El libro de las preguntas es el libro de la memoria […]. De un idilio simple y trágico surge un canto de amor que es, a pesar de todo, canto de esperanza. Este canto ambiciona hacernos asistir al nacimiento de la palabra y, en dimensión más que real, a un ensanche del umbral del sufrimiento que ilustra una colectividad perseguida, cuyo lamento es retomado, era tras era, por sus mártires […]. Relatos, diálogos, reflexiones, plegarias se suceden y destacan, como crestas solitarias, en el horizonte; pero al grito se le asigna el grito. Es la hiedra y el signo […]. Allí donde la hierba aspira sólo a permanecer verde y el sílex a sentar testimonio de la separación del agua y de la arena, el vínculo se vuelve libro y el libro universo.» Edmond Jabès
Edmond Jabes was a major voice in French poetry in the latter half of this century. An Egyptian Jew, he was haunted by the question of place and the loss of place in relation to writing, and he was one of the most significant thinkers of what one might call poetical alienation. He focused on the space of the book, seeing it as the true space in which exile and the promised land meet in poetry and in question. (This is summarized from the reader's description in A New History of French Literature, ed. Denis Hollier.) Very many of Jabes's books of prose and poetry have been translated into English, including The Book of Dialogue ( Wesleyan, 1987) and The Book of Margins (Chicago, 1993), both translated by Rosmarie Waldrop.
Ejercicio de deconstrucción literaria a partir de las prolijas llamas judías acerca de la historia, el tiempo y la Nada. Teología y sufrimiento articulan una epopeya rabinica de ecos talmudicos. Prosa poética laberíntica y profética, enigmática y jeroglífica. Resuena Ghibran, Scholem, Rosenzweig, Assens...
Volveré a estos textos de vez en cuando, pues pese a su exagerada extensión, tanta que resulta una infinita búsqueda autobiográfica personal, bien puede convertirse en un ejemplo a seguir. Quizás dentro de años modifique la valoración o esta crítica apresurada, pues también albergo la sospecha de que es un bucle desmesurado y repetitivo en demasía.
Eso sí, debe leerse a ratos, por momentos, con pausas, a lo largo de años, sin exigirle continuidad ni completitud. Tampoco le demandemos un Todo, aunque recuerde en demasía a otros autores, sean poetas místicos o filósofos hebreos. Es una obra muy personal, pese a su universalidad mística, aunque no le encuentro la revelación de un Eckhart, un Silesius, una Norwich, un Molinos...
En fin, una rara avis, con fragmentos que son joyas, con versos nimbados por el misterio, con reiteraciones que son barro a medio cocer, con joyas recocinadas, con nimbos que conban el barro...y así ad infinitum.