No puedo negar que me ha gustado. Es verdad que quizá esperaba otra cosa... no sé, algo más denso, más complejo... No tengo muy claro qué. Tengo la sensación de que es un libro muy sencillo, muy mascado y para todos los públicos y mis expectativas contaban con leer algo diferente. De todas formas a la larga no es negativo, porque la verdad que fue una lectura muy dinámica y entretenida. Además de aprender cosas del contexto político actual que desconocía, con un poco de curiosidad de mi parte también ha dado para indagar en algunos aspectos más allá de la pura comunicación política. Es un libro muy potente en ese aspecto, pues además también tiene una bibliografía extensísima que hace que sea un buen comienzo para iniciarse teóricamente en el mundo de la comunicación política.
Una pega que le pondría es que me da la sensación de que el relato detrás de cada imagen que analiza está rebuscado para darle la razón al autor con la hipótesis inicial de que los mitos clásicos siguen vigentes. Mientras que por un lado evidentemente tiene razón con que la política mide al milímetro las imágenes que proyecta, no estoy tan de acuerdo en que busquen emular ni tan si quiera en que nuestro inconsciente colectivo estén aún presentes la mayoría de estas imágenes de la mitología clásica que él propone. Me parece que lo de utilizar la mitología clásica es un buen gancho comercial pero luego no me parece que esté bien ejecutado ni justificado.
Lo recomendaría a gente que le guste el tema, porque es verdad que no deja de ser café para muy cafeteros.
No sé qué decir. Si tenéis una mínima idea de mitología, este no es vuestro libro. Las comparaciones están cogidas por los pelos (literalmente, compara a Perseo sosteniendo a Medusa con la motosierra de Milei). Si al menos la idea fuera original, pero ni siquiera lo es, tiene un aire al libro de “Mujeres y Poder”, de Mary Beard. Por lo demás, es entretenido.