Debolsillo reúne en un solo volumen tres de las novelas más corrosivas y lúdicas de Mario Levrero, autor inclasificable y creador de mundos intransferibles, a medio camino del realismo, elgénero fantástico y la literatura alegórica. En un guiño audaz y descarado a la novela negra, todas ellas tienen como hilo conductor las peripecias de tres protagonistas metidos a detectives improvisados. Trepidantes sucesos y desastradas investigaciones acompañan las narraciones de Nick Carter se divierte mientras el lector es asesinado y yo agonizo, La Banda del Ciempiés y Dejen todo en mis manos , y dan forma a un universo cargado de humor kafkiano y digresiones delirantes en el que Levrero demuestra, una vez más, la calidad de su narrativa radiante e inesperada.
Jorge Mario Varlotta Levrero, más conocido como Mario Levrero fue un escritor, fotógrafo, librero, guionista de cómics, columnista, humorista, creador de crucigramas y juegos de ingenio uruguayo. En sus últimos años de vida dirigió un taller literario.
Jorge Mario Varlotta Levrero, born in Montevideo in 1940 and died there in 2004. Before becaming a cult writer and being considered as a master by many of the best writers in Latin America, Levrero first was a photographer, bookseller comics script writer, humorist, crossword author, creator of brain games. In his later years, he directed a literary workshop.
Levrero’s writing, structured around humour and unease, takes the form of a clean prose based on the psychological that has been characterized as “introspective realism”. His major work La novela luminosa was released posthumously. Another of his most remarkable novels was the involuntary trilogy, formed by the titles La ciudad, El lugar and París
Also, he authored an extensive body of literary work which includes journalistic writing (some of the best articles are to be found in Irrupciones I and Irrupciones II), short stories, novels and essays.
Levrero hated interviews and prologues, loved cinema, he was so interested in self-hypnosis, believed in telepathic phenomena, read about Zen, addicted to computers, loved science, hated being addressed in the “usted” form, could not abide solemnity in general, read detective novels even at breakfast.
Nick Carter se divierte mientras el lector es asesinado y yo agonizo. Ya desde el título se advierte que nos encontramos ante una obra poco convencional, algo que nos va a correr de la zona de confort. Y es así, estamos ante una loca nouvelle.
Por un lado se estructura como homenaje a las novelas policiales que Mario leía con devoción. (nota: ¡tengo el agrado y fortuna de tener en mi casa tres novelas policiales que pertenecieron al propio Levrero!). Por otro, acontecen eventos dignos de Alicia en el país de las maravillas. Cualquier cosa puede suceder.
El resultado es un ejercicio de situaciones absurdas propias de un sueño. Levrero confesó en un par de entrevistas que el escritor que vive en él es un ser misterioso, independiente de su persona. Así es parte de la literatura de este gigante autor uruguayo.
Mario Levrero es de esos autores de los que has oído hablar numerosas veces pero vas dejando pasar el tiempo sin leer una sola página. Un día cualquiera ves un libro suyo en una librería y decides poner fin a la demora. Es curioso como hay una serie de autores cuyo mayor impacto se encuentra entre los propios autores. Bolaño quizá era un caso de esos, hasta que se volvió mainstream (pese a esto, y pese al acto carroñero de publicar sus textos apócrifos, me sigue pareciendo un autor top). Juan Villoro. Sebald… Probablemente también Levrero.
Este compendio de 3 de sus novelas cortas ha sido mi primera aproximación a sus páginas. Y lo mejor que puedo decir es que no será la última. Me gustaría continuar con La ciudad luminosa, pero eso es algo que probablemente interese muy poco a quien lee esto (si es que alguien lo hace).
