Una extraña poeta que deja su poesía repartida en la mesa de los bares de Valparaíso; un relator de fútbol capaz de oler los goles y las desgracias; un escritor al que Julio Cortázar plagia sus historias; una mujer que ve desfilar en el departamento de un edificio vecino toda su vida; un fotógrafo que intenta reconstruirse tras huir del horror nazi.
Los personajes de El abanico de Madame Czechowska transitan por mundos inquietantes y sorprendentes, persiguiendo sus sueños con una urgencia muy particular, que cala hondo en el sentido de la existencia.
¿En una sola palabra?... Imposible de describir en una sola palabra el libro de Marcelo Simonetti, pero -aún en el convencimiento que es un riesgo impuro- podría decir: Inquietante. De la lectura del libro El abanico de madame Czechowska, bien se podrían deducir las lecturas de su autor. Más aún, si Edgar Allan Poe estuviera vivo y hubiera recibido las influencias literarias de Julio Cortazar y de Borges, claramente hubiera publicado esta obra. Porque es inquietante, a ratos con fuertes golpes de humor, aterradora y -por fortuna- profundamente latinoamericana. Poe ha reencarnado en nuestro universo de fútbol, edificios de los años 50 y pueblitos sin historias, y lo tenemos cerca, se apellida Simonetti.