Un escritor viaja a Italia para honrar la memoria de su abuelo polaco, prisionero en Auschwitz; recorre las costas de Guatemala, desde una playa de arena negra en el Pacífico hasta una playa de arena blanca en el Atlántico; llega a Harlem, tras la nostalgia de un salón de jazz; y busca en Polonia el legado familiar heredado por su abuelo. Porque todos nuestros viajes, como dice el narrador, son en realidad un solo viaje.
Cada uno de los relatos que componen este libro se mueve entre dos polos: de lo cosmopolita a lo rural, del viaje mundano al viaje interior, de la identidad que adoptamos para salvarnos al disfraz que con el tiempo vamos personificando: de señor Halfon a signor Hoffman.
Signor Hoffman es la nueva pieza del proyecto literario de Eduardo Halfon, iniciado con El boxeador polaco y continuado con La pirueta y Monasterio, y del cual Adolfo García Ortega escribió: «Lo admirable de Halfon es que, vistos sus libros en conjunto, está encadenando una gran novela personal, al ofrecer en todos un final abierto, como un ‘continuará’ permanente con el que crea el puzle insólito de su familia».
Eduardo Halfon nació en 1971 en la ciudad de Guatemala. Ha publicado Esto no es una pipa, Saturno (2003), De cabo roto (2003), El ángel literario (2004), Siete minutos de desasosiego (2007), Clases de hebreo (2008), Clases de dibujo (2009), El boxeador polaco (2008; Libros del Asteroide, 2019), La pirueta (2010), Mañana nunca lo hablamos (2011), Elocuencias de un tartamudo (2012), Monasterio (Libros del Asteroide, 2014), Signor Hoffman (Libros del Asteroide, 2015), Duelo (Libros del Asteroide, 2017), Clases de chapín (2017), Biblioteca bizarra (2018), Canción (Libros del Asteroide, 2021), Un hijo cualquiera (Libros del Asteroide, 2022) y Tarántula (Libros del Asteroide, 2024).
Su obra ha sido traducida a más de quince idiomas. En 2007 fue nombrado uno de los treinta y nueve mejores jóvenes escritores latinoamericanos por el Hay Festival de Bogotá. En 2011 recibió la beca Guggenheim, y en 2015 le fue otorgado en Francia el prestigioso Premio Roger Caillois de Literatura Latinoamericana. Su novela Duelo fue galardonada con el Premio de las Librerías de Navarra (España), el Prix du Meilleur Livre Étranger (Francia), el International Latino Book Award (EE. UU.) y el Edward Lewis Wallant Award (EE. UU.). Su novela Canción recibió el Premio Cálamo Extraordinario. En 2018 le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura de Guatemala, el mayor galardón literario de su país natal.
Signor Hoffman ha sido mi primer acercamiento a Eduardo Halfon, y ha sido una lectura interesante. Me han gustado especialmente relatos como Signor Hoffman, donde el autor se ríe de sí mismo con ironía, y Bambú, que con detalles precisos logra transportarte a Guatemala. Su escritura es contenida pero evocadora, capaz de situarte en un lugar con unas pocas pinceladas bien escogidas.
Algunos relatos me han atrapado más que otros, pero en conjunto, el libro me ha dejado con ganas de seguir leyendo a Halfon. Su manera de narrar, entre lo autobiográfico y la ficción, con personajes en constante desplazamiento, me ha parecido muy atractiva.
Dudo entre 3 y 4 estrellas, pero el hecho de que quiera leer más de él me inclina hacia las 4.
En un determinado momento, en un determinado relato, Eduardo Halfon escribe que una historia es en realidad muchas historias. Una historia, pongamos la suya, en realidad son muchas historias, pongamos los libros que le lleva dedicados a esa (su) historia en primera persona (primera perpleja persona). También los relatos de este Signor Hoffman, de nuevo en Libros del Asteroide, son partes de la misma, solo que la historia personal, la grande, la de los álbumes de fotos, se queda un poco ahí, en el fondo, como un horizonte en un paisaje de niebla. Ahora se ve, ahora no se ve, pero eso no quiere decir que ese horizonte haya desaparecido en ningún instante.
