La muerte es una especie de festividad en El sol negro de papá, que se lee no en la vida del muerto sino a partir de la vida de los duelos, que son los que asisten al evento porque el muerto ya se ha ido. Y como la muerte es un asunto de vivos, adquiere trascendencia no en la especulación de qué pasará después de morir sino en el qué pasa cunado la noticia le llega a alguien y este alguien se defiende de ella viviendo. Una novela nueva, sin aires matones, con calles alegres y amores y absurdos que van de una parte a otra como mariposas propiciadas por un mago: el muerto A, el muerto B. Un buen logro para la literatura colombiana, que con obras como esta, de Reinaldo Spitaletta, sale de esa resignación macabra a la que tantos escritores parecen condenados.