"Aquí donde estoy”, escribían en sus cartas los soldados de la Guerra Civil española que estaban en el frente para ocultar su posición. Gabriel León Honrubia (1920-2021) luchó con tan solo 18 años en la batalla del Ebro como parte de la llamada “quinta del biberón” del ejército republicano. El cómic se basa en dos fuentes de un valor incalculable: por una parte, la correspondencia que Gabriel León mantuvo con su familia desde el frente durante los 115 días de la batalla más cruenta de la guerra civil. Su familia conservó y atesoró 54 cartas que permiten entender cómo percibió un chico tan joven el infierno al que había sido arrastrado, su capacidad de resistencia ante la adversidad y sus estrategias para mantener a flote su salud mental y la de su familia. Por otra parte, la guionista, María Castro Hernández, pudo conocer a Gabriel León cuando este estaba a punto de cumplir 100 años y grabó largas conversaciones con él. A punto de cumplirse 90 años desde el inicio de la guerra civil, el historiador Roc Salvadó Poy subraya en el epílogo del cómic que “vivir una guerra de adolescente, cuando se inicia la conciencia de la vida, es una gran incongruencia. Gabriel, nuestro protagonista, sobrevivió a esa incongruencia y, como tantos jóvenes de su generación, guardó los recuerdos del desastre y el de los compañeros sacrificados en el campo de batalla. Miedo, dolor y desconcierto fueron su día a día. A él y a todos los que en ella lucharon les marcó para siempre”.
Usando como fuente documental las cartas conservadas de un joven soldado que participó en la Batalla del Ebro y los testimonios vitales de ese mismo hombre (que acabaría llegando a los cien años), María Castro y Tyto Alba narran una historia anónima de la guerra civil española que podría ser la de cualquiera de los soldados implicados y que, justo por eso, sirve de manifiesto antibelicista.
La historia sucede en dos hilos temporales: en el presente, un adolescente entabla una amistad con un anciano que le va contando cómo, a su misma edad, lo lanzaron al campo de batalla; en el pasado, ese chaval intenta sobrevivir al horror, al hambre y a los piojos. Huyendo de la sensiblería y haciendo uso de una pedagogía de lo más efectiva, las vivencias del joven soldado nos sirven para profundizar en ese episodio trágico de nuestra guerra y para recordar que detrás de cada nombre, de cada cifra, hubo una vida, unos sueños, unos miedos.
María Castro trenza una historia desde el rigor, la emoción y el uso de diversas fuentes directas e indirectas. Tyto Alba, como de costumbre, encuentra el tono adecuado para la historia y hace que sus acuarelas le den vida a un mundo lleno luz y oscuridad.
Es un cómic que se lee rápido y tiene anécdotas interesantes de la batalla de Ebro. Lo que más me ha interesado es algo que surge al leer el cómic, el cómo no tenemos reconocidos a los veteranos del conflicto, o lo desconocidos que son los espacios de memoria dedicados a la guerra. A mi parecer, estomuestra que hay un problema al respecto, no hay un relato claro del conflicto, y hay estimo, que aquellos que se vinculen a los sublevados no lo aceptarían ni lo aceptarán. Si embargo, me parece que se desarrolla poco de la batalla y en parte la historia del prota, al basarse solo en sus cartas deja algunos vacíos en la trama.
Las cartas enviadas por un soldado de la Quinta del biberón desde el frente del Ebro se transforman en un cómic y en breve en un documental. Chavales recién salidos de la niñez enviados a la guerra prácticamente con una mano detrás y otra delante. Una de tantas historias de la miseria que causó el golpe de estado de 1936.