Rescatado en un lugar remoto del Ártico, el doctor Victor Frankenstein nos relata su tragedia: cuando era estudiante de filosofía en Ginebra se obsesionó por lograr descifrar la fórmula para dar vida a la materia inanimada. Mientras hacía progresos, se dedicó a reunir partes de cuerpos humanos para construir una criatura de apariencia humana, a la que consiguió dar vida mediante una descarga eléctrica. Pero esta criatura, dotada de una altura y una fuerza física descomunales, tenía un aspecto tan espantoso que inspiraba terror a todos los que la veían. El sentimiento de repulsión que despertaba y la soledad a la que se vio condenada provocaron que se rebelara contra su creador.
Considerada el estandarte del romanticismo y del terror gótico, Frankenstein nos recuerda que el hombre, egoísta por naturaleza, no suele tener el más mínimo sentido de la compasión. Aunque la criatura se acerque a los demás con el corazón en la mano, creyendo que se rigen por los principios de la religión y la piedad, los humanos la rehúyen una y otra vez porque solo son capaces de verla como un monstruo.
Mary Shelley (née Mary Wollstonecraft Godwin, often known as Mary Wollstonecraft Shelley) was an English novelist, short story writer, dramatist, essayist, biographer, travel writer, and editor of the works of her husband, Romantic poet and philosopher Percy Bysshe Shelley. She was the daughter of the political philosopher William Godwin and the writer, philosopher, and feminist Mary Wollstonecraft.
Mary Shelley was taken seriously as a writer in her own lifetime, though reviewers often missed the political edge to her novels. After her death, however, she was chiefly remembered only as the wife of Percy Bysshe Shelley and as the author of Frankenstein. It was not until 1989, when Emily Sunstein published her prizewinning biography Mary Shelley: Romance and Reality, that a full-length scholarly biography analyzing all of Shelley's letters, journals, and works within their historical context was published.
The well-meaning attempts of Mary Shelley's son and daughter-in-law to "Victorianise" her memory through the censoring of letters and biographical material contributed to a perception of Mary Shelley as a more conventional, less reformist figure than her works suggest. Her own timid omissions from Percy Shelley's works and her quiet avoidance of public controversy in the later years of her life added to this impression.
The eclipse of Mary Shelley's reputation as a novelist and biographer meant that, until the last thirty years, most of her works remained out of print, obstructing a larger view of her achievement. She was seen as a one-novel author, if that. In recent decades, however, the republication of almost all her writings has stimulated a new recognition of its value. Her voracious reading habits and intensive study, revealed in her journals and letters and reflected in her works, is now better appreciated. Shelley's recognition of herself as an author has also been recognized; after Percy's death, she wrote about her authorial ambitions: "I think that I can maintain myself, and there is something inspiriting in the idea". Scholars now consider Mary Shelley to be a major Romantic figure, significant for her literary achievement and her political voice as a woman and a liberal.
Volver a Frankenstein después de los años ha sido una sensación totalmente distinta. En la universidad leí la versión de 1831 y ya me fascinó, pero ahora, con más lecturas y vida a las espaldas, la experiencia ha sido aún más intensa. Esta vez he elegido la versión original de 1818, más cruda, más libre, más rebelde. Y me ha conmovido profundamente. Mary Shelley escribió Frankenstein con apenas veinte años, pero su crítica al mundo —a nuestra necesidad de crear sin pensar en las consecuencias, a nuestra tendencia a rechazar lo que no entendemos— sigue tan viva como el primer día. En el fondo, la historia de Víctor y su criatura no es sobre ciencia, sino sobre humanidad. Sobre cómo el miedo al otro puede convertirnos en monstruos. La relectura me ha hecho pensar en lo poco que hemos cambiado: seguimos juzgando por la apariencia, seguimos confundiendo lo diferente con lo peligroso. Shelley plantea una pregunta que aún no hemos respondido del todo: ¿la maldad nace con nosotros o se aprende en el rechazo, en la soledad, en el abandono? Frankenstein es, más que un clásico, un espejo. Un icono de culto que ha trascendido su tiempo para convertirse en símbolo del progreso sin empatía, del creador que huye de su obra, del ser que solo busca ser amado, del peligro de no saber cargar con las consecuencias de nuestros actos. Leído hoy, entre avances tecnológicos, inteligencia artificial y redes que amplifican el juicio social, su mensaje es aún más urgente. No hay nada antiguo en esta novela. Lo monstruoso no está en la criatura, sino en nuestra incapacidad de mirarla con compasión. Y eso —esa vigencia, esa herida— es lo que hace que Frankenstein siga latiendo, siglo tras siglo, como uno de los grandes corazones de la literatura. ⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️ (5/5)
I didn’t actually read this in Spanish but the original that I read last month wasn’t appearing on my goodreads reading challenge no matter what I did so. Here it is