Repetiré con Levrero, pero al principio la idea era totalmente opuesta. La primera de sus novelas cortas, Nick Carter se divierte… no me llegó a gustar. Encontré detalles. Sobre todo, los juegos con los espejos y lo muy políticamente incorrecto. Pero una novela no se puede sustentar en tan solo estos dos pequeños detalles. Lo absurdo se apoderaba de demasiado porcentaje del texto. Afortunadamente la segunda novela corta dejó un poso distinto. Al igual que el resto, su apariencia es detectivesca. Pero el Levrero que aparece poco tiene que ver con el anterior. Algún pasaje políticamente incorrecto y algún tono absurda que recuerda a las películas de Fu-Manchu, pero eso es el principio. Los personajes palpitan. La historia tiene suficientes puntos que se ciegan al lector como para abarcar más allá del momento de lectura. Y por fin, la última novela corta. Probablemente la mejor. Más personal. Narración en primera persona. Un tipo que probablemente sea el propio autor. Una investigación para encontrar un al escritor de una novela anónima que probablemente sea mejor que García Márquez. Un pueblo como el Pedro Paramo. Una puta inolvidable. Rencillas de juventud.
A pesar de ciertas escenas humorísticas, definitivamente es una de las obras menores de Levrero (estando al mismo nivel que "La banda del ciempiés"). No recomendable si no se ha leído nada del uruguayo antes.
Me planto con espada y escudo contra los que dicen que es un libro pésimo: es una genialidad. No tengo demasiadas impresiones sobre el resto de la obra de Levrero, porque lo único que leí de él además de esto son unos cuantos cuentos, pero esta novela es divertidísima. Pasa de registros con una fluidez increíble. En un punto se vuelve una parodia de El castillo de Kafka, después una novela de detectives pedorra y después un Inherent Vice doblemente delirante. Me hizo acordar mucho a Laiseca y eso siempre va a ser algo positivo.
Se diría que Levrero le saca la lengua a la señora verosimilitud. Un libro delirante y alocado como su propio título. Paródico. Y desbordante una vez más la imaginación de Levrero. Lo encuentro emparentado, salvando las distancias, con el Rafael Reig de "Sangre a borbotones" y el Aira de "El congreso de literatura". Qué bien se lo ha tenido que pasar el condenado escribiendo este libro.
Auténtico precursor de Cesar Aira y de Pablo Katchdajian, este libro es un delirio de principio a fin. Sexualmente prolífico, desborda de situaciones ridículas e imposibles y no tiene pudores de ningún tipo. Se burla de llas novelitas pulp de detectives y despedaza el género detectivesco. Sin embargo tal vez falló el lector en este caso porque en ningún momento me atrapó o sentí empatía o ganas de reir con la historia. La vi en todo ridícula y exasperante y tenía canas de leer a Faulkner o algo más serio. Nunca leí a Levrero y creo que debería leer otra cosa de él porque no quiero creer que esto es todo lo que tiene para ofrecer alguien que es tan leído por gente que estimo en sus lecturas.
Breve, delirante y divertida. Más allá de La caza de conejos (igual de loca que esta obra) he leído poco de Levrero, pero me interesa por esta imaginación que desafía, me parece, toda verosimilitud y coherencia.
Maravilla levreriana del absurdo y el desborde desde el mismo título, que juega con la posibilidad de hacer partícipe del relato al lector y al escritor, medio al estilo unamunesco o macedoniano. Es una novelita que se lee de una sentada, con un ritmo vertiginoso imparable, con dosis iguales de humor, absurdo, inverosímil y provocación, que juguetea con los límites de la incorrección política y de los tabúes (incestos, asesinatos, violaciones, machismos, etc.) para tantear qué tan lejos está dispuesto el lector a seguirlo en esta avalancha de delirios demenciales. Es, también, una novelita policial, pero de esas baratas, que se compran por dos mangos en una colección pedorra que nadie conoce, con una historia inverosímil desde todo punto de vista y una explicación del misterio que no cierra ni a palos; novelitas que consumía constantemente Levrero, según lo registra en La novela luminosa. Es, también, finalmente, una pesadilla kafkiana, una fantasía onírica, una cadena de enredos y absurdos insólitos que no llevan a ningún lado más que al goce, al disfrute, al placer pleno que produce sobre el lector la buena imaginación cuando se la libera de sus límites.