Desde ese primer relato que da título al libro hasta el último, Oh gueto mi amor, que únicamente se da nombre a sí mismo, encontramos un desplazamiento que no solo atraviesa países, sino tal vez estados de ánimo o momentos de vida. Si empezamos en una campo de concentración italiano reconstruido, suerte de sórdido juguete para celebración de posteriores generaciones, acabamos en esa casa destruida del abuelo, de toda la familia, en aquella Polonia traidora que no se debería volver a pisar. En todo caso (lo entenderemos al final), es importante lo que se escribe pero también el papel sobre el que está escrito. Y en Signor Hoffman, cada relato está escrito en un papel-lugar diferente, con sus consistencia, su textura y sus tonos mates.
Esa narración multiforme que comenzó, hasta donde sabemos, con El boxeador polaco y que tenía su penúltima entrega en Monasterio, se prolonga hasta aquí. Como si de los restos de un naufragio se tratara, cada ola nos trae nuevos recuerdos, que se unen a los fragmentos anteriores. El mar nos sigue devolviendo trozos de un abrigo rosa y con él del abuelo que sobrevivió. O allí aparece como un destello la hermana, o la última discusión con el hermano. Sin embargo, convertido en su propia ficción, Eduardo Halfon no dará esta vez el protagonismo decisivo a su familia (excepto el último relato, y aun así) sino al mundo que le rodea y a contarlo.
Los relatos no acaban porque tampoco tienen un comienzo, más allá de lo anecdótico. Momentos, instantes, de otras vidas que se cruzan con la de uno mismo. Todo parece querernos decir algo, pero no se busca ninguna explicación. Las cosas son. Están. Viven alrededor de nosotros y nosotros nos impregnamos de ellas. Ellas tal vez de nosotros (esto es más dudoso). Una fina lluvia cae sobre todo el libro. Impregna ese bar de Calabria donde tomar ginebra hasta que el dinero llegue, mientras en la televisión dan la muerte de Philip Seymour Hoffman, impregnan una jaula de bambú, un domingo en Nueva York, buscando ese piso en el que se sobrevive a la muerte y a esos propios domingos, llueve sobre los cafetales y las esperanza. Y sobre Belice. Y tras las ventanas de la casa de esa actriz porno, que fue antes la casa de su familia. No es algo físico, sino tan solo una sensación.
Eduardo Halfon escribe un libro bellísimo, como ya lo era Monasterio, hecho de una materia extraña. Sus libros son un misterio en el que a la levedad, a su ligereza, se une la sensación de que todo está ahí y que no asistimos a ningún acontecimiento banal sino que todo es decisivo. Pero ¿decisivo para qué? Para ser. Como si ese “ser” dependiera de aquel otro “estar”. Ser testigo de la vida que pasa, estar atento a los gestos, a las pequeñas pasiones, a los días, a las fronteras, a los cruces, a la piedras, a los barrotes, a los barracones, a los armarios, a los niños tras la puerta. Abierto a todo para recibir algo, ese misterio y meterlo en pequeños libros, que no pesen y, por eso mismo, capaces de elevarse.
El 2017, Shahak Shapira publicó doce fotografías intervenidas en el sitio web Yolocaust. Se trataba de selfies tomadas de internet donde el fondo, que correspondía originalmente al museo del holocausto en Berlín, fue remplazado por imágenes de archivo de los campos de concentración. La acción, en su momento, fue recibida con un amplio eco de redes sociales y un debate necesario sobre el sentido simbólico de la memoria y las formas de interacción que establecemos con ella. A mí, que lo rápido me causa resquemor, la anécdota regresa cada tanto a visitarme, y cada vez que leo a Eduardo Halfon (miento, cada vez que leo algunos relatos de Halfon) resurge desde alguna sala de la memoria.
