Los protagonistas de estas historias transitan por una realidad que no es unívoca y permite la convivencia del presente con momentos claves del pasado, la concreción de deseos o sueños que de pronto cobran vida. Dos hombres que han amado y perdido a una misma mujer y terminan convocándola a través de unas fotografías; incomprensibles transformaciones de identidad; mujeres que se detienen en los diecisiete años, o que envejecen pero son eternas; calles de Buenos Aires que cambian de nombre pero en las que perduran fragmentos de antiguos carnavales. Un mundo de personajes solitarios donde, sin embargo, el otro siempre está presente porque escucha, observa, acompaña, ordena, retorna desde lo imposible o simplemente acecha en la oscuridad.
Abelardo Castillo nace en Buenos Aires, pero toma como lugar de nacimiento, por decisión, la ciudad costera bonaerense de San Pedro, adonde se traslada con su padre, y donde vive hasta los 18 años. Publica sus primeros cuentos en 1959. Gana un premio en el concurso de la revista "Vea y Lea" en 1959 (jurado: Borges, Bioy Casares y Peyrou). Funda "El Grillo de Papel", continuada por "El Escarabajo de Oro", una de las revistas literarias de más larga vida (1959-1974), enfocada por su adhesión al existencialismo, al compromiso sartreano del escritor. Luego, desde 1977 hasta 1986, dirige "El Ornitorrinco". Ha obtenido varios premios nacionales e internacionales y algunos de sus cuentos, novelas y obras de teatro, han sido traducidos al inglés, francés, italiano, alemán, eslovaco, ruso y polaco.
El Espejo Que Tiembla (#5 Los Mundos Reales).- Abelardo Castillo
“El hombre más bajo alcanzó a ver otra vez la ventana aquella, cruzada de anchas maderas, miró la rotura en el revoque de la pared amarilla, trató inútilmente de reconstruir su dibujo y se dejó caer. Allí vio al otro. Sus cuerpos habían quedado grotescamente abrazados; sus caras, casi juntas. Los ojos del hombre más bajo buscaron los de su verdugo e intentaron una pregunta muda y última. Y aquellos otros ojos lo miraron fijamente, con la estúpida fijeza de la muerte.”
Última entrega de Los Mundos Reales, la serie de antologías de relatos escritos por el autor argentino Abelardo Castillo (1935-2017), publicada originalmente en el año 2005.
Un libro con un título muy acorde a su contenido. Relatos que muestran otra realidad, una alternativa a la que transitamos, deformada, onírica, que transcurre en otro tiempo. Desde una Buenos Aires que sucede en dos épocas distintas a la vez, pasando por el encuentro con una sirena y hasta un sueño con Edgar Allan Poe ¿o no fue un sueño?
Durante el último año fui leyendo la serie de Los Mundos Reales de Castillo y se convirtió en una de las mejores experiencias literarias que tuve recientemente. No solo por la calidad de escritura de Castillo, también por cómo maneja el formato de relato en forma magistral. Sin dudas uno de los mejores cuentistas de la Argentina.
Una serie de elogiables cuentos fantásticos de Abelardo Castillo. Como suele ocurrir en estos casos habrá algunos que, según gustos personales, impactarán o perdurarán en nuestra memoria de lectores más que otros. Dentro de este género esquivo y nada sencillo que es el (buen) cuento, Castillo nos conduce por el filo de la realidad y la fantasía, destacándose con algunos de muy buena factura como "La Cosa", "Ondina" y "El tiempo de Milena"
Naturalmente algunos cuentos me gustaron más que otros. Entre mis favoritos se encuentran: La cosa, la mujer del otro, la que espera y el tiempo de Milena.
Con El espejo que tiembla (2005), último libro de cuentos publicado por Abelardo Castillo, doy por cumplido mi propósito -iniciado hace casi tres años- de leer, en orden cronológico, los cuentos completos de este autor. Este libro es, sin dudas, uno de los que más disfruté, junto al primero: Las otras puertas, de 1961. Eso debe a que, en su primer libro, ya mostraba ciertos rasgos que me encantaron: la dureza con que son retratados el mundo y las personas que lo habitan (que muchos de sus personajes sean niños o adolescentes refuerza esta impresión); una construcción sorprendente de la psicología de los personajes y un gran impacto en los finales, que suelen oscilar entre lo trágico y lo morboso.