Un libro muy malo que no parece escrito por el mismo autor de Caza de conejos. En Nick Carter intenta parodiar las novelitas del detective epónimo, pero el intento resulta pesado más que humorista, gratuitamente perverso -pareciera que sólo para ser chocante- y groseramente previsible en sus intentos de giros inverosímiles.
Me recuerda mucho otro humorista, el venezolano de pseudónimo Otrova Gomas que fue muy exitoso en sus columnas pero también pesado e inverosímil en sus ensayos de novelas como El caso de la araña de cinco patas(1979).
En mi opinión, el libro, pese a cumplir dos de las promesas del título -asesinar al lector y mostrar la agonía del autor- merece el olvido.
¡Qué libro malo! No puedo creer que lo haya escrito Levrero. La única razón por la que lo terminé es porque es super corto. Intenta hacer una parodia de las novelas de detectives mezclado con un montón de otras cosas. Un parche de elementos sin sentido, ni trama, ni buenos recursos. Sumado a elementos que restan mucho a la trama, como incesto, pedofilia, violación, violencia a la mujer de distintos tipos. Muy malo.
Levrero estaba todo tomado, gracias a dios, no hay otra manera de describirlo, menos aún cuando se termina una obra como Nick Carter.
Disparatada sobre todo lo demás, su corta duración y un nivel humorístico muy bien logrado, levantan una novela que siendo objetivo no es la gran cosa, pero que funciona bien.
E tu, lettore, che ti impietosisci per il vuoto di Nick Carter, che cosa sai dirmi di te? Del tuo enigma, della tua identità? Non ti rendi conto che anche tu sei stato assassinato? Anche a te hanno piantato un coltello nella schiena il giorno stesso in cui sei nato.
La trama è dissennata come raramente accade. Eppure tutto pare avere una folle coerenza.
uno más de Levrero para la colección. es de los paródicos, en este caso del policial. a diferencia de las reglas clasicas del género, acá no importa si las cosas que pasan tienen sentido en la trama o siguen una lógica. difícil decir si me gustó o no, pero me divertí en varias partes. es absurdo (tal vez sea esa la lógica que sigue), raro y a veces polémico, border.
Levrero estaba todo tomado, gracias a dios, no hay otra manera de describirlo, menos aún cuando se termina una obra como Nick Carter.
Disparatada sobre todo lo demás, su corta duración y un nivel humorístico muy bien logrado, levantan una novela que siendo objetivo no es la gran cosa, pero que funciona bien.
Es lo primero que leo del autor. Una tremenda locura. Graciosa e irónica, una vez que logras cazar la onda del libro, es un placer ver al autor jugando a la literatura, estirando los límites no solo de la. historia, sino de su oficio. Muy buena recomendación de una amiga, seguro lea otras obras más de él.
Cuento surrealista, bizarro y politicamente incorrecto. Subvierte los clichés de las novelas policiales, llevando al absurdo toda la trama. Sordides, incesto, violación, asesinato, aquí cabe todo menos el sentido común Divertida para pasar el rato.
Es el primer libro que leo del autor. Me molestó un poco los cambios entre primera y tercera incluso dentro del mismo capítulo. La fuga hacia delante me recordó a César Aira (El filósofo). Me costó aceptarlo al principio, pero me mantuvo enganchado y la leí casi toda en un día.
Contiene algunas reflexiones buenas, pero su sentido del humor perverso no me llega para nada. El personaje principal es un auténtico idiota. Quise leer algo de Levrero pero di con el libro equivocado.
¡Absurdo a montones! Una parodia detectivesca que va abriendo "casos" sin que resuelva nada en realidad. Este libro de Levrero es diferente a "El alma de Gardel" y "Desplazamientos". La trama admite casi cualquier cosa y da giros bastante locos.
