Autora de los libros «Cuentos de maldad (y uno que otro maldito)» (editorial Alfaguara, 2020), «El niño que fuimos” (editorial Alfaguara, 2018), «Las noches habitadas” (editorial Planeta, 2015); y del libro de cuentos «Damas de Caza” (editorial Plaza y Valdés, 2011). Coautora en “Tiembla” (editorial Almadía, 2018).
Escribe una columna sabatina en este espacio titulada Posmodernos y Jodidos, una colaboración quincenal en la sección editorial del periódico Reforma, y otras colaboraciones sobre diversos tópicos culturales para revistas como Milenio, Confabulario de El Universal, SoHo, Univision Trends, El Malpensante (Colombia) y otros.
Actualmente desarrolla guiones para series televisivas con la casa productora Fábrica de Cine. (Bio pics de la escritora Antonieta Rivas Mercado y el pintor Rufino Tamayo). Y guiones para audioseries de la plataforma Amazon Audible (Ciudad de abajo, El amor es un bono navideño, Conversaciones prohibidas, Diario la libro).
Imparte talleres de Escritura creativa en la librería El Péndulo y ha desarrollado contenido para el programa Shark Tank México de Canal Sony.
La forma de escribir de Alma Delia me gusta muchísimo. Tiene un estilo claro, directo y, al mismo tiempo, muy sensible. Lo que más admiro es cómo construye sus historias: empieza desde lo íntimo, desde lo cotidiano, y sin darte cuenta ya estás en algo mucho más profundo. No busca impresionar, aunque lo que dice tiene una fuerza enorme.
Raíz que no desaparece no es una lectura sencilla. Hay partes que duelen, que te dejan con el corazón apretado, que te hacen detenerte. Esa intensidad es parte de su valor. Muestra cómo el dolor puede volverse resistencia, y cómo narrar también es una forma de denunciar y de dar lugar a lo que ha sido silenciado.
Es una historia profunda, valiente, contada con muchísima dignidad. Me dejó pensando, sintiendo, con esa sensación de haber leído algo que de verdad importa.
Tristemente realista y devastador. ¿Qué cosecha un país cuando entierra cuerpos? Mi corazón late a un ritmo acelerado al leer los nombres de las personas desaparecidas.
Casi nunca escribo reseñas, porque siento que no tengo derecho a criticar el trabajo de quienes se dedican a escribir; admiro demasiado el esfuerzo, la entrega y la sensibilidad que implica crear un libro. Pero con Alma Delia me pasa algo especial: siempre logra tocarme el corazón. Su manera de escribir es tan honesta y tan cercana que leerla se siente natural. Este libro no fue la excepción. Qué impresionante trabajo de investigación y qué manera tan conmovedora de entrelazar la devastadora verdad con la incierta, pero luminosa, esperanza.
Éste libro da miedo, da miedo ver el sentimiento y entender a las madres buscadoras. Como madre me movió mucho, pero creo que debería de ser una lectura obligada para los mexicanos. En un país de desaparecidos, vale la pena encontrar historias que unen su memoria.