Frankenstein suele considerarse un libro de terror, pero, en mi opinión, es más bien un relato filosófico que aborda temas como la muerte, el duelo, la obsesión, la soberbia, el orgullo, el abandono, la depresión, la soledad, la necesidad de ser comprendido y amado, la verdadera naturaleza del ser humano o el miedo al rechazo. Todo ello invita a reflexionar sobre los claroscuros de cada personaje y sobre las motivaciones que hay detrás de sus acciones.
Aunque a menudo se recomienda leerlo en otoño, considero que puede disfrutarse en cualquier época del año. Mary Shelley describe la primavera y el verano como momentos en los que el ser humano puede gozar del aire puro, de la dulzura de la brisa, de la luz del sol, de la calidez estival y del canto de los pájaros. Sus descripciones de paisajes verdes transmiten serenidad, y, además, la autora establece un vínculo constante entre los cambios en la naturaleza y las emociones de los personajes.
El verdadero protagonista de la historia es Victor Frankenstein, un joven suizo que viaja a Alemania para estudiar y que más tarde recorre Europa. Es un personaje políglota y cosmopolita con el que muchas personas pueden sentirse identificadas.
En cuanto al estilo de Mary Shelley, su prosa es accesible, envolvente y capaz de mantener al lector en vilo hasta el final.
Recomiendo muchísimo que lo leas si estás buscando una lectura profunda, bien escrita y con toques dark academia.