Jordi Esteva (Barcelona, 1951) és un escriptor i fotògraf català. Entre els anys 1987 i l'estiu de 1993 fou redactor en cap i director d'art de la revista Ajoblanco. Apassionat de les cultures orientals i africanes, els ha dedicat la major part de la seva tasca periodística i fotogràfica. Ha dedicat treballs als oasis d'Egipte, a la medina de Marràqueix, a l'arquitectura de l'Atles marroquí, també a la cultura animista africana a la qual el 2011 va dedicar un film documental. El 2012 va guanyar el premi de Literatura de Viatges 'Camino del Cid' per l'obra Socotra, la isla de los genios.
Este libro puede dividirse en tres relatos claramente diferenciados. El primero transcurre a finales de los años 70, en el que un joven Jordi Esteva recorre Sudán hasta terminar su periplo en las costas de Yemen, acompañando a un anciano sudanés a peregrinar por última vez a La Meca.
El segundo relato se sitúa en el año 2002 en Omán, un país transformado por la explotación del petróleo y del que nada queda de su historia. Por último, Los Árabes del Mar termina en la costa de los Zinj, en Kenia y Tanzania, donde los sultanatos extendieron sus colonias desde la Edad Media hasta la llegada de los portugueses en el siglo XVI.
De los tres relatos el más interesante sin duda es el primero. Esteva consigue transmitir la magia y el exotismo de esos lugares perdidos como el desierto sudanés o las montañas del Yemen donde solo se aventuran los viajeros más atrevidos.
El segundo relato sobre el Omán actual es poco interesante. Esto no es culpa del autor, y es que los omaníes no han dejado ni rastro de su historia y el material a partir del cual componer el relato no da mucho de sí. El último relato, en las antiguas colonias árabes de la costa de Kenia y Tanzania gana interés pero no alcanza el exotismo y la aventura del primer relato.
En definitiva, Los Árabes del Mar es un libro irregular, con partes muy interesantes y otras bastante anodinas por la radical transformación de Omán que no dejó rastro de sus raíces. La cultura de esos árabes que conquistaron el Índico se ha perdido para siempre por la voluntad de los propios árabes y por la independencia de las naciones africanas, que renegaron de cualquier influencia de sus antiguos dueños. Como decían nostálgicos los viejos marineros árabes: “el camino era el mar”.