En este caso, encontré en Signor Hoffman múltiples oportunidades para pensar en ella. No porque todos los cuentos tengan como centro la memoria del holocausto judío, que no es así, sino porque el primero y el último cuento sí la tienen, y eso construye una especie de enmarcado que hace que los relatos interiores se tiñan con esa pregunta por el pasado, la memoria del pasado, la construcción narrativa a partir de la memoria del pasado, y, finalmente, la identidad se hagan presentes en los demás relatos. Ahora, lo cierto es que quizás el tema de la identidad sí sea el gran tema de esta obra: la identidad y las máscaras, la identidad y la distancia, la identidad y el misterio de ser quienes somos en el mundo donde las demás son quienes son. No todes podemos afirmar lo que Don Quijote la primera vez que regresa a casa.
En cualquier caso, más allá de las preguntas sobre ser judío o guatemalteco, o guatemalteco judío, o ingeniero o escritor, o español o latinoamericano, aquí está la palabra que consigue ser duda y salto, pregunta y posible camino de respuesta, imagen y narración. Halfon es un narrador que consigue equilibrar el absurdo y la belleza (la absurda belleza del mundo) para presentar cuentos que en breve dibujan nítidos escenarios en contraste. Entre lo banal y lo solemne, entre la pobreza y la riqueza, entre la justicia y el poder, entre la orfandad y la idea de pertenecer a una familia de millones de muertos. Halfon hace equilibrio sobre la herencia de un discurso denso sumando aquel hálito liviano que usó ya Borges alguna vez para definir la poesía, y que en las mejores de estas páginas aguarda para liberar a los lectores del tedio de la certeza.
Porque Signor Hoffman es incierto y entretenido, porque uno lee sin saber nunca qué va a pasar en la siguiente página, previendo todo el tiempo que hay algo aguardando para estallar o gritar o saltar o pegar un berrido o armar un escándalo. Cada punto aparte de Halfon parece prepararnos para que el comienzo del párrafo siguiente sea capaz de dinamitar lo construido hasta entonces, mandarlo a volar, hacerlo pedazos. Y no es así. Lo terrible y lo brutal, lo sublime y lo sagrado siguen esperando, siguen posponiéndose, siguen insistiendo en que al final no hay dios o diablo sino, y esto es profundamente hermoso, sólo lo humano invitando a compartirlo. Sólo lo humano con su cuota de horror y gloria, de miedo y belleza, de compasión y furia.
Un padre que no concibe la muerte de su hijo, una familia que encierra en una jaula al descendiente idiota, un pueblo de frontera donde una guacamaya corre el riesgo de morir abaleada por uno de los dueños de la calle, un hombre que deambula por el gueto en una gabardina rosada, una pianista que semana tras semana y domingo tras domingo mantiene viva la memoria de sus pérdidas a través de la música. Un libro para lidiar con eso, con el no saber, con el andar a ciegas. Un libro que de alguna manera remota y misteriosa nos recuerda que pese a todo es posible respirar.
I am actually somewhere between 3 and 4 stars. I am not a big fan of short stories (excepting for Borges, which are too dense to be called short stories). Halfon is my first experience with a writer from Guatemala. His writing is nice, deep and easy to read. I liked the narrative style. This book is about judaism, a mediation on religion in general, judaism in particular - the author himself is 3/4 arab jew (didn‘t know they existed, sorry my ignorance). Judaism and being jew is discused in multiple aspects and locations - Lodz, Tel Aviv, Warsaw. Can we escape religion? Do we owe our anchestors to preserve some sort of religious manifestations? does religion matter? Look how many genocides in the modern / ancient world have been made in the name of different religion. Religion is the most effective way to control masses of people. I am not really sure what message to take from Halfon‘s short stories. I like the ignorant part of Halfon who sits in Jerusalim at the wailing wall, and he thinks at the song from The Cure. Then he starts searching, travelling and meeting people and becomes boring and mediocre. The arhitecture of the book is somehow not very clear to me. Some stories are related to each other. Some don‘t. Hmmm...in the end 3, not 4 stars.
