There is a wide, unthinking accep-tance of the premise that the gap between rich and poor countries is largely due to the exploitation of the latter by the former, first through colonialism and more recently through neocolonialism and eco-nomic dependency. Carlos Rangel rejects this approach. He traces the sudden appearance and rise of this "Third World ideology" as a kind of socialism of last resort, made neces-sary by the failure of the original Marxist prophecy of imminent cap-italist collapse, with the "prole-tarian" and "bourgeois" nations substituted for the proletarian and bourgeois classes in the Marxist drama of struggle and salvation through revolution. Rangel also ex-plains the emotional appeal, and therefore pervasiveness, of this ideology not only in the Third World but also among all alienated mem-bers of Western society. This volume presents a critical assessment of the Third World ideology. Rangel argues that it is false that Third World mis-fortunes and shortcomings are di-rectly related to its having been overwhelmed by the West. He offers a new path toward understanding the problem of economic inequality between nations, and therefore opens the possibility of searching for creative solutions to that problem.
A pesar de ser un libro del año 83 es valioso para el entendimiento de dónde vienen las preferencias socialistas de las personas, como esta idiologia perversa ha permeado en la sociedad moderna, aunque ha quedado evidenciado una y otra vez que para lo único que sirve es para repartir equitativamente la miseria.
"Schumpeter, en su torturado intento por demostrar que, puesto que el Socialismo es inevitable, tal vez no sea intolerable[116] , observa que la debilidad fundamental del Capitalismo reside en que es antiheroico e impolítico. El protagonista central de la civilización capitalista, el empresario, carece por completo de las virtudes del conductor de pueblos. No tiene el disfraz de héroe de los militares, ni el pacto con Dios de los sacerdotes. No inspira temor. Es incapaz de demagogia. No desprecia la economía. Le horroriza el desperdicio y más todavía la destrucción de riqueza. Sus cálculos de pérdidas y ganancias sabe hacerlos sólo en medidas de dinero (de allí la sentencia de Lenin: “Nos venderán la cuerda con que los vamos a colgar”). Con la mitad de esas características Napoleón hubiera pasado su vida comonegociante en Ajaccio.
Por eso los empresarios nunca han gobernado. En el mejor de los casos, y en el ápice de su poder, han apadrinado a políticos para que gobiernen por ellos. Por su parte, los políticos, un tipo humano radicalmente opuesto al empresario, ven o intuyen en el Socialismo un sistema que les conviene perfectamente, donde toda la vida social está politizada y el empresario, ese estorbo miope, cobarde y tacaño, no existe o si acaso sobrevive precariamente, vencido, humillado, reducido al status de sirviente de la política".
Muy buen libro. Habla de la mentalidad tercermundista, muy presente en América Latina, en contraste con las ideas liberales o capitalistas. Muy, muy recomendable y de amena lectura.
Lo más chévere es que tiene un apéndice con la entrevista que le hizo Carlos Rangel a Hayek aquí en Caracas, es sorprendente como en este país donde reina la mentalidad populista de izquierdas y de socialdemocracia tuvo una gran mente liberal como la de Rangel.