Gárgola, un chico de doce años, perdió a su mamá por culpa de la pandemia. Para él la vuelta a clases ha sido difícil, sobre todo después de haber pasado tanto tiempo encerrado. Un día, cuando iba saliendo a la escuela, Gárgola —y todos los vecinos de su barrio— se encontraron con un conejo muerto en la entrada de sus casas. ¿Por qué alguien haría esto? ¿Qué esperaban lograr? ¿Tendrá algún significado? Gárgola, junto con su mejor amiga, Encina, deberán descifrar el misterio y encontrar a los responsables de tan terrible hecho.
Todos los libros que he leído de Wilson (siete hasta ahora) son muy diferentes entre sí: desde el extenso, contemplativo y bellísimo Leñador hasta el breve, posapocalíptico y violento Dios duerme en la piedra . Sin embargo, este me resultó el más extraño porque no lo hubiera esperado de él: una novela para niños.
Gárgola es un chico que perdió a su madre en la pandemia, le cuesta adaptarse a las clases presenciales y la tristeza le da pocos respiros. Su vida transcurre gris hasta que, una madrugada, encuentra un conejo muerto en la puerta de su casa, y lo mismo se repite en todas las casas de su barrio. Entonces, junto a su amiga Encina, deciden averiguar quién pudo haber hecho algo así, pero poco a poco empieza a importar más por qué lo hizo.
Más que una novela de aprendizaje, es una historia de aventura y misterio (aunque, como es de esperar, el protagonista madurará a medida que se acerca el desenlace). Es un librito dinámico y atrapante, con un dejo de oscuridad que lo convierten en el tipo de lectura que hubiera disfrutado de niño.
La historia es interesante, entretenida, llena de matices y capas, tiene harto humor a pesar de ser bastante dark. Los personajes son variados y complejos. La trama aborda distintos temáticas: muerte, duelo, discriminación, salud mental, depresión, pandemia. Está muy bien escrita con atención al detalle, me pareció muy entretenida.