'Signor Hoffman' contiene varias historias que a su vez son contenidas por un ciclo narrativo de varios libros. Aunque todavía no los he leído, en el último por ahora Halfon emprende una búsqueda de su identidad a través de la literatura y concluye que ésta no es más que un testimonio de existencia que puede rastrearse desde el futuro, un mensaje en una botella para demostrar que hemos sido.
Entre lo que me he leído de Halfon, este resulta ser el libro menos bueno, talvez porque las primeras historias saben a poco, o depronto, porque saben a lo mismo, pero la delicia de sus otros libros no se encontraba acá. No por esto deja de ser un muy buen autor.
No tinc clar si és un conjunt de relats breus o una mateixa novel·la dividida en capítols amb poca continuïtat entre ells. L'autor n'és el protagonista, els episodis són clarament autobiogràfics. Des de la primera pàgina desconfio d'un paio (mascle, blanc, d'uns quaranta anys, classe intel·lectual del seu país) que narra amb falsa modèstia el seu viatge a Itàlia convidat per presentar un llibre, que dramatitza exageradament les seves angoixes i relata una conquesta sexual amb una jove d'una manera, crec, gratuïta.
Però resulta que el primer capítol, tot i donar nom a la novel·la, és el més pobre del llibre. M'acaba causant molta simpatia Eduardo Halfon. És inevitable divertir-se amb la forma penosa amb què es relaciona amb el seu propi país, Guatemala, del que només en pot parlar com un espectador maldestre. És capaç de transmetre la sinistralitat del tròpic (sempre m'ha semblat molt més lúgubre la tragèdia de l'home enmig de la voluptuositat tropical que en qualsevol altre escenari a priori més desolador). Destaco l'episodi dedicat a la família que gestiona una cooperativa cafetera; emocionant i didàctic. I, si bé a vegades sona una mica pretensiós (ja se sap, descobrir el sentit de la vida en una col·lecció de vídeos porno al pis de Varsòvia on havia viscut el seu avi jueu exterminat a Auschwitz) l'encerta sovint reflexionant sobre el perquè de tornar als llocs que van ocupar els nostres avantpassats o la idea de la vida i les seves voltes com peces d'un únic viatge, idea la qual s'ajusta amb èxit al format del seu llibre.
P.D. He de llegir més d'aquest senyor, m'intriga la disparitat dels seus periples.
Es la primera vez que, por fin, abordo un relato de Halfon. Y ha respondido a las expectativas. En una entrevista reciente, decía que se veía incapaz de completar una novela. Pero la verdad es que no le hace ninguna falta, porque sus relatos destilan lo mejor de la escritura.
4.5 Vakker novellesamling med en felles rød tråd og pakket inn i hver sin ende av to noveller som prater sammen. Vakre, dvelende, mystiske og elegante historier om reise, om familie, om det grusomme. Han skriver med en utrolig enkelhet om komplekse temaer og øyeblikk.
Hace un par de años también lo inicié leyendo un libro de Halfon: El ángel literario. Fue, de hecho, el libro con el que conocí a este autor que me desconcertó con la rotundidad de un jab a la quijada; un desconcierto que es en realidad un asombro inmenso por la capacidad narrativa de este autor.
Signor Hoffman es un miembro más de esa familia anómala que es la obra de Eduardo investigando sobre su pasado; sobre sus orígenes; sobre él.
Esta serie de relatos se entrecruzan con el rompecabezas que es la trama general de la obra halfoniana; son piezas clave en un cosmos literarios que parece no tener ni fondo ni fin; que parece una imagen caleidoscópica con la propiedad de bifurcarse y mutar y cambiar dependiendo de la luz a la que la veamos. Los libros de Halfon son esos instrumentos por los cuales podemos ver los cristales de colores que son sus textos.
