El punto de partida para comentar este libro debe de ser saber que no es una obra literaria.
No se puede juzgar este libro como se juzga a una ficción: por el cuidado de la prosa, por la construcción de los personajes, por el tratamiento y pertinencia de los temas o por el manejo de la trama.
No.
Unos diarios tienen que juzgarse bajo la luz de que son reflexiones personales escritas, muchas veces, de forma descuidada, donde las ideas no están desarrolladas de forma completa y clara, y donde los estados de ánimo, las épocas de la vida y demás circunstancias, modelan el resultado final de lo que se escribe en el diario.
En los diarios se encuentra muchas veces el inicio de una obra literaria, de una idea o de un pensamiento. No han de juzgarse pues por su claridad, su validez o verdad huérfanas de la obra o acción final (en este caso las obras, ensayos y demás escritos de Tolstói).
Pero en un comentario sí se puede hablar sobre la identificación, correspondencia o pertinencia de las ideas y pensamientos expresados en cada entrada.
Así por, por ejemplo, podemos juzgar y condenar las ideas profundamente machistas y abundantes de Tolstói en los diarios. Podemos también sopesar sus ideas sobre la literatura, sobre la religión y la moral, sobre asuntos políticos o cómo actuaba él ante los demás en sus iras y conflictos (que muchas veces él mismo se condenó en los diarios).
Pero de todo esto, donde más sería pertinente juzgar unos diarios, es en saber si fueron útiles para quien los escribe y para quien los lee y ¡Vaya que estos diarios fueron útiles para Tolstói y para mí como lector!
En estas hojas Tolstoi engendró sus ideas, las aclaró, las enfrentó y corroboró. Muchas de las cosas que escribió las desmiente o reafirma en épocas posteriores a haberlas escrito. En varias ocasiones el autor volvió a sus diarios para evaluar su progreso en determinados aspectos de su vida y encontró en ello sus mejoras o la continuidad de sus faltas.
Por otro lado, a mí como lector de estos diarios y como gran admirador de la obra de Tolstói, leer sus diarios me permitieron conocer más de este gran escritor, entender sus obras, ver los orígenes y detonantes de varias de ellas, me permitió vivir con él las alegrías, tristezas y dificultades que le causaba la escritura, su proceso creativo.
Entrar a la mente y a la cotidianidad de Tóltoi me permitió también verlo como humano, como un hombre en constante preocupación por sí mismo, por el bienestar de su familia y el de su país. Me permitió ver sus luchas, conocer cómo las libraba y aprender de ellas, para de esa misma forma, o de una diferente, enfrentar las mías propias.
La lectura de estos diarios me generó un placer incalculable, me mostró cosas que me abrieron diferentes perspectivas y me permitió reafirmar posiciones ante mis ideas y mi vida.
Primera parte de los diarios de Tolstói. El autor es un ser altamente contradictorio, machista y lábil. En sus pensamientos se pueden traslucir las inseguridades más agudas. Extraña, al menos para mí, las dudas que sus obras le provocan. Insatisfecho siempre, revisaba y corregía todos sus escritos. Jamás estaba contento con ellos. Su religiosidad también marca su vida y el ansia por la pobreza. Todo lo de su alrededor le provocaba congoja. Hipocondríaco hasta la extenuación (muchas de las entradas comienzan con un “aún estoy vivo”) debía de ser muy complicado para sus familiares y amigos. En cuanto a mi lectura, un apunte. Cometí el error de leerlo como si de una novela fuera. Se hace costoso, pues no hay un estilo marcado. Se trata de reflexiones, repeticiones, banalidades (en otros momentos grandes, grandísimas reflexiones) que pueden dificultar y tediar. Seguiré su segunda parte para conocer la complejidad de la mente de este autor y personaje a la vez, pero eso sí, poco a poco, intercalando otros textos. Una muestra breve de sus reflexiones: “Y nos guste o no, la vida es una obra de arte porque actúa sobre otros seres humanos que la contemplan”.
Es difícil describir un libro como este, porque es describir una vida completa, llena de contradicciones, de idas, venidas y retornos; esta es la vida del hombre de las mil y una reglas para vivir.
Un hombre observador como pocos, con afán de originalidad, con aura de profeta, con ganas de alejarse de lo superfluo para acercarse a la Verdad, e incapaz de solucionar sus conflictos internos y familiares. Pero aún con todo eso era un hombre inagotable e infatigable que no se rendía y seguía adelante para buscar a Dios; en su caso fuera de la Iglesia, porque no comprendía algunas cosas que consideraba contradictorias con el mensaje de Cristo. Y aún sin creer en la Iglesia, tampoco creía en los milagros ni en la Resurrección de Cristo; despojaba las Escrituras de todo lo sobrenatural para basar su Fe en una especie de Buda del cual aprender la forma correcta de vivir. Para él, el mensaje de Jesús era tan potente que los milagros no hacían falta para creer en su mensaje.
Y entre toda esta marabunta de ideas "anarquistas" cristianas encontramos a un hombre que, como el mismo decía, se consideraba culpable y equivocado:
26 de Octubre de 1894
"El hombre puede juzgarse a sí mismo de dos maneras: considerar que está definitivamente en lo correcto o considerar que es definitivamente culpable. Se considera en lo correcto quien no quiere cambiar de vida y quien emplea su razón para justificar lo que ha pasado, y se considera culpable quien aspira al perfeccionamiento y emplea su razón para conocer lo que debe ser".
Podría llenar la reseña de citas, pero para eso ya está el libro. Lo recomiendo a todos los que les interesa y quieren profundizar más en la faceta de Lev, que la de Tolstói (el novelista), y a pesar de lo tedioso que puede resultar un diario a veces, es un libro para leer con lápiz y posits porque está lleno de fragmentos y reflexiones para leer una, otra y otra vez.
Un escriptor brillant que pensava que no sabia escriure. Un home just que s´avergonyia de la seva vida. Un noble que predicava la igualtat rodejat de servents, amb una família enfrontada a les seves idees. Una consciència autoexigent en un context difícil. Se m´ha fet dur seguir el seu patiment interior.
Tolstoi :"El hombre puede juzgarse a sí mismo sólo de dos maneras: considerar que está definitivamente en lo correcto o considerar que es definitivamente culpable. Se considera en lo correcto quien no quiere cambiar de vida y quien emplea su razón para justificar lo que ha pasado, y se considera culpable quien aspira al perfeccionamiento y emplea su razón para lo que debe ser". Aquest és ell.