso y monótono, que siempre lo dejaba un lado para hacer cualquier otra cosa (cuando debería concentrarme en este libro obligatorio para mi clase de literatura española). Lo único que rescato es algo bastante ajeno del relato en sí, ya que era más que nada mi sorpresa al entender algunos términos o referencias, tanto en un término gramatical como al reconocer la intertextualidad presente. Sería lo que rescato, fuera de eso, le hubiera colocado una sola estrella.
Lo leí para primero de Filología Hispánica. Se hace entretenido en algunos puntos, sobre todo por la comedia e ironía de los criados y Valdés. Sin embargo, las partes de ejemplos de vocablos se hacen repetitivas y pesadas de leer. Desde el punto de vista de Historia de la Lengua, debe de ser sensacional para ver la evolución del español. Ahora bien, para una lectura entretenida, mejor otros libros.
Esta es una de las lecturas obligatorias del grado de Filología Hispánica. Había leído algún estudio sobre ella, y la verdad es que no tenía muchas expectativas. SInn embargo, me pareció una obra amena y fácil de seguir aunque no esté dividida en capítulos, y muy rica en lo que se refiere al contenido.
Es un libro que he tenido que leer debido a mis estudios. No ha estado mal teniendo en cuenta la época en la que se escribió y el tema que trata. Es metalingüística, habla de la propia lengua. Puede resultar pesado a pesar de ser bastante ligero y dinámico.
Entiendo su interés filológico y como precedente a la normativización de la lengua castellana, pero a nivel literario o personal no me ofrece demasiado, a pesar de algún momento gracioso.
De hecho, tuvo más momentos graciosos de lo que había pensado. Para mí, al menos, fue interesante ver una explicación de algunas características del castellano del momento (algunas conservadas, otras no), teorías sobre el origen de la lengua, ideas sobre la gracia de la lengua y la dificultad de la traducción y evaluaciones de varios libros (entre otras cosas). La sección sobre los vocablos sí me pareció algo larga, sin embargo.
A pesar de no haberla leído entera (he llegado a algo más de la mitad) no se trata de una lectura que necesite un final. De forma más o menos amena, el autor habla de la lengua española de la época (siglo XVI) y tanto histórica como lingüística y literariamente merece la pena. Interesante, cuanto menos.
Me ha parecido muy interesante saber qué pensaba un erudito sobre la lengua en el siglo xvi, sin embargo algunas partes de diálogo se hacían repetitivas y parecían no aportar nada nuevo.