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172 pages, Paperback
First published January 1, 2015
Para armar personajes es importante observar y saber observarse. Por ejemplo, si me cocino o no me cocino. Cuando lo hago, siento que el universo está en orden. En el cuento "El cocodrilo", Felisberto Hernández dice: "Me puse a llorar como una forma nueva de pulsar el mundo". La sensación de convertirse en otra persona es un ejercicio saludable: cambiamos y vemos de qué manera reaccionan los otros, me observo y observo a los demás. Santiago Roncagliolo escribe desde la perspectiva de un gato que espera: "A veces aparecía en casa de alguien nuevo, pero seguramente era producido por el umbral. En el umbral, todos los de la casa desaparecían por la mañana y eran reproducidos por la tarde para cuidar de él."
Los finales, como las despedidas, son difíciles. El final es lo más importante, en la escritura como en la vida. A veces sé el final, otras veces no lo sé. Por lo general se encuentra pensando, trabajando en otra cosa o viene mientras estamos escribiendo. Es importante trabajar bien el final porque recién sabemos que la historia se termina, que el cuento está acabado cuando tenemos el final. Un final perfecto es el de Juan José Morosoli: "y se sintió más solo que cuando estaba solo y no lo sabía".