Uno comienza un año, y puede estar acompañado; puedo ver a los ojos a Rebeca y sonreír y saberme seguro, protegido; incluso retado, un reto de enamorar a esa mujer que me ha aceptado a su lado. Uno comienza lo que sea y sabe que viene lo inesperado. Los cisnes negros de Taleb están en todas partes.
Por ello, buscar y hallar un libro de Halfon en las librerías, es siempre un puerto seguro, sin importar el clima del mar que te haya llevado hasta él, las mareas imposibles o los vendavales o los remolinos o la calma o el vaivén... ves un libro de Eduardo y lo tomas y lo pagas y sabes que solo leerás una obra increíblemente bien escrita, que te acercará más a la obra de este autor, pero que si lees bien, te acercará más a ti mismo también.
Noveller som måste leses sakte og med ettertanke. "Føltes" latinamerikansk i en blandning av drøm og verklighet. Han søker en identitet i möten med andra mennesker og steder. Bra!
Eduardo Halfon me parece un buen descubrimiento literario. Al leer Monasterio, su anterior obra, ya me pareció un escritor muy notable, pero debido a las exiguas páginas de la misma, tenía una cierta prevención. Al leer Signor Hoffman las pequeñas dudas se despejan. Si bien se trata de un libro de relatos, éstos aparecen entrelazados por finos hilos que conectan aquello que parece rodear la literatura de Halfon: la familia, el mestizaje, el destierro, la religión, el holocausto o los orígenes. Halfon ofrece al lector una prosa directa, limpia de barroquismos, pero a la vez muy metafórica en algunos relatos. En especial me gustaría destacar el primer y el último relato, en los que se acerca de forma más directa a la historia aparentemente personal del autor que ya venía reflejada en Monasterio.
I cannot really pinpoint what makes Halfon’s prose so enticing, his writing so unputdownable, his experience so relatable. What makes his stories so universal but at the same time so unique, and his style so recognizable? While reading, I never get tired of the exploration of identity, belonging, or lack thereof. Feeling at ease everywhere and nowhere. Or feeling awkward everywhere and nowhere. Attracted by people, places, experiences, and sometimes just disinterested and dissuaded by them. Halfon’s journeys through his native Guatemala, Italy, Harlem, and finally Poland are, in fact, just one journey in search of family memory, identity, and roots. All of the above? None of the above? You have to decide. This book is yet another puzzle in Halfon’s enthralling literary world.
Cuando has leído dos libros de Halfon lo que te queda claro son dos cosas. La primera que ha conseguido hacer de sus propias experiencias cotidianas material literario que consigue atrapar al lector y que marcan un estilo propio de narración. Lo segundo que es un escritor de primera división . En este libro mezcla de nuevo brillantemente la realidad con la ficción contando en seis cuentos diferentes experiencias sucedidas durante viajes por distintos lugares del planeta en la que cada historia nos lleva a reflexionar sobre diferentes temas.
Éste es un libro de cuentos construido de una manera interesante. Para empezar es como el mismo autor es protagonista de sus historias sin sentir que sea egocéntrico. Al fin y al cabo cuando se escribe siempre hay algo del autor en sus personajes. Pero aquí casi descaradamente él es el personaje. Lo segundo que más me gustó es cómo al final aunque sean cuentos separados en conjunto es una sola historia, una historia de auto descubrimiento, con detalles, ideas y reflexiones con las que me pude relacionar. Quizá peco de inexperta al sorprenderme como al final el conjunto de cuentos forma una sola historia. La verdad este no es el tipo de libros que suelo leer. Sin embargo, si se quiere empezar en ese género, este libro puede ayudar. La manera de escribir me pareció cómoda y llevadera, nunca altanera o con palabras rebuscadas, algunas veces inclusive es demasiado sencillo. Si no tiene calificación perfecta es porque me dejó incompleta con la historia que más me tenía de un hilo.