Tampoco es que entiendo mucho lo que acabo de leer, pero fue bueno. Fue un viaje a la deconstrucción total del género policial acompañado con ese sentimiento de siempre estar perdido que solo Levrero puede construir. Recomiendo solo dejarse llevar y disfrutar el viaje.
Mario Levrero encogió. Primero sus libros eran grandes, luego fueron más pequeños, luego los libros pequeños no se reeditaban, finalmente quedó solo uno. Esa es su historia en España. El libro que quedó tiene un bonito título: Nick Carter se divierte mientras el lector es asesinado y yo agonizo y otras novelas. Es un título que invita a llevárselo a casa y cuidarlo, como un pájaro exótico de coloreadas plumas. Las otras novelas son dos: La Banda del Ciempiés y Dejen todo en mis manos, y son tres novelas negras. Tres novelas negras con distintos tonos de negro.
La primera es negra pero es en color como las novelitas pulp y los cómics de superhéroes. El superhéroe es Nick Carter, pero no vuela ni hace cosas raras. Es súper porque no es normal, y es un héroe porque es súper. Un fulano que se llama Lord Ponsonby le encarga una misión pero nuestro amigo tiene una cierta tendencia a la dispersión y va saltando de acá para allá, un poco a su bola. Sus luchas más intensas son con su secretaria, que es ninfómana y le quiere. También tiene un enemigo con nombre mitológico: Watson. Y un ayudante que lleva en una bolsa de mano. Él quiere resolver el encargo del fulano, pero está siempre saltando por dimensiones paralelas, en especial sueños especulares. El caso es que hay una mujer que no le quiere bien (no como esas viejas sin dentadura que se deslizan por debajo de su mesa): es un bichejo y se llama Arácnida. Lleva un disfraz, colmillos falsos y una pegajosa (a base de pegamento) tela de araña. Levrero, por si no se ha entendido, coge un montón de cosas y referencias, las mete en una coctelera, le añade una mecha, la enciende y nos la lanza a la cara. Nos quedamos hechos trizas y avanzamos casilla.
La segunda novelita es negra, como aquellas americanas de los años catapún (los buenos años catapún). Aquí no hay superhéroes y el héroe es un poco ridículo, porque no es que no dure ni un asalto sino que ni logra subirse al ring. Entonces salta otro. O un montón. La Banda del Ciempiés en un grupo dedicado a aterrorizar a la ciudad. Se mueven como un dragón chino y arrasan con todo, dejando muertos y heridos a su paso y un poco de destrucción. Su propósito es desconocido. La solución sería el detective Carmody Trailler, pero este no puede hacer nada si alguien no le contrata. Lo contrata una jovencita violetera justo antes de que la secuestren y la cosa se complica. A falta del detective, que se pierde en atascos y aventuras varias, tenemos a su ayudante de apellido ilustre, Angus McCoy. Con el resto de sus compañeros se emplearán a fondo, en una historia de osos violadores, chicas de striptease y bueno, de todo un poco. Levrero en realidad escribió un folletín. Y escribió un folletín porque era para ir saliendo poco a poco en el periódico, y eso hizo. Tiene el ritmo trepidante de los folletines y es divertida, sexual y barata. Es menos loca que Nick Carter… , pero mucho más loca que la media de novelas locas que se escriben. Y entre medias, aún le quedaba otra.
La tercera novelita es negra, pero tirando a gris. Gris como el protagonista, que es un escritor panzudo en horas bajas que juega a detective porque le pagan. En su editorial ha aparecido un manuscrito de un escritor estupendo que interesa mucho a los suecos, pero el tipo no puso remitente y hay que dar con él. Allá, hasta Penurias (pongamos que se llama así el lugar) se marcha nuestro hombre en su búsqueda. Y debería ser una cosa fácil, pero uno no escribe novelas policiacas con cosas fáciles (si eres bueno, claro; a los mediocres les vale cualquier cosa). Al escritor no lo acaba de encontrar, pero a cambio encuentra una puta de ensueño y un compañero de colegio de pesadilla. Entre unas cosas y otras se encuentra a sí mismo. E incluso a un tipo extraño de aires místicos y habla ridícula, de esos que hacen revelaciones. Levrero, que se divierte con todos los disfraces, vuelve a hacernos creer que es otro, igual de bueno que los dos anteriores, con sus cositas y algún guiño, ahora que ya nos conocimos.