El espejo que tiembla tiene varias características llamativas: Por un lado, confirma el pasaje de Castillo de la literatura realista a una presencia cada vez mayor del género fantástico. En Las otras puertas, todos los relatos eran realistas (no porque tuvieran que ver con el Realismo del siglo XIX, se entiende, sino simplemente por ocurrir en el mundo real), pero a lo largo de los siguientes libros pude apreciar como el género fantástico iba ganando preferencia dentro de su obra. De hecho, ya tenía mucho peso en sus dos libros anteriores, Las panteras y el templo y Las maquinarias de la noche, pero aquí se acentúa esa tendencia, al punto que seis de los once relatos son fantásticos. En segundo lugar, hay un afianzamiento muy marcado de lo que suelo llamar el “estilo del autor”. Aún en los relatos fantásticos, se nota que son cuentos de Castillo. En los dos libros anteriores se percibía una influencia muy marcada de otros autores -especialmente Borges y Cortázar, quizás los dos principales escritores argentinos del siglo XX- pero en El espejo que tiembla esas influencias se vuelven casi irreconocibles. No el mismo escritor de su primera etapa, eso se nota, pero de alguna forma sí es el mismo. O una nueva versión, mejorada por décadas de práctica, de sí mismo.
Este libro tiene, además, la virtud de incluir mi cuento favorito de Castillo: “La mujer de otro”, que me parece realmente una genialidad: un hombre que, embargado de tristeza por la muerte reciente de su amante, visita la casa donde esta vivía con su marido. ¿Qué pasa durante ese encuentro? Ciertamente, no lo que uno podría esperar. Es un cuento bastante original dentro de la obra de Castillo: el tono, el ritmo, incluso el final, no son los habituales en él. No deja de ser curioso que, mientras los finales son una de las cosas que más me gustan en la obra de este autor, justamente un cuento que no termina como suelen hacerlo los suyos haya llegado a ser mi favorito, pero así es. De los demás cuentos, algunos me gustaron más que otros, pero todos tienen ese estilo inquietante que caracteriza a Castillo. Los que pertenecen al género fantástico son: - “La cosa”, cuyo argumento recuerda mucho menos a la película de Carpenter que llevara ese nombre, que a otra mucho más reciente llamada It follows, o Está detrás de ti en español, aunque en una versión mucho menos inquietante. - “Noche de epifanía”, que gira en torno a un niño, su hermana y un extraño pedido para la Noche de Reyes. -“La calle Victoria”, en donde presente y pasado parecen entrelazarse durante una noche. -“Foordham 1994”, sobre un encuentro onírico entre Castillo y Edgar Allan Poe. -“Ondina”, donde el protagonista parece habitar a la vez en dos planos diferentes. - “El tiempo de Milena”, donde nuevamente juega con la idea de un tiempo que corre igual para todos. Por otra parte, además del mencionado “La mujer de otro”, son realistas los siguientes: - “Pava”, la historia de una empleada doméstica maltratada, cuyo final me puso la piel de gallina. Este cuento me recordó bastante a algunos relatos del uruguayo Horacio Quiroga. - “Cita en cualquier lugar”, una historia de malevos, quizás un tanto borgeana en su estilo, pero con un desenlace de esos que solo Castillo logra ofrecer. - “El desertor”, sobre un hombre que un buen día decide dejarlo todo. - “La que espera”, una particular historia de amor entre hermanos.
Como me suele ocurrir con todas las colecciones de relatos, algunos cuentos me gustaron bastante más que otros, pero, en general, todo el libro fue muy disfrutable. Lo recomiendo.
Primer libro que leo de Abelardo Castillo, debí leerlo hace mucho, pero mejor tarde que nunca. Es la última colección de cuentos que público, un libro breve, de cuentos raros, bien escritos, que dejan ganas de leer más.