Me costó ubicar el ritmo y sentido de este libro. Esperaba una novela corta y encontré un conjunto de relatos cortos, vinculados pero independientes. Y solo es responsabilidad mía, supuse sin cerciorarme, y quise encontrar las acciones consecutivas, las causas y consecuencias; pero no estaba estrcuturado así. El tema central sigue siendo la autobiografía del autor (probablemente ficcionada). Los grandes temas siguen siendo: su naturaleza judía, el exterminio judío, su nacionalidad guatemalteca, su ascendencia polaca y libanesa, su actividad académica con diversas participaciones en exposiciones internacionales (muchos paises visitados), la vida de sus abuelos, de su padre y de sus hermanos; la guerrilla guatemalteca, los idiomas (español, inglés, francés, hebreo, ladino, árabe). Y desde luego la maestría para narrar. ¡Sin duda!
Eduardo Halfon es guatemalteco, pero a los guatemaltecos les cuesta creerle. A él también parece costarle y a mí, que lo leo, se me contagia esa duda. Halfon es también judío y esto parece afirmarlo con cada una de las búsquedas que son su escritura. Halfon fuma, como quien toma aire para poder enunciar cualquier palabra, como quien se ancla en un acto concreto para poder narrar. Halfon tiene barba y un gabán rosa y maneja de vez en cuando un Saab azul. Halfon narra su propia vida y dignifica los momentos, las experiencias y las percepciones más simples. Al final, como él mismo se da cuenta en las últimas páginas del libro, “lo importante (...) no era dónde escribimos nuestra historia, sino escribirla”
Lo que te cuenta Halfon no es nuevo si conoces su obra.
Viajes, su historia familiar, los problemas de identidad que conlleva, la memoria y la nostalgia.
Pero haya algo más allá de conocer su vida o su procedencia, quizá sea el modo evocador de utilizar las palabras, quizá el suave humor sarcástico que destila, o la evocadora tristeza que acaba mostrando.
No sé. Pero una vez llegas a la obra de Halfon te quedas. Porque no hay vuelta atrás.
Halfon sabe contar una historia. Es verdad que todos sus libros son uno solo. Cada historia y cada capítulo o cada trama giran en torno a él mismo, a su personaje creado autoficcional o como se quiera y a sus intereses y temas comunes. Al contrario que Zambra, que escribe el mismo libro una y otra vez (nada malo, Zambra es maravilloso, leeré todo lo que escriba Zambra), Halfon va añadiendo capas e información y situaciones a una misma cosa. ¿Esa cosa es él mismo? Entiendo que en parte sí.
No sé porqué. No me gusta ir al mar, ni nadar entre las olas, ni caminar en la playa, ni mucho menos salir en barco. Me gusta el mar como imagen. Como idea. Como pensamiento. Como parábola de algo misterioso y a la vez evidente; de algo que al mismo tiempo promete salvarnos y amenaza matarnos. El mar, en fin, como una vecina desnuda y relumbrante en su ventana nocturna: desde lejos.
Me encantó, quizás por cosas que podría definir objetivas, como la precisión de su escritura, las descripciones a veces más largas y otras veces menos pero siempre transmitiendo lo necesario, o por lo creíble de la voz que narra. Tal vez por razones totalmente subjetivas como sentir que compartís temores como los que cuenta, historias de vida y dolores. Con este libro conocí a Halfon y no sólo me pareció un escritor maravilloso sino también una persona fuerte, poderosa, capaz de hablar de temas personales jodidos y hacerlo tan pero tan bien.
Es el primer libro de Halfon que leo, pero me encantó... realmente te transporta hacia la historia y puedes sentirte como que estas o en el interior de Guatemala o en Europa. te sientes incluso en el cuerpo del personaje principal, imaginando todo lo que ve y lo que siente. Muy recomendada lectura.