Unacartografía de losabusosen la Iglesia através delreveladordiario de AlfonsoPedrajas, unjesuitaespañol quevivióen Bolivia.
«Hice daño a mucha gente (¿a 85?), a demasiados». Con apenas dieciocho años, el sacerdote español Alfonso Pedrajas, también llamado padre Pica, se hizo misionero jesuita para ayudar a los más pobres en Bolivia, país en el que trabajó como profesor hasta su muerte en 2009. No obstante, detrás de una imagen de religioso misericordioso se escondía un depredador que agredió sexualmente a los pequeños a los que había jurado proteger, en especial a los que acogió en el internado Juan XXIII en Cochabamba.
Todo apuntaba a que sus crímenes acabarían sepultados por el silencio y el tiempo, pero en 2020 su sobrino Fernando encontró en el desván de la casa familiar una copia del diario donde el padre Pica confesaba todos los horrores que había causado. Tras intentar sin éxito denunciarlo a las autoridades y a la congregación, se lo entregó al periodista Julio Núñez Montaña, que investigaba casos similares en el diario El País. Como una brújula, el material llevó al reportero hasta Bolivia.
De aquel viaje surgieron los honestos testimonios de varias víctimas, las declaraciones de algunos jesuitas que trataron de encubrir los casos y la actitud del Gobierno y la fiscalía bolivianos después de que la publicación del reportaje periodístico provocase un terremoto mediático y político. Esta es, pues, una emocionante y valiosa crónica de aquel viaje de descubrimiento y reparación, un tapiz en el que las historias de agresores y víctimas, así como la del propio autor, se entrecruzan y dibujan una realidad que revela cómo la Iglesia católica permitió que estos delitos se perpetuaran con total impunidad.
«Julio le devuelve la dignidad al periodismo como oficio restaurativo, sostiene con sus propia salud y en la precariedad a las víctimas de los abusos de la institución que representa el poder en todas sus acepciones». Aida dos Santos, autora de Hijas del hormigón
«Una narración que avanza casi a ritmo de thriller». Eva Blanco, Vogue España
«Un relato apasionante y preciso, escrito por uno de los periodistas que mejor conoce la cruda realidad de los abusos a menores en la Iglesia española». Religión Digital
Llegué a este libro gracias al Club de Lectura de El País. Ha sido una lectura durísima por el dolor que supone asomarse a la realidad de las víctimas. El enfoque es profundamente periodístico, con esa vocación esencial del buen periodismo: intentar que el mundo sea un lugar mejor sacando la verdad a la luz.
Es, sin duda, un libro difícil de leer. Aun así, frente a la barbarie de los abusos y al silencio de la Iglesia, solo puedo felicitar al autor Julio Núñez e Íñigo Domínguez, por su valentía y por representar ese periodismo que realmente cambia vidas. Su investigación ayudó a que el Congreso de los Diputados abriera una investigación oficial.
Tras terminar la lectura, me queda una conclusión devastadora: quienes debían proteger y cuidar a los más vulnerables se comportaron como auténticos monstruos. Y lo peor es que, dentro de la propia estructura de la Iglesia, muchos fueron protegidos y encubiertos. Me cuesta comprender cómo fue posible. ¿Por qué?
El libro muestra dos formas de enfrentarse al mundo: la de los valientes que deciden actuar incluso cuando lo que tienen delante parece inabarcable como Julio Núñez, Iñigo Domínguez o Fernando, el sobrino del Padre Pica, que encuentra el diario de su tío, que opta por denunciar, poniéndose del lado de las víctimas y la de quienes eligieron mirar hacia otro lado y proteger a los abusadores.
Un ensayo crudo en el que se desenmascara a los pederastas de la iglesia y también a los encubridores, así como el periodista se muestra vulnerable y expuesto al dolor que escucha y al que acaba sufriendo como propio tanto mental como físicamente. Y aparece el frío que se pasa ejerciendo el periodismo y lo importante que es contar con una redacción que pueda frenar los embistes contra la libertad de prensa. Me ha gustado particularmente que se mencione que algunos de estos violadores con sotana eran de la teología de la liberación, porque muchas veces parece que solo los más totalitarios o que apoyaban al fascismo eran los que abusaban de menores. Por último, algo muy importante es que no se recrea en los detalles de las agresiones, no es cuento de terror de titulares escabrosos sobre qué hizo el Padre Pica con los casi cien menores de los que abusó, ni del resto de clérigos, ya sean las víctimas hombres o mujeres. De obligatoria lectura, ahora que se pone de moda reivindicar las certezas que promete la religiosidad, si hay un Dios que todo lo ve y que todo lo puede ¿Qué hizo para evitar los abusos de sus pastores?