Nick Carter se divierte mientras el lector es asesinado y yo agonizo y otras novelas es, después de todo, una brillante reunión de cosas que uno encuentra cuando se le caen los libros de las estanterías al suelo y aprovecha para hojearlos y construir uno nuevo. Nos hace pensar en Osvaldo Soriano no por proximidad geográfica (no somos tan fáciles) sino más bien por esa escritura trepidante y feliz, una escritura que no se improvisa y que es fresca y loca. Mario Levrero es ese escritor que se hizo pequeñito y casi desapareció, pero solo físicamente. En lo demás está bien vivo aunque agonice y sus lectores asesinados se lo agradecemos. Eternamente.
"'Aquí viene Nick Carter, el detective más famoso del mundo, a resolver el enigma'. Pero en el fondo de tu almita sabes que no es cierto. El enigma eres tú, Nick Carter, el único enigma verdadero que nunca has podido resolver, el enigma de tu vida vacía, de tu verdadera identidad."
"Tengo un asunto pendiente con Watson, el socio de los monstruos marinos."
Me fascinó, no esperaba otra cosa de Martín Levrero.
"Allí se respira violencia. violencia oculta, contenida; violencia que en cualquier momento puede desencadenarse contra nosotros, bajo cualquier forma; y se siente que cuanto más tiempo tarde en estallar, con tanta mayor fuerza lo hará cuando llegue el momento."
"Allí vas, arrastrándote como un gusano, sin querer admitir el vacío perverso de tu vida. ¿Qué son aventuras acumuladas? ¿De qué te han servido? ¿A quién han servido?"
Nick Carter es un detective decadente que vive en el absurdo. Desde sus entradas, sus repentinas salidas, su ayudante Tinker que viaja en su bolso, Virginia su secretaria ninfómana, sus clientes extravagantes y sus archienemigos sacados de una revista de historietas o una película de serie B.
Levrero nos ofrece una sátira a la literatura de detectives llevándola a su máxima expresión, convirtiéndola en más pulp que lo pulp. Un libro lleno de sexo (incluso una muñeca inflable asesina), un detective con ínfulas de psicoanalista lleno de dilemas existenciales y conflictos internos que provocan carcajadas, un ejercicio metaliterario, una novelita que nos ofrece el punto de vista del narrador, del protagonista e incluso se dirige a la persona del lector.
En ciento cincuenta y cuatro páginas Mario Levrero derrocha genialidad, con una trama guiada por la intuición detectivesca de su protagonista, una intuición cimentada en el disparate. Primero un Lord solicita sus servicios para descubrir algo que va a suceder pero de lo que aún no está seguro, en esta parte descolla el reflejo de Carter y sus travesuras en el espejo de Lord Ponsonby. Luego trata de descubrir lo que se esconde tras un complot entre los monstruos del mar y un miembro de la alta sociedad. Después tiene un peculiar enfrentamiento, único en la historia de la literatura, con su archienemiga la Arácnida. Y por último va tras las pistas del primer caso que se le encomendó en el que, una vez resuelto el misterio, tiene que tomar una difícil resolución.
Esta es la primera novela que leo de Levrero y ha sido una gratísima sorpresa, leer a un escritor latinoamericano tan experimental y tan libre de prejuicios en torno a lo que es o no literatura, además de tener una prosa excepcional. La novela me hizo recordar a Pulp de Charles Bukowski, sobre todo por el elemento del absurdo. Aunque sin duda Levrero llega mucho más allá con este desquiciado experimento de una maestría impresionante.
Sin duda es una excelente forma de entrar al universo Levrero, hay varios libros de él que tengo pendientes y ya me queman los dedos por hojearlos y devorarlos.