En La terca memoria, Julio Scherer García afronta algunos de los momentos más importantes a donde lo ha llevado la vida. Para hacerlo recurre a las armas que domina soberbiamente: la sinceridad, la honradez, la información, el reportaje y la crítica.
Desde el yo literario que no es presuntuoso ni sencillo, vigoroso o agresivo, pero que siempre es vulnerable Julio Scherer García reportea sus propios recuerdos, documentándolos con rigor y sometiéndolos a un enjuiciamiento implacable. Es así como su memoria se niega a olvidar los hechos y los personajes que han fraguado la compleja realidad de nuestro país. Para el periodista de una pieza, no olvidar significa seguir reporteando, denunciando y acusando con pruebas irrefutables a los operadores de la corrupción institucional que llega hasta nuestros días. En este sentido, y en palabras del propio autor, éste es "un libro escrito con todo el coraje del mundo".
En La terca memoria, saltando de manera caprichosa a través del tiempo, el lector acompañará a Julio Scherer García en su recorrido por paisajes y figuras clave de la historia reciente de México, a los que devela con su gran prosa literaria, haciendo de este libro un clásico de nuestro tiempo.
Fue un periodista y escritor mexicano, director del periódico Excélsior de 1968 a 1976. Fue fundador del Semanario Proceso. Hasta su muerte, se desempeñó como presidente del Consejo de Administración de CISA S.A. de C.V. Falleció a las 4:30 horas del 7 de enero de 2015 a consecuencia de un choque séptico en la Ciudad de México.
Con el mismo estilo anecdótico-impresionista que mostró en Estos años (1995), Scherer ofrece una colección de episodios y amistades claves de su vida. El mismo estilo, sin el mismo efecto seductor, ya que ésta lectura es un cajón de sastre: capítulos interesantes se entretejen con otros de poco significado, como si el autor estuviera conservando material para otro libro. Tampoco brilla tanto la prosa y hay algunos errores fácticos.
Memorias sustanciosas no tienen que ser comprensivas (a diferencia, por ejemplo, de Mis tiempos del primo de Scherer, el ex presidente José López Portillo, cuyos dos tomos suman a 1300 páginas). Pero deben tener un hilo conductor, tal y como la memoria anterior giraba alrededor de la ambivalencia del periodista hacia el presidente Carlos Salinas.
Este libro empieza con dos perfiles de colaboradores con Scherer en Excélsior, uno que lo “traicionó”, otro que se mantuvo leal, un inicio algo autoindulgente a la luz de lo mucho ya escrito sobre “el golpe de Echeverría”. Este tema desgastado surge varias veces por el libro, algo curioso ya que lo que Scherer logró durante sus 20 años como director de Proceso era de mucho mayor impacto que lo que hizo durante 8 años al timón del diario. Más conocimientos sobre lo que pasó tras bambalinas en la revista—tema muy esporádico aquí—habrían dado al libro mayor pertinencia.
Sigue el perfil más largo, sobre Carlos Hank González, que explora con admirable franqueza lo seductivo de los poderosos. Como antes mostró sobre Salinas, Scherer se acercaba al poder porque allí estaba la nota, pero mantener su independencia le costaba trabajo al inicio, cuando los intercambios de regalos no resultaron equivalentes (Hank le regaló un par de autos). Otros esbozos bien logrados se tratan de voceros sobornadores, el editor Rodrigo de Llano, Juan Francisco Ealy Ortiz de El Universal y Jorge Hank Rhon cuando alcalde de Tijuana.
La estructura arbitraria del tomo conduce eventualmente a unos episodios sobre la niñez de Scherer y sus inicios en el periodismo, pero no resultan tan fascinantes que uno podría imaginar y hay poca mención de sus papás o sus abuelos. Luego, hay un resumen, breve pero útilmente crítico, del sexenio de Adolfo López Mateos. Luego, un ataque contra Héctor Aguilar Camín de Nexos y los beneficios que derivó de su cercanía con Salinas que huele un poco a frustración o aún hipocresía. En suma, La terca memoria es un libro atractivo pero no imprescindible para los lectores interesados en la prensa y el poder.
Se lee como un conjunto de notas referidas a personajes y episodios autobiográficos a lo largo de varias décadas arregladas sin un orden lógico. Buena parte son sobre compañeros de Excélsior. Las notas que se refieren a anécdotas de la época de Proceso son sobre Aguilar Camín, Vargas Llosa, Cosío Villegas, Guillermo del Toro y Fox.
Se trata de un buen complemento de lo que Scherer ya escribió en Los presidentes y de lo que otros más han dicho sobre Excélsior en otras obras. Si se empezar apenas a leer sobre esto y los demás personajes del libro, es mejor consultar otros documentos: contrario a lo que el título de esta obra sugiere, no se trata de una autobiografía o memoria típica sino, como he dicho, de un conjunto de notas de temas que ya se han visitado en otros libros. Otro aspecto que debe considerarse es que el estilo de Scherer puede resultar confuso y anfibológico. En más de una ocasión tuve que releer para tratar de adivinar a quién se refería el posesivo "su